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EL AZOR
Página de créditos
El azor
V.1: mayo de 2020
Título original: The Goshawk
© Commander W. H. Griffiths Will Trust and Timothy Lane, 1951
© del prólogo, Helen Macdonald, 2015
© de la traducción, Javier Revello, 2017
© de esta edición, Futurbox Project, S. L., 2020
Todos los derechos reservados, incluido el derecho de reproducción total o parcial en cualquier forma.
Diseño de cubierta: Taller de los Libros
Publicado por Ático de los Libros
C/ Aragó, 287, 2.º 1.ª
08009 Barcelona
info@aticodeloslibros.com
www.aticodeloslibros.com
ISBN: 978-84-18217-09-8
THEMA: DNBL
Conversión a ebook: Taller de los Libros
Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra sólo puede ser efectuada con la autorización de los titulares, con excepción prevista por la ley.
Portada
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Sobre este libro
Cita
Prólogo de Helen Macdonald
Primera parte
Capítulo I
Capítulo II
Capítulo III
Capítulo IV
Capítulo V
Segunda parte
Tercera parte
Epílogo
Notas
Sobre el autor
El azor
Un bello clásico de la literatura que reflexiona sobre el vínculo entre ser humano y animal
¿Cuál es la relación entre hombre y bestia? Publicado por primera vez en 1951, El azor describe con desnuda honestidad la trascendental experiencia de White al intentar entrenar un azor salvaje, un tipo de ave muy difícil de adiestrar. Sin conocimientos previos y armado con unos pocos manuales de cetrería anticuados, White intentó doblegar la voluntad de Gos, el joven pájaro que había comprado en Alemania.
A pesar de conocer una derrota tras otra en su empeño, White descubrió que el cariño y el afecto que sentía por la salvaje criatura crecían a medida que pasaba el tiempo y su fracaso se hacía más evidente. Finalmente, el animal terminó por liberar al solitario White de sus demonios y le permitió alcanzar la salvación personal.
El azor es una historia de superación y reflexión, una lucha de voluntades equiparable a la del capitán Ahab y Moby Dick ambientada en la idílica campiña inglesa.
Prólogo de Helen Macdonald, autora de H de halcón
«Como Moby Dick o El viejo y el mar, El azor es un encuentro literario entre animal y hombre que bebe de las tradiciones puritanas del desafío espiritual, que hacen de la salvación un premio que ganar en un desafío contra Dios.»
Helen Macdonald, autora de H de halcón
«El azor es un libro increíble. White tiene buen ojo narrativo y una mente ágil, y sus observaciones sobre el entorno dotan de placer cómico a un libro que de otro modo sería oscuro.»
The New Yorker
«Cómico, trágico, primario y original como las grandes tempestades […] Una obra maestra, sin duda.»
Daily Telegraph
«Una de las narraciones más apasionantes, tiernas y entretenidas sobre el mundo de la naturaleza.»
The Irish Times
«He estado escribiendo un libro sobre cetrería y sobre el adiestramiento de un azor», escribió T. H. White a su amigo y antiguo tutor de Cambridge L. J. Potts en 1936. Concluyó en tono pesimista que «nadie lo va a leer». En esto se equivocaba. Hoy El azor es un clásico literario, considerado por David Garnett, Sylvia Townsend Warner y muchos otros como el mejor trabajo de White. A ratos hermoso, salvaje, cruel, divertido, dulce y trágico, este diario sobre el adiestramiento de un azor es la historia de dos almas desesperadas y confusas que se enfrentan a terribles malentendidos.
En 1936 White renunció a su trabajo como director del departamento de Literatura Inglesa de la escuela Stowe, en Buckinghamshire, y se retiró a una cabaña alquilada en el campo en una granja cercana, donde acogió a un niego de azor macho que le habían enviado desde Alemania. Le encantaba estar rodeado de animales (culebras de collar amaestradas se paseaban por sus habitaciones en Stowe), pero nunca había cuidado de una rapaz antes, y los azores no son pájaros aptos para aprendices de cetrero. Son rapaces tímidas del bosque, inmensamente sigilosas y poderosas depredadoras, muy nerviosas y extremadamente difíciles de amansar. La cetrería, el antiguo arte de cazar animales salvajes con rapaces adiestradas, requiere de empatía, paciencia y habilidad. Es una tarea complicada y exigente que debe aprenderse de manos de un experto, no de los libros. White tenía una guía moderna sobre cetrería, pero decidió usar métodos del siglo xvii para entrenar a su azor. Veía la cetrería y su vida con el pájaro como un retiro al pasado, lo que le permitía crear en su imaginación un refugio seguro de un mundo moderno que se deslizaba hacia el caos y la guerra. Para él, el adiestramiento del azor era un rito de paso, la prueba que debía superar un caballero. A través de su propio sufrimiento, su paciencia y sus privaciones, adiestraría al azor de forma mágica. En la realidad, la experiencia fue dura para White, pero mucho, mucho más dura para el azor.
El azor es tanto una fábula sobre la individualidad y el ejercicio del poder como un libro sobre un hombre y un pájaro. Puede leerse como una investigación sobre la naturaleza de la libertad, de la educación, del poder, de la guerra, de la historia, de las clases, de la esclavitud, del paisaje inglés y del corazón humano, porque es todas estas cosas y más. Algunos, como Siegfried Sassoon, lo han considerado un libro sobre la guerra; otros, como una especie de oscuro romance: David Garnett lo consideró una historia «extrañamente parecida a algunas de las historias de seducción del siglo xviii». En los tiempos que vivimos de terrible destrucción del medio ambiente, puede leerse de manera muy útil como un libro acerca de la lamentable incapacidad de la humanidad para concebir la naturaleza como algo más que un reflejo de nosotros mismos. La infancia violenta y desprovista de cariño de White en India, las palizas que recibió en el colegio y la vergüenza que sentía por su sexualidad reprimida (durante toda su vida se debatió contra tendencias homosexuales y sádicas) son la clave de su relación con Gos. El azor era la persona que quería ser: feroz, libre, inocente, extraño y cruel. Se peleaba por civilizarlo como se había peleado por civilizarse a sí mismo. Pero también vio a Gos como una pequeña alma confusa y desconcertada como consecuencia de la crueldad del mundo que lo rodeaba, algo muy parecido a lo que él era de niño. Estos conmovedores paralelismos y proyecciones están presentes en todo el libro, y la voz de su narrador (que pasa de ofrecer una confesión deplorable a un tono lírico y de este al discurso neutro y directo de un profesor de colegio, y vuelta a lo anterior) es en ocasiones persuasiva, en ocasiones, exasperante y siempre, muy reveladora. Cuando las cosas se torcieron (el adiestramiento de Gos no termina bien), White abandonó el manuscrito. Doce años más tarde, su editor lo encontró bajo un cojín en el sofá de White y le suplicó publicarlo. White se resistió («es como pedirle a un adulto que apruebe la publicación de los diarios que escribió durante su adolescencia»), pero finalmente aceptó, con la condición de que incluyera un epílogo en el que explicaba cómo debería haber entrenado al azor.
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