Lois Bujold - Barrayar (на испанском)

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Barrayar (на испанском): краткое содержание, описание и аннотация

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Попытка покушения на Эйрела Форкосигана при помощи ядовитого газа не удалась, но при этом пострадала беременная Корделия. У новорожденного Майлза Форкосигана вечно ломаются кости и множество других медицинских проблем. Он вырастет низкорослым.

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— Drou, tъ eres la mбs fuerte. Lleva la rйplica. Comienza a bajar. No la dejes caer. — Si ella dejaba caer a Vordarian, decidiу, el hombre ya no sufrirнa ningъn daсo.

Droushnakovi asintiу con un gesto y levantу la rйplica junto con el bastуn. Cordelia no supo si lo llevaba por el valor histуrico que acababa de adquirir o porque se sentнa obligada a devolvйrselo a Kou. Mientras lograba que Bothari se levantara sintiу una corriente de aire fresco que entraba por el panel abierto, atraнda por el fuego al otro lado de la puerta. Pronto los tъneles se convertirнan en una gran chimenea, hasta que se derrumbase la pared y la entrada quedase bloqueada. Los hombres de Vordarian quedarнan muy confundidos cuando llegasen para hurgar entre las brasas y no encontraran sus restos.

El descenso por aquel sitio tan estrecho fue como una pesadilla, con Bothari gimiendo bajo sus pies. Cordelia no podнa llevar la bolsa al lado ni delante de su cuerpo, por lo que se vio obligada a colgбrsela de un hombro y bajar con una mano, raspando los peldaсos con la palma.

Cuando estuvieron abajo, empujу a Bothari para que continuase avanzando y no le permitiу detenerse hasta que volvieron a encontrarse en el viejo sуtano de las caballerizas, junto a las provisiones de Ezar.

— їSe encuentra bien? — le preguntу Droushnakovi cuando Bothari se sentу con la cabeza entre las rodillas.

— Le duele la cabeza — respondiу Cordelia -. Tal vez le dure un rato.

— їY usted, se encuentra bien, seсora? — preguntу Droushnakovi, mбs preocupada aъn.

Cordelia no pudo evitarlo; se echу a reнr. Al fin logrу controlar su histeria cuando Drou comenzaba a verse verdaderamente preocupada.

— No.

19

Las reservas de Ezar incluнan dinero en efectivo: marcos barrayareses de diversa denominaciуn. Tambiйn incluнan algunos documentos preparados para Drou, y no todos ellos habнan caducado. Cordelia uniу las dos cosas y enviу a Drou a comprar un coche terrestre usado. Luego aguardу junto a las provisiones mientras, lentamente, Bothari iba abandonando su posiciуn fetal y se recuperaba lo suficiente para caminar.

Salir de Vorbarr Sultana siempre habнa sido el punto mбs dйbil de su plan, quizб porque en realidad nunca habнa creнdo que llegasen tan lejos. Para que la ciudad no se derrumbase bajo sus pies, Vordarian habнa ordenado restringir rigurosamente las salidas. Para el monocarril era necesario contar con pases y permisos. Las aeronaves habнan sido prohibidas, y cualquier guardia estaba autorizado a disparar si veнa una. Los coches terrestres debнan atravesar innumerables bloqueos de caminos. El viaje a pie era demasiado lento para un grupo cargado y agotado. Todas las posibilidades eran peligrosas.

Despuйs de una eternidad, Drou regresу muy pбlida para conducirlos por los tъneles hasta una oscura calle lateral. La ciudad estaba cubierta por una capa de nieve sucia de hollнn. En direcciуn a la Residencia, a un kilуmetro de distancia, una nube mбs oscura se elevaba para confundirse con el cielo gris invernal; al parecer, el incendio aъn no habнa sido controlado. ї Cuбnto tiempo mбs seguirнa funcionando la decapitada estructura de mando de Vordarian? їYa se habrнa difundido el rumor de su muerte?

Tal como Cordelia habнa indicado, Drou comprу un viejo coche muy simple y discreto, aunque contaba con los fondos suficientes como para conseguir el vehнculo mбs lujoso de toda la ciudad.

Cordelia deseaba conservar el resto del dinero para los puntos de inspecciуn.

Pero йstos no resultaron tan peligrosos como ella habнa temido. En realidad, el primero estaba desierto. Probablemente los guardias habнan sido llamados para combatir el incendio o para rodear el perнmetro de la Residencia. El segundo estaba atestado de vehнculos y conductores impacientes. Los inspectores parecнan indiferentes y nerviosos, distraнdos por los rumores que llegaban a la ciudad. Un grueso fajo de billetes, entregados bajo el documento falso de Drou, desapareciу en el bolsillo de un guardia. El hombre hizo seсas a Drou para que siguiera adelante y llevase a casa a su «tнo enfermo». Bothari parecнa bastante enfermo, de eso no cabнa duda, acurrucado bajo una manta que tambiйn ocultaba la rйplica. En el ъltimo punto de inspecciуn, Drou «repitiу» un rumor que habнa escuchado sobre la muerte de Vordarian, y el guardia desertу en ese mismo instante: se cambiу el uniforme por ropas de civil y luego desapareciу del lugar.

Durante toda la tarde, avanzaron en zigzag por caminos en malas condiciones hasta llegar al Distrito neutral de Vorinnis donde el viejo coche terrestre muriу por un fallo en el tren de potencia. Entonces lo abandonaron para abordar el sistema de monocarril. Cordelia impulsaba a su pequeсo grupo a seguir adelante sin pausa, ya que el reloj de su cabeza avanzaba constantemente. A medianoche se presentaron en la primera instalaciуn militar de la frontera leal, un depуsito de suministros. Drou tuvo que discutir durante varios minutos con el oficial de servicio para persuadirlo de que 1) los identificase, 2) los dejase entrar, y 3) les permitiese utilizar el sistema de comunicaciones militar para llamar a la base Tanery y solicitar un transporte. Al llegar a este punto, de pronto el oficial se volviу mucho mбs eficiente. Una nave de alta velocidad fue enviada de inmediato a buscarlos.

Al acercarse a la base Tanery al amanecer, Cordelia tuvo una desagradable sensaciуn de deja. vu. Era tan parecida a su llegada desde las montaсas, que fue como si hubiese retrocedido en el tiempo. Tal vez habнa muerto e ido al infierno, y su eterno castigo serнa repetir los acontecimientos de las tres ъltimas semanas una y otra vez, por toda la eternidad. Cordelia se estremeciу.

Droushnakovi la observaba, preocupada. El agotado Bothari dormitaba en la cabina de pasajeros. Dos hombres de Seguridad Imperial, para Cordelia absolutamente idйnticos a los que acababan de asesinar en la Residencia, mantuvieron un nervioso silencio. Ella se aferraba a la rйplica que llevaba en el regazo. La bolsa de plбstico descansaba a sus pies. Aunque fuese irracional, no podнa perder de vista a ninguna de las dos, aunque estaba claro que Drou hubiese preferido que la bolsa viajase en el compartimiento de equipaje.

La nave se posу suavemente sobre su plataforma, y los motores quedaron en silencio.

— Quiero al capitбn Vaagen, y lo quiero ahora — repitiу Cordelia por quinta vez mientras los hombres de Illyan los hacнan descender hacia la zona de recepciуn.

— Sн, seсora. Ya estб en camino — volviу a asegurarle el hombre de Seguridad Imperial. Ella lo mirу con desconfianza.

Cautelosamente, los dos hombres les retiraron el arsenal que traнan consigo. Cordelia no podнa culparlos; ella tampoco hubiese permitido que un grupo de aspecto tan desquiciado llevase armas. Gracias a las reservas de Ezar, las dos mujeres no iban mal vestidas, aunque no habнan encontrado nada de la talla de Bothari, por lo que йste aъn llevaba su roсoso uniforme negro. Afortunadamente, las manchas de sangre seca no se notaban demasiado. Pero todos tenнan los ojos hundidos y el rostro demacrado. Cordelia se estremecнa, Bothari sufrнa contracciones en las manos y los pбrpados, y Droushnakovi tenнa la inquietante tendencia a llorar en silencio, en momentos imprevistos, deteniйndose tan repentinamente como comenzaba.

Despuйs de mucho rato — sуlo unos minutos, se dijo Cordelia con firmeza — el capitбn Vaagen apareciу, acompaсado por un tйcnico. Iba vestido con un uniforme verde, y sus pasos habнan recuperado la velocidad acostumbrada. El ъnico recuerdo de sus heridas parecнa ser el parche negro que le cubrнa el ojo; no le quedaba mal y le otorgaba un cierto aire de pirata. Cordelia deseу que el parche sуlo fuese temporal y parte de un tratamiento.

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