No obstante, la embestida capitalista y neoliberal configura la acometida de la renovada colonialidad, desafío en torno al cual se abate el drama melancólico de estos tiempos. Así que el poder ostenta su capacidad por seducir pasiones, prometer salvaciones imposibles de cumplir, enderezar a las masas, ahuecar sus conciencias; en definitiva, el recurso es siempre abatir la verdad que motiva a las multitudes banalizándola.
Buscar la verdad es confrontar con intereses, valores, voluntades e ideologías. Mientras la verdad que se enuncia desde el poder viene ligada a manipulación y al ejercicio de la violencia, emerge como un imposible alcanzarla sin el ejercicio de la violencia por cuanto el hombre encerrado, arrasado, sometido también resiste, enaltece, pero termina doblegando sus propios criterios a la verdad del poder. Precisamente el aporte más sustantivo que formulamos en este trabajo es que la colonialidad no puede existir de no mediar el deseo y la voluntad de quienes viven sometidos.
De este modo, la estrategia del poder es glorificar su verdad masificándola, para luego concluir en la devastación subjetiva. Así, las verdades que construye y destituye simultáneamente el poder se transmiten a multitudes elogiadas, pero, al mismo tiempo, reprimidas, conforman la crueldad de la sumisión por cuanto en la nuda subjetividad participa también el deseo finalmente consentido. Estos condimentos constituyen la clave totalitaria que enarbola el pensamiento único de estos tiempos.
Entonces, la sumisión también involucra al deseo. El arrasamiento conforma el sometimiento voluntario o el sometimiento involuntariamente aceptado por cuanto ambos forman parte de un mismo archivo ontológico; ambos incluyen el sufrimiento, pero también al deseo por la propia sumisión; esto es, por estar sumidos en la nuda subjetividad se apoya a los propios verdugos, se mantiene la condición servil, y se posponen las elecciones propias. 14
En otras palabras, la nuda subjetividad concurre con el arrasamiento; aviva el abandono y repele la innovación, el cambio o la variabilidad. De ahí su propensión a la calcificación, por cuanto desde el poder se fomentan imágenes maniqueas que invariablemente ponen afuera culpas, errores, responsabilidades, y encubren las verdaderas razones en las cuales se sostiene dicha fuente de verdad. 15Esta afirmación es extensiva a máscaras del progresismo o del neoliberalismo en cuanto ambos son cómplices silenciosos del anzuelo que provee el olvido.
5. Aldous Huxley, Un mundo feliz , Barcelona, Plaza y Janés, 1969.
6. Rafael Riva Palacio Pontones, introducción en Aldous Huxley, Un mundo feliz , Ciudad de México, Ediciones del Sindicato Nacional de Trabajadores del Infonavit, p. 7.
7. Ibíd., p. 5.
8. Véase Antonio Negri, “El monstruo político, vida desnuda y potencia”, en Gabriel Giorgi y Fermín Rodríguez (comps.), Ensayos sobre biopolítica: excesos de vida , Buenos Aires, Paidós, 2007.
9. Armonizamos fuentes bibliográficas provenientes de saberes jurídicos, biomédicos, filosóficos, políticos, sociales, económicos con entramados discursivos provenientes de medios de comunicación –manifiestos, reseñas, relatos, crónicas, descripciones– o informes, exposiciones directas o encubiertas, dictámenes parlamentarios, planes de intervención ministeriales, manuales de procedimientos, reglamentos, diagnósticos de situación, etcétera.
10. Véanse Michel Foucault, Los anormales , Buenos Aires, FCE, 2000; La arqueología del saber , Ciudad de México, Siglo XXI, 2005; Historia de la locura en la época clásica , Ciudad de México, FCE, 2004; Edgardo Castro, El vocabulario de Michel Foucault , Buenos Aires, UNQUI, 2004.
11. Véase Eugenia Allier Montaño, “Balance de la historia del tiempo presente: creación y consolidación de un campo historiográfico”, Revista de Estudios Sociales , núm. 65, 2018, pp. 100-112.
12. Es de destacar que no se trata de implicar las condiciones pasadas en las prácticas discursivas contemporáneas, sino que la indagación arqueológica refleja una misma configuración esencial. Implica acordar interpretaciones, pero, al mismo tiempo, precisar diferencias y mostrar aspectos complementarios. En otras palabras, suprimimos la significación del pasado como explicación del presente. Véase David Garland, Castigo y sociedad moderna: un estudio de teoría social , Ciudad de México, Siglo XXI, 1999, p. 30.
13. Michel Foucault, ¿ Qué es usted, profesor Foucault? Sobre la arqueología y su método , Buenos Aires, Siglo XXI, 2013.
14. Respecto de la culpa de estar vivo, Karl Jaspers distingue cuatro clases de culpa: 1) la culpa criminal; 2) la culpa política, 3) la culpa moral, y 4) la culpa metafísica. Abonó el principio de “crímenes contra la humanidad” ( Verbrechen gegen die Menschheit ) utilizado en los Tribunales de Núremberg para diferenciarlos del sentido convencional sobre los crímenes de guerra ( Kriegsverbrechen ). El punto de vista de Jaspers también se incluye en nuestra interpretación sobre la aceptación y el fomento de la condición servil. La culpa metafísica de Jaspers es el caso de quien haya elegido sobrevivir antes que confrontar activamente el terror, el cual, en el ejemplo alemán o de cualquier régimen totalitario, resultaría con toda probabilidad en la muerte de uno mismo. La culpa metafísica es, entonces, la “culpa por estar vivo”. Véase Alan M. Olson, “Metaphysical Guilt”, International Journal in Philosophy , Religion, Politics and the Arts , vol. 3, núm. 1, http://www.existenz.us/volumes/Vol.3-1Olson.pdf.
15. Véase Florencia P. Levín, “El pasado reciente en la escuela, entre los dilemas de la historia y la memoria”, en Gustavo Schujman e Isabelino Siede (coords.), Ciudadanía para armar: apuntes para la formación ética y política , Buenos Aires, Aique, 2007, pp. 157-178.
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