Los hombres patrullaban en solitario en sus coches. El ambiente de trabajo era amistoso: capitanes y tenientes bebían con viejos agentes de uniforme sin galones. El de policía era un trabajo vocacional: uno podía dedicarse a ayudar a la gente, o a dar palizas a los inmigrantes ilegales o a tutelar a un montón de chicas de la calle, según la inclinación de cada cual.
Todos llevaban uniforme caqui completo y conducían sendos Ford Interceptator del 56. Recuperaban coches para los vendedores locales y se quejaban al sheriff por cualquier nadería. La mitad de los agentes se habían alistado bajo un sistema de patrocinio. La otra mitad procedía de la administración.
El Departamento de Policía cedía los casos de asesinato a la Brigada de Homicidios de la Oficina del Sheriff. Para ser una población de paso y a la que la gente iba a divertirse, había muy pocos muertos.
El 30 de marzo de 1953 dos mujeres con pinta de lesbianas mataron en El Monte a un pintor de paredes llamado Lincoln F. Eddy.
Eddy y Dorothea Johnson pasaron ese día bebiendo en varios bares de El Monte. Avanzada la tarde, fueron a la casa de Eddy, quien obligó a la señorita Johnson a hacerle una mamada. Ella regresó a su propia casa y trató el asunto con su compañera de cuarto, la señorita Viola Gale. Las mujeres consiguieron un rifle y volvieron a donde vivía Eddy.
Mataron a tiros a Lincoln Eddy. Dos chicos que jugaban a catch en la calle las vieron entrar y salir. La mañana siguiente, fueron detenidas. Juzgadas y declaradas culpables, se las sentenció a largas penas de cárcel.
El 17 de marzo de 1956, el señor Walter H. Depew embistió con su coche la pared delantera del bar Ray's Inn, en Valley Boulevard. A causa de ello dos hombres resultaron muertos. El automóvil del señor Depew abrió un boquete de cinco metros en la pared delantera y otro de seis en la trasera. Varios parroquianos más sufrieron heridas de gravedad.
El señor Depew había estado bebiendo en Ray's Inn ese mismo día. Su mujer trabajaba de camarera en el local. Horas antes del incidente el señor Depew había tenido una discusión con el propietario, quien acabó por echarlo.
El señor Depew fue detenido de inmediato. Juzgado y condenado, cumplió una breve pena de cárcel.
La Brigada de Homicidios de la Oficina del Sheriff se encargó de ambos casos. Los tres últimos asesinatos de El Monte se habían resuelto en tiempo récord.
Con el caso de Jean Ellroy no parecía que fuera a ocurrir lo mismo.
El Times , el Express y el Mirror le dedicaron un espacio en la página veintidós. El telediario de la televisión local, apenas cinco segundos.
El caso de la pelirroja no tuvo ninguna repercusión. La auténtica noticia era el asesinato de Johnny Stompanato. La hija de Lana Turner se había cargado a Johnny en abril. La historia todavía era noticia caliente.
El Mirror publicaba una foto de la sonriente pelirroja. El Times publicaba una del niño instantes después de que los policías le contasen lo sucedido. Jean Ellroy era la duodécima víctima de asesinato en el condado en 1958.
Armand Ellroy bajó a la oficina del forense a primera hora de la mañana del lunes. Identificó el cuerpo y firmó un impreso del código de Sanidad y Seguridad para entregarlo al depósito de cadáveres de Utter-McKinley. El doctor Gerald K. Ridge llevó a cabo la autopsia: expediente del forense número 35.339 del 23/6/58.
El médico atribuyó la causa de la muerte a «asfixia debido a estrangulamiento con ligaduras». En su informe señaló la presencia de una «doble atadura totalmente oclusiva» alrededor del cuello de la víctima. Mencionó que la víctima estaba en su período menstrual. El frotis en busca de espermatozoides dio positivo. Encontró un tampón en el fondo del conducto vaginal.
Tomó nota de la «ausencia quirúrgica» del pezón derecho de la víctima. Hizo un diagrama de los arañazos que aparecían en caderas y rodillas y de las escoriaciones en la cara interna de los muslos. Describió el cuerpo como el de una «mujer blanca bien desarrollada y nutrida, sin embalsamar». Las observaciones sobre el examen externo se ceñían directamente a los dos garrotes:
Se advierte una ligadura doble en torno al cuello, apretada con fuerza, que ocluye los conductos y produce profundos surcos en los tejidos blandos. La ligadura se compone de un cordón similar a los usados para tender la ropa. Al parecer, fue el primero en ser colocado alrededor del cuello y en ser atado firmemente en la zona posterior izquierda. Los extremos del cordón están sueltos; uno es sumamente corto y tal vez se haya roto al hacer el nudo, mientras que el otro tiene una longitud regular y se extiende por debajo. Situada sobre esta primera ligadura hay una media de nailon firmemente apretada, cuyo nudo también se localiza en la zona lateral posterior izquierda del cuello. En ese punto, la media de nailon cubre el extremo más largo del cordón. Presenta dos ataduras; la primera, el habitual medio nudo, y, la segunda, un lazo muy estrecho por debajo de un nudo corredizo parcial.
El doctor Ridge deshizo las ligaduras y anotó que en torno al cuello se veía un «surco profundo y pálido». Rasuró a la víctima hasta dejarla calva por completo, y describió los tejidos de la cabeza como «sumamente cianóticos y bañados en una decoloración púrpura amoratado». Cortó en semicírculo el cuero cabelludo y retiró los colgajos. Anotó once heridas y las catalogó de «profundas equimosis craneales de color encarnado intenso».
A continuación serró la tapa craneal y examinó el tejido cerebral de la víctima. Lo pesó y no encontró «indicios de lesiones u otras anormalidades intrínsecas». Abrió el estómago de la víctima y encontró frijoles enteros, hebras de carne, una sustancia anaranjada que tal vez correspondiese a zanahorias y otra amarillenta y pastosa que parecía queso.
Examinó el resto del cuerpo y no encontró más indicios de traumatismos. Tomó una muestra de sangre para efectuar análisis químicos y extrajo partes de los órganos destinados a posibles observaciones al microscopio.
Extrajo partículas de comida del estómago para estudiarlas. Congeló la muestra de espermatozoides a fin de conservarla y averiguar su grupo sanguíneo.
Un toxicólogo tomó otra muestra de sangre y analizó el contenido en alcohol. La lectura era baja: 0,8 por 1.000.
Un químico forense llevó a cabo una exploración del cuerpo. Bajo la uña del dedo corazón derecho de la víctima encontró unas pequeñas fibras blancas, pertenecientes, al parecer, a una moqueta, y las guardó en una bolsa para pruebas. Cogió las dos ligaduras, el vestido de la víctima, la media derecha y el sujetador y los llevó al Laboratorio de Criminología de la Oficina del Sheriff. Anotó que el cordón con que se había procedido al estrangulamiento, extendido, medía casi medio metro; sin embargo, se había apretado hasta menos de diez centímetros en torno al cuello de la víctima.
El doctor Ridge llamó a Ward Hallinen y le hizo un resumen de sus hallazgos. Confirmó que la causa de la muerte había sido la asfixia y añadió que la víctima había recibido al menos seis golpes en la cabeza. Quizás estuviera inconsciente en el momento de ser estrangulada. Había mantenido relaciones sexuales hacía poco. Era probable que hubiese tomado una cena completa un par de horas antes de producirse el deceso. Presumiblemente, se trataba de comida mexicana, pues en el estómago se hallaron frijoles, y restos de carne y queso parcialmente digeridos.
Hallinen anotó la información y llamó a la Oficina del Sheriff. Expuso el caso al teniente de guardia y pidió dos hombres para que se ocuparan de investigar en bares y restaurantes de la zona de El Monte-Rosemead-Temple City. El teniente contestó que ya había enviado a Bill Vickers y a Frank Godfrey. Hallinen dijo que debían considerar tres cosas:
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