Dan Simmons - Fases De Gravedad

Здесь есть возможность читать онлайн «Dan Simmons - Fases De Gravedad» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Fases De Gravedad: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Fases De Gravedad»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Su protagonista es Richard Baedecker, un antiguo astronauta del proyecto Apolo y uno de los hombre que caminaron por la Luna. Lo que se cuenta es su relación con sus antiguos compañeros de misión, uno convertido en evangelista y otro en senador, con su hijo, seguidor de un gurú hindú, y con la antigua novia de éste. Pero ante todo es la historia de un hombre que se busca a sí mismo después de su momento de gloria, el relato de su búsqueda de la trascendencia, de un sentido para el resto de la vida. No es una novela de acción, sino una historia de personajes y, como dice Spinrad, la resolución final no es física sino espiritual.
Hay mucho en esta novela (además de sobre vuelo y montañismo) sobre la vida entendida como una obra de arte, de intentar hacer que cada momento tenga sentido por sí mismo, de la búsqueda del ser propio. Hay una imagen recurrente: dos astronautas jugando al frisbee en la Luna. Y tenemos también a Richard, que se lanza, arriesgando la vida, en ala delta desde una montaña por el simple propósito de celebrar la naturaleza.
La novela es ciertamente mística, pero se trata de un misticismo real que jamás se manifiesta o se hace explícito en cosas tangibles. Permea la novela esa sensación de que el mundo es algo más de lo que vemos, esa incomodidad que sentimos al vivir día a día, que nos obliga a buscar nuevas metas en la vida. Hay cierta religiosidad en la actitud del personaje, una búsqueda de un lugar sagrado. Pero no es más que la reacción de una persona de mediana edad que se encuentra ejerciendo un trabajo que no le gusta, una simple manifestación psicológica. No se asuste el lector, no hay ningún elemento fantástico en la novela. Pero la mirada y la voz de Simmons sí que son fantásticas.
Dan Simmons es un escritor sorprendente, ya que en ningún momento renuncia a la tradición literaria de la lengua en la que escribe. Hay mucho en esta novela de lo mejor de la actual novelística americana. Un punto obvio de conexión es John Updike, pero donde Updike es irónico, Simmons es comprensivo: no aspira a juzgar a su personaje sino a entenderlo.

Fases De Gravedad — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Fases De Gravedad», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– Tienes muy buen aspecto -dijo impulsivamente Baedecker-. La preñez te sienta bien.

– Gracias, Richard. El tuyo también es bueno. Has perdido algo de peso desde esa fiesta en Washington.

Baedecker rió. En aquella ocasión había llegado a su peso máximo, más de quince kilos por encima del que tenía cuando era piloto. Aún seguía diez kilos por encima de ese peso.

– ¿Todavía corres? -preguntó Dave. Muldorff había sido el único integrante de la segunda generación de astronautas que no corría regularmente, lo que había causado ciertos conflictos. Ahora, diez años después de irse del programa, estaba más delgado que entonces. Baedecker se preguntó si sería a causa de la enfermedad.

– Corro un poco -dijo Baedecker-. Empecé hace unos meses, cuando regresé de la India.

Diane trajo varias botellas de cerveza helada a la mesa y se sentó. La última luz del atardecer le alumbró las mejillas.

– ¿Qué tal por la India? -preguntó.

– Interesante -dijo Baedecker-. Demasiado para absorber en tan poco tiempo.

– ¿Y viste a Scott? -preguntó Dave.

– Sí. Pero muy poco.

– Echo de menos a Scott -dijo Dave-. ¿Recuerdas nuestras excursiones de pesca en Galveston, a principios de los años 70?

Baedecker asintió. Recordaba las interminables tardes en la luz deslumbrante y las veladas lentas y cálidas. Scott y Baedecker siempre regresaban a casa con quemaduras de sol. «¡El regreso de los pieles rojas!», exclamaba Joan en un remedo de consternación. «¡Traed el ungüento!»

– ¿Sabías que ese tío, el hombre santo de Scott, vendrá para quedarse en ese ashram que tiene cerca de Lonerock? -preguntó Diane.

Baedecker pestañeó.

– ¿A quedarse? No, no lo sabía.

– ¿Cómo era el ashram de Poona donde se alojaba Scott? -preguntó Dave.

– En verdad no lo sé -dijo Baedecker. Pensó en la tienda de la entrada, que vendía camisetas con estampas de la cara barbuda del Maestro-. Estuve en Poona sólo un par de días, y apenas vi el ashram.

– ¿Regresará Scott cuando el grupo se traslade aquí? -preguntó Diane.

Baedecker paladeó la cerveza.

– No lo sé -dijo-. Tal vez esté aquí ahora. Me temo que he perdido el contacto.

– Oye -dijo Dave con acento cantarín-. ¿Quieres pasar a la sala de billar para jugar una partida?

– ¿Sala de billar? -inquirió Baedecker.

– ¿Qué te pasa, Richard? -dijo Dave-. ¿Nunca has visto los Beverly Hillbillies en la época de oro de la televisión?

– No.

Dave movió los ojos con gesto sorprendido.

– He aquí el problema de este chico, Diane. Está aislado culturalmente.

Diane asintió.

– Sin duda tu lo solucionarás, Dave.

Muldorff sirvió más cerveza y llevó ambos picheles a la puerta del patio.

– Por suerte para él, tengo grabados veinte episodios de los Beverly Hillbillies . Los veremos en cuanto lo derrote en una rápida pero costosa partida de billar. Adelante, monsieur Baedecker.

Oui -dijo Baedecker. Cogió unos platos y los llevó a la cocina-. Einen Augenhlik , por favor, mon ami .

Baedecker aparca el coche alquilado y camina doscientos metros hasta la zona del accidente. Ha visto muchas veces este espectáculo, y no espera sorpresas. Está equivocado.

Cuando llega a la cima del risco, el viento helado lo abofetea y al mismo tiempo ve nítidamente el monte St. Helens. El volcán se yergue sobre el valle y la línea de riscos como un enorme y astillado tocón de hielo, coronado por un angosto penacho de humo o nubes. Baedecker comprende que está caminando sobre cenizas. Bajo la delgada capa de nieve el suelo es más gris que pardo. La confusión de huellas de la ladera le recuerda la zona pisoteada que rodeaba el módulo lunar cuando él y Dave terminaron su actividad extravehicular al final del segundo día.

La zona del accidente, el volcán y la ceniza le hacen pensar en el inevitable triunfo de la catástrofe y la entropía sobre el orden. Largas tiras de cinta de plástico color amarillo y naranja cuelgan de las rocas y arbustos indicando lugares que los investigadores hallaron interesantes. Para sorpresa de Baedecker, aún no han retirado los restos del avión. Repara en dos franjas largas y chamuscadas, separadas por treinta metros, donde el T-38 chocó con la colina y rebotó mientras se desintegraba. La mayoría de las ruinas se concentran en un grupo de rocas que se elevan como molares en la ladera. La nieve y la ceniza estaban desperdigadas en rayos que evocan los cráteres de impacto secundario cerca de la zona de alunizaje del módulo en las colinas Marius.

Sólo quedan fragmentos desfigurados y retorcidos del avión. La sección de cola está casi intacta; un metro y medio de metal limpio donde Baedecker lee el número de serie de la Guardia Nacional Aérea. Reconoce una masa larga y ennegrecida como uno de los motores turbojet gemelos de General Electric. Hay trozos de plástico derretido y astillas de metal retorcido por todas partes. Marañas de cable blanco y aislado rodean el fuselaje destrozado como entrañas de una bestia destripada. Baedecker ve una sección de la ennegrecida burbuja de plexiglás todavía unida a un fragmento de fuselaje. Salvo por las cintas de color y la concentración de huellas, no hay indicios de que el cuerpo de un hombre se fusionara con esos rotos fragmentos de aleación derretida.

Baedecker avanza dos pasos hacia la burbuja, pisa algo y retrocede horrorizado.

– ¡Dios mío! -Alza el puño impulsivamente aunque comprende que el trozo de hueso, carne asada y pelo chamuscado bajo el arbusto debía ser parte de un animalito que tuvo la desgracia de ser sorprendido por el impacto o el incendio. Se agacha para mirar con mayor atención. El animal tenía el tamaño de un conejo grande, pero los restos de piel no chamuscada son extrañamente oscuros. Busca una rama para tantear el pequeño cadáver.

– ¡Eh, nadie puede entrar en esta área! -Un policía del estado de Washington sube jadeando por la colina.

– Está bien -dice Baedecker, mostrando el pase de la base McChord de la Fuerza Aérea-. Estoy aquí para reunirme con los investigadores.

El policía mueve la cabeza y se detiene a unos metros de Baedecker. Se engancha el cinturón con los pulgares y trata de recobrar el aliento.

– Menudo destrozo, ¿eh?

Baedecker alza la cara a las nubes cuando comienza a nevar de nuevo. El monte St. Helens desaparece entre las nubes. El aire huele a goma quemada, aunque Baedecker sabe que había poca goma en el avión, salvo en las llantas.

– ¿Está en el grupo de investigación? -pregunta el policía.

– No -dice Baedecker-. Conocía al piloto.

– Oh. -El policía arrastra los pies y mira colina abajo.

– Me sorprende que no se hayan llevado los restos -comenta Baedecker-. Habitualmente tratan de guardarlo cuanto antes en un hangar.

– Problemas con el transporte. El coronel Fields y los del gobierno están tratando de solucionarlo, de conseguir camiones en Camp Withycombe, en Portland. Y además hay un problema jurisdiccional. Hasta el Servicio Forestal está involucrado.

Baedecker asiente. Se agacha para mirar de nuevo el animal muerto pero lo distrae un trozo de tela naranja que flamea en una rama cercana. Parte de una mochila, piensa. O de un traje de vuelo.

– Yo fui uno de los primeros en llegar aquí después del accidente -dice el policía-. Jamie y yo recibimos la llamada cuando íbamos de Yale hacia el oeste. El único que llegó antes fue ese geólogo que vive en una cabaña cerca de la Montaña de la Cabra.

Baedecker se incorpora.

– ¿Había mucho fuego?

– No cuando llegamos. La lluvia debió de apagarlo. No había mucho que quemar aquí. Excepto el avión, desde luego.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Fases De Gravedad»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Fases De Gravedad» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Dan Simmons - The Fifth Heart
Dan Simmons
Dan Simmons - The Hollow Man
Dan Simmons
Dan Simmons - Hypérion
Dan Simmons
Dan Simmons - Muse of Fire
Dan Simmons
Dan Simmons - Song of Kali
Dan Simmons
Dan Simmons - Phases of Gravity
Dan Simmons
Dan Simmons - Darwin's Blade
Dan Simmons
Dan Simmons - Hard as Nails
Dan Simmons
Dan Simmons - A Winter Haunting
Dan Simmons
Dan Simmons - Olympos
Dan Simmons
Dan Simmons - Terror
Dan Simmons
Dan Simmons - Ostrze Darwina
Dan Simmons
Отзывы о книге «Fases De Gravedad»

Обсуждение, отзывы о книге «Fases De Gravedad» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x