Amy Blankenship - La Posesión De Un Guardián
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- Название:La Posesión De Un Guardián
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- ISBN:978-8-87-304290-7
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Sacudiendo sus preocupaciones por Kamui de su mente, Kyoko se quedó con Kotaro, el más animado del grupo y competencia autoproclamada de Toya. Casi desde el principio Kotaro habÃa reclamado a Kyoko por su cuenta... constantemente diciendo a los otros que ella era su mujer. Toya siempre tuvo que soportar esto independientemente de la situación. SabÃa que Kotaro estaba bromeando, pero Toya siempre lo tomaba muy en serio.
Kotaro era un desaliñado de cabellos oscuros y de ojos azules. Siempre la llamaba "su mujer" por muchas veces que lo negara. Ãl era un prÃncipe dentro de su propio territorio y pasaba mucho tiempo allÃ, protegiéndolo de los demonios dentro de su reino. La mayor parte del tiempo todo lo que tendrÃa que hacer era simplemente mostrar esos brillantes ojos azules a ella y esto la harÃa derretirse en un charco.
SabÃa qué cuerdas tirar con ella para obtener casi todo lo que querÃa. A veces se preguntaba si cada uno de los guardianes no la tenÃa envuelta alrededor de sus dedos pequeños de una manera u otra. Aunque el grupo muy rara vez lo vio. Sus pensamientos regresaron a Kyou.
"Kyou," Kyoko se estremeció cuando el nombre dejó sus labios. No le gustaba... ni a nadie más. A menudo actuaba más como un enemigo que como un hermano de Toya. Estos dos dieron un nuevo significado a las palabras de "rivalidad entre hermanos". Fuera de los cinco hermanos, Kyou fue definitivamente el extraño y al que uno evitarÃa a toda costa. Era aún más hostil que el demonio que plagó la tierra en la que vivÃa.
Dejando atrás sus pensamientos dispersos, Kyoko abrió sus ojos esmeraldas y se deslizó de la piedra sólo para detenerse muerto en sus huellas. AllÃ... no más de seis metros de ella estaba Kyou. ParecÃa casi angelical excepto por la peligrosa expresión de sus ojos dorados.
«Hablando del diablo», pensó para sÃ.
La oscuridad que los rodeaba parecÃa iluminar su cuerpo ... dándole una apariencia fantasmal. El silencio de Kyou fue tempestuoso. ParecÃa como si estuviera considerando algo y Kyoko tenÃa la sensación de que no le gustarÃa nada el resultado.
Kyou observó cómo su rostro palidecÃa a causa de su alarma y saboreaba su aroma intoxicante. Por una vez ... ella deberÃa de temerle. También deberÃa temerle a los demonios que el acababa de destruir para protegerla. Sus ojos se abrieron en ella mientras recordaba los peligrosos monstruos que acababa de eliminar. Si hubieran llegado a ella...
Los músculos de la mandÃbula de Kyou se flexionaron con rabia al pensar que las garras de un demonio la tocaban. Aún asÃ... ella no corrió, ni gritó. ¿GritarÃa si se daba cuenta de que Hyakuhei estaba en camino? Tal temeridad no era de su mejor interés. Mientras sus pensamientos se oscurecÃan, su falta de miedo sólo servÃa para inflamarlo aún más... alimentando los fuegos de la extraña rabia y la pasión que sentÃa por la sacerdotisa.
Kyoko permaneció inmóvil. No sabÃa cómo tomar su bella imagen. Estaba demasiado asustada para moverse y no se atrevÃa a pronunciar un sonido sabiendo que cualquier cosa que hiciera podrÃa poner su vida en peligro. No estaba tan segura de que él la hubiera perdonado por traer de nuevo el corazón del guardián a su reino.
PodÃa sentir un escalofrÃo lentamente subiendo por su espina dorsal... sin detenerse hasta llegar a la parte posterior de su cuello y extenderse desde allà como dedos helados de advertencia. Dio un paso atrás antes de darse cuenta y se detuvo a sà misma dándole otro paso. Ella sabÃa que eso serÃa considerado mostrando miedo y ella habÃa sido enseñada por su abuelo a una edad joven para ocultar tal miedo.
Las palabras de su abuelo volvieron a atormentarla, "Mostrando el miedo sólo te hace una vÃctima instantánea."
Kyoko cerró los ojos por un segundo. Pero cuando los abrió de nuevo, Kyou no se vio en ninguna parte, lo que la hizo estar aún más aterrorizada. Nuevamente, las enseñanzas de su abuelo la perseguÃan: "Nunca dejes que el enemigo te salga de la vista o no verás el ataque venidero."
"¿Kyou?" Ella susurró su nombre mientras el temor se entrelazaba en su voz. Entonces sintió su respiración caliente en su cuello y lo oyó inhalar largo y lento como si estuviera probando su olor.
Lentamente, con los ojos bien abiertos, esperando la muerte en cualquier momento, inclinó la cabeza hacia un lado, deteniéndose sólo cuando su mejilla tocó su sedosa. Ella jadeó e intentó lanzarse hacia adelante sólo para sentir su brazo a su alrededor como una banda de robar, golpeando su espalda contra él y golpeando el aliento de ella.
El temor repentino de Kyoko le hacÃa más difÃcil recuperar el aliento. Decidió que ahora sabÃa lo que realmente era un ataque de pánico y se preguntó si iba a hiperventilar. Esta era la única persona que temÃa más que Hyakuhei, aunque ella habÃa guardado ese pequeño hecho para sà misma. Nunca habÃa estado a distancia de él... definitivamente le habÃa gustado mejor de esa manera.
El olor de ella le rodeaba, le intoxicaba. Kyou podÃa oler su olor inmaculado, mezclado con el miedo, cada vez más fuerte y pesado cuanto más tiempo la mantenÃa encarcelada contra él. Finalmente... ella mostraba el miedo que él exigÃa pero aún asà no gritó. Su primer error habÃa sido el pequeño paso que le habÃa quitado. Sólo ese simple gesto habÃa calentado su sangre de guardián en formas que no habÃa sentido en mucho tiempo.
Los párpados de sus ojos dorados se cerraron momentáneamente mientras las imágenes brillaban ante él demasiado rápido para descifrar mientras imaginaba el sonido fantasmal de su voz gritando... ya fuera por miedo o por algo más difÃcil de contar. Lo único que sabÃa era que no querÃa oÃrlo.
O... tal vez necesitaba escuchar ese sonido para librarse del hechizo por el que lo habÃa puesto. Algo le decÃa que no importaba de un modo u otro. En lo más profundo del corazón de su guardián, Kyou sabÃa que él la querÃa y él no era uno para ser negado. Una lenta y peligrosa sonrisa apareció en sus labios cuando empezó a luchar contra él. Rápidamente agarró una de sus muñecas con un ligero agarre mientras se sacudÃa.
Kyou acarició su cuello y luego tomó un fuerte suspiro cuando se frotó contra él tratando de liberarse. -Me estás animando -gruñó él en su garganta y rozó sus labios contra la delicada carne de su cuello-. Su sangre caliente le desafió a reclamarla como suya.
Kyoko no pudo evitar los escalofrÃos que le producÃa la sensación de sus labios. ¿Estaba tratando de seducirla o iba a matarla después de todo? Dejó de luchar y siguió perfectamente inmóvil sin saber si le gustaba el sonido de lo que acababa de decir y no querÃa enojarlo. Algo le dijo que sólo estaba tratando de asustarla.
"Chica inteligente," Kyou contempló a sà mismo, pero aún asà ella no estaba gritando y él la estaba tocando... qué extraño. Sus brazos se aflojaron en una sujeción más suave mientras ella miraba por encima de su hombro hacia él con curiosidad, su miedo empezando a disminuir.
Kyou observó de cerca sus ojos esmeralda y la reacción lo sorprendió. Ella lo miraba como si fuera un hombre... no un señor de la guardia. Su incapacidad para demostrar el temor de él era confusa y eso solo lo enfureció. Su falta de miedo habÃa sido lo que la habÃa puesto en peligro esta noche en primer lugar.
También era por eso que Hyakuhei estaba en camino hacia ella ahora pensando que podrÃa robarla en medio de la noche. Incluso a una distancia tan grande... podÃa sentir la intención maliciosa de su tÃo. Con su oÃdo tan sensible como era, casi podÃa oÃr la caricia del viento contra las plumas de ébano. Para ella esto era algo que temer... entre otras cosas.
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