–Me gustaría pasar –dijo Raven mientras sus pupilas se agrandaban intentado usar sus poderes para cautivar a cualquiera que fuera capaz de caer rendido bajo un hechizo de sumisión de un vampiro.
Nick lo miró de arriba a abajo. El tipo llevaba el pelo negro con mechas de un rosa neón en las puertas que le colgaban por la parte baja de la cara. Era joven; probablemente no llegaba a los veinticinco, con la piel muy pálida y maquillado con línea de ojos bastante fuerte. Llevaba los labios maquillados de negro, incluso las uñas las llevaba negras.
–Lo siento, señor…
Nick permanecía quieto observando todos y cada uno de los movimientos del vampiro. Daba igual el tamaño o la edad, los vampiros siempre eran peligrosos y no debían ser subestimados.
–Raven, llámame Raven –contestó el hombre preguntándose cuánto podría presionar a un jaguar.
–Lo siento, Raven, estamos llenos –le explicó Nick mientras apretaba los dedos alrededor de su revólver Derringer de dos disparos que llevaba escondida en el bolsillo de su chaqueta. La llevaba cargada con balas de plata llenas con agua bendita. Esbozó una sonrisa sádica con la comisura de los labios, mientras notaba la hoja de madera de la daga con mango de hueso que llevaba en el antebrazo.
–Entonces ¿por qué está toda esa gente esperando en la cola? –preguntó Raven viendo como el matiz dorado empezaba a recorrer los ojos del jaguar.
Nick sonrió, pero sintió como le rechinaban los dientes. –Tienen reserva.
Los ojos de Raven brillaron en la tenue luz por un momento como si brillaran de manera inquietante con algún tipo de fuego interior. Nick bajó los tres escalones que le separaban del nivel de la calle y se puso entre Raven y la multitud de humanos, entonces se acercó al oído de Raven.
–Vete, vampiro –le susurró con una calma fría mientras presionaba sus costillas con la punta de la daga de madera de modo que nadie pudiera verlo–: No vas a entrar.
Nick se enderezó y dobló el brazo de modo que solo le bastaría un amago rápido para apuñalarlo con la daga. –Le pido disculpas, señor, que tenga una buena noche.
Raven volvió a sonreír, esta vez casi amablemente.
–Sí, esa es mi intención.
Se alejó de la puerta y empezó a andar calle abajo con las manos metidas en los bolsillos de sus vaqueros negros y silbando una canción un tanto inquietante. Cuando el jaguar se acercó a su oído, Raven vio que su maestro entraba en la discoteca. No había visto a Kane desde hacía bastante tiempo. De hecho, esa era la primera vez en bastantes semanas, aunque había sentido sus ojos de padre clavados en él muchas veces.
Lo que más sorprendió a Raven era que Kane pudiera entrar en la guarida de sus enemigos. El Maestro le había contado la historia de que fue enterrado vivo por el líder del clan de los jaguares. ¿Tenía el Maestro su propio plan?
‘Te tendieron una trampa, maestro, pero ahora me aseguraré de que haya sangre en sus manos.’ Raven susurró para sí mismo antes de desvanecerse en las sombras. Sabía que no tendría que esperar mucho. Todavía podía oler la sangre de su última víctima ya que el aroma seguía flotando con la brisa hacia el Moon Dance.
*****
Kat observó cómo Chad y Jason sacaban a pobre novio fuera del local... esposado. Dicen que la curiosidad mató al gato, pero ella solo quería comprobar qué planeaban hacerle. Al menos, no quería estar preguntándoselo el resto de la noche.
Saliendo por una de las puertas laterales, se quedó en las sombras mientras los seguía. Con sus sentidos intensificados, no tenía que estar demasiado cerca para oír lo que decían.
Chad y Jason bloquearon a Trevor entre su coche y el coche patrulla para que no pudiera volver sobre sus pasos para buscar a Envy. Chad le quitó las esposas porque sabía que no podía arrestarlo sin una razón legal... a menos que Trevor le empujara.
–¡Seguro que has sido tú el que le ha dicho que estaba aquí! –Trevor gruñó a Jason. –No creas que no he visto cómo se te ponía dura por ella. No podías mantenerte al margen, ¿verdad?
Chad sacó el brazo cuando Jason dio un paso adelante de manera amenazante.
–Jason, yo me encargo a partir de ahora. ¿Por qué no vuelves dentro e intentas encontrar a Envy? No la quiero por aquí hasta que Trevor se haya ido.
–No puedes evitar que vuelva ahí dentro. ¡Estoy trabajando! –siseó Trevor sin pensar.
–Sí, ya hemos visto en qué estabas trabajando –Jason apretó las manos, pero con una mirada afilada de Chad supo que sería mejor que volviera a la discoteca antes de que Trevor no fuera el único en acabar esposado. Volviendo sobre sus pasos, lanzó una observación por encima del hombro para que Trevor lo oyera.
–Estaremos en la pista de baile… sin despegarnos el uno del otro.
Trevor intentó avanzar, pero Chad lo empujó de nuevo contra el coche. Para sorpresa de Chad, Trevor era mucho más fuerte de lo que parecía y tuvo que forcejear un poco.
–Te advertí que no jodieras a mi hermana a menos que le dijeras quién eres en realidad y la verdadera razón por la que siempre estás pasando el rato en las discotecas. Joder tío, Envy se cree que solo eres un niñato de fraternidad. Si quisieras impresionarla deberías haberle contado la verdad. Algo que ella no es capaz de digerir es una mentira. Especialmente si le mienten en la cara.
Kat estrechó su vista hacia Trevor. ¿Qué se suponía que significaba todo eso?
–Sabes tan bien como yo que, si le hubiera dicho que trabajo de manera encubierta, siempre se preguntaría si la estaba utilizando cuando salgo a las discotecas con ella –bramó Trevor, mientras recuperaba la compostura. De todos modos, no intentó volver a la discoteca. Si hubiera usado toda su fuerza, entonces Chad sería hombre muerto y Trevor no sería mejor que la gentuza que caza.
Saber aquello le ayudaba a calmarse lo suficiente como para frenar su instinto animal, pero no podía evitar estar cabreado. –¡Joder! Si me ha dado una descarga.
–Te lo mereces por infiel y malnacido. Eso es lo que recibes por no contarle la verdad. Se te acabaron las noches, a menos que quieras frecuentar otros bares. Además, Envy todavía tiene la pistola paralizante –Chad sonrió burlonamente–. Te aconsejo dejarla en paz durante el resto de la noche... o, mejor aún, durante el resto de su vida si no puedes ser sincero con ella.
Trevor apretó los dientes, pero no dijo nada más. Chad no podía decirle que se alejara de Envy, pero dejar que se calmara tal vez era buen consejo.
–Vale, pero ese –señaló a la discoteca– no es lugar seguro para que tu hermana pase el rato, y lo sabes.
Abrió la puerta de su coche de un tirón, forzando a Chad a echarse un paso hacia atrás para que no le golpeara. Dio un portazo y tardó segundos en salir quemando rueda del aparcamiento.
Cuando Trevor estaba lo suficientemente lejos para que Chad no pudiera ver las luces de su coche, cogió su teléfono móvil y marco el número de alguien que le debía un favor. Se desvió hacia la tienda más cercana y aparcó detrás de un camión para pasar inadvertido.
Le frustraba dejarla allí después de la manera en la que Devon la había estado mirando. Incluso aunque Devon no fuera un asesino, aquella mirada no era nada bueno. Chad pensó que podría darle un puñetazo cuando se trataba de Envy. Tendría que ver si le gusta cuando descubra que es el más débil. También tendría que lidiar con Jason mientras tanto.
Kat se sumergió aún más en las sombras cuando Chad se giró y miró hacia su dirección. Ella frunció el ceño, sabía que era imposible que la viera ya que él no tenía la visión nocturna que tenían los cambiantes. Se sopló el pelo de los ojos y esperó mientras él miraba hacia donde ella estaba. Después suspiró cuando se dio la vuelta y volvió a la discoteca.
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