El tercer capítulo expande las fuentes de la investigación a la literatura y cultura judías de la época, incluidos los renombrados Manuscritos de Qumrán y expone la visión judío-galilea de la vida de Jesús. Sobrecoge, en este contexto, descubrir en Jesús al hombre santo carismático, curador y exorcista, al galileo menospreciado, al sospechoso de animar una insurrección y, de manera simultánea, también al enviado del Reino de Dios, esperado con ansiedad por él y por la generación de sus seguidores, hombres y mujeres cuya fe, pensaban, ponía a su alcance un tiempo de salvación profetizado durante siglos. Esta visión constituye un logro relevante de la investigación histórica acerca de Jesús de Nazaret en el siglo XX y uno de sus hitos perdurables.
Ejecutado como sedicioso, degradados él y sus tradiciones proféticas, el cuarto capítulo rememora para el lector contemporáneo los ritos de la antigua religión sacrificial judía, a partir de los cuales sus seguidores elaboraron la explicación de la muerte de Jesús. Explora como hito histórico el significado político-religioso de títulos como «el Cristo», «Elías» y «el profeta», atribuidos en diversas circunstancias a Juan el Bautista y a Jesús de Nazaret; examina la relación entre los dos profetas y expone una visión crítica sobre «la historia de la pasión», el relato que sirvió de base a la composición de los evangelios. Para concluir, discute el enigma de la desaparición del cuerpo de Jesús y presenta recientes hipótesis explicativas.
El quinto capítulo reconstruye y da vida a la revuelta judía ocurrida entre los años 66 y 70 e.c. contra el poder romano. Es decir, el conflicto bélico que culminó en la destrucción de Jerusalén y su Templo, y significó la desaparición de algunas confesiones religiosas del Oriente próximo y la expansión de otras, entre estas últimas el judaísmo rabínico y el judaísmo nazareno 7o mesianista, cuyos seguidores llegaron a ser llamados cristianos. Además, se examinan los relatos acerca de la creencia en la resurrección de Jesúsy se descubre su contexto y su sentido en el ideario de los profetas del fin de los tiempos y la restauración de Israel. La imagen de Jesús como profeta apocalíptico, otro hito de la investigación, se revela como aproximación segura a su figura histórica.
Por último, el sexto capítulo se propone recuperar a Jesús en sus propias palabras, en línea con el interés por establecer la autenticidad de los dichos de Jesús, existente desde la antigüedad. Asimismo, presenta el sentido de sus palabras de sabiduría, sus enseñanzas mediante parábolas y sus oraciones, pero a la luz de la mentalidad moderna, secular, y en un intento por alcanzar el estrato de la tradición más cercano a su vida.
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Convenciones usadas para la expresión de las fechas
Se utilizan las expresiones era común (e.c.) y antes de la era común (a.e.c.) para designar siglos, décadas y años. Estas expresiones equivalen a las designaciones cronológicas de origen cristiano antes de Cristo (a.C.) y después de Cristo (d.C.).
Fuente de las citas del Nuevo Testamento
De manera general, se prefirió el uso de una sinopsis en castellano de los evangelios que sigue el modelo de las sinopsis en texto griego. Se trata de la obra Sinopsis de los Evangelios , de José Alonso Díaz y Antonio Vargas-Machuca, publicada por la Universidad Pontificia Comillas de Madrid, en 1996. En otros casos, se empleó como fuente la Biblia de Jerusalén , publicada por la Editorial Española Desclée De Brouwer, en Bilbao en 1984.
Las citas de autores de la antigüedad se hacen de forma genérica, sin especificar una edición en particular. Los autores y obras citadas son los siguientes:
Eusebio de Cesarea, Historia eclesiástica .
Filón de Alejandría, Embajada a Gayo , Sobre la vida contemplativa y Apología de los judíos.
Josefo, Guerra judía y Antigüedades judías .
Justino, Diálogo con Trifón .
Orígenes, Contra Celso .
Notas
1Mt 1, 16.
2Raymond E. Brown, Introducción al Nuevo Testamento (Madrid: Editorial Trotta, 2002), Tomo 1, 166-167.
3John P. Meier, Un judío marginal. Nueva visión del Jesús histórico (Navarra: Editorial Verbo Divino, 1998), Tomo 4, 34.
4Bart D. Ehrman, Jesús, el profeta judío apocalíptico (Barcelona: Ediciones Paidós Ibérica), pág. 137.
5Este concepto, que significa en español «tercera búsqueda», fue propuesto por Stephen C. Neil y Tom Wright en su obra The Interpretation of The New Testament, 1861-1986 . En las últimas décadas algunos autores han señalado importantes vacíos historiográficos en esta obra. Ver, por ejemplo, Mauro Pesce. Tre fasi della ricerca sul Gesù storico non sono mai esistite. Un errore storiografico , 2010, academia.edu.
6Gerd Theissen y Annette Merz, El Jesús histórico. Manual (Salamanca: Ediciones Sígueme, 2012), 28.
7Hch 24, 5.
Capítulo 1
El caudillo galileo que anunciaba un reino terrenal glorioso para los israelitas
El comienzo de los estudios históricos sobre la vida de Jesús: las preguntas de H. R. Reimarus (1694-1768) acerca del propósito de Jesús y sus seguidores
Ilustración 1. Fotograma de la película Son of God,dirigida por Christopher Spencer, (2014).
Existe un debate acerca de la imagen histórica de Jesús que estuvo asentado en las grandes polémicas de la filosofía alemana y se recuerda como la «Disputa sobre los Fragmentos» 8. En una época temprana de la formación del pensamiento moderno —entre 1777 y 1778—, enfrentó a Gotthold Ephraim Lessing —escritor y dramaturgo alemán, director de la biblioteca ducal de Wolfenbüttel y editor de su revista— con un círculo de teólogos al que se unió el pastor Johann Melchior Goeze, cabeza de la iglesia luterana de la ciudad-estado de Hamburgo.
Ilustración 2. Gotthold Ephraim Lessing (1729-1781). Óleoatribuido a Anna Rosina de Gasc. Gleimhaus Halberstadt.
Ilustración 3. Johann Melchior Goeze (1717-1786). Grabado de Gustav Könnecke. Bilderatlas. The History of German National Literature.
El motivo del debate surgió luego de que, en la revista de la biblioteca, se publicaran una serie de textos, presentados como «Comentarios a los Fragmentos de un autor anónimo», en los que se sometían a la crítica racional tesis corrientes de la doctrina cristiana. Entre ellas, el carácter revelado de las Escrituras, la fundamentación del Nuevo Testamento en las profecías del Antiguo Testamento (es decir, en la Biblia hebrea del siglo I que incluía la Torá, Profetas y Escritos), la veracidad de los prodigios mencionados en el relato del paso del Mar Rojo por los israelitas y, por último, la verosimilitud y motivación de las narraciones sobre la resurrección de Cristo.
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