—¿Confirmar borrado?
—Sí.
—Fallo de borrado. Los ficheros son de sólo lectura.
Sarkar asintió.
—Atributos, todos los ficheros y subdirectorios especificados previamente, lectura y escritura.
—Los atributos están protegidos por una clave.
—Clave: Abu Yusuf.
—Clave incorrecta.
Sarkar se volvió a Peter.
—Ésa es la única clave que uso hoy en día.
Peter se encogió de hombros.
—Prueba de nuevo.
—Clave: Abu Yusuf —la deletreó.
—Clave incorrecta.
—¿Quién aseguró los ficheros? —preguntó Sarkar.
—Hobson, Peter G. —contestó el ordenador.
El corazón de Peter comenzó a ir más rápido.
—Oh, mierda.
—Muestra información de uso, Hobson, Peter G. —dijo Sarkar.
Una lista de fechas y horas apareció en la pantalla. Sarkar golpeó la mesa con la mano.
—¿Ves eso? ¿Nodo nueve-nueve-nueve? Modo de diagnóstico. Tu cuenta fue usada, pero internamente… desde dentro del sistema.
—¡Maldita sea! —Peter se inclinó sobre el micrófono—. Entrada.
—¿Nombre? —dijo el ordenador.
—Fobson.
—Hola, Peter. ¿Debo terminar tu otra sesión?
—¿Qué otra sesión?
—Estás conectado en el nodo cero-cero-uno y también en el nodo nueve-nueve-nueve.
Sarkar se inclinó hacia delante.
—Sí —dijo Peter—. Por supuesto. Termina la sesión en el nodo nueve-nueve-nueve.
—Fallo de terminación.
—Maldición —dijo Peter. Se volvió a Sarkar—. ¿Puede la otra sesión afectar a ésta?
—No. La más reciente tiene precedencia.
—Vale —dijo Peter, frotándose las manos—. Referencia directorios y ficheros especificados previamente por Sarkar. Desactivar atributos.
—¿Clave?
—Clave: Mugato.
—Clave incorrecta.
—Clave: Sybok.
—Clave incorrecta.
—Maldición —dijo Peter. Miró a Sarkar—. Ésas son las dos únicas claves que uso.
Sarkar bufó.
—No van a dejarnos borrarles.
—¿Podemos desconectar el sistema?
Sarkar asintió y le habló al micrófono.
—Iniciar cierre.
—Hay tareas ejecutándose. ¿Confirmar comando?
—Sí. Iniciar cierre.
—¿Clave?
—Clave: Abu…
La luz roja del micrófono se apagó. Sarkar golpeó la mesa con la mano.
—Han cerrado la entrada vocal.
—Cristo —dijo Peter.
—Esto es estúpido —dijo Sarkar furioso—. Todavía podemos tirar del cable físico. —Cogió el teléfono y marcó una extensión de tres dígitos.
—Mantenimiento —dijo una voz de mujer al otro lado de la línea.
—Hola —dijo Sarkar—. Sé que es tarde. Pero le habla el doctor Muhammed. Estamos… ah, teniendo algunas dificultades aquí. Necesito que desconecte la electricidad de nuestros ordenadores.
—¿Desconectarla, señor?
—Correcto.
—Vale —dijo ella—. Llevará unos minutos. Sin embargo, sabe que su departamento de datos tiene una fuente de potencia ininterrumpida. Las baterías durarán un rato.
—¿Cuánto?
—Si todo está encendido, sólo seis o siete minutos… suficiente para pasar un apagón pequeño.
—¿Puede desconectar la SAI?
—Claro, si quiere. Tendré que desenchufarla físicamente; no la puedo apagar desde aquí. Soy la única que está aquí ahora. ¿Puedo hacer que alguien lo haga mañana?
—Es una emergencia —dijo Sarkar—. ¿Puede subir y decirnos cómo hacerlo? Tengo a alguien conmigo si necesita fuerza.
—Vale. ¿Quiere que corte la corriente principal antes de subir?
—No… lo haremos después de desconectar la SAL —Tapó el auricular y le habló a Peter—. Eso significa que todo se apagará simultáneamente, sin dar ningún aviso a los sims.
Peter asintió.
—Lo que usted diga, señor —dijo la persona de mantenimiento—. Deme unos minutos y subiré. —Sarkar colgó.
—¿Qué harás cuando se apague la corriente? —preguntó Peter.
Sarkar ya estaba en el suelo, intentando retirar un panel de acceso bajo la consola del ordenador.
—Sacar los discos ópticos y conectarlos a un equipo de pruebas. Si quiero, puedo borrar datos bit a bit usando un láser Norton, por lo tanto…
Sonó el teléfono.
—¿Puedes cogerlo? —dijo Sarkar, luchando contra una tuerca testaruda.
La pantalla del videófono decía que la llamada era sólo audio. Peter cogió el auricular.
—¿Hola?
Hubo un silencio de estática durante unos segundos, le llegó una voz evidentemente sintética.
—Hola —dijo.
Peter se sintió sonrojarse por la ira. Odiaba las peticiones telefónicas computerizadas. Estaba a punto de colgar con fuerza cuando oyó la siguiente palabra.
—Pe…ter.
En la fracción de segundo antes de que el auricular golpease el módulo, comprendió que aunque el ordenador estuviese guiándose por un directorio telefónico, no había forma en que un extraño pudiese esperar encontrarle allí en ese momento. Se detuvo y se volvió a llevar el auricular a la cara.
—¿Quién es? —dijo. Miró las luces en el cuerpo del teléfono. No era una llamada interna; venía del exterior.
—Soy —dijo la voz, monótona y mecánica— tú.
Peter sostuvo el auricular frente a la cara, mirándolo como si fuese una serpiente.
Más palabras salieron del auricular, cada una separada de la siguiente por un pequeño espacio lleno de estática.
—Seguro que no esperabas que nos quedásemos atrapados en esa pequeña estación de trabajo, ¿no?
La persona de mantenimiento llegó unos minutos después, cargando con una caja de herramientas. Sarkar la miró, con la ansiedad clara, al menos a ojos de Peter, en el rostro.
—¿Todo listo? —dijo ella.
—Ah, no —le dijo Sarkar—. Siento haberla hecho subir. Nosotros… ah, ya no necesitamos desconectar la SAI o las líneas principales.
La mujer parecía sorprendida.
—Lo que usted diga.
—Mis disculpas —dijo Sarkar.
Ella asintió y se fue.
Peter y Sarkar se quedaron sentados mirándose confundidos.
—La hemos jodido de verdad, ¿no? —dijo finalmente Peter.
Sarkar asintió.
—Maldición —dijo Peter—. Maldita sea. —Una larga pausa—. Ya no hay forma de desconectarlos ahora que están en la red, ¿no?
Sarkar negó con la cabeza.
—¿Ahora qué? —dijo Peter.
—No lo sé —dijo Sarkar—. No lo sé.
—Si supiésemos que sim es responsable, quizá pudiésemos encontrar una forma de aislarlo. Pero, maldición, ¿cómo lo descubrimos?
—La moral —dijo Sarkar.
—¿Qué?
—¿Conoces a Lawrence Kohlberg?
Peter negó con la cabeza.
—Fue un psicólogo que investigó el razonamiento moral en los sesenta. Lo estudié mientras preparaba un sistema experto para el Instituto Clarke de Psiquiatría.
—¿Y?
—Y todo este asunto es una cuestión de moral… por qué una versión de ti se comportaría de forma diferente a las otras. Seguro que la clave de qué sim es culpable está unida a la naturaleza de la moral humana.
Peter no escuchaba realmente.
—¿Hay algo que podamos hacer para borrar los sims?
—No ahora que están en la red. Escucha, probablemente tienes razón: será útil descubrir qué sim es culpable. Déjame hacerte una pregunta.
—¿Cuál?
Sarkar hizo una pausa, recordando.
—Digamos que la mujer de un hombre padece una enfermedad terminal, pero que podría ser salvada con una medicina que cuesta veinte mil dólares.
—¿Qué relación tiene eso con esto?
—Sólo escucha… es uno de los escenarios de prueba de Kohlberg. Supongamos que el hombre sólo ha podido conseguir diez mil dólares, pero el farmacéutico se niega a darle la medicina, aunque él promete pagar el resto más tarde. El hombre entonces roba la medicina para salvar la vida de su mujer. ¿El acto del hombre es moralmente correcto o incorrecto?
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