Cuando somos compasivos podemos sentir el dolor y el placer de alguien más. No importa si los demás son refugiados pobres y sin hogar o ricos y famosos, no estamos separados de ellos. Todos somos uno.
Esta es la idea filosófica del altruismo; es un llamado para que nos demos cuenta de que poseemos emociones que nos ayudan a reconocer el dolor en los demás y desear ser de ayuda. Esa emoción enraizada en nosotros es un medio de asegurar la cooperación y la continuidad de nuestra especie.
«Hasta que uno no se compromete, hay vacilación, la oportunidad de retirarse, siempre la inefectividad. Existe una verdad elemental en todo acto de iniciativa (y creación), cuyo desconocimiento elimina innumerables ideas y planes espléndidos: en el momento en que uno se compromete en definitiva la providencia lo hace también. Es entonces que ocurren todo tipo de cosas para ayudarnos, las cuales no hubieran ocurrido en otras condiciones. Una serie de eventos emerge de nuestra decisión, poniendo a nuestro favor incontables incidentes, encuentros y ayuda material, los cuales nadie hubiera pensado que podrían llegar de tal forma. Todo lo que puedas soñar lo puedes hacer, comienza a hacerlo. La audacia conlleva genialidad, poder y magia. Empieza ahora».
~ William Hutchison-Murray
En el diccionario encontramos la definición de compromiso como garantía o promesa; obligación. Una definición más profunda es comprometerse, mantener la palabra, involucrarse (en una causa o una relación), comportarse con integridad.
Cada una de las palabras anteriores tiene mucho significado, pero la connotación más directa del compromiso es mantener nuestra palabra, cumplir las promesas hechas. El compromiso se encarna en la Regla de Oro. Muy pocas personas que dicen profesar una fe religiosa profunda la siguen. Hacer a los otros lo que nos gustaría que nos hicieran es un reflejo directo del intento que hacemos por mantener relaciones armoniosas con los demás. Esto se logra haciendo cosas sencillas, como por ejemplo, llegar a tiempo a una cita, y no ver a las invitaciones como algo de poca importancia. Sal un poco de tu zona de confort; actúa con empatía hacia tu anfitrión, y por extensión, a tus semejantes. Imagínate cómo te sentirías, por ejemplo, si hubieras preparado una comida para 20 invitados y solo llegaran tres. El compromiso es una promesa – para los demás y para ti mismo. Es un contrato con los demás y contigo mismo para cumplir tu palabra, sin poner excusas. Así es como se establece la confianza.
¿Y qué hay del compromiso para completar una tarea difícil, como el recibir educación superior por largos años o cuidar a un hijo discapacitado? Tu compromiso con la causa es tu determinación de seguir avanzando sin importar lo que pueda ocurrir. Es dedicación y constancia a pesar de las dificultades.
El compromiso también puede requerir otro tipo de habilidades no esperadas. Como se indica en la cita inicial, pareciera que una vez que nos comprometemos con un plan de acción específico, el universo converge para ofrecernos respuestas y soluciones a lo que podamos enfrentar. Recibimos ayuda de diferentes direcciones y generalmente de maneras totalmente inesperadas.
Haz aquello que prometiste con todo el corazón.
«La verdad es un tirano - el único tirano al que podemos dar nuestra lealtad. El servicio de la verdad es una cuestión de heroísmo». ~ John F. Kennedy
La fidelidad es comprometerse con una causa o una persona. Es ser leal y tener la disposición de seguir a alguien que vemos como un héroe o a acatar las reglas de una causa. Por ejemplo, al comprometernos a serle fiel a un equipo deportivo, le ovacionaríamos en sus éxitos y fracasos, manteniendo nuestra lealtad a pesar de sus continuas derrotas. De la misma forma, cuando somos fieles a un personaje de televisión estamos dispuestos a seguir sus aventuras a través de los capítulos. Uno demuestra el compromiso de fidelidad hacia su familia cuando sus integrantes no son del todo presentables. La lealtad no disminuye cuando el compromiso es fuerte.
«Cuando las amistades son verdaderas, no son como hilos de vidrio ni como escarcha, sino que son las cosas más sólidas que podamos llegar a conocer». ~ Ralph Waldo Emerson
Al igual que la cortesía y la puntualidad, la confiabilidad es el manto que define a la confianza. La fiabilidad y la convicción se encuentran al centro de la confiabilidad, y son un regalo que hacemos a los demás. Con dicho regalo indicamos que se puede contar con nosotros para decir la verdad, para ser sinceros y abiertos, vulnerables y leales.
Existen algunas fuerzas inmutables en las cuales podemos confiar y apoyarnos con certeza: tu fe, tus recursos y, especialmente, tu palabra.
«Porque creo en mí mismo, no trato de convencer a otros. Porque estoy conforme con quien soy, no necesito la aprobación de los demás. Porque me acepto, el mundo entero me acepta». ~ Laozi
Nos sentimos seguros cuando podemos confiar en nosotros mismos. Confiar es estar seguro de uno mismo, tener autonomía y autosuficiencia. Si se me pide hablar frente a un grupo, puede que al principio me estremezca y me avergüence por el pánico escénico, pero sé que cuento con las habilidades necesarias para superar mi ansiedad y hacer frente a la audiencia con confianza. Si pierdo mi empleo, puedo confiar en los talentos y competencias que he desarrollado a través de los años para obtener un nuevo puesto. Si tengo autosuficiencia conoceré mis fortalezas y podré dar los pasos necesarios para aprovecharlas.
Tener confianza en uno mismo no significa engañarse, es conocerse, ser independiente y contar con las habilidades necesarias para funcionar en diversas áreas de la vida. Y tú, ¿en qué eres bueno?
«No importa qué tan ocupado creas estar, debes darte tiempo para leer o rendirte ante la ignorancia que has elegido». ~ Atwood H. Townsend
El conocimiento es un recurso que nadie puede quitarte. Uno puede perder dinero, seguridad personal, amigos, familia, pero el conocimiento no puede perderse nunca. Es uno de esos regalos internos, al igual que la fe y la esperanza, que uno se da a sí mismo. Quienes lo valoran, se deleitan en el placer puro del estudio, de la adquisición de conocimiento. A ellos pertenece un mundo repleto de ideas y debates, filósofos y pensadores, música, creatividad y el ingenio de todas las épocas. Los más sabios reconocen, así como lo hizo Sócrates, que entre más saben más se dan cuenta de todo lo que desconocen.
«La cortesía es tener consideración por los demás; la urbanidad es el método utilizado para brindar dichas consideraciones». ~ Bryant McGill
En el contexto de los valores, la consideración es similar a la compasión. Es un tipo de empatía hacia los sentimientos y planes de los demás; requiere un comportamiento tal que garantice que no causaremos molestias a nuestros semejantes. Si hemos aceptado una invitación a la que no podremos asistir, sería considerado de nuestra parte que tomáramos en cuenta los tiempos y planes del anfitrión para ofrecerle nuestras disculpas de manera oportuna. Mostrar consideración no equivale a dar excusas falsas o pretextos poco convincentes con tal de evadir las obligaciones, sino mostrar comprensión e interés por los demás.
Ponte en los zapatos de la otra persona.
«Mucho antes de la mañana supe que aquello que ansiaba descubrir era algo que siempre había sabido. Que todo valor era una forma de constancia. Que lo primero que abandonaba el cobarde era siempre a sí mismo; después de esto, todas las otras traiciones resultaban fáciles». ~ Cormac McCarthy
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