Kelley Armstrong - Jauría

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Elena Michaels es una chica del siglo XXI: segura de sí misma, aguda e inteligente, dispuesta para la lucha. Y como toda mujer, también tiene sus secretos. Nada fuera de lo común, excepto que ella es realmente extraordinaria. De hecho, podría ser la más asombrosa de las mujeres. Porque Elena es la única mujer lobo en el mundo…
Diez años atrás, y contra su voluntad, su novio la transformó en loba. Algunos días Elena siente su doble naturaleza como un regalo del cielo, otros como una maldición. Hace un año decidió abandonar la protección de la Jauría, su familia lobo, y vivir como humana. Pero ahora, la Jauría está bajo la presión de una banda de hombres lobo que no demuestran ningún respeto por las viejas y buenas costumbres con sus salvajes asesinatos de personas inocentes. Elena deberá usar todos sus poderes para atrapar y destruir a los renegados antes de que ellos la destruyan. ¿Perderá definitivamente su lado humano? Es tiempo de decidir de qué lado pondrá su lealtad.
Jauría es un apasionante thriller que tiene una vuelta de tuerca sobrenatural tan peligrosamente excitante y seductora como su heroína.

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No estaba sola en el estudio. Nick estaba allí, dormitando en el sofá. Cada tanto abría los ojos y decía algo. Hablábamos unos minutos, entonces la conversación se acercaba peligrosamente al tema de Clay y nos quedábamos en silencio. Cuando el reloj dio la medianoche, Nick volvió a despertarse. Inclinó la cabeza hacia atrás por sobre el apoyabrazos del sofá y miró la ventana.

– viene luna llena -dijo- ¿dos, tres días?

– Dos.

– Necesitaré correr. ¿Y ti'?

Logré sonreír.

– Sabes perfectamente bien que no necesito correr, porque hice más que lo necesario en materia de carreras hace tres días. Lo que quieres saber es si correré contigo y te salvaré de la horrorosa idea de tener que correr solo.

– No sé cómo lo hiciste en Toronto todos esos meses -dijo con un temblor-. Yo tuve que hacerlo un par de veces en el invierno. TTonio se fue por asuntos de negocios y Logan estaba ocupado con un caso y Clay… como sea tuve que Cambiar solo.

– Pobre bebé.

– Fue horrible. Fue como salir al bosque, desvestirme, Cambiar, quedarme ahí parado el tiempo suficiente, volver a Cambiar, vestirme, volver adentro. Ni siquiera me molesté en corren Era tan divertido como cagar.

– linda analogía.

– Lo digo en serio. Vamos Elena Reconócelo. Es así si estás solo. Como se dice… una función corporal. Me acuerdo de cuando yo era chico, antes de mi primer Cambio, y Clay solía…

Se detuvo. Esta vez no retomó la conversación. Hubo silencio y me volví hacia el fuego, atizándolo y observando caer las chispas en cascada. Se abrió la puerta. Escuché entrar a Jeremy, pero no me di vuelta. Un momento más tarde sonaron los resortes del sofá cuando Nick se levantó. Atravesó el cuarto y cerró la puerta. Jeremy vino por detrás. Su mano tocó mi nuca, vaciló, luego acarició mi pelo.

-Sé lo difícil que es para ti, Elena. Se lo asustada que estás, lo asustada que estás de perderlo.

– No es eso. Por supuesto que tengo miedo de perderlo. Pero si crees que se debe a que de pronto he comprendido cuánto lo amo y que cuando y en el caso de que lo recuperemos, volveré a casa y todo estará bien, entonces estás equivocado. Lo siento. Sé que eso es lo que quieres, que sería más fácil para ti y para todos los demás, pero no va a suceder. Sí, me preocupo por él. Mucho. Y sí, quiero que vuelva. Quiero que vuelva por ti y por Nick y por la Jauría. Estoy trastornada porque me considero responsable.

Jeremy no respondió.

Lo miré por sobre el hombro.

¿Así que tú también me consideras responsable?

– No, para nada. No contesté porque pensé que era mejor callarme respecto del resto. Si piensas que es ése el motivo por el que estás mal…

– Lo es.

Se quedó callado un momento, luego me tocó la espalda, con los dedos moviéndose hacia la pelota dura entremedio de mis hombros.

– Cualquiera que sea el motivo de tu preocupación, no te considero responsable de lo que pasó. Ya lo hemos hablado. Yo tenía que haberte mandado a otra parte. Creí que estaba actuando con inteligencia, pero ni siquiera me di cuenta de que pasaba algo hasta que traté de contactarme con Clay esa noche.

– ¿Lo has hecho desde entonces? -pregunté, enderezándome y girando para mirarlo a la cara-. ¿Has contactado a Clay desde que lo capturaron? ¿Lo intentaste verdad? ¿Qué dijo? ¿Esta…?

Jeremy puso sus dedos sobre mis labios.

– Si, lo he intentado. Una y otra vez. Pero no puedo llegar a él. Son las drogas.

Había otro motivo posible para que Jeremy no pudiera contactarse con Clay, pero no me atreví a mencionarlo. Jeremy pareció leerlo en mi rostro y sacudió la cabeza.

– No pienses oso. Está bien. Viste las fotos de hoy. Puedes leer la fecha del diario. No se ve muy bien, pero está vivo.

Sonaba cansado. La Jauría estaba sitiada y los callejeros tiraban abajo las defensas tan rápido como Jeremy lograba levantarlas. Eso estaba desgastándolo. Yo deseaba no haberlo advertido. Deseaba poder creer, igual que Antonio y Nick, que el Alfa de la Jauría era indestructible. Así se educa a los licántropos de la Jauría, con la convicción de que, pase lo que pase, su Alfa los protegerá. Eso era un error. Totalmente erróneo. Funcionaba bien en circunstancias normales, cuando la Jauría no enfrentaba más que a un callejero por vez y la tarea del Alfa se concentraba en resolver disputas internas y presentar un frente unido contra los callejeros. Pero enfrentado a problemas de estas dimensiones, el Alfa necesitaba ayuda, no sólo para combatir la amenaza, sino para decidir cómo combatirla. Tal colaboración era impensable. Jeremy podía probar sus ideas con Antonio, pero no pensaría en pedirle consejo, ni ningún miembro de la Jauría soñaría en ofrecérselo. Yo sí. Quería decirle a Jeremy lo que pensaba y tratar de ayudarlo, pero sabía que no podía. Si él se sentía desbordado ahora, que yo anduviera adivinando sus planes empeoraría las cosas. Al igual que Antonio y Nick, Jeremy tenía la misma concepción equivocada del liderazgo. La responsabilidad de salvar a la Jauría descansaba sobre sus hombros. La única manera en que yo podía ayudarlo era elaborando mis estrategias sola.

DESPERTAR

A la mañana siguiente, Jeremy y Antonio se fueron otra vez. Yo volví al trabajo. O, al menos, me preparé para volver al trabajo. Llamé al hospital para saber acerca de Philip, luego me senté frente al escritorio en el estudio, encendí la laptop de Clay y me quedé allí, mirando del teléfono a la laptop y viceversa. Eran mis únicas herramientas para encontrar a Clay y no tenía idea de qué hacer ahora con ninguna de las dos. De modo que saqué un anotador y empecé a hacer una síntesis de lo que sabía, esperando que se me ocurriera así otra vía de exploración.

Quedaban dos callejeros con experiencia, la mitad del número original. Eso era tranquilizador, hasta que recordé que habíamos eliminado a los dos callejeros menos importantes y dejado vivos a los más peligrosos. No era tan bueno. También teníamos a dos callejeros nuevos. A Le Blanc lo conocía bien y entendía cómo funcionaba. Volví a sentir cierta complacencia momentánea antes de recordar que ni siquiera habla visto al protegido de Cain, Victor Olson. Así que quedaba el siguiente paso: averiguar más acerca de Olson. Por supuesto que decidir lo que iba a hacer no era lo mismo que determinar cómo hacerlo. De las dos herramientas que tenía disponibles, Internet parecía la mejor, porque con el teléfono ni siquiera sabía por dónde empezar.

Cain había dicho que el nombre de su protegido era Victor Olson y que lo habla sacado de una cárcel de Arizona, donde estaba preso por crímenes sexuales. Dado que Daniel había encontrado a Olson, sus crímenes debían haber sido lo suficientemente importantes como para aparecer en los medios. Sólo esperaba que Victor Olson fuese su nombre real. Lo era. Una simple búsquda con el nombre y la ciudad obtuvo siete correspondencias completas. Tres se referían a Victor “Perro Loco» Olson, lo que sonaba prometedor, hasta que hice clic en el primer sitio y me encontré con una publicidad de un ahogado de juicios por daños. El cuarto se refería a un prócer de la ciudad, muerto hace muchos años, de nombre Victor Olson. Con los últimos tres tuve suerte. Victor Olson había escapado de la cárcel hacía cuatro meses, interrumpiendo así su condena a cadena perpetua por violar y matar a una nena de diez años. Volví a leer varias veces la edad de su víctima. Cain dijo que estuvo en la cárcel por “joder con un par de chicas”. Su-puse que con lo de «chicas» quería decir mujeres. Obviamente no era así. Conteniendo el asco, leí todo el artículo. Olson era un asesino de niñas de toda la vida que había sido denunciado varias veces por actos indecentes, pero los cargos siempre habían sido rechazados porque el juez consideraba que los testimonios de las víctimas “no eran confiables”. Con la última víctima, el juez tuvo que admitir que el testimonio que aportaba su cadáver era razonablemente confiable. Pasé al artículo en el segundo sitio y descubrí por qué Daniel había escogido a Olson. Era de los que acechan a su presa. Escogía a sus víctimas cuidadosamente y las seguía durante semanas antes de actuar. Un detective dijo que nunca habla visto a nadie tan bueno para la "caza”, ése era su comentario.

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