James Chase - Cambio de escena
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– No … se equivoca de numero -le dije y colgue.
Me volvi y vi que Fel corria a buscar su arma.
– ?Numero equivocado? -dijo, mirandome de reojo.
– Si.
Nos miramos a los ojos.
– ?Estas tratando de enganarme, maldito?
– ?Oh, callate ya! -Camine hasta la caja con el corazon palpitante.
Cuando comenzaba a girar la perilla, sono el timbre de la puerta. Me volvi y vi a Fel inmovil, observando el vestibulo a traves de la puerta abierta de la sala.
– ?Abran! -grito una voz-. ?Policia!
Fel levanto el arma y me apunto.
– ?Hijo de puta!
– ?Rapido! A la terraza… Yo los detendre. -Pase a su lado, temblando… ?Dispararia?
Volvio a sonar el timbre. Yo estaba fuera, en la terraza. Fel me siguio.
– Puedes bajar por aqui… ?Rapido! ?Llevate mi coche! Yo me quedare a entretenerlos.
Temblando, Fel se asomo y miro al balcon de abajo. Me puse detras de el, enganche los dedos en los dobladillos de su pantalon y lo empuje.
Dio un alarido de terror y solto el arma, luego cayo al vacio, justo cuando oi que tiraban la puerta abajo.
«Habia sido tan facil, tan facil», pense mientras me dirigia por la autopista a Luceville.
Habia dado un gran paso adelante. Ahora era el turno de Rhea.
El sargento Hess habia venido a verme al apartamento y me habia interrogado, pero por sus modales y la forma en que me trato, parecia pensar que tenia suerte de seguir con vida. Le dije que en cuanto entre en el apartamento me di cuenta de que dentro habia alguien y que, antes de que pudiera salir, aparecio Morgan con un revolver en la mano. Me amenazo con matarme si hacia sonar la alarma. Le explique como habia empezado a beber, volviendose locuaz… como me habia contado que habia estado viviendo en un pantano y que se encontraba famelico. Me habia pedido comida y yo se la habia hecho traer del restaurante. Despues de comer, me exigio dinero. Pense que aquella era mi oportunidad. Sabia que la caja de Sydney estaba conectada con la comisaria. Cuando llego la policia, Morgan se aterrorizo. Salio a la terraza e intento descolgarse al balcon del piso inferior. Trate de detenerlo. Me habia disparado, perdido el equilibrio y caido.
Todo esto se lo explique a Hess cuando fue a visitarme al apartamento.
Habia indicios de que Morgan habia pasado alli la noche y sus sucias huellas aparecian por todas partes.
– Bueno, ya sabemos que el y su hermana son los que buscamos -repuso Hess-. Ahora, tenemos que encontrarla a ella.
«Pero no antes que yo», me dije. Le conte tambien como Rhea habia traicionado a su hermano y huido con el collar.
Aquel era el momento de confundir la caceria y lo hice.
– Morgan me dijo que planeaban ir a Cayo Oeste porque alli tenian un amigo que podia llevarlos a Cuba. Estaba convencido de que Rhea se dirigia hacia alli cuando lo abandono.
Hess hizo una mueca.
– Cuba… Si ha ido alli la hemos perdido.
Los diarios comentaron largamente la muerte de Fel. Estaba seguro de que Rhea iba a leerlo, aunque no podia saber que Fel me habia contado lo de Spooky Jinx. Quiza no estuviera con el, pero tenia que probarlo de todos modos. Debia silenciarla. No habria futuro para mi a menos que ella estuviera muerta.
Aguarde hasta que termino el interrogatorio sobre la muerte de Fel y luego le dije a Hess que iba a ir a San Francisco a distraerme un poco. Me pidio que me mantuviera en contacto con el. Yo seria el testigo principal en caso de que engancharan a Rhea, pero su expresion me indico que tenia pocas esperanzas de encontrarla.
Antes de abandonar Paradise City en direccion a Luceville, llame a Claude, el sirviente de Sydney. Le pregunte si querria trabajar para mi ya que me mudaba al apartamento.
– Aprecio su ofrecimiento, senor Larry -me respondio- pero jamas podria trabajar para otro caballero despues de haberlo hecho para el senor Sydney. Pero si le sirve de algo intentare encontrar una persona adecuada para usted.
– No se moleste -le dije, y colgue.
Ser despreciado por un marica viejo y gordo me deprimio. Le hubiera pagado lo mismo que Sydney… ?Quien diablos se creia que era?
Pero despues de pensar un rato en ello, entendi su posicion. ?Por que iba a querer seguir trabajando? ?Acaso Sydney no le habia dejado una buena suma? Sin embargo, sabia que aquella no era la verdadera razon. Sabia que Claude me despreciaba por mudarme a la casa de Sydney… y yo comenzaba a despreciarme a mi mismo.
Tres dias despues del interrogatorio de Fel, subi al Buick y me dirigi a Luceville.
El dia anterior, habia ido a Miami a comprarme una vestimenta de hippy: una camisa floreada, un par de vaqueros y unas zapatillas negras. Despues, fui a una tienda de empeno y compre una 38 automatica especial con una caja de balas. Tambien compre una peluca, un cinturon ancho con una calavera como hebilla y una navaja de muelle.
De regreso a mi apartamento, prepare una solucion de tierra, aceite y agua con la tierra de las macetas de mi terraza y ensucie la camisa y los pantalones.
A unos treinta kilometros de Luceville, me detuve en un pequeno pueblo y aparque el Buick, luego, con el disfraz en una maleta, compre un destartalado Chevvy en una tienda de coches usados.
Me puse la ropa de hippy y la peluca en una playa solitaria. Hacia tres dias que no me afeitaba y, al verme en el espejo retrovisor del automovil, pense que ni Jenny me reconoceria aunque pasara por delante de ella.
Estaba dispuesto.
Me sente detras del volante y parti.
No sentia remordimientos por Fel Morgan. Estaba seguro de que me habria chantajeado durante el resto de mi vida. Tampoco me inquieta lo que planeaba hacer con Rhea si la encontraba… era mi vida o la suya.
Sin embargo, sabia que no iba a ser facil. Tal vez no estuviera con Spooky, aunque sospechaba lo contrario, y aunque estuviera tenia que atraparla y luego, matarla.
Atrapar y matar a Rhea seria tan dificil como atrapar y matar a un gato salvaje.
Pero tenia que hacerlo.
CAPITULO DIEZ
Llegue a Luceville cuando el reloj del Ayuntamiento daba las seis. Debido a la contaminacion y al polvo de cemento, conducia igual que los demas, con las luces de posicion encendidas. Senti nuevamente el polvo pegado en el cuello y me asalto una especie de nostalgia.
Para llegar a la casa de Spooky y sobre Lexington tenia que atravesar el centro de la ciudad y me quede colapsado en el trafico, entre el transito de la gente que regresaba a su casa.
Cuando pase por la calle donde Jenny tenia su despacho me pregunte si estaria en el sexto piso, con el cabello desordenado y sus formularios amarillos. Pero no era el momento de pensar en Jenny. Pensaria en ella cuando tuviera la seguridad de estar a salvo. Hasta entonces, ella debia ser solo como algo que uno desea con todas sus fuerzas pero no puede tener.
Deje el Chevvy en un aparcamiento cercano a Lexington. Cogi la bolsa, donde guardaba una camisa para cambiarme, mi maquina de afeitar y la 38 automatica y anduve por el barrio hasta llegar a la calle Lexington.
Habia oscurecido ya y las luces de la calle estaban encendidas. Exceptuando unos cuantos borrachos y unos muchachos de color jugando a la pelota, Lexington se encontraba desierta a aquellas horas.
Enfrente estaba el numero 245: el cuarto de Spooky quedaba en una ruinosa casa de alquiler de cuatro pisos. Dos chiquillos blancos con la nariz llena de mocos se sentaban en la escalera de la entrada. Con los punos apretados entre las rodillas y los hombros echados hacia delante, observaban la basura tirada en el suelo, que incluia un gato muerto. Sobre la puerta destartalada un cartel decia:
Me parecio demasiado bueno para ser verdad. Hice una pausa para mirar al otro lado de la calle, al numero 245, luego empece a subir la escalera, esquivando a los dos chicos, que me miraron con aire de desconfianza. Entre en el vestibulo que olia a orina, a transpiracion rancia y a gatos.
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