History Nerds - La Primera Guerra Mundial

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El archiduque y su esposa, junto con su séquito, se movían por Sarajevo usando un automóvil descapotable abierto Gräf & Stift 28/32 PS Double Phaeton , que era el tercer vehículo de la columna. En el día del desfile, se había acordado que la protección militar en torno a ciudad disminuiría, ya que se consideraba que una fuerte presencia militar perjudicaría a los ciudadanos leales en la ciudad. Así que se dejó la protección a cargo de la policía de la ciudad y no al ejército. Fue solo unos de los varios fallos sutiles que se produjeron ese día y que actuaron a favor de los conspiradores.

El primer atentado contra la vida del archiduque se produjo a las 10:10 de la mañana: mientras el cortejo de vehículos pasaba, los primeros dos asesinos, Čubrilović y Mehmedbašić, no fueron capaces de actuar. Luego el cortejo llegó a Čabrinović, que decidió actuar y lanzó una granada al coche del archiduque. La bomba rebotó y explotó bajo el siguiente vehículo, hiriendo a numerosos espectadores, pero sin dañar al objetivo. Čabrinović trató de suicidarse ingiriendo cianuro y saltando al río. Ambos intentos fracasaron: el veneno no estaba en buen estado y solo le indujo al vómito, mientras que el río llevaba menos agua que nunca. Mojado y con náuseas, fue rápidamente detenido por la policía después de recibir una seria paliza de la multitud.

Entonces el coche del archiduque trató de dirigirse al ayuntamiento, siguiendo el plan de dar allí un discurso. Aunque visiblemente nervioso y afectado, Francisco Fernando acabó dando el discurso a la multitud allí reunida, aprovechando la oportunidad para mencionar el intento de asesinato mientras se dirigía al pueblo de Sarajevo: «Veo en vosotros una expresión de alegría por el fracaso del intento de asesinato…» A esto le siguió una discusión entre él y los miembros del cortejo sobre qué hacer a continuación. Mientras algunos miembros del séquito del archiduque temían más intentos de asesinato, el gobernador general de Bosnia, Oskar Potiorek, insistía en no era posible que hubiera más asesinos en la ciudad y que el intento había terminado. Así que el cortejo se dirigió hacia el hospital de la ciudad, para visitar a los heridos menos de una hora antes.

Aunque la intención era evitar el centro de la ciudad y seguir por un espacio más abierto, hubo una incomunicación entre los conductores que hizo que el cortejo se desviara por error y se dirigiera hacia el centro. Después de dar ese indeseable giro, el cortejo se encontró de frente con la posición de Gavrilo Princip, uno de los conspiradores, que se había trasladado allí después del primer intento fallido. Por casualidad, se encontraba en una posición perfecta de espera y vio el tercer coche del archiduque y su esposa aproximándose directamente a él, así que disparó dos balas a quemarropa. La primera dio en la vena yugular del archiduque Francisco Fernando, mientras la otra daba en el abdomen de su esposa. Ambos murieron a las 11:30 de esa misma mañana.

Las implicaciones políticas y la consiguiente agitación tras el asesinato fueron importantes. Austria-Hungría quedó enormemente consternada y al mes siguiente se produjo el inicio de la llamada Crisis de Julio , un periodo de intensas tensiones diplomáticas entre las grandes potencias de Europa, que fueron conduciendo rápidamente a la guerra. La crisis culminó con la presentación de Austria del Ultimátum de Julio a Serbia: una serie de reclamaciones que resultaban absurdas a propósito. El papel de ultimátum era servir como provocación para una guerra con Serbia, a quien Austria suponía implicada en el asesinato y entrometida en los asuntos de Bosnia. Después de recibir el ultimátum y rechazar todas las reclamaciones de la lista, Serbia ordenó una movilización completa de su ejército. Al no ser aceptado el ultimátum en su totalidad, Austria ordenó una movilización parcial, rompió todas las relaciones diplomáticas y acabó declarando la guerra a Serbia el 28 de julio de 1914, embarcando al mundo en una guerra global.

Capítulo III

Empieza la Gran Guerra

3.1 – El ultimátum

Los sentimientos en Austria-Hungría tras el asesinato fueron muy diversos. No hubo muchos que lamentaran la muerte de Francisco Fernando; de hecho, los ciudadanos de Viena siguieron con su vida cotidiana sin inmutarse. Incluso el emperador Francisco José, aunque algo perturbado por la muerte de sus herederos, no se vio afectado, pues se supo que no se llevaban muy bien. Llegó hasta el punto de no interferir en la decisión que había que tomar: dejó eso a su ministro de exteriores, Leopold Berchtold, y a su Jefe de Estado Mayor, Franz Conrad von Hötzendorf. Ellos y los demás ministros vieron el asesinato como la ocasión apropiada para eliminar de una vez por todas toda pretensión e interferencia que Serbia pudiera ejercer sobre Bosnia, apropiándose así de la región. Para toda la élite y los oficiales austriacos la guerra era una magnífica oportunidad, algo a lo que no había que renunciar.

Así que la opinión que prevalecía en la cumbre del gobierno de Austria era la de una guerra inmediata contra Serbia. El mariscal de campo Conrad von Hötzendorf era el más importante defensor de la guerra, con un deseo de acabar de una vez con Serbia como posible oponente. Es conocido que dijo; « Si tienes una víbora venenosa en el tobillo, le aplastas la cabeza, no esperas a que te pique ». Así que la decisión se tomó poco después y se redactó un ultimátum. Un ultimátum cuyas reclamaciones eran bastante absurdas. Se presentó al gobierno serbio el 23 de julio por el embajador austriaco en Belgrado, el barón Giesl Von Gieslingen.

El gobierno serbio se encontró en una situación sin salida, enfrentándose a un ultimátum imposible de aceptar a propósito. Al no disponer del apoyo necesario de las grandes potencias aliadas, los oficiales serbios, junto a rey, hicieron todo lo posible para llegar a un compromiso, con la esperanza de no enfrentarse de nuevo a Austria-Hungría. Los miembros del gobierno se reunieron al día siguiente y después de una larga reunión, redactaron una respuesta. La mayoría de las fuentes dicen que en su respuesta aceptaban todas las condiciones, salvo una, el que era el punto 6, que reclamaba que la policía austriaca pudiera actuar libremente en Serbia. Otros investigadores argumentan que, aunque los serbios sí aceptaron algunas condiciones, su compromiso era de tal tipo que básicamente eran rechazos educados y formales. De todos modos, la naturaleza del ultimátum estuvo clara desde el principio. Lo ofensivo y degradante que era para Serbia el ultimátum se muestra muy bien en esta carta, con fecha 24 de julio y enviada al zar de Rusia Nicolás II por el regente serbio Alejandro:

«… Las reclamaciones en el ultimátum austrohúngaro humillan muy innecesariamente a Serbia y no se ajustan a su dignidad como estado independiente… Estamos dispuestos a aceptar las reclamaciones austrohúngaras que estén de acuerdo con nuestro estatus de estado independiente y las que Su Majestad nos aconseje adoptar. Todas las personas que se ha demostrado que participaron en el asesinato serán castigadas estrictamente por nosotros. Ciertas reclamaciones no pueden ser atendidas sin cambiar nuestra constitución y eso requiere tiempo. El plazo es demasiado corto para nosotros… la sublime compasión que Su Alteza Imperial ha mostrado a menudo hacia nosotros nos inspira una gran esperanza de que su generoso corazón eslavo oirá una vez más nuestras oraciones ».

Después de recibir la respuesta de Serbia y ver que no era satisfactoria, Austria rompió inmediatamente todas sus relaciones diplomáticas con Serbia. A esto le siguió una declaración inmediata de guerra, aunque de una manera extraña: El gobierno austrohúngaro la declaraba mediante un simple telegrama enviado al gobierno serbio y firmado por su ministro de exteriores, Berchtold. Enviado el 28 de julio de 1914, el telegrama era breve y directo, diciendo lo siguiente:

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