Iain Banks - La fábrica de avispas

Здесь есть возможность читать онлайн «Iain Banks - La fábrica de avispas» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Город: Barcelona, Год выпуска: 1999, ISBN: 1999, Издательство: Mondadori, Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

La fábrica de avispas: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «La fábrica de avispas»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

«Hace años que no mato a nadie, y no pienso volver a hacerlo nunca más. Fue solo una mala racha que estaba pasando.»
Esta es la voz de Frank, un adolescente que vive solo con su padre en la costa escocesa. Ha crecido inmerso en un mundo de creación propia como la fábrica de avispas, un artefacto oracular en el cual lee el futuro mediante el sufrimiento y muerte de estos insectos. También ha creado sus propias reglas morales, reglas con las que el asesinato se vuelve lícito, y para el que emplea métodos de lo más sorprendentes: una cometa; una serpiente; un martillo; la ingenuidad de un hermano… Frank sabe que vive en un universo personal que el resto de la humanidad no comparte.
Y a él le gusta así.

La fábrica de avispas — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «La fábrica de avispas», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

—Humm —dije yo con el último bocado, reclinándome en mi asiento y limpiándome la boca con el dorso de la mano, más que nada para molestarlo. Él continuó moviendo la cabeza de arriba abajo.

—Sé con certeza cuando te has tomado una cerveza oscura o una lager clara. Y puedo afirmar que he llegado a oler Guinness que en alguna ocasión has expelido.

—Yo no bebo Guinness —dije mintiéndole, verdaderamente impresionado—. Tengo miedo de coger garganta de atleta.

Aquel ingenioso chiste no pareció pescarlo pues, sin detenerse, continuó:

—Eso es tirar el dinero, ya sabes. No creas que voy a costear tu alcoholismo.

—Vamos, no digas tonterías —le dije levantándome.

—Sé muy bien de lo que estoy hablando. He visto hombres mejores que tú pensar que podían controlar la bebida y que ha acabado en un estercolero puliéndose una botella de licor estomacal.

Si aquella última ocurrencia estaba destinada a golpearme por debajo de la cintura, no lo consiguió; lo de «hombres mejores que tú» lo tenía ya muy manido desde hacía tiempo.

—Bueno, es mi vida, ¿no? —le dije poniendo mi plato en el fregadero y saliendo de la cocina. Mi padre no dijo nada.

Aquella noche miré la televisión, me dediqué a poner papeles en orden, a corregir los mapas para añadir la recién bautizada colina del Destructor Negro, a escribir una breve descripción de lo que había hecho con los conejos y dejar constancia escrita tanto de los efectos de las bombas que había empleado como de la calidad de la última remesa. Decidí que a partir de entonces llevaría siempre la Polaroid en la Mochila de Guerra; en el caso de expediciones punitivas de bajo riesgo, como la acometida contra los conejos, compensaría de sobra el peso adicional de la cámara y el tiempo empleado en utilizarla. Pero está claro que para acciones verdaderamente diabólicas la Mochila de Guerra tiene que ir muy ligera, y llevar la cámara significaría un riesgo, aunque desde hace dos años no he tenido ninguna amenaza real, desde la época en que algunos chicos mayores del pueblo se dedicaron a meterse conmigo en Porteneil y a tenderme emboscadas en el camino.

Durante un tiempo pensé que la situación llegaría a ser insoportable, pero ellos no continuaron con las hostilidades tal como yo creía. Una vez, cuando me pararon en el camino con mi bicicleta y me empujaron para pedirme dinero, los amenacé con mi navaja. Aquella vez se retiraron, pero unos días después intentaron invadir la isla. Los mantuve a raya con bolitas de acero y piedras, y ellos respondieron con sus escopetas de aire comprimido, y durante un rato resultó bastante emocionante, pero entonces llegó la señora Clamp con el correo semanal y nos amenazó a todos con llamar a la policía, y después de insultarla, se fueron.

Fue entonces cuando inicié mi sistema de zulos, construyendo depósitos de aprovisionamiento de bolas de acero, piedras, tuercas y plomos de pesca enterrados en cajas en diferentes puntos estratégicos de la isla. También coloqué trampas de lazo y cables atados a botellas de cristal para tropezar, entre la hierba o en las dunas que hay sobre la ensenada, de modo que si alguien quisiera husmear acabaría cazándose a sí mismo o sacando la botella de su agujero en la tierra y rompiéndola contra una piedra. Las siguientes dos noches me quedé sentado, asomando la cabeza por el tragaluz trasero del desván, con los oídos atentos a cualquier tintineo de cristal rompiéndose o a interjecciones apagadas, o a la más común señal de pájaros que levantan el vuelo, pero no pasó nada. Lo que hice fue evitar durante un tiempo encontrarme con los muchachos por el pueblo, yendo únicamente con mi padre o en las horas que sabía que estaban en el colegio.

El sistema de zulos aún pervive, y hasta he añadido un par de bombas de gasolina a uno o dos de los depósitos secretos que se encuentran en una posible vía de ataque donde todavía están las botellas que se romperían pero en donde he desmantelado las trampas de lazo para llevármelas al cobertizo. Mi Manual de Defensa, que contiene cosas como mapas de la isla con la localización de los zulos marcados, probables rutas de ataque, un resumen de tácticas y una lista de las armas que tengo o podría tener, incluye en esta última categoría bastantes cosas desagradables, como cables para tropezar y trampas de lazo preparadas para la anchura de un cuerpo, sin contar con las botellas rotas medio enterradas boca arriba bajo la hierba, minas de detonación electrónica fabricadas con bombas de tubería y clavos pequeños, todas ellas enterradas en la arena, y algunas armas secretas interesantes, aunque improbables, como frisbees con cuchillas sujetas a sus bordes.

No es que quiera matar a nadie, pues todo esto tiene un carácter más defensivo que ofensivo, y hace que me sienta mucho más seguro. Pronto tendré dinero para una ballesta verdaderamente potente, que es algo que estoy deseando tener hace ya mucho tiempo; sería una buena compensación, ya que nunca he logrado convencer a mi padre de que me compre un rifle o una escopeta de repetición, que me vendría de maravilla de vez en cuando. Tengo mis tirachinas y mis hondas y la escopeta de aire comprimido, y todos ellos pueden resultar letales en las circunstancias oportunas, pero no tienen el poder de tiro a largo alcance que yo deseo. Con las bombas de tubería pasa lo mismo. Se tienen que colocar en el lugar preciso, o como mucho lanzarlas al objetivo, y hasta aquellas que se pueden lanzar con la honda —fabricadas del tamaño apropiado para tal efecto— resultan poco precisas y lentas. También se me pasan por la cabeza cosas horribles que pueden ocurrir empleando la honda; las bombas de honda tienen que llevar una mecha muy corta para que detonen al poco de llegar al blanco y no te las puedan lanzar de vuelta, y ya me he salvado un par de veces por los pelos con un par de ellas que detonaron cuando acababan de salir de la honda.

He experimentado con armas, por supuesto, tanto con armas de lanzamiento de proyectiles como con morteros caseros que pueden alojar una bomba de honda, pero eran muy rudimentarias, peligrosas y lentas, y con bastante tendencia a explotar.

Una escopeta de repetición sería ideal, aunque yo me conformaría con un rifle del 22, pero una ballesta me haría el apaño. Quizá algún día pueda ingeniarme algún modo de sortear mi inexistencia oficial y solicitar yo mismo una pistola, aunque en tal caso, y considerando todas las cosas, tal vez no me concederían la licencia. Ah, si estuviera en América, pienso a veces.

Estaba introduciendo en el registro las bombas de gasolina, que llevaba un tiempo sin inspeccionar para comprobar la evaporación, cuando sonó el teléfono. Miré mi reloj, sorprendido por lo tarde que era: casi las once. Corrí escaleras abajo hasta el teléfono y pude oír a mi padre saliendo de su habitación cuando pasé por delante.

—Porterieil 531. —Sonaron unos pitidos.

—Jódete. Frank, tengo ampollas en los pies de tanto andar. ¿Cómo está mi pequeño rufián?

Miré el auricular, después alcé la vista hasta mi padre, que estaba apoyado en la barandilla de la escalera en el piso de arriba remetiéndose la camisa de su pijama en los pantalones. Contesté al teléfono:

—¿Sí.Jamie, qué haces llamándome tan tarde?

—¿Cómo…? Ah, tienes al viejo a tu lado, ¿no? — dijo Eric—. Dile que es una pústula de pus efervescente, de mi parte.

—Jamie te manda recuerdos —le dije en voz alta a mi padre, que se dio la vuelta y regresó a su habitación. Oí cómo se cerraba la puerta. Volví a ponerme al teléfono—. Eric, ¿en dónde estás ahora?

—Ah, mierda, no pienso decírtelo. Adivínalo.

—Bueno. Pues no tengo ni idea… ¿Glasgow?

—¡Ja, ja, ja, ja, ja! —se desternillaba Eric. Yo apreté el plástico del teléfono con todas mis fuerzas.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «La fábrica de avispas»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «La fábrica de avispas» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Iain Banks - Matter
Iain Banks
Iain Banks - A barlovento
Iain Banks
Iain Banks - Inversiones
Iain Banks
Iain Banks - El jugador
Iain Banks
Iain Banks - Pensad en Flebas
Iain Banks
Iain Banks - Complicità
Iain Banks
Iain Banks - The Algebraist
Iain Banks
Отзывы о книге «La fábrica de avispas»

Обсуждение, отзывы о книге «La fábrica de avispas» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x