Michael Connelly - El último coyote

Здесь есть возможность читать онлайн «Michael Connelly - El último coyote» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

El último coyote: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «El último coyote»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

La vida de Harry Bosh es un desastre. Su novia le ha abandonado, su casa se halla en un estado ruinoso tras haber sufrido los efectos de un terremoto, y él está bebiendo demasiado. Incluso ha tenido que devolver su placa de policía después de golpear a un superior y haber sido suspendido indefinidamente de su cargo, a la espera de una valoración psiquiátrica. Al principio, Bosch se resiste a al médico asignado por la policía de Los Ángeles, pero finalmente acaba reconociendo que un hecho trágico del pasado continúa interfiriendo en su presente. En 1961, cuando tenía once años, su madre, una prostituta, fue brutalmente asesinada. El caso fue repentinamente cerrado y nadie fue inculpado del crimen. Bosch decide reabrirlo buscando, sino justicia, al menos respuestas que apacigüen la inquietud que le ha embargado durante años.
El último coyote fue la cuarta novela que escribió Michael Connelly y durante diez años permaneció inédita. El hecho de que, con el tiempo, el escritor se haya convertido en un referente del género policiaco actual, así como se trate de una novela que desvela un episodio clave en la vida de Bosch, hacían imperiosa su publicación.

El último coyote — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «El último coyote», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

La canción lo hizo sentirse solitario y triste, pero no le importó. La soledad había sido el fuego de callejón ante el que se había acurrucado durante la mayor parte de su vida. Estaba volviendo a acostumbrarse a eso. Había sido así para él antes de Sylvia y podía volver a serio. Sólo requería tiempo y soportar el dolor de dejarla marchar.

En los tres meses que habían transcurrido desde la partida de Sylvia, sólo había recibido de ella una postal. Su ausencia había fracturado el sentido de continuidad de la vida de Bosch. Antes de conocerla, su trabajo siempre había sido para él como los raíles de la vía, algo tan digno de confianza como el atardecer sobre el Pacífico. Con ella había tratado de cambiar de vía en el salto más valiente de su vida. Pero había fallado. El esfuerzo de Bosch no bastó para mantenerla a su lado y Sylvia se había ido. Y él había descarrilado. En su interior se sentía tan fragmentado como su ciudad. Roto, le parecía a veces, en todos los niveles.

Oyó una voz femenina que entonaba la canción. Al girar el cuello vio a una joven que estaba a unos taburetes de distancia, con los ojos cerrados mientras cantaba con suavidad. Cantaba sólo para ella, pero Bosch podía oírla.

Vi cielos azules
y nubes blancas.
El día bendito y brillante,
la noche sagrada y oscura,
y pensé para mí:
¡qué mundo maravilloso!

Llevaba una falda corta blanca y una camiseta y un chaleco colorido. Bosch supuso que no tenía más de veinticinco años y le gustó que conociera la canción. La chica estaba sentada con la espalda recta y las piernas cruzadas. Su columna se mecía al ritmo del saxofón. Tenía la cara enmarcada por un cabello castaño y sus labios, ligeramente separados, eran casi angelicales. A Bosch le pareció hermosa, tan perdida en la majestuosidad de la música. Limpio o no, el sonido la transportaba y él la admiraba por dejarse llevar. Sabía que lo que veía en su rostro era lo que vería un hombre que hiciera el amor con ella. Tenía lo que otros polis llamaban una cara franca. Tan hermosa que siempre sería un escudo. No importaba lo que hiciera o lo que le hicieran, su cara sería su pasaporte. Le abriría puertas y las cerraría detrás de ella. Le permitiría salir bien parada.

La canción terminó y la joven abrió los ojos y aplaudió. Nadie había aplaudido hasta que ella empezó, pero en ese momento todos los que estaban en la barra, Bosch incluido, se unieron al aplauso. Ése era el poder de una cara franca. Bosch se volvió y le pidió al camarero otro chupito y otra cerveza. Cuando las tuvo delante, miró hacia la mujer, pero ésta se había ido. Se volvió hacia la puerta y vio que se cerraba. La había perdido.

El último coyote - изображение 8

Para volver a casa se dirigió a Sunset y siguió por ese bulevar hasta la ciudad. El tráfico era ligero. Se había quedado hasta más tarde de lo que había planeado. Fumó y puso el canal de noticias de veinticuatro horas en la radio. Escuchó que el Grant High finalmente había reabierto sus puertas en el valle de San Fernando. Allí había dado clases Sylvia. Antes de irse a Venecia.

Bosch estaba cansado y suponía que seguramente no pasaría un control de alcoholemia si lo hacían parar. Redujo la velocidad para circular por debajo del límite cuando Sunset atravesaba Beverly Hills. Sabía que los polis de Beverly Hills no le darían cuartelillo, y sólo le faltaba que lo detuvieran después de la baja involuntaria por estrés.

Giró a la izquierda en Laurel Canyon y ascendió por la carretera serpenteante que remontaba la colina. En Mulholland estuvo a punto de doblar a la derecha en rojo, pero miró hacia la izquierda y se detuvo. Vio un coyote que salía de la maleza del arroyo que había a la izquierda de la calzada y echaba una mirada tentativa al cruce. No había más coches. Sólo Bosch lo vio.

El animal era delgado y desgreñado, consumido por la lucha por la supervivencia en las colinas urbanas. La niebla que se levantaba desde el arroyo captó el reflejo de las farolas de la calle y bañó al coyote en una luz tenue, casi azul. El animal pareció estudiar por un momento el coche de Bosch; sus ojos captaron el reflejo de la luz de freno y brillaron. Por un momento Bosch creyó que el coyote podía estar mirándolo directamente a él, pero el animal enseguida se volvió y retrocedió en la niebla azul.

Un coche apareció detrás del de Bosch e hizo sonar el claxon. Bosch sacó la mano por la ventanilla y giró por Mulholland, pero entonces se detuvo a un lado. Echó el freno de mano y bajó.

Era una tarde fresca y sintió un escalofrío al cruzar la intersección hasta el lugar donde había visto al coyote. No estaba seguro de lo que estaba haciendo, pero tampoco estaba asustado. Sólo quería ver al animal otra vez. Se detuvo al borde del precipicio y miró a la oscuridad que se extendía a sus pies. La niebla azul lo rodeaba. Pasó un coche por detrás de él y, cuando el ruido se disipó, Bosch aguzó la vista y el oído. Pero no había nada. El coyote se había ido. Harry volvió caminando hasta el coche y subió por Mulholland hasta su casa de Woodrow Wilson Drive.

Más tarde, tendido en su cama después de tomar más copas y con la luz todavía encendida, se fumó el último cigarrillo de la noche y miró al techo. Había dejado la luz encendida, pero su mente estaba en la noche oscura y sagrada. Y en el coyote azul. Y en la mujer con la cara franca. Estos pensamientos no tardaron en desaparecer con él en la oscuridad.

El último coyote - изображение 9

Bosch durmió poco y se despertó antes que el sol. El último cigarrillo de la noche había estado a punto de ser el último de su vida. Se había quedado dormido con él entre los dedos y se había despertado sobresaltado por el dolor desgarrador de la quemadura. Se vendó las heridas y trató de volver a conciliar el sueño, pero no lo consiguió. Tenía un dolor punzante en los dedos y sólo podía pensar en las numerosas muertes que había investigado de borrachos desventurados que se habían quedado dormidos y se habían autoinmolado. En lo único que podía pensar era en lo que Carmen Hinojos tendría que decir de semejante proeza. ¿Qué tal estaba como síntoma de autodestrucción?

Finalmente, cuando las luces del alba empezaron a colarse en la habitación, renunció a dormir y se levantó. Mientras se preparaba un café en la cocina, fue al cuarto de baño y volvió a curarse las heridas de los dedos. Al fijarse la gasa limpia se miró en el espejo y advirtió las líneas profundas que tenía bajo los ojos.

– Mierda -se dijo a sí mismo-. ¿Qué está pasando?

Se tomó un café en la terraza de atrás mientras observaba el despertar de la ciudad silenciosa. El aire era frío y vigorizante, y desde los altos árboles del paso de Sepúlveda subía el olor terroso de los eucaliptos. La capa de niebla marina había llenado el desfiladero y las colinas no eran sino siluetas misteriosas en la niebla. Observó durante casi una hora cómo la mañana se ponía en marcha, fascinado ante el espectáculo al que asistía desde su terraza.

Hasta que volvió a entrar en la casa para llenarse otra vez la taza de café no se fijó en la luz roja que parpadeaba en el contestador automático. Tenía dos mensajes que probablemente le habían dejado el día anterior y en los que no había reparado al llegar por la noche.

Pulsó el botón para reproducidos.

«Bosch, soy el teniente Pounds, hoy es martes a las tres treinta y cinco. Tengo que informarte de que mientras sigas de baja y hasta que, eh, se decida tu estatus en el departamento, debes devolver tu vehículo al garaje de la División de Hollywood. Me consta aquí que se trata de un Chevrolet Caprice de cuatro años, matrícula uno, adán, adán, tres, cuatro, cero, dos. Por favor, realiza inmediatamente las gestiones necesarias para devolver el vehículo. Esta orden se basa en el punto tres barra quince del manual de procedimiento. Su incumplimiento puede resultar en la suspensión o el despido. Repito, es una orden del teniente Pounds, ahora son las tres treinta y seis del martes. Si no entiendes alguna parte del mensaje no dudes en llamarme a mi despacho.»

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «El último coyote»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «El último coyote» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Micael Connelly - The Last Coyote
Micael Connelly
Michael Connelly - The Wrong Side of Goodbye
Michael Connelly
Michael Connelly - Murder in Vegas
Michael Connelly
Michael Connelly - The Crossing
Michael Connelly
Michael Connelly - The Drop
Michael Connelly
Michael Connelly - The Fifth Witness
Michael Connelly
Michael Connelly - Nueve Dragones
Michael Connelly
Michael Connelly - Cauces De Maldad
Michael Connelly
Michael Connelly - Cmentarzysko
Michael Connelly
Michael Connelly - The Last Coyote
Michael Connelly
Michael Connelly - Último Recurso
Michael Connelly
Отзывы о книге «El último coyote»

Обсуждение, отзывы о книге «El último coyote» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x