– ¿Me estás pidiendo que me case contigo? -preguntó él, riendo de felicidad.
– Por supuesto, dado que podrías haberme dejado embarazada -replicó ella, sonriendo.
– Bueno, yo nunca podría rechazar una petición como ésa, especialmente de una mujer que me acepta tal y como soy.
– En eso tienes razón. Por cierto, ¿cómo está tu padre?
– En casa, listo para conocer a la mujer que me ha vuelto del revés y de arriba abajo y que me ha hecho volverme inhumano en los pocos días que he estado sin ella.
– ¡Vaya! Parece que alguien me ha echado de menos…
– No tienes ni idea de cuánto, pero, ¿eres consciente de que ni siquiera sabes si aprieto el tubo de pasta de dientes por arriba o por abajo? -bromeó él.
– ¿Estás tratando de asustarme?
– No, creo que para eso haría falta mucho más que mis hábitos, gracias a Dios -susurró, besándola dulcemente.
– Tenemos mucho que descubrir el uno sobre el otro -musitó ella, deslizando las manos hacia abajo para explorar el cuerpo que tanto adoraba.
– Y tenemos una vida para aprender -murmuró él mientras recibía con agrado sus caricias.
– Estoy dispuesta.
– Me alegro, pero, ¿no crees que deberías leer ese artículo? En él, no menciono nada sobre ti. Sólo la sabiduría de tu padre.
Su padre… Recordó que le había dicho que, cuando leyera el artículo, volvería a enamorarse de Doug. En aquel momento, había creído que estaba aplaudiendo su valor por ir detrás del hombre que amaba. Acababa de comprender que su padre había tenido mucho que ver en que se solucionaran las cosas…
– ¿Juliette?
Vio el temor que había en los ojos de Doug, pero él no tenía nada que demostrarle. Esperaba que comprendiera lo mucho que confiaba en él, ya que lo había hecho antes de leer el artículo.
– Ya sé muy bien que tengo un hombre muy inteligente a mi lado para que el que siempre soy la primera.
El corazón de Doug se llenó de amor y satisfacción. Había encontrado a su media naranja, una mujer que tenía una fe completa en él. Tendría que asegurarse de, en lo sucesivo, no defraudarla nunca.
– Te prometo leer ese artículo.
Inmediatamente, sus actos superaron a sus palabras. Empezó a hacer girar de un modo muy erótico las caderas, a arquear la espalda, atormentándolo con una irresistible invitación que él no pensaba rechazar y que aceptó repitiendo sus movimientos.
– Mmm, creo que tendré que dejar la lectura para más tarde -ronroneó ella.
– Para mucho, mucho más tarde…
Carly Phillips inicio su carrera como escritora en 1999, desde entonces ha publicado más de 20 novelas, que han estado entre las más vendidas en las listas más conocidas de Estados Unidos. Actualmente publica en dos sellos, Harlequín y Warner.
Carly vive en Purchase, New York con su marido, sus dos hijas pequeñas y un juguetón Wheaton Terrier.
Su pasatiempo favorito es leer, le gusta escuchar opera y le encanta recibir correos de sus lectoras, ya sea por mail o por correo normal. También se confiesa adicta a la televisión, especialmente a las telenovelas y acostumbra a tenerla puesta incluso mientras trabaja. Pero no todo es “diversión” en la vida de Carly, cuando no se encuentra escribiendo, colabora activamente con varias asociaciones benéficas.
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