Inesperadamente Efim Arkadevich se inclinó hacia Valentina Ippolitovna y le susurró:
– Sólo en la FSB queda gente inteligente. Ellos dirigen el país. Si a ellos antes se le ocurrían “prohibiciones” para la prensa, ahora apoyan la apariencia de la pluralidad de partidos y permiten la publicación de artículos críticos para que los trabajadores piensen que viven en un país libre. Eso es lo que comemos y usted dice: Ciencia! Dónde está? Aquí todo el mundo se olvidó de ella. La ciencia se fue a occidente! – Zdanovsky se sentó pesadamente y con rabia movió la cabeza. – Lástima que no me fui a tiempo. Estaría dando clases en una tranquila universidad norteamericana. Y por las noches me sentaría frente a la chimenea con una taza de té, razonando profundamente acerca de las ventajas del sistema fiscal de los republicanos contra el de los demócratas. O lo contrario, dependiendo de quién estaría en el poder en ese momento. Y cada ocho años cambiarían de lugar. Democracia! —
– No son todos. Danin es un matemático de Dios. —
– Y que hizo él? Todos sus trabajos son en coautoría. Es un advenedizo! Cuando vino a nosotros, robó mi idea, pregonó acerca de ella y Basilievich adornó un articulito. Varios años trabajé en el tema y se robó mis resultados! —
– Konstantín no pudo haber actuado así. Él tiene sus ideas, y son más que suficientes. —
– Claro. Apenas cambió para la imagen, para que yo no le pusiera la mano encima. —
Zdanovsky calló. De nuevo sufriendo por una viejo reconcomio. Pasó varios años tratando de resolver un problema complicado, lo cual hubiera sido un trampolín para su carrera científica. Pero el recién egresado de la universidad Danin, jugando, lo resolvió. De este golpe, Efim Arkadevich, como matemático, no se recuperó. En cualquier problema matemático que él se metiera, le parecía, que en la recta final algún juguetón le quitaría su victoria. Y el trabajo no caminaba. Entonces Efim Zdanovsky decidió que tenía el derecho moral de robar los resultados de su investigación al descuidado Danin. Tomó de su mesa papeles con cálculos, y aquel, parecía, que ni se daba cuenta.
Seis meses después Zdanovsky intervino con una exposición en un seminario. Ya estaba preparado para recibir las felicitaciones de sus colegas cuando se levantó Danin. Zdanovsky lo miró con una mirada helada e incisiva. Estaba preparado para resistir decisivamente cualquier acusación de plagio. Sin embargo Danin ni siquiera pensó en eso. El joven matemático informó que ese problema podía resolverse mucho más fácilmente. Y enseguida en el pizarrón delineo la solución efectiva. Los matemáticos se lanzaron a discutir el método nuevo. Todos olvidaron a Zdanovsky, y este debió abandonar el auditórium con la cabeza baja.
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Nota del traductor: Piter es la denominación usual de los rusos para San Petersburgo.
Pitágoras. (c. 570—500 AC) Matemático y filósofo de la Antigua Grecia. Nació y vivió en la isla de Samos. Después se trasladó a la ciudad de Crotona (Sur de Italia) donde fundó una escuela filosófico-científica.
Pierre de Fermat (17 de Agosto de 1601 – 12 de Enero de 1665) Matemático francés. Abogado de profesión. Es autor de una serie de trabajos excepcionales, pero la mayoría de ellos fueron publicados, por su hijo, después de su muerte. Mientras vivía, algunos resultados fueron conocidos por correspondencia epistolar o directamente comunicados a amigos.
Diofanto de Alejandría. Matemático de la Antigua Grecia, vivió en el siglo III. Escribió la “Aritmética” en 13 libros, de los cuales se conservan solo los 6 primeros.