Karin Fossum - El Ojo De Eva

Здесь есть возможность читать онлайн «Karin Fossum - El Ojo De Eva» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Детектив, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

El Ojo De Eva: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «El Ojo De Eva»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Eva es una joven pintora de escaso éxito, divorciada y madre de una niña pequeña. Un día se encuentra a Maja, una vieja amiga, que intenta convencerla para que se gane la vida como prostituta y poder saldar así sus deudas, cada día más acuciantes. Maja invita a Eva a su casa y la anima a ver por un resquicio de la puerta cómo se hace el trabajo. Pero de pronto el cliente y Maja se enzarzan en una pelea y Eva acaba con el cadáver de su amiga entre las manos.
El comisario Sejer, que se encarga del caso, esconde una mente sutil y experimentada tras un aspecto ordinario y gris. Al hacerse cargo de la investigación intuye que la joven artista, a quien ha tomado declaración como amiga de la víctima, sabe más de lo que dice. Poco a poco irá atando cabos, pues todas las respuestas a sus interrogantes están en la vida secreta de Eva Magnus.

El Ojo De Eva — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «El Ojo De Eva», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– Claro que no -sonrió Sejer-. Yo siempre me tomo un whisky antes de acostarme, llevo haciéndolo muchos años. Y pobre de la asistenta que, cuando llegue el momento, se niegue a ir a comprarme bebida. Pensaba que estaban precisamente para eso -dijo con aire inocente.

– ¿Un whisky?

– Sólo uno. Pero me lo sirvo bastante generoso.

– Bueno, realmente en un vaso caben cuatro tragos. Lo tengo bien calculado. ¿Ballantines?

– Famous Grouse. Ése que lleva una codorniz en la etiqueta.

– No lo conozco. Bueno, ¿por qué ha venido en realidad? ¿Tenía mi mujer algún secreto inconfesable?

– Seguro que no. Pero tengo que enseñarle algo.

Sejer metió la mano en su bolsillo interior y cogió la nota.

– Por ejemplo, ¿conoce usted esta letra?

Larsgård se acercó la hoja a los ojos, el papel revoloteaba entre sus temblorosos dedos.

– Noooo -dijo inseguro-, ¿debería conocerla?

– No lo sé. Tal vez. Hay muchas cosas que ignoro. Estoy investigando el asesinato de un hombre de treinta y ocho años, que fue encontrado flotando en el río. No se cayó pescando precisamente. La noche en que desapareció, hace de ello seis meses, dijo a su mujer que iba a enseñar el coche a un posible comprador. Es decir, a alguien que debía de tener cierto interés por ese coche. La víctima anotó el nombre y el número de teléfono de esa persona en un trozo de papel, con el que yo, casualmente, he topado. El apellido Liland y su teléfono, Larsgård. ¿Puede explicármelo?

El viejo negó con la cabeza; Sejer vio cómo fruncía la frente.

– No puedo darle ninguna explicación -contestó en un tono algo brusco-, porque no entiendo nada.

En ese momento se acordó de una llamada equivocada que había recibido tiempo atrás. Era algo sobre un coche. ¿Cuánto tiempo hacía? ¿Medio año, tal vez? Quizá debería mencionarlo, pero optó por callarse.

– ¿Tiene usted parientes por parte de su esposa con ese apellido?

– No, mi mujer era hija única. El apellido ha desaparecido del todo.

– Pero alguien lo ha utilizado. Probablemente una mujer.

– ¿Una mujer? El apellido Liland es muy corriente.

– No tanto. No hay más que cinco en esta ciudad, sin contar a su mujer. Pero no con este número.

El viejo sacó un cigarrillo de un paquete que había sobre la mesa. Sejer se lo encendió.

– No tengo nada que decir. Debe de tratarse de una equivocación. Los muertos no suelen comprarse coches de segunda mano. Además, tampoco sabía conducir. Mi mujer, quiero decir. Ese hombre tampoco logró vender su coche, supongo, ya que lo encontraron convertido en un fiambre. Seguramente porque el número estaba mal.

Sejer no dijo nada. Miraba fijamente al anciano mientras hablaba; luego dejó deslizar la mirada por las paredes, se apoyó con más fuerza en el brazo del sillón y notó de repente cómo se le erizábanlos pelos de la nuca. Sobre la cabeza del viejo colgaba un pequeño cuadro. Era un cuadro abstracto, en tonos negros y blancos, con algo gris. Su estilo le resultaba extrañamente familiar. Cerró los ojos y volvió a abrirlos.

– Es un cuadro muy especial ése que tiene sobre el sofá -comentó en voz baja.

– ¿Entiende de arte? -se apresuró a preguntar el viejo-. ¿Le parece bueno? He dicho a la chica que pinte con colores, puede que así lograra vender algo. Intenta vivir de ello. Mi hija. Yo no sé gran cosa sobre arte, de modo que no puedo decir si tienen algún valor, pero lleva años pintando y no se ha hecho rica, eso puedo asegurárselo.

– Eva Marie -dijo Sejer en voz baja.

– Eva, eso es. ¿Qué? ¿Conoce usted a mi Eva? ¿Es posible?

Se removió en su asiento, estaba empezando a ponerse nervioso.

– Pues sí, un poco, casualmente. Sus cuadros son buenos -se apresuró a decir Sejer-. Lo que pasa es que la gente reacciona con lentitud. Espere un poco y verá cómo se da a conocer. -Se rascó la barbilla incrédulo-. ¿Así que es usted el padre de Eva Magnus?

– ¿Acaso tiene eso algo de malo?

– No -contestó Sejer-. Y dígame, ¿su hija usa también el apellido Liland?

– No. Se llama Magnus. Y lo que es seguro es que no tiene dinero para comprarse un coche nuevo. Está divorciada, vive sola con su pequeña hija, Emma, mi única nieta.

Sejer se levantó, no hizo caso de la expresión de la cara del viejo y acercó la cara a la pintura de la pared.

Miró detenidamente la firma: E. M. Magnus. Las letras eran agudas y oblicuas, recordaban un poco a las antiguas runas [2], pensó, mientras echaba un vistazo a la nota. Liland: exactamente las mismas letras. No hacía falta ser grafólogo para darse cuenta. Respiró hondamente.

– Tiene usted muchos motivos para estar orgulloso de su hija. Pero yo tenía que aclarar lo de esta nota. Entonces, ¿no reconoce la letra? -preguntó Sejer.

El viejo no contestó. Había cerrado la boca, como si de pronto se sintiera asustado.

Sejer volvió a meterse la nota en el bolsillo.

– No quiero molestarle más. Ya veo que se trata de una pista falsa.

– ¿Molestarme? ¿Está usted loco? ¿Cree por casualidad que recibo muchas visitas?

– Entonces puede que vuelva a pasarme por aquí -dijo Sejer con una estudiada ligereza. Se dirigió lentamente hacia la puerta para que el viejo pudiera acompañarle. Se detuvo sobre la escalera y miró los campos labrados. Le parecía casi increíble haberse vuelto a topar con ese nombre, Eva Marie Magnus. Como si ella tuviera algo que ver en todo eso. Era extraño.

– ¿Se llama usted Sejer, verdad? -dijo de repente el viejo-. Es un apellido danés, ¿no?

– Sí, así es.

– ¿No se criaría en Haukervika?

– Sí -volvió a contestar, algo sorprendido.

– Creo que me acuerdo de usted. Un chiquillo flacucho que siempre se estaba rascando.

– Todavía lo hago. ¿Dónde vivía usted?

– En un destartalado caserón verde que había detrás del campo de deportes. A Eva le encantaba esa casa. ¡Usted sí que ha crecido desde entonces!

Sejer asintió con la cabeza.

– Supongo que sí.

– Pero ¿qué lleva ahí?

El viejo miró por la ventana de atrás y descubrió al perro.

– Es mi perro.

– ¡Caray, es enorme!

– Sí, es grande, es verdad.

– ¿Cómo se llama?

– Kollberg.

– ¿Eh? Qué nombre tan extraño para un perro. Bueno, bueno, sus razones tendrá. Pero podía haberlo dejado entrar.

– No suelo hacerlo. No todo el mundo se muestra igual de entusiasmado.

– Pero yo sí. Tuve uno hace muchos años. Un dobermann. En realidad era una hembra a la que llamaba Dibah. Pero su verdadero nombre era Farah Dibah de Kyrkjebakken. ¿Ha oído alguna vez algo peor?

– Pues sí.

Sejer se metió en el Peugeot y arrancó. «Se está estrechando el cerco a tu alrededor, Eva -pensó-, dentro de un par de minutos te llamará tu padre, y te dará qué pensar.» ¡Qué mala suerte que siempre hubiera alguien que podía llamarla y avisarla!

– Vaya despacio por los campos -le advirtió Larsgård-. Hay muchos animales que cruzan la carretera.

– Siempre conduzco despacio. El coche ya está viejo.

– No tanto como yo.

Larsgård despidió a Sejer con la mano.

Capítulo 21

Eva se quedó con el auricular en la mano.

El policía había encontrado la nota. Había encontrado la nota después de seis meses.

La policía tenía grafólogos que podrían averiguar quién la había escrito, pero primero necesitaban algo con qué comparar, para luego poder estudiar cada curva, cada giro del bolígrafo, cada pequeño punto y cada raya; un dibujo totalmente personal que revelaría al titular, con todos sus rasgos de carácter y tendencias neuróticas, tal vez incluso el sexo y la edad. Todas esas cosas se estudiaban como una carrera.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «El Ojo De Eva»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «El Ojo De Eva» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «El Ojo De Eva»

Обсуждение, отзывы о книге «El Ojo De Eva» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x