Su tío lo entendía todo.
– A Delilah no le cae bien nadie -le confesó a Ryan en una ocasión. Y cuando se lo dijo, él supo que era verdad.
Ryan se perdió una parte de la conversación en la planta baja, y aguzó el oído. Su madre decía algo, pero en voz tan baja que él no consiguió entender.
– Lo lamento de verdad, señora Parker. Sé que se habrá llevado una sorpresa desagradable, y por eso quería que lo supiera antes de que se entere la prensa. Intento mantenerlo en secreto todo lo que puedo, pero usted ya sabe cómo son los federales. No son más que una jauría de lobos a la caza de la fama mediática, y sólo quieren salir en la foto. Y si para eso tienen que perjudicar a personas respetables como usted, les importa un comino.
– Estaré en contacto con mi abogado. Davy tendrá una buena defensa con mis abogados, Sam.
– Ya entiendo.
El agente salió y, al principio, Ryan sólo oyó voces apagadas.
– ¿Tú lo sabías? -Su padre levantó la voz. Su padre nunca le hablaba a su madre en ese tono.
– No -dijo su madre-. Davy no tiene nada que ver con lo que ocurrió con esas chicas.
– Mierda, Delilah, esto es un problema gordo.
– Ya sabes cómo es el FBI. Siempre intentando colgarle el sambenito a alguien.
– Eso no te lo crees ni tú.
– Davy no tiene nada que ver con esto.
– Me gustaría creerte. Tengo que ponerme en contacto con mis abogados.
Ryan bajó por las escaleras de atrás y salió por la puerta de la cocina, cuidando de cerrar suavemente. Echó a correr hacia el establo y no se dio cuenta de que estaba llorando hasta que las lágrimas le nublaron la vista.
¿Por qué habría de pensar la policía que el tío Davy había matado a esas personas si no era verdad?
Él había visto al tío Davy la noche anterior, acampando en el prado trasero de la finca. Aquello no le extrañó, porque sabía que a su tío le gustaba dormir al aire libre. Solía venir a menudo, y acampaba o se quedaba en la cabaña. Pero Davy solía enterarse de antemano cuando el tío Davy los visitaba.
Su madre no había avisado la noche anterior que venía. Quizá no lo supiera.
Ryan ensilló a Ranger en silencio y salió con él del establo caminando hasta alejarse de casa, y sólo entonces lo montó.
No sabía qué hacer. Quería prevenir al tío Davy y decirle que la policía se equivocaba.
Y ¿si no se equivocaba?
El campamento quedaba a un kilómetro y medio de la casa. El tío Davy ya había acampado ahí en otras ocasiones, así que Ryan sabía exactamente dónde estaba. Pero al acercarse no vio a nadie.
Vio que tenía material guardado, disimulado cuidadosamente en el interior de un tronco podrido de un pino ponderosa. Ryan frunció el ceño. ¿Por qué su tío no había venido a casa a desayunar como solía hacer cuando acampaba? ¿Dónde estaba ahora?
Vio las huellas de unas botas que se dirigían hacia abajo, donde la quebrada conformaba el límite occidental de la finca de los Parker. A Ryan le tenían prohibido ir allá abajo, pero lo había hecho muchas veces. Había una tartera muy guapa. Él, Sean y Timmy solían ir cuando creían que no se enterarían sus madres. Sin embargo, las laderas empinadas y las abruptas depresiones del terreno lo convertían en un lugar peligroso, sobre todo para Ranger.
Aún así, él sabía dónde pisaba. Tendría cuidado.
Estaba a punto de desmontar cuando el ruido de un movimiento lo detuvo. Alguien subía por la escarpada ladera.
– ¿Tío Davy?
Su tío apareció al mismo tiempo que cogía el rifle que llevaba en bandolera.
Fue entonces cuando Ryan se fijó en la hebilla del cinturón de su tío. ¿Por qué le parecía tan rara?
Entonces comprendió. El tío Davy siempre llevaba la hebilla con el pájaro. Igual a la que había encontrado en el bosque cerca de la chica muerta. Sólo que ahora la hebilla del cinturón había desaparecido.
Quinn llamó a Miranda mientras conducía de Bozeman al rancho de Parker. Tamborileaba sobre el volante, ansioso de llegar cuanto antes, con la inquietante sensación de que el camino se le estaba haciendo eterno. Había mucho terreno que cubrir bajo el «Big Sky». Le informó sobre las conexiones familiares de David Larsen. Ella no dijo palabra durante un rato largo.
– ¿Estás seguro? -preguntó finalmente.
– Sí.
– Y ¿ellos no lo sabían? -inquirió ella, con voz temblorosa.
– Él no vive con ellos. Es muy probable que no sepan nada de sus andanzas. Pero… -¿Cuánto más debía contarle?
– Pero ¿qué?
Tenía que confiar en ella y contarle la verdad. Tarde o temprano, todo se acabaría sabiendo.
– Larsen fue detenido por violación a los dieciocho años. Se levantaron los cargos en su contra porque la víctima se negó a declarar. La hermana de Larsen, Delilah, fue su coartada.
– Y ¿tú crees que era culpable?
Él respondió con un suspiro largo.
– Sí, lo creo. -Le dijo por qué-. La chica tenía los pechos cortados.
– Y ¿su hermana mintió por él?
– No sabemos qué ocurrió en ese momento. Puede que él la haya amenazado, o manipulado. Quizá su hermana mintió porque lo creía inocente y él no tenía una buena coartada. No podremos saberlo hasta que haya hablado con ella. Y es lo que voy a hacer ahora mismo.
– No puedo creer que una mujer acceda a proteger a un violador. Tendría que estar enferma, igual que él.
– ¿Todavía estás en la universidad?
– No. Booker me ha traído a la hostería hace una hora. Me estaba volviendo loca de impaciencia. Hemos salido a investigar una zona que queda al sur de aquí. Tengo que hacer algo.
– Puedes comunicarte con todos los equipos de rescate, ¿no?
– Tenemos una frecuencia para nosotros.
– Vale. Si logro averiguar algo con los Parker acerca del lugar dónde Larsen podría tener oculta a Ashley, cambiaremos de dirección y reuniremos a todo el mundo. Quédate en la hostería un rato más, ¿vale?
Ella guardó silencio.
– ¿No quieres que salga?
– No es porque crea que no puedes hacer el trabajo, Miranda, sino porque tengo que ponerme en contacto contigo.
– Tienes razón. Lo siento.
– No digas nada sobre la conexión con los Parker todavía. Es probable que Sam Harris ya lo haya contado todo, pero lo intentaré de todas formas.
– ¡Harris! ¿Qué ha hecho?
Quinn le contó lo del fax.
– No contesta a las llamadas del buzón de voz y he dado órdenes de detenerlo a todos los policías o perderán la placa. Harris está obstruyendo la justicia y no lo dejaré salirse con la suya.
A Miranda no le extrañaba que Harris intentara actuar en solitario. Siempre había sido una bala perdida. Ojalá Nick tuviera un ayudante mejor.
Puso a Booker al corriente de los detalles mientras caminaban del restaurante de la hostería a su cabaña. Estaba demasiado nerviosa para quedarse quieta, y esperaba que Quinn la llamara pronto.
Oyó el galope de un caballo en el camino que venía recto hacia ella. Se giró y vio a un chico en una montura exhausta.
Ryan Parker.
– ¡Anda! -dijo Booker.
Ryan se detuvo y desmontó. Jadeaba casi tanto como el pobre animal.
– ¿Qué pasa? -preguntó Miranda. La enorme propiedad de los Parker casi rodeaba la totalidad de las tierras de los Moore, pero el rancho mismo quedaba a varios kilómetros hacia el sur-. ¿Has venido hasta aquí desde tu casa?
– Mi… mi tío.
El tío de Ryan era David Larsen.
– ¿Qué pasa con tu tío? -Miranda se sorprendió al ver que su voz sonaba normal.
– Lo supe…, lo supe -repetía Ryan-, en cuanto vi la hebilla de su cinturón.
– Espera un momento. -Miranda hurgó en su mochila y sacó una botella de agua, que le tendió al muchacho-. Echa un trago de agua.
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