David Baldacci - Los Coleccionistas

Здесь есть возможность читать онлайн «David Baldacci - Los Coleccionistas» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Los Coleccionistas: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Los Coleccionistas»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

El Camel Club entra de nuevo en acción. Son cuatro ciudadanos peculiares con una misma meta: buscar la verdad, algo difícil en Washington. Esta vez el asesinato del presidente de la Cámara de Representantes sacude Estados Unidos. Y el Camel Club encuentra una sorprendente conexión con otra muerte: la del director del departamento de Libros Raros y Especiales de la Biblioteca del Congreso. Los miembros del club se precipitarán en un mundo de espionaje, códigos cifrados y coleccionistas.

Los Coleccionistas — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Los Coleccionistas», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– De mucho, igual que la recompensa.

La alarma de un coche saltó a un volumen atronador. Ninguno de los dos parpadeó siquiera. Los estafadores de su nivel que perdían la calma en algún momento se convertían en carne de presidio o, directamente, morían.

Leo por fin parpadeó.

– Vale, me apunto. ¿Y ahora qué?

– Ahora buscamos a dos personas más.

– ¿Lo haremos por todo lo alto? -Los ojos le brillaron ante la perspectiva.

– La estafa perfecta no se merece más que lo mejor. -Anna-belle cogió la reina negra-. Esta noche me cobraré con una cena por sacar a la reina de tu baraja «mágica».

– Me temo que por aquí no hay muchos restaurantes que valgan la pena.

– Aquí no. Volamos rumbo a Los Ángeles dentro de tres horas.

– ¡A Los Ángeles! ¡Dentro de tres horas! Ni siquiera he hecho la maleta. Y no tengo billete.

– Lo tienes en el bolsillo izquierdo de la chaqueta. Te lo he metido ahí cuando te he cacheado. -Observó su barriga fofa y arqueó una ceja-. Has engordado, Leo.

Annabelle se giró y se marchó, mientras Leo se palpaba el bolsillo y extraía el billete de avión. Recogió las cartas y corrió tras ella sin molestarse en recoger la mesa de juego.

El trile se había acabado durante un tiempo. Ahora le esperaba la estafa perfecta.

Capítulo 3

Aquella misma noche, mientras cenaban en Los Ángeles, Annabelle reveló a Leo detalles del plan, incluso la idea de encontrar a dos cómplices.

– Me parece bien, pero ¿qué me dices de la estafa perfecta? Eso no me lo has contado.

– Vayamos por partes -le respondió ella mientras tocaba la copa de vino y recorría el fastuoso comedor con la mirada en busca de posibles víctimas.

«Respira hondo, encuentra a un zoquete.» Se apartó la melena pelirroja de la cara y estableció contacto visual durante unos instantes con un tipo que se hallaba tres mesas más allá. Aquel capullo llevaba una hora comiéndose con los ojos a Annabelle -enfundada en un minúsculo vestido negro-, y señalándola sin disimulo mientras su humillada acompañante echaba humo en silencio. Entonces el hombre se humedeció los labios y le guiñó un ojo.

«Vaya, vaya, muy logrado, pero no tienes ni idea de con quién te las estás viendo.»Leo interrumpió sus pensamientos:

– Mira, Annabelle, no voy a timarte. Joder, he venido hasta aquí.

– Sí, has venido hasta aquí pagando yo.

– Somos socios, puedes contármelo. Mantendré la boca cerrada.

Annabelle desvió la mirada hacia él mientras terminaba su cabernet.

– Leo, no te esfuerces. Ni siquiera tú sabes mentir tan bien.

Un camarero se acercó y le tendió una tarjeta.

– De aquel caballero de allí-dijo, señalando al hombre que la había estado mirando con lascivia.

Annabelle tomó la tarjeta. Decía que el hombre era cazatalentos. Resultaba muy útil que en el dorso de la misma hubiera escrito el acto sexual concreto que le gustaría hacer con ella.

«Muy bien, señor cazatalentos. Te lo has buscado.»Mientras se dirigía a la salida, se detuvo en una mesa en la que había cinco hombres rechonchos ataviados con trajes oscuros de raya diplomática. Les dijo algo y todos se rieron. Le dio una palmadita en la cabeza a uno y un beso en la mejilla a otro de unos cuarenta años con las sienes plateadas y hombros corpulentos. Todos se echaron a reír otra vez por algo que dijo Annabelle. A continuación, se sentó y charló con ellos unos minutos. Leo la miró con curiosidad cuando Annabelle se levantó de la mesa y pasó de largo en dirección a la salida.

A la altura de la mesa del cazatalentos, éste le dijo:

– Oye, nena, llámame. En serio. Estás tan buena que me has puesto cachondo.

Annabelle cogió rápidamente un vaso de agua de la bandeja de un camarero que se cruzó con ella.

– Pues entonces refréscate, semental. -Le lanzó el agua a la entrepierna y él se levantó de un salto.

– ¡Joder! ¡Pagarás por esto, puta loca!

Su acompañante se tapó la boca para disimular la risa.

Antes de que el hombre tuviera tiempo de agarrarla, Annabelle estiró el brazo y le sujetó la muñeca.

– ¿Ves a esos chicos de ahí? -Asintió hacia los cinco hombres trajeados que miraban al hombre con expresión hostil. Uno de ellos hizo crujir los nudillos. Otro se introdujo la mano en la americana y la dejó allí-. Estoy segura de que me has visto hablando con ellos, porque no me has quitado los ojos de encima en toda la noche. Son la familia Moscarelli. Y el del extremo es mi ex, Joey Júnior. Aunque ahora ya no soy oficialmente de la familia, nunca se deja de pertenecer al clan Moscarelli.

– ¿Moscarelli? -dijo el hombre con aire desafiante-. ¿Quiénes cono son?

– Eran la tercera familia de crimen organizado en Las Vegas antes de que el FBI los echara, a ellos y a todos los demás. Ahora han vuelto a dedicarse a lo que mejor se les da: controlar los gremios de escoria de Newark y la Gran Manzana. -Le apretó el brazo-. Así que, si tienes algún problema con los pantalones mojados, estoy segura de que Joey podrá arreglarlo.

– ¿Te parece que me voy a tragar esa trola? -espetó el hombre.

– Si no me crees, vete a hablar con él.

El hombre volvió a echar un vistazo a la mesa. Joey Júnior sostenía un cuchillo de trinchar con su mano regordeta mientras uno de los otros hombres intentaba retenerlo en el asiento.

Annabelle le apretó el brazo un poco más.

– ¿ O quieres que le diga a Joey que venga aquí con alguno de sus amigos? No te preocupes, ahora está en libertad condicional, así que no puede darte una buena paliza sin que los federales se cabreen.

– ¡No, no! -exclamó el hombre alarmado, apartando la mirada del violento Joey Júnior y el cuchillo de trinchar antes de añadir con voz queda-: La verdad es que no es para tanto, sólo un poco de agua. -Se sentó e intentó secarse la entrepierna empapada con una servilleta.

Annabelle se dirigió a la mujer que lo acompañaba, que intentaba, sin conseguirlo, reprimir las carcajadas.

– ¿Te parece gracioso, guapa? -preguntó Annabelle-. Resulta que nos estábamos riendo todos de ti, no contigo. ¿Dónde está tu orgullo? A este paso los mierdas como él serán los únicos gusanos con los que compartirás cama hasta que seas tan vieja que nadie moverá un dedo por ti. Ni siquiera tú.

La mujer dejó de reírse.

– Vaya -dijo Leo mientras salían del restaurante-, y yo perdiendo el tiempo leyendo a Dale Carnegie cuando lo único que necesitaba era disfrutar de tu compañía.

– Déjalo, Leo.

– Bueno, vale, pero ¿y la familia Moscarelli? Venga ya. ¿Quiénes eran realmente?

– Cinco contables de Cincinnati con ganas de echar un polvo esta noche.

– Has tenido suerte de que parecieran tipos duros.

– No ha sido suerte. Dije que un amigo y yo ensayábamos en público la escena de una película. Que en Los Ángeles es normal hacer estas cosas. Les pedí que me ayudaran, que tenían que parecer mañosos; ya sabes, hacer que el ambiente fuera el más propicio para ensayar nuestro diálogo. Les comenté que, si lo hacían bien, incluso podrían tener un papel en la película. Seguramente sea lo más emocionante que han hecho en mucho tiempo.

– Sí, pero ¿cómo sabías que ese capullo intentaría pescarte al salir?

– Oh, no sé, Leo, a lo mejor ha sido por la tienda de campaña en la que se habían convertido sus pantalones. ¿O acaso te crees que le he tirado el agua a la entrepierna por casualidad?

Al día siguiente, Annabelle y Leo iban a velocidad de crucero por Wilshire Bulevard (Beverly Hills) en un Lincoln azul oscuro de alquiler. Leo observaba detenidamente las tiendas por las que pasaban.

– ¿Cómo has conseguido seguirle la pista?

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Los Coleccionistas»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Los Coleccionistas» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Peter Corris - The Washington Club
Peter Corris
Peter Corris
Matthew Pearl - El Club Dante
Matthew Pearl
Matthew Pearl
Irving Wallace - Fan Club
Irving Wallace
Irving Wallace
David Baldacci - Divine Justice
David Baldacci
David Baldacci
David Baldacci - Poder Absoluto
David Baldacci
David Baldacci
Отзывы о книге «Los Coleccionistas»

Обсуждение, отзывы о книге «Los Coleccionistas» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x