James Chase - Cambio de escena

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Cambio de escena: краткое содержание, описание и аннотация

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CAPITULO TRES

A la manana siguiente, de camino a la oficina, pase por una ferreteria y compre una piqueta. La lleve al despacho y la coloque junto al escritorio, fuera del alcance de la vista, pero a mano para poder cogerla con un movimiento rapido. Pense que la necesitaria.

Jenny llego a las diez, con los formularios amarillos de siempre en la mano y el gastado vestido gris. Me resultaba dificil reconocer en ella a la mujer con quien habia cenado la noche anterior.

Me agradecio la cena una vez mas y me pregunto si habia dormido bien, a lo que respondi que si: una mentira, claro, ya que casi no habia podido pegar ojo. Miro de reojo lo que estaba haciendo y por la expresion de su rostro observe que se sorprendia al ver que todavia iba por la letra C. No podia saber que Spooky habia arruinado todo mi trabajo y yo no pensaba decirselo. Despues, se fue.

Empece a escribir a maquina y a esperar, con los oidos bien alerta.

Alrededor de las once, aparecio Spooky con siete de sus amigos y, a pesar de que estaba alerta y le esperaba, me cogio por sorpresa.

Si no hubiera sido un sadico, me habria dejado frio alli mismo. Tal vez se sentia muy seguro con sus musculosos amigotes a su lado.

Permanecio de pie detras de mi escritorio observandome con maligno placer: tenia los ojos encendidos por el odio.

Lentamente, comenzo a desabrocharse el cinturon.

– Esto, Rata, es tu recompensa…

Pero para entonces ya habia superado la sorpresa y reaccione.

Si hubiese entrado con el cinturon en la mano habria podido golpearme, pero queria ver mi humillacion.

Me puse en pie de un salto, patee la silla hacia un costado, tome la piqueta y le golpee, todo en un solo movimiento. Mi ferocidad igualaba a la suya.

La piqueta lo alcanzo en un costado de la cara. Le saltaron dos dientes que cayeron sobre mi escritorio. Empezo a sangrar por la nariz. El maxilar inferior quedo desencajado. Cayo, desparramando su oloroso cuerpo en el suelo.

Ni siquiera me detuve a mirarlo. Sali de detras del escritorio como un toro embravecido, con la piqueta en la mano.

Sus siete amigos salieron corriendo al pasillo. Yo pegaba a diestra y siniestra. Estaba cegado por la rabia. Huyeron precipitadamente, cayendo unos sobre otros por la escalera. Los persegui hasta el segundo tramo golpeandoles en la espalda.

Luego, me detuve y me quede mirando como huian, como las ratas que eran.

Algunos rostros se asomaron. La gente me miraba mientras volvia a subir la escalera hacia la oficina.

Odiaba tener que tocarle, pero le queria fuera de alli. Le agarre por el pelo sucio y grasiento y le arrastre por el pasillo hasta la escalera. Alli le patee y cayo rodando hasta la planta baja. Quedo tirado, sangrando, tan dolorido como cualquier persona.

Regrese a la oficina, guarde la piqueta en el armario y llame a la policia.

Pregunte por el sargento de guardia.

– Habla Carr… ?Me recuerda? El de los mil quinientos dolares.

Oi su pesada respiracion mientras escuchaba mis palabras.

– ?Y ahora que le pasa? -me pregunto, por fin.

– Vino a verme Spooky -dije-. Queria deformarme la cara con un cinturon de clavos. He tenido que ser un poco rudo con el. Le sugiero que envie una ambulancia… Parece necesitarla con urgencia. -Y corte la comunicacion.

Durante unos momentos, me quede inmovil, recuperandome. Me mire las manos. Me temblaban. Me sentia completamente relajado, como despues de un buen partido de golf, y eso me sorprendia. Aquella violenta situacion no habia durado mas de dos minutos. Habia hecho algo que tres semanas antes, incluso menos, habria considerado imposible. Y, ahora, ya terminado, no me sentia conmocionado. Lo unico que deseaba era un cigarrillo y encendi uno. Despues, como sabia que Jenny apareceria mas o menos en una hora, saque unos trapos y me puse a limpiar la sangre de Spooky. Cuando me disponia a tirar los trapos ensangrentados, oi la sirena de una ambulancia.

No me moleste en salir al pasillo. Me sente tras mi maquina de escribir y segui trabajando.

Al cabo de un rato, aparecieron dos policias.

– ?Que esta pasando por aqui? ?De que trata todo esto?

Ambos sonreian y parecian contentos.

– Spooky vino a verme, se violento y, entonces, yo tambien me violente -les explique.

– Si… lo hemos visto. Venga con nosotros, amigo, el sargento quiere hablar con usted.

Mientras me llevaban hasta el destacamento, me informaron sobre los ultimos resultados de los partidos que habia anunciado la radio. Para ser policias, eran mas que amistosos.

Me acerque al sargento, que estaba jugando con su lapiz, aunque esta vez no parecia concentrado en la tarea.

Me miro de reojo con sus ojos de porcino, aspiro, se rasco la axila derecha y luego dijo:

– Bueno, largue todo, ?que ha pasado?

– Se lo dije por telefono, sargento -respondi-. Spooky vino a verme con siete de sus amigos. Me amenazo; yo lo eche y espante a sus amigos. Eso es todo.

El sargento me estudio, se echo la gorra hacia atras y resoplo.

– Acabo de recibir el informe medico -dijo-. Ese punk tiene la mandibula rota, la nariz quebrada, le faltan ocho dientes y tiene suerte de estar con vida. -Me miro-. ?Con que le pego, con un ladrillo?

– En su huida, rodo por las escaleras.

El sargento asintio.

– Conque tropezo solo, ?eh?

– Mas o menos.

Una larga pausa, luego dije:

– ?Ha visto usted su cinturon? Tiene clavos muy afilados. Queria destrozarme la cara con eso.

Volvio a asentir y siguio observandome.

– ?Hay que llorar por el, sargento? -continue-. Si cree que si, podria enviarle flores… claro, si usted lo cree necesario.

Empezo a jugar otra vez con el lapiz.

– Podria presentar una queja… por agresion. Tendriamos que investigar.

– ?Que le parece si esperamos a que la presente?

Me estudio con sus ojos porcinos y dejo de juguetear con el lapiz.

– Si… es una buena idea. -Miro detras de mi y estudio la sala vacia. Por alguna razon, no habia nadie con problemas y estabamos solos. Se inclino hacia delante y me dijo con voz ronca-: Cada oficial de esta ciudad ha deseado hacerle a ese hijo de puta lo que le ha hecho usted. -En su enorme cara se dibujo una amistosa sonrisa-. Pero tenga cuidado, senor Carr… Spooky es como el elefante: no olvida.

– Tengo que irme a trabajar -le dije, sin cambiar de expresion, aunque en mi interior sentia una ola de triunfo-. ?Puedo regresar?

– Claro. -Se echo hacia atras con mirada pensativa-. Un taxista informo de haber visto incendiarse una moto anoche… la moto de Spooky. ?Por casualidad, usted no sabe nada?

– ?Deberia?

El asintio.

– Es la respuesta correcta, senor Carr, pero no se escude en ella. Debemos mantener la ley y el orden en esta ciudad.

– Cuando tenga un minuto, sargento, debe mencionarselo a Spooky.

Cruzamos la mirada y me fui.

Cuando volvi a la oficina, encontre a Jenny. Evidentemente se habia enterado de todo. Era algo que no podia ocultar. Estaba palida y temblorosa.

– ?Podrias haberle matado! -exclamo-. ?Que le hiciste?

– Se violento… me violente. -Di la vuelta al escritorio y me sente-. El se lo busco. Fui a la policia. Estan mas que contentos, asi que olvidemos a Spooky.

– ?No! -Nunca hubiese esperado ver furia en sus ojos-. ?Te crees un heroe, no es cierto? Pero no lo eres. ?Se que destruiste su moto! ?Le rompiste la boca y la nariz! ?Eres tan brutal y maligno como el! ?No puedo tenerte aqui! ?Estas arruinando todo mi trabajo! Quiero que te vayas.

La mire, perplejo.

– Ahora vas a decirme que iras al hospital a cogerle la mano.

– No hay necesidad de hacer comentarios baratos. Quiero que te vayas.

Empezaba a enojarme, pero trate de controlarme.

– Mira, Jenny, debes enfrentarte a los hechos. A los tipos como Spooky hay que tratarlos como a los animales que son -dije-. Imagina que me hubiera quedado sentado y dejara que me destrozase la cara con su cinturon. ?Eso me habria puesto de tu lado?

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