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Ben Bova: Milenio

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El tema de esta novela es el aterrador mundo del futuro: la gente y la política mundial en el año 1999. La población de la tierra ha llegado a ocho mil millones de seres humanos. La escasez creciente de recursos naturales ha conducido a.las dos grandes potencias al borde del conflicto nuclear. A pocos cientos de kilómetros sobre la superficie terrestre, en sus respectivas colonias lunares, los Estados Unidos y la Unión Soviética luchan afiebradamente por completar sus propias redes de satélites que los protegerán de un ataque atómico. Ambas potencias saben que quien complete primero la red protectora quebrará en su favor el largo equilibrio de fuerzas. Así se ganaría una ventaja decisiva. Dos hombres están vitalmente comprometidos en este posible holocausto: el jefe ruso y el jefe norteamericano de las bases lunares. Afortunadamente para la humanidad, ambos hombres son idealistas de buena voluntad, decididos a luchar juntos por conquistar un mundo donde sea posible la coexistencia. ¿Triunfarán los idealistas? ¿Qué fuerzas luchan contra ellos? ¿Podrán sobrevivir? Este es el dramático nudo de esta magistral novela de suspenso.

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—Bueno, allá arriba en la cúpula usted iba caminando como una primeriza en la Luna. Además , si usted hubiera estado aquí antes yo lo hubiera sabido. Es demasiado bonita para pasar inadvertida.

Los ojos de ella se iluminaron.

—De modo que lo que las otras muchachas me dijeron es verdad.

—¿Ah,sí?

—Dicen que usted no pierde el tiempo.

—¿Eso es lo que dicen? —Ella asintió con la cabeza—. Muy bien. Ya que tengo fama de tomar decisiones rápidas… ¿A qué hora terminas tus tareas?

—Este turno termina a las dieciocho horas.

—Bien. ¿Te gustaría ir a una fiesta de cumpleaños sorpresa? Será allá en la cúpula de descanso, junto a la piscina.

Ella no dudó un instante.

—Me parece estupendo.

—Bueno. Te paso a buscar a las veinte.

—De acuerdo. ¿De quién es el cumpleaños?

—Mío.

—¿Cómo tuyo? ¿Y tú…? ¿Una fiesta sorpresa para ti?

Kinsman replicó:

—Sería un pésimo comandante de base si no supiera todo lo que pasa, ¿verdad? ¿Qué tal eres para simular que estás sorprendida?

—¡No lo sé! —dijo ella riéndose.

—Bueno, no importa, lo intentaremos. Y ahora ¿qué te parece si me das una copia de mi mensaje?

—¿Una copia en papel? —su mano se extendió hacia el teclado del escritorio—. Se supone que no debemos hacer copias en papel al menos que esté especialmente autorizado. El papel es muy escaso.

—Lo sé. Yo mismo planté cuatro árboles aquí con mis propias manos. Pero ahí tiene plástico reutilizable, en esa bandeja junto a la consola de la computadora.

La mujer se inclinó sobre el escritorio y tomó una de las tarjetas reutilizables de la bandeja. La miró por un instante con curiosidad, la flexionó y luego la puso en la máquina de escribir. En lugar de escribir ella misma, sin embargo, se volvió hacia el teclado de la computadora y muy cuidadosamente, un dedo por vez, tocó una serie de botones.

—Debo tener mucho cuidado —explicó ella—. Operar con el teclado es extraño en esta gravedad. Y además yo nunca fui demasiado hábil para eso.

La máquina que estaba sobre su escritorio comenzó de repente a funcionar automáticamente y con furia. Martillaba línea tras línea con un repiqueteo veloz e inhumano. Del mismo modo que comenzó, cesó el martilleo. Ellen sacó el plástico de la máquina y se lo alcanzó a Kinsman.

—Tienes que firmar un recibo —le dijo al comandante.

Kinsman asintió con la cabeza, firmó el libro que ella le alcanzó y luego se lo devolvió. Al ponerse de pie nuevamente le dijo:

—Nos vemos a las veinte horas.

—No sabes la ubicación de mi habitación…

—Ya la encontraré —respondió él.

Cuando salió y entró al silencio y soledad de ese corredor con aspecto de tumba examinó el mensaje descifrado:

PARA: COR. C.A. KINSMAN CMDTE, MNBS1 DIC 99

PRIORIDAD: UNO-UNO-CERO

REF: RMM 99-2074

CLASIFICACIÓN DE SEGURIDAD: ULTRA SECRETO

AUMENTO OPERACIONES ORBITALES REQUIEREN APOYO LOGISTICO Y HUMANO DE MOONBASE. URGENTE SOLICITAMOS INFORME AL DIA SOBRE CAPACIDAD DE MOONBASE PARA PROVEER INMEDIATAMENTE APOYO LOGISTICO A DIEZ (10) OPERACIONES ORBITALES POR DIA DE BUSQUEDA Y DESTRUCCIÓN. ADEMAS APOYO HUMANO PARA OPERACIONES Y/O PERSONAL DE APOYO PARA LAS ESTACIONES ALFA, BETA, GAMMA. LA PRIORIDAD PARA ESTE REQUERIMIENTO ES UNO-UNO-CERO. CONSIDERAMOS LA POSIBILIDAD DE ESTADO DE ALERTA AMARILLA INMINENTE; ALERTA ROJA ES POSIBLE. SE REQUIERE RESPUESTA DETALLADA EN VEINTICUATRO (24) HORAS.

B/G R.M. MURDOCK CMDTE USAF OPERACIONES LUNARES

Kinsman se detuvo en el vacío corredor y se quedó mirando la tarjeta de plástico amarillo que llevaba en la mano. Súbitamente comenzó a temblar, todo su cuerpo vibraba en tanto su mente lo vio todo nuevamente: la falta de peso, la falta de ruidos, la lucha como una pesadilla en cámara lenta; el traje presurizado del cosmonauta girando lentamente sobre sí mismo, muy lentamente contra el escenario negro de solemnes y observadoras estrellas. La cara dentro del casco estaba fija en la expresión aterrorizada y súbita ante la presencia de la muerte.

Lo harán, gritó la mente de Kinsman. Me harán matar otra vez.

MIÉRCOLES 1º DE DICIEMBRE DE 1999, 21:20 HU

Todas las operaciones se regían por la Hora Universal. No sólo aquellas que dependían de la comunidad lunar, sino también las actividades tripuladas en órbita cerca de la Tierra.

En una pequeña nave espacial para un solo hombre, Frank Colt dirigió una rápida mirada al indicador de combustible en el panel de instrumental que estaba frente a él.

—Alfa a Mark Uno —dijo una voz distorsionada por la estática en los auriculares de su casco—. Repito: advertimos que su reserva de combustible se acerca al límite de seguridad.

Colt estaba de pie, sin peso en el compacto aparato. El exterior del vehículo se parecía a un astillero en miniatura, con salientes y antenas y brazos articulados para maniobrar proyectándose hacia afuera en todas direcciones. Dentro, sólo había espacio suficiente para un astronauta de pie, como un conductor de tranvías de otros tiempos.

Colt era mayor de la Fuerza Aeroespacial y uno de los pocos negros entre los astronautas. Había pasado las últimas horas maniobrando de órbita en órbita, persiguiendo satélites “no identificados”. A unos pocos cientos de kilómetros de su aleta izquierda estaba la Tierra , tremendamente hermosa, azul y blanca. Deslumbrantes nubes formaban un encaje sobre el Atlántico Sur, y la costa de África era una fina bruma verde en el horizonte que se aproximaba velozmente.

Pero el mayor Colt no prestaba atención a eso. Dentro de su hermético traje presurizado, su cuerpo le picaba y transpiraba a pesar de los ventiladores que tenía el traje. Se le dormían constantemente los pies, y debía moverlos de tanto en tanto para activar la circulación.

Estaba disgustado. Hasta el momento su radar había detectado cuatro satélites “no identificados” en esta operación, pero los cuatro habían resultado ser falsos: eran sólo globos metalizados. No tenían ninguna inscripción, pero todos sabían que si no provenían de los Estados Unidos, provenían de Rusia.

—Vamos Frank, abandona. Tienes que comenzar el regreso ahora; si no, tendré que pedir al Comando que prepare un rescate.

—Que se lo guarden —interrumpió Colt por el micrófono de su casco—. Si ponen satélites falsos es porque por aquí debe haber satélites verdaderos. Tengo una señal en el radar que es cada vez más aguda.

La pantalla de su radar sólo mostraba azarosas chispas. La voz en sus auriculares suspiró.

—Hombre, tú nos das más problemas que todo el resto del equipo junto…

—Te ensañas conmigo porque soy negro—. Colt sonrió mientras decía esto en su viejo acento de Motown.

Uno de los puntos luminosos en la pantalla de radar se hacía cada vez más brillante. Había una señal.

—¡Maldición, yo soy tan negro como tú! ¿Cuándo vas a dejar de usar tu piel como si fuera una armadura?

—¿Y cuándo vas a dejar de usar la tuya como si fuera un felpudo? —Colt tocó las teclas de control en el panel delante de él. Una vibración debida al empuje de los cohetes presionó sus espaldas.

La voz de la radio de la Estación Espacial Alfa había enmudecido. Lo hice callar, pensó Colt, a medias culpable y a medias satisfecho. Siempre se aseguraban escrupulosamente de que hubiera un control negro en la base cuando él salía en una misión. La propia piel de Colt era de color café muy cargado de crema. Suficientemente negro .

Observó la señal del radar. Ésta se hacía cada vez más grande y más brillante. Luego tomó el ocular del telescopio que estaba sobre su cabeza y lo colocó en posición frente al visor de su casco.

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