Donald Westlake - Un Diamante Al Rojo Vivo

Здесь есть возможность читать онлайн «Donald Westlake - Un Diamante Al Rojo Vivo» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Un Diamante Al Rojo Vivo: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Un Diamante Al Rojo Vivo»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

John Dortmunder y su banda son contratados por un embajador africano para robar un famoso diamante, conocido como Balabomo, que cobija celosamente otro país africano. Dortmunder es extremadamente hábil y minucioso, pero lamentablemente desafortunado. Siempre fracasa. Con la suerte de espaldas, se ve condenado a planificar el golpe una y otra vez con una inercia y tenacidad casi religiosas. «La vida es un equívoco constante» parece decir el escurridizo diamante a la banda de Dortmunder. Ellos, impasibles, le intentarán dar caza por tierra, mar y aire. Un diamante al rojo vivo es una de las obras maestras del extraordinario Donald Westlake. Sin lugar a dudas, su novela más hilarante e ingeniosa. Una brillante comedia repleta de equívocos y llena de personajes inolvidables, con la que John Dortmunder, ladrón y gafe profesional, se presenta en sociedad. Todo un mito de la novela negra.

Un Diamante Al Rojo Vivo — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Un Diamante Al Rojo Vivo», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– Dice que tienes la botella -dijo a Dortmunder.

– Siéntate -respondió Dortmunder-. Todos os conocéis, ¿no?

Sí. Todos dijeron hola, y Kelp se echó whisky en su vaso. Murch tomó un sorbo de cerveza.

Se abrió la puerta y Rollo asomó la cabeza.

– Afuera hay un tipo que ha pedido un Dewar's con agua y me ha preguntado por usted -le dijo a Dortmunder-, pero en realidad no sé si…

Dortmunder preguntó:

– ¿Por qué no?

– No me parece que esté sobrio.

Dortmunder hizo una mueca.

– Pregúntale si se llama Greenwood, y si es él, hazlo pasar.

– Está bien. -Rollo miró la cerveza de Murch e interrogó-: ¿Está todo bien?

– Perfecto -contestó Murch. Su vaso aún contenía un cuarto, pero la cerveza ya no tenía espuma-. A menos que quiera traerme un poco de sal.

Rollo le dirigió una mirada a Dortmunder.

– Ahora mismo -dijo, y salió.

Un poco después entró Greenwood con la bebida en la mano y un salero en la otra.

– El camarero me ha dicho que el que estaba tomando cerveza quería esto -dijo. Parecía achispado, pero no borracho.

– Es para mí -dijo Murch.

Murch y Greenwood fueron presentados; después Greenwood se sentó y Murch echó un poco de sal en la cerveza, que recobró algo de espuma. La bebió a sorbos.

Dortmunder dijo:

– Bueno, ya estamos todos -miró a Kelp-. ¿Quieres contar tú el asunto?

– No -contestó Kelp-. Hazlo tú.

– Muy bien -dijo Dortmunder. Les contó el plan y agregó-: ¿Alguna pregunta?

Murch inquirió:

– ¿Cobramos ciento cincuenta por semana hasta que hagamos el trabajo?

– Así es.

– Entonces, ¿para qué hacerlo?

– Tres o cuatro semanas es todo lo que conseguiremos del mayor Iko -dijo Dortmunder-. Tal vez seiscientos por cabeza. Prefiero tener los treinta mil.

Chefwick preguntó:

– ¿Quiere sacar el diamante del Coliseo o prefiere esperar a que esté en camino?

– Eso lo hemos de decidir nosotros -respondió Dortmunder-, Kelp y yo estuvimos allí el otro día y parece muy bien custodiado, pero podría ser que reforzaran aún más la vigilancia durante la gira. ¿Por qué no vais mañana a ver qué os parece?

Chefwick asintió.

– Perfecto -dijo.

– Una vez que consigamos el diamante, ¿por qué devolvérselo al mayor? -preguntó Greenwood.

– Es el único comprador -respondió Dortmunder-. Kelp y yo hemos considerado todas las posibilidades que hay.

– Por esa razón somos flexibles en nuestras opiniones -dijo Greenwood.

Dortmunder paseó la mirada por los demás.

– ¿Más preguntas? ¿No? ¿Ninguno abandona? ¿No? Bien. Mañana vais al Coliseo y le echáis un vistazo a la pieza. Nos volveremos a encontrar mañana aquí, a la misma hora. Para entonces ya habré recibido del mayor el pago de la primera semana de gastos.

– ¿Podemos vernos más temprano mañana? Venir a las diez me estropea la noche -dijo Greenwood.

– No muy temprano -apuntó Murch-. No quiero que me pille la hora punta del tránsito.

– Bueno, ¿qué os parece a las ocho? -preguntó Dortmunder.

– Bien -contestó Greenwood.

– Bien -contestó Murch.

– A mí también me parece bien -contestó Chefwick.

– De acuerdo, pues -dijo Dortmunder. Echó su silla hacia atrás y se puso de pie-. Nos vemos mañana aquí a las ocho.

Todo el mundo se levantó. Murch terminó su cerveza, se relamió los labios y exclamó:

– ¡Aaaahhh! -Luego preguntó-: ¿Alguien quiere que le lleve a algún lado?

10

Era la una menos diez de la madrugada y, al otro lado del parque, la Quinta Avenida estaba desierta. Algún que otro taxi fuera de servicio iba hacia el sur. Pero eso era todo. Una llovizna primaveral caía del cielo negro, y el parque, desde el otro lado de la carretera, parecía una jungla remota.

Kelp dobló la esquina y se dirigió a la calle de la embajada. Se había apeado del taxi en la avenida Madison, pero la lluvia que se le colaba por el cuello del abrigo estaba empezando a hacerle pensar que había sido demasiado cauto. Hubiera debido decirle al taxista que lo dejara a la puerta de la embajada y a la mierda con los tapujos. Se había preocupado innecesariamente por pasar inadvertido, en una noche como ésta.

Subió al trote los peldaños de la embajada y llamó al timbre. Podía ver las luces detrás de las ventanas del primer piso, pero pasó un buen rato antes de que alguien acudiera a abrir la puerta. Por fin apareció un negro silencioso, quien, con un dedo largo y delgado, le hizo señas para que entrara, cerró la puerta tras él y lo acompañó a través de varias ostentosas salas antes de dejarlo solo en una sala llena de estanterías con libros en las paredes y con una mesa de billar en el centro.

Kelp esperó tres minutos, quieto, sin hacer nada, y al fin decidió mandarlo todo al diablo. Apretó el mecanismo de debajo de la mesa, extrajo con cierto esfuerzo las bolas, eligió un taco y empezó a jugar consigo mismo.

Estaba a punto de meter la bola número ocho cuando se abrió la puerta y entró el mayor Iko.

– Ha llegado más tarde de lo que esperaba -dijo.

– No pude conseguir taxi -respondió Kelp. Apoyó el taco, se palpó varios bolsillos y se acercó al mayor con una arrugada hoja de papel amarillo. Éstas son las cosas que necesitamos -dijo tendiéndole al mayor la hoja de papel-. ¿Quiere avisarme cuando lo tenga todo listo?

– Espere un momento -dijo el mayor-. Déjeme echarle un vistazo.

– Tómese el tiempo qué quiera -respondió Kelp.

Se volvió hacia la mesa, tomó el taco y metió la octava bola. Después dio media vuelta alrededor de la mesa e introdujo la nueve y (con una carambola) la trece. La diez ya estaba metida, así que intentó meter la once, pero rozó la quince, que quedó en una mala posición. Se agachó, cerró un ojo y empezó a estudiar los diversos puntos de vista.

– En cuanto a estos uniformes -dijo el mayor-. Aquí dice cuatro uniformes, pero no dice de qué clase.

– Ah, sí, me olvidé -Kelp sacó unas fotos Polaroid de otro bolsillo. Mostraban a los guardias del Coliseo desde varios ángulos-. Aquí tengo algunas fotos -dijo entregándoselas-. Así verá cómo tienen que ser.

El mayor cogió las fotos.

– Vale. ¿Y qué son estos números del papel?

– Las medidas de los trajes de cada uno.

– Claro. Tendría que haberme dado cuenta.

El mayor metió la lista y las fotos en el bolsillo y sonrió a Kelp.

– Así que en realidad hay otros tres hombres.

– Ciertamente -afirmó Kelp-. No íbamos a hacerlo nosotros dos solos.

– Comprendo. Dortmunder se olvidó de darme los nombres de los otros tres.

Kelp sacudió la cabeza.

– No. Me dijo que usted trató de sonsacárselos, y que quizá trataría de hacerlo también conmigo.

El mayor, súbitamente irritado, dijo:

– Maldita sea, tengo que saber a quién contrato. Esto es absurdo.

– No, no lo es -respondió Kelp-. Usted nos contrató a Dortmunder y a mí. Dortmunder y yo contratamos a los otros tres.

– Pero necesito comprobar también quiénes son.

– Usted ya ha hablado con Dortmunder de ello -dijo Kelp-. Y conoce su posición.

– Sí, ya sé -respondió el mayor.

De todos modos, Kelp le dijo:

– Si empieza a estudiar expedientes de todo el mundo, si hace demasiadas averiguaciones llamará la atención y puede que se descubra todo el asunto.

El mayor sacudió la cabeza:

– Esto va contra mi experiencia, contra todo lo que sé. ¿Qué tratos pueden hacerse con un hombre de quien no se tiene un expediente? Eso nunca se hace.

Kelp se encogió de hombros.

– No lo sé. Dortmunder dice que tiene que darme el dinero de la semana.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Un Diamante Al Rojo Vivo»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Un Diamante Al Rojo Vivo» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Donald Westlake - The Hot Rock
Donald Westlake
Donald Westlake - Two Much!
Donald Westlake
Donald Westlake - Kahawa
Donald Westlake
Donald Westlake - La Luna De Los Asesinos
Donald Westlake
Donald Westlake - Bank Shot
Donald Westlake
Donald Westlake - Get Real
Donald Westlake
Donald Westlake - Thieves' Dozen
Donald Westlake
Donald Westlake - Bad News
Donald Westlake
Donald Westlake - What's So Funny?
Donald Westlake
Donald Westlake - Why Me?
Donald Westlake
Отзывы о книге «Un Diamante Al Rojo Vivo»

Обсуждение, отзывы о книге «Un Diamante Al Rojo Vivo» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x