Encontró la puerta del sótano entreabierta y pudo haberse dado una bofetada cuando entendió la lÃnea de pensamiento de Nick. âLugares oscuros, subterráneos... ¡OBVIO!â
Asegurándose de hacer mucho ruido, Steven bajó las escaleras y arrugó la nariz al sentir el calor húmedo. âMaldición, apesta aquà abajoâ.
Se acercó a otra puerta abierta y entró. Nick estaba de pie frente a la caldera con la puerta abierta y hurgando algo en el fuego con una vara de hierro.
â¿Encontraste algo?â preguntó Steven.
En respuesta, Nick sacó la vara de hierro del fuego trayendo en un extremo los restos quemados de un cráneo colgando de la cavidad ocular. âCreo que podemos afirmar que algunos de los humanos en la lista de personas desaparecidas no serán encontradas muy pronto que digamosâ.
âCreo que esta iglesia es un lugar normal para que algunos miembros de la mafia local hagan su trabajoâ, explicó Steven.
â ¿En una iglesia católica?â preguntó Nick. â¿Ya no queda nada sagrado en esta vida?â
Steven se encogió de hombros, âComo dice el refrán, nada es seguro excepto la muerte y los impuestosâ.
Nick dejó caer el cráneo en la caldera y cerró la puerta. âO en nuestro caso, pieles y gatitos.â
Los dos hombres se rieron hasta por la nariz, hasta que Steven se recató un poco. âDe acuerdo, realmente tenemos que ponernos seriosâ.
Se separaron, y cada uno se fue a buscar en un lado diferente de la gran sala, hasta que Steven vio algo detrás de uno de los enormes botes de basura llenos de tablones de madera. âOye Nick, dame una mano con estoâ.
Nick se acercó y ayudó a Steven a quitar el bote lo suficiente como para ver mejor. Un túnel pequeño y estrecho habÃa sido excavado en la piedra y directamente bajo la tierra. La oscuridad era absoluta y los dos felinos tenÃan dificultad para ver adentro.
âBien podrÃa echar un vistazoâ, dijo Nick y avanzó para tratar de meter su delgada figura por la abertura.
Steven agarró el brazo de Nick y sacudió la cabeza. âNo, vamos a volver y dejamos a Warren y a Quinn entrar en lo que encontramos. Falta un puma y, en mi opinión, ya eso es demasiado. No quiero añadir un jaguar a la listaâ.
â¡Oh, cielos!â Nick sonrió y abrazó con fuerza a un sorprendido Steven. âTú...â sollozó exageradamente y continuó con una voz temblorosa. âRealmente te importaâ.
Steven empujó frenéticamente a Nick, enviando el jaguar contra la pared. âIdiotaâ, murmuró mientras Nick se reÃa. âVamos a salir de aquÃâ.
Cuando llegaron a la cima de las escaleras, Steven estaba convencido de que Nick habÃa perdido la cabeza en alguna parte del camino. El silencio en la iglesia era sepulcral y Steven miró hacia el pasillo que conducÃa a la oficina del piso de arriba donde el sacerdote estaba esperando.
âQuédate aquà un momentoâ, dijo Steven. âNecesito hablar con el sacerdoteâ.
Nick se encogió de hombros y se apoyó en uno de los bancos para esperar.
âHola, Steven.â Una voz salió de la nada.
Nick saltó y Steven gritó de sorpresa antes de tropezar sobre sus propios pies y caer. Nick parpadeó cuando un hombre con el pelo oscuro salió de las sombras sonriendo locamente a Steven.
â¡Maldita sea, Dean!â, gritó Steven mientras se levantaba del suelo. âDeja de intentar matarme del sustoâ.
Dean sonrió y se apoyó en uno de los pilares junto a los bancos y cruzó los brazos sobre su pecho. âDesafortunadamente no tengo que intentarloâ.
â¡Púdrete!â, gruñó Steven. âVoy a hablar con el cura, ya vuelvoâ.
âAsegúrate de devolver la túnica del coro que tomaste prestadaâ. Dean se burló de él. âOdiarÃa ver que algún pobre muchacho no pueda vestirse para la iglesiaâ.
Steven se quedó inmóvil cuando Dean dijo esas palabras y giró para mirar a los caÃdos.
â¿Túnica del coro?â, preguntó Nick y alzó las cejas casi hasta la lÃnea del cabello. â¿Te pusiste una túnica del coro?â
âCambié, fue una emergencia. Tuve que salvar a esta chica de ser drenada por un maldito vampiroâ, Steven se defendió.
âSÃ,â dijo Dean. âLa misma chica que estaba presente cuando te patearon el traseroâ.
âComo si a ti nunca te hubieras pateado el traseroâ, respondió Steven.
Dean se detuvo y pensó por un momento. âNo, nadie me ha pateado el trasero, pero le han dado golpecitos.â
â¡Arrr!â, rugió Steven levantando sus brazos, y luego siguió sigilosamente por otro pasillo.
Nick miró a Dean, â¿Alguna idea de dónde escondió la túnica?â
âBajo su camaâ, contestó Dean.
Nick sonrió, âmaterial de chantaje perfecto, graciasâ.
âClaro, me gusta verlo sufrir... eso y que pareciera que él cree que constantemente voy a patearle el trasero o algo asÃâ.
âSádicoâ, dijo Nick con una risita.
âEstoy caÃdoâ, dijo Dean. âNo tenemos mucho con qué mantenernos entretenidosâ.
Steven se acercó a la puerta de la oficina del sacerdote y levantó la mano para golpear cuando oyó voces del otro lado. Una que él reconoció como la del sacerdote, la otra era una voz femenina. Bajando la mano, puso su oreja en la puerta para poder escuchar.
Jewel paseaba de un lado a otro tratando de mantenerse enfocada, pero era difÃcil. Lo primero que le vino a la mente cuando entró en la oficina fue cuando ella habÃa sido atacada por vampiros y habÃa visto desnudo a un hombre o cambiante... fuera lo que fuera. HabÃa pasado los últimos cinco minutos contestando las preguntas del sacerdote acerca de la otra noche pero en este momento tenÃa problemas más grandes que esos.
âNo deberÃas andar merodeando por acá en medio de la nocheâ, dijo el sacerdote. âEs peligroso. ¿Y qué pasarÃa si tu padre o tu prometido se dan cuenta?â
Jewel se dirigió hacia él y dio un puñetazo en su escritorio. âNo, ellos son los que lo hacen peligroso... saliendo por mi propia ventana y pasando sigilosamente por donde están los guardias armados que me están manteniendo prisionera y tratando de regresar sin que me atrapenâ.
âTu padre solo está tratando de protegerte.â Trató de calmarla pero él sabÃa que lo que ella estaba diciendo era cierto. Su padre venÃa cada semana a confesarse... a lavarse la sangre de sus manos y su conciencia.
â¡No, él está tratando de obligarme a casarme con su socio de negocios para pagar una deuda! Una deuda con la que yo no tenÃa nada que ver. ¿No hay una ley contra la esclavitud en este paÃs?â
âPero cuando tú y Anthony vinieron aquà a la reunión, dijiste que lo amabas con todo tu corazónâ. El sacerdote señaló. âEse no es el tipo de cosas sobre las que debes mentir. Es una desgracia a los ojos de Diosâ.
âSÃ, los dos guardaespaldas que estaban de pie detrás de nuestras sillas... ¿te acuerdas de ellos? El que estaba detrás de mà estaba clavando el cañón de su arma en mi espalda. Nunca podrÃa amar a un bárbaro egocéntrico, como Anthony. Prometió matarme a mà ya mi padre si no sigo con la boda. Y temprano esta noche, cuando traté de decirle a mi padre que no querÃa nada con Anthony, me golpeó tan fuerte que ahora sé dónde están las estrellas, porque pude contarlasâ.
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