Robin Cook - Cromosoma 6
Здесь есть возможность читать онлайн «Robin Cook - Cromosoma 6» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.
- Название:Cromosoma 6
- Автор:
- Жанр:
- Год:неизвестен
- ISBN:нет данных
- Рейтинг книги:4 / 5. Голосов: 1
-
Избранное:Добавить в избранное
- Отзывы:
-
Ваша оценка:
- 80
- 1
- 2
- 3
- 4
- 5
Cromosoma 6: краткое содержание, описание и аннотация
Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Cromosoma 6»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.
Cromosoma 6 — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком
Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Cromosoma 6», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.
Интервал:
Закладка:
– Muy bonito -dijo Jack-. Parece que se están poniendo cómodos.
– ¿Qué se proponen? -preguntó Laurie, desesperada.
– No tenemos muchas posibilidades de escapar mientras estén ahí sentados -dijo Warren-. Si no he contado mal, son seis.
– Esperemos que no crucen -dijo Jack.
– No lo harán hasta el amanecer-explicó Kevin-. No se arriesgarán a cruzar en la oscuridad. Además, no tienen necesidad de hacerlo. No esperan que nos larguemos de aquí.
– ¿Por qué no cruzamos el canal a nado? -propuso Jack-.
Son sólo trece o catorce metros y casi no hay corriente.
– No soy un buen nadador -dijo Warren con nerviosismo-. Ya te lo advertí.
– Esta zona está infestada de cocodrilos -terció Kevin.
– ¡Vaya! -exclamó Laurie-. Y nos lo dice ahora.
– Escuchadme -dijo Kevin-, no necesitamos nadar. Al me nos no lo creo. La embarcación que usamos Melanie, Candace y yo para llegar aquí debería estar donde la dejamos, y es lo bastante grande para todos.
– ¡Estupendo! -exclamó Jack-. ¿Y dónde está?
– Me temo que tendremos que andar un poco -dijo Kevin-. Está a poco más de un kilómetro y medio de aquí, pero al menos el camino está despejado.
– Será como un paseo por el parque -dijo Jack.
– ¿Qué hora es? -preguntó Kevin.
– Las tres y veinte -respondió Warren.
– Entonces falta aproximadamente una hora y media para que amanezca -dijo Kevin-. Deberíamos ponernos en camino.
Lo que Jack había calificado jocosamente de un paseo por el parque resultó ser una de las experiencias más inquietantes que hubieran vivido. Puesto que no deseaban usar la linterna hasta alejarse unos doscientos o trescientos metros de la costa, la primera parte del trayecto habría podido describirse como un itinerario donde unos ciegos guiaban a otros. En el interior de la selva reinaba la más absoluta oscuridad. De hecho, era como si anduvieran con los ojos cerrados.
Kevin había tomado la delantera para tantear el terreno, pero se había equivocado en varias ocasiones y habían tenido que retroceder. Conocedor de las criaturas que habitaban la selva, contenía el aliento cada vez que extendía una mano o apoyaba un pie en la oscuridad.
Los demás lo seguían en fila india, cada uno cogido de la persona que tenía delante. Jack intentó desdramatizar la situación con sus comentarios jocosos, pero después de unos minutos hasta él perdió su inagotable sentido del humor.
A partir de ese momento, todos fueron presa de sus propios temores, mientras las criaturas nocturnas ululaban, croaban, bramaban, gorjeaban y de tanto en tanto chillaban al rededor.
Cuando por fin consideraron que era seguro encender la linterna, comenzaron a avanzar más aprisa. Sin embargo, al ver la cantidad de serpientes e insectos de todas las clases que había en el camino, todos se estremecieron, conscientes de que antes de encender la linterna habían pasado inadvertidamente junto a las mismas criaturas.
Cuando llegaron a los campos cenagosos que rodeaban el lago de los Hipopótamos, ya comenzaban a clarear al este del horizonte. Al dejar atrás la oscuridad de la selva, habían creído equivocadamente que lo peor había pasado, pero no fue así. Los hipopótamos estaban pastando y, a la luz tenue del alba, sus siluetas se veían gigantescas.
– Aunque no lo parezca, son muy peligrosos -advirtió Kevin-. Matan a más personas de las que creéis.
El grupo dio un rodeo para esquivar a los hipopótamos, pero cuando se acercaban a los juncos detrás de los cuales esperaban que siguiera escondida la canoa, se vieron obligados a pasar junto a dos ejemplares enormes. Los animales los miraron con expresión soñolienta, hasta que, de improviso, corrieron hacia ellos.
Por fortuna, se dirigieron hacia el lago con una violenta conmoción y gran estruendo. Cada uno de ellos abrió un nuevo y ancho sendero entre los juncos. Por un instante, a todos les dio un vuelco el corazón.
Tardaron unos minutos en recuperarse lo suficiente para poder seguir. El cielo estaba cada vez más claro y sabían que no tenían tiempo que perder. La caminata había llevado más tiempo de lo previsto.
– Gracias a Dios que sigue aquí -dijo Kevin cuando apartó los juncos y vio la pequeña canoa. Hasta la nevera de playa seguía en su sitio.
Pero entonces se planteó otro problema. Pronto decidieron que la embarcación era demasiado pequeña para siete personas. Después de una acalorada discusión, decidieron que Warren y Jack se quedarían en la orilla hasta que Kevin regresara con la canoa.
La espera fue un infierno. A la creciente claridad del cielo, que anunciaba la inminencia del amanecer y la probable aparición de los soldados, se sumaba la preocupación por que la piragua motorizada hubiera desaparecido. Jack y Warren se miraban y consultaban alternativamente sus relojes, mientras espantaban nubes de insaciables insectos. Para colmo, estaban agotados.
Cuando empezaban a temer por la suerte de los demás, Kevin apareció como un espejismo, remando entre los juncos.
Warren y Jack subieron a la canoa.
– ¿La piragua motorizada está bien? -preguntó Jack con inquietud.
– Por lo menos sigue ahí-respondió Kevin-. No he probado el motor.
Retrocedieron entre los juncos y viraron hacia el río Deviso. Por desgracia, se vieron obligados a remar el doble de lo necesario para esquivar a los hipopótamos y los cocodrilos.
Antes de internarse entre la vegetación que ocultaba la embocadura del río, vieron que los soldados entraban en el claro.
– ¿Creéis que nos han visto? -preguntó Jack desde la proa.
– Quién sabe -respuso Kevin.
– Hemos escapado por los pelos -observó Jack.
Para las mujeres, la espera había sido tan angustiosa como para Jack y Warren. Cuando la pequeña canoa se acercó a la piragua, lloraron lágrimas de alivio.
La última preocupación era el motor fuera borda. Jack se ocupó de él, pues había tenido experiencia con ellos en su adolescencia. Mientras lo examinaba, los demás remaron para conducir la canoa río adentro.
Jack bombeó la gasolina y pronunció una pequeña plegaria antes de tirar de la cuerda.
El motor emitió unos cuantos sonidos ahogados y se encendió, rompiendo la quietud del alba. Jack miró a Laurie y le sonrió. Luego aumentó la velocidad y viró hacia el sur, donde Gabón se veía como una línea verde en el horizonte.
EPILOGO
18 de marzo de 1997, 15.45 horas.
Nueva York
Lou Soldano consultó su reloj de pulsera mientras enseñaba su chapa de policía para entrar en la zona de aduanas de la terminal de llegadas del aeropuerto Kennedy. Había encontrado más tránsito del previsto en su viaje hacia allí, pero esperaba no llegar demasiado tarde para recibir a los viajeros.
Se acercó a uno de los mozos del aeropuerto y preguntó en qué cinta transportadora estaba el equipaje del último vuelo de Air France.
– Al fondo, amigo, en la última de todas -respondió el mozo señalando.
"No podía ser de otra manera", pensó Lou mientras echaba a correr. A pocos metros de distancia se detuvo y, por enésima vez, se prometió dejar de fumar.
Le resultó fácil localizar la cinta transportadora, pues el nombre de Air France estaba escrito en mayúsculas en el monitor correspondiente. Alrededor se congregaba una multitud. Lou ya había dado media vuelta a la cinta cuando localizó al grupo. Aunque estaban de espaldas a él, reconoció de inmediato el cabello de Laurie.
Se abrió paso entre varios pasajeros y pellizcó el brazo de Laurie. Esta se volvió, indignada, pero enseguida reconoció a Lou y lo abrazó con tanta fuerza que el detective se puso como un tomate.
– Está bien, está bien -consiguió articular Lou y rió.
Читать дальшеИнтервал:
Закладка:
Похожие книги на «Cromosoma 6»
Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Cromosoma 6» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.
Обсуждение, отзывы о книге «Cromosoma 6» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.