La epifanía de Simon enfurece a Melvin, pero también le demuestra lo que debe hacer. Como Carol le dice por la mañana, cuando él le pide saber si ella y Simon tuvieron sexo: “Al diablo con el sexo, era mejor que el sexo. Nos abrazamos. Lo que necesitaba, me lo dio, fue genial”. Al final, Melvin aprende la lección y él también colabora con Simon mientras la película avanza rápidamente hacia su conclusión. El apartamento de Simon ha sido subarrendado, así que después de que el trío regrese a Nueva York, Melvin le prepara una habitación en su propio apartamento. El escenario está así preparado para una escena final entre los dos hombres, y lo que Melvin necesita, Simon se lo da, genial.
Reubicando la discapacidad: Simon Bishop (Greg Kinnear) y Melvin Udall (Jack Nicholson) en As Good As It Gets .
Después de que Carol llame para decirle a Melvin que lamenta haberse enfadado con él, pero que tampoco está segura de si debería volver a verlo, Melvin le pide a Simon que le ayude. “Se supone que ustedes son sensibles e inteligentes”, comenta sarcásticamente. Mientras Simon, cojeando con su bastón, sigue a Melvin por el apartamento, le convence de que ir a casa de Carol es lo mejor que puede hacer. Simon, en sus última intervención, facilita la relación entre Carol y Melvin, diciéndole a Melvin que “ve allí, hazlo, píllala desprevenida”. Habiendo cumplido su propósito, Simon, la discapacidad y lo queer son todos excluidos del escenario. Cuando Melvin se gira para salir del apartamento, se da cuenta de que ha cambiado: ha olvidado el cierre ritual de la puerta.
La película concluye con una reconciliación bastante tradicional entre los protagonistas masculinos y femeninos. En la última escena, cuando Melvin y Carol entran juntos en una panadería, él se da cuenta de que ha pisado una grieta en el pavimento. Así, la epifanía heteronormativa que pone fin a la película se vincula una vez más visualmente en esta escena con la epifanía de capacidad corporal del propio Melvin.
Críticamente queer xi, severamente discapacitado/a
Representaciones culturales de la capacidad y la heterosexualidad como las de As Good As It Gets son exclusivas de las últimas décadas. La homofobia y el capacitismo representados en películas y otros textos culturales a lo largo del siglo XX y cuidadosamente documentados por Vito Russo en The Celluloid Closet y por Norden en The Cinema of Isolation , han sido sustituidos (pero no completamente reemplazados) por una homofobia y un capacitismo nuevos, mejorados y flexibles. El manejo más eficiente de lo queer y la discapacidad sugiere que una cultura heterosexual y de capacidad corporal ha aprendido algunas, pero ciertamente no todas, de las lecciones de los movimientos contemporáneos de liberación que han creado las personas queer y las personas con discapacidad.
¿Y si esto es tan bueno como parece? No son solo las premiadas películas de Hollywood las que provocan esta resignación. Cuando George W. Bush asumió el cargo en 2001, el nombramiento de un republicano abiertamente gay para el cargo de coordinador de las políticas contra el sida ocultó las alianzas antigais que habían impulsado a la nueva administración al poder, del mismo modo que la firma casi inmediata de la “Iniciativa Nueva Libertad” enmascaraba las posiciones fundamentalmente anti-discapacidad que apoyan tanto los republicanos como sus predecesores y aliados de la Nueva Democracia. La Iniciativa Nueva Libertad permite que las personas con discapacidad obtengan préstamos a bajo interés para comprar equipos en empresas y centros de rehabilitación, pero no hace nada para abordar la desigualdad económica sistémica a la que se enfrentan muchas personas con discapacidad. Lo más importante es que son las empresas y los centros de rehabilitación los que reciben las subvenciones de la iniciativa, no las propias personas con discapacidad. Más allá de eso, el énfasis general en un “gobierno más pequeño” tanto por parte de los nuevos demócratas como de los republicanos requiere inevitablemente recortar programas de los que las personas con discapacidad a menudo dependen para sobrevivir. A pesar del supuesto énfasis en la diversidad, y a pesar de la visibilidad temporal de la discapacidad y la homosexualidad incluso en la administración Bush, las estrategias corporativas flexibles que actualmente sustentan la economía, la política y la cultura contemporáneas invariablemente producen un mundo en el que la discapacidad y lo queer se subordinan o eliminan por completo 25.
De hecho, la campaña presidencial de 2004 ejemplifica las formas en que ambos partidos políticos estadounidenses operan de acuerdo con la lógica flexible que he esbozado. En la década de 1990, puede que la administración Clinton incluyera numerosos nombramientos de personas abiertamente LGBT, pero eso no impidió que el ex presidente sugiriera, tras la fallida candidatura presidencial del senador John Kerry, que Kerry debería haber apoyado más las iniciativas anti-LGBT. Bush, por el contrario, puede que apelara a su base conservadora y cristiana a través del apoyo a una enmienda constitucional que definía para siempre el matrimonio en los Estados Unidos como la unión de un hombre y una mujer, pero eso no le impidió, en un llamado a los “moderados”, sugerir al final de la campaña que la defensa de las uniones civiles para parejas del mismo sexo podría ser apropiado en ciertas ocasiones. El hecho de que la homofobia de una de las partes sea más virulenta, en estos ejemplos, no debe hacernos olvidar hasta qué punto ambas dependen de cuerpos flexibles. Sin duda, el neoliberalismo continuará exhibiendo o exigiendo tal dependencia, aunque es probable que haya vacilaciones entre extremos aparentemente más fóbicos y menos fóbicos.
De acuerdo con la lógica flexible del neoliberalismo, todas las variedades de lo queer —y, en realidad, todas las discapacidades— son esencialmente temporales, y aparecen solo cuando -y en la medida en que- son necesarias. Aunque las discapacidades resultantes de la agresión a Simon en As Good As It Gets parecen diferir de las discapacidades (como la de Melvin) que se pueden “transformar y mejorar” y de las discapacidades o enfermedades (como la de Spence) que son más crónicas, en última instancia, todas sirven para la ampliación de la identidad de la capacidad corporal y, lo que es más importante, pueden desplazarse desde el centro del escenario a medida que se produce esa ampliación. De manera similar, el modelo que golpea a Simon y es inicialmente representado como un estafador callejero, y el amigo y colega gay negro de Simon, Frank Sachs (Cuba Gooding Jr.), que es retratado como un personaje mucho más extravagante que Simon, podrían tener vidas muy diferentes a las del propio Simon; todos tienen sexualidades, a su vez, que son diferentes de las “sexualidades” de la madre de Spence y Carol, Beverly (Shirley Knight) (de hecho, se representa a Spence y Beverly como si no tuvieran sexualidad). Sin embargo, en última instancia, la gama de identidades sexuales reales o potenciales solo facilita el emparejamiento heteronormativo representado por Melvin y Carol al final de la película; ya no es necesaria una vez que el emparejamiento está asegurado.
Al final, entonces, ni el género en disputa xiini la capacidad en disputa son suficientes por sí mismos para desmontar la heterosexualidad obligatoria o la capacidad corporal obligatoria. Butler reconoce este problema: “Esta incapacidad de acercarse a la norma… no es lo mismo que la subversión de la norma. No hay ninguna promesa de que la reiteración de las normas constitutivas vaya a propiciar la subversión; no hay garantía de que la exposición del estado naturalizado de la heterosexualidad propiciará su subversión” (“Critically Queer”, 22; citado en Warner, “Normal and Normaller”, 168–169 n. 87). Para Warner, este reconocimiento de Butler localiza una brecha potencial en su teoría, “digamos, entre virtualmente queer y críticamente queer” (“Normal and Normaller”, 168-169 n.87). En contraste con una identidad virtualmente queer, que sería experimentada por cualquiera que fuera incapaz de representar la heterosexualidad sin contradicción ni incoherencia (es decir, todas las personas), una perspectiva críticamente queer podría presumiblemente utilizar el inevitable fracaso en aproximarse a la norma para colectivamente “aprovechar la debilidad de la norma”, por usar la expresión de Butler (“Critically Queer”, 26).
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