• Пожаловаться

Peter James: Traficantes de muerte

Здесь есть возможность читать онлайн «Peter James: Traficantes de muerte» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию). В некоторых случаях присутствует краткое содержание. категория: Триллер / на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале. Библиотека «Либ Кат» — LibCat.ru создана для любителей полистать хорошую книжку и предлагает широкий выбор жанров:

любовные романы фантастика и фэнтези приключения детективы и триллеры эротика документальные научные юмористические анекдоты о бизнесе проза детские сказки о религиии новинки православные старинные про компьютеры программирование на английском домоводство поэзия

Выбрав категорию по душе Вы сможете найти действительно стоящие книги и насладиться погружением в мир воображения, прочувствовать переживания героев или узнать для себя что-то новое, совершить внутреннее открытие. Подробная информация для ознакомления по текущему запросу представлена ниже:

libcat.ru: книга без обложки

Traficantes de muerte: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Traficantes de muerte»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

La vida de Lynn Barrett se convierte en una pesadilla cuando a su hija Caitlin se le diagnostica un cáncer de hígado terminal. La escasez de órganos hace que incluso candidatos idóneos para un trasplante fallezcan mientras esperan que se les pueda realizar la operación. Desesperada, Lynn recurre a un traficante de órganos que encuentra en Internet quien, curiosamente, enseguida le confirma que ha encontrado a una donante perfecta. Entre tanto, Roy Grace está trabajando en un caso en que a los restos de tres jóvenes que han aparecido en las profundidades de la costa de Brighton les faltan los órganos vitales… La pista llevará a Grace a Rumanía donde operan las mafias de traficantes de órganos de las que el detective sospecha.

Peter James: другие книги автора


Кто написал Traficantes de muerte? Узнайте фамилию, как зовут автора книги и список всех его произведений по сериям.

Traficantes de muerte — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Traficantes de muerte», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– ¿Cómo se encuentra hoy? -preguntó el doctor.

– Está bien, algo apagada. Se queja de que le pica mucho. Se ha pasado la mayor parte de la noche despierta, rascándose las manos y los pies. Dice que ha orinado muy oscuro. Y tiene el abdomen hinchado, que es lo que más le molesta de todo.

– Le puedo dar algún diurético para eliminar el líquido -dijo. Introdujo una nota en la ficha de Caitlin y, de pronto, Lynn se sintió indignada. ¿La cosa se quedaba en una nota en una ficha? ¿Y por qué no usaba para esas cosas un ordenador?

– Ross, cuando… Cuando dices que se ha «deteriorado a gran velocidad»… ¿Cómo…? ¿Qué…? Quiero decir… ¿Cómo se para eso? Ya sabes, ¿cómo se revierte el proceso? ¿Qué tiene que suceder?

Él se puso en pie, se dirigió a una estantería que iba del suelo al techo y volvió con un objeto marrón de forma de cuña en las manos, hizo sitio en su escritorio y lo colocó encima.

– Éste es el aspecto que tiene un hígado humano adulto. El de Caitlin sería sólo un poco más pequeño.

Lynn se lo quedó mirando, del mismo modo que lo había mirado mil veces antes. En un cuaderno en blanco él empezó a dibujar lo que parecía unos ramilletes de brécol. Ella le escuchó pacientemente mientras le explicaba cómo funcionaban los conductos biliares, pero cuando acabó su diagrama, Lynn no sabía más de lo que ya sabía antes sobre el funcionamiento de los conductos biliares. Y además, sólo le importaba una cosa.

– Tiene que haber algún modo para hacer que vuelvan a funcionar -dijo. Pero su voz no mostraba ninguna convicción. Como si supiera, como si ambos supieran, que después de seis años de esperar contra toda esperanza, estaban llegando por fin a lo inevitable.

– Me temo que lo que está pasando no es reversible. El doctor Granger cree que se nos está acabando el tiempo.

– ¿Qué quieres decir?

– No ha respondido a ninguna medicación y no existen más medicamentos que podamos darle.

– Tiene que haber algo que se pueda hacer. ¿Diálisis?

– Para el fallo renal sí, pero no para el hepático. No hay un equivalente.

El doctor se quedó callado unos momentos.

– ¿Por qué no, Ross? -insistió ella.

– Porque las funciones del hígado son demasiado complejas. Te puedo hacer un esquema y verás…

– ¡No quiero más dibujitos de mierda! -le gritó. Entonces se echó a llorar-. Sólo quiero que cures a mi niña. Tiene que haber algo que puedas hacer -sollozó-. ¿Qué ocurrirá si no, Ross?

Él se mordió el labio.

– Va a tener que someterse a un trasplante.

– ¿Un trasplante? ¡Pero si tan sólo tiene quince años! ¡Quince!

Él asintió, pero no dijo nada.

– No quería gritarte… Lo siento, yo… -se disculpó, rebuscando en el bolso un pañuelo. Luego se enjugó las lágrimas-. Ya ha pasado por muchas cosas, pobrecita. ¿Un trasplante? -volvió a preguntar-. ¿Realmente es la única opción?

– Me temo que sí.

– ¿O…?

– En pocas palabras, no sobrevivirá.

– ¿Cuánto tiempo tenemos?

– Eso no te lo puedo decir -respondió él, levantando las manos en señal de impotencia.

– ¿Semanas? ¿Meses?

– Unos meses, como mucho. Pero podría ser mucho menos si el hígado sigue fallando a este ritmo.

Hubo un largo silencio. Lynn bajó la vista. Por último, en voz muy baja, preguntó:

– Ross, ¿tiene riesgos el trasplante?

– Te mentiría si te dijera que no. El mayor problema va a ser encontrar un hígado. No es fácil, porque se hacen pocas donaciones.

– Además tiene un grupo sanguíneo raro, ¿no?

Él comprobó sus notas.

– AB negativo. Sí, es poco común: un dos por ciento de la población, más o menos.

– ¿Es importante el grupo sanguíneo?

– Es importante, pero no estoy seguro de los criterios exactos. Creo que existen algunas combinaciones posibles.

– ¿Y yo? ¿No le puedo dar mi hígado?

– Es posible hacer un trasplante parcial de hígado, usando uno de los lóbulos, sí. Pero tendrías que tener un grupo sanguíneo compatible, y no creo que tu hígado sea lo suficientemente grande.

Rebuscó entre unas cuantas fichas, y se quedó leyendo un momento.

– Tú eres A positivo -dijo-. No sé. -El doctor esbozó una sonrisa que denotaba empatía, pero también impotencia-. Eso es algo que el doctor Granger podrá decirte con más seguridad. Tu diabetes también influirá.

Le asustó que aquel hombre en quien tanto confiaba de pronto pareciera perdido y sin recursos.

– Estupendo -se lamentó.

La diabetes era otro de los desagradables recuerdos que le había dejado su ruptura matrimonial. De aparición tardía, tipo 2, según el doctor Hunter probablemente desencadenada por el estrés. Así que ni siquiera se había podido refugiar en los caprichos del paladar para consolarse.

– ¿Caitlin va a tener que esperar que muera alguien con el grupo sanguíneo correcto? ¿Es eso lo que me estás diciendo?

– Probablemente, sí. A menos que haya un miembro de la familia o un amigo próximo de ese grupo y que esté dispuesto a donar parte de su hígado.

Las esperanzas de Lynn se reavivaron un poco.

– ¿Es eso posible?

– El tamaño es importante: tendría que ser una persona grande.

La única persona de gran tamaño en la que podía pensar y a la que pudiera recurrir era Mal. Pero desechó la idea, al recordar que él había tenido la hepatitis B tiempo atrás, lo que le eliminaba como donante, algo que había descubierto hacía unos años, en una época en que se habían propuesto ser ciudadanos responsables y habían donado sangre periódicamente.

Lynn hizo un cálculo rápido. Había 65 millones de personas en el Reino Unido. Quizás unos 45 millones serían adolescentes o adultos. Así que el dos por ciento serían unas 900.000 personas. Eso era mucha gente. Seguramente cada día debía de morir alguien del grupo AB negativo.

– ¿Vamos a tener que ponernos a la cola, verdad? Como buitres, esperando que alguien muera. ¿Y si Caitlin se agobia sólo de pensarlo? -dijo-. Ya sabes cómo es. No aprueba la muerte de «nada». ¡Se enfada hasta cuando mato una mosca!

– Creo que tendrías que traérmela. Si quieres, puedo hablar con ella hoy mismo. Muchas familias consideran que donar los órganos de alguien que muere da cierto sentido y valor a su muerte. ¿Quieres que intente explicárselo a ella?

Lynn se agarró a los brazos de la silla, intentando ahuyentar sus propios miedos.

– No puedo creerme que esté pensando en esto, Ross. No soy una persona violenta: ni siquiera antes de que Caitlin influyera en mí, me «gustaba» matar las moscas de la cocina. Y ahora estoy aquí, sentada, hablando de «desear» que se muera un extraño.

El tráfico de Coldean Lane, en plena hora punta, se había quedado detenido a causa del accidente y ya llegaba casi a los pies de la colina. A la izquierda se veía parte de las amplias dependencias de la finca de Moulescomb, de la posguerra; a la derecha, tras un muro de pedernal, se levantaban los árboles que marcaban el límite oriental de Stanmer Park, uno de los espacios verdes más grandes de la ciudad.

El agente Ian Upperton acercó lentamente el morro del coche patrulla al autobús parado que se encontraba al final de la cola y se asomó para ver la situación de la carretera más adelante. Luego, con la sirena rompiendo el frío silencio del invierno, se lanzó por el carril contrario.

El agente Tony Omotoso estaba sentado a su lado, en silencio, escrutando los vehículos de delante por si alguno, vencido por la impaciencia, intentaba hacer algo estúpido como salirse de la fila o dar media vuelta. «La mitad de los conductores no ven nada o llevan la música demasiado alta como para oír una sirena, y no miran al espejo más que para peinarse», pensó. Estaba tenso, agarrotado por la ansiedad, como siempre que se encontraba con una «colisión en carretera», tal cómo denominaban oficialmente a los accidentes de coche en el siempre cambiante léxico policial. Nunca sabías lo que te podías encontrar.

Читать дальше
Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Traficantes de muerte»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Traficantes de muerte» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё не прочитанные произведения.


Peter James: Muerte Prevista
Muerte Prevista
Peter James
Peter James: Dead Tomorrow
Dead Tomorrow
Peter James
Arthur Hailey: Traficantes de dinero
Traficantes de dinero
Arthur Hailey
Peter James: Casi Muerto
Casi Muerto
Peter James
Отзывы о книге «Traficantes de muerte»

Обсуждение, отзывы о книге «Traficantes de muerte» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.