Karim Fossum - No Mires Atrás

Здесь есть возможность читать онлайн «Karim Fossum - No Mires Atrás» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Детектив, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

No Mires Atrás: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «No Mires Atrás»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Ragnhild, una niña de seis años, desaparece sin dejar rastro. Mientras la policía, encabezada por el inspector Konrad Sejer, inicia la búsqueda de la pequeña, ésta se encuentra jugando en casa de Raymond, un individuo algo retrasado que vive en el bosque con su padre. El caso parece resuelto cuando la pequeña Ragnhild regresa a su casa sana y salva esa misma noche, pero en realidad la pesadilla no ha hecho más que empezar. La niña recuerda haber visto a una chica desnuda en la orilla del lago y la policía no tarda en descubrir el cadáver de Annie Holland. Al principio Sejer no cuenta con ninguna pista que explique el atroz asesinato, pero a medida que se suceden los interrogatorios va destapando el sórdido pasado de varios miembros de la pequeña comunidad noruega…

No Mires Atrás — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «No Mires Atrás», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Sejer se alisó el pelo cortado al cero y se sentó.

Skarre le dio una carpeta del archivo. Las fotos estaban ampliadas a veinte por veinticinco, excepto dos, que eran aún más grandes.

– ¿Has visto alguna vez un asesinato sexual?

Skarre negó con la cabeza.

– Esto no parece un asesinato sexual. Esto es distinto.

Hojeó el montón.

– Está colocada de una manera demasiado bonita, tiene un aspecto demasiado bonito, como si la hubieran acomodado y tapado. No hay señales ni arañazos, ningún indicio de resistencia. Incluso el pelo parece arreglado. Los delincuentes sexuales no se comportan así, muestran su poder. Dejan tiradas a las mujeres.

– Pero está desnuda.

– Pues sí, sí.

– ¿A ti qué te dicen estas fotos así sin más?

– No sé muy bien. Ese anorak tan decorosamente colocado sobre su hombro…

– ¿Como si alguien la hubiera cuidado?

– Mira las fotos. ¿No te lo parece?

– Sí, estoy de acuerdo. Pero entonces, ¿de qué estamos hablando? ¿De una especie de asesinato por eutanasia?

– Al menos ha habido sentimientos. Quiero decir, en medio de todo lo demás, habrá sentido algo por ella. Buenos sentimientos. De modo que tal vez la conociera, que es lo que suele ocurrir.

– ¿Cuánto tiempo crees que tardarán en darnos el informe?

– Voy a dar un toque a Snorrason. Es una pena que hubiese tan pocas ramas en aquel sitio. Unas huellas inútiles y una pildora. Por lo demás, ni una colilla, ni un simple palo de polo.

Mordió ruidosamente la pastilla y se acercó al lavabo a llenar de agua un vaso de cartón.

– Mañana nos acercaremos a Granittveien. Tenemos que hablar con los que salieron a buscar a Ragnhild. Con Thorbjørn, por ejemplo. Tenemos que enterarnos de a qué hora pasaron por la laguna de la Serpiente.

– ¿Y Raymond Låke?

– Con él también. Y con Ragnhild. Los niños se fijan en cosas muy curiosas, créeme. Hablo por experiencia -añadió-. Y los Holland, ¿tienen más hijos?

– Una hija mayor.

– Gracias a Dios.

– ¿Es eso un consuelo? -preguntó Skarre dubitativo.

– Para nosotros -contestó con aire sombrío.

El joven se palpó el bolsillo.

– ¿Te importa si me fumo un cigarrillo?

– Está bien.

– Oye -dijo Skarre, echando el humo-. Hay dos maneras de llegar a la laguna de la Serpiente. Por el sendero señalado, que es por el que subimos nosotros, y por un camino para coches por la parte de atrás, el que cogieron Ragnhild y Raymond. Si a lo largo de ese camino vive gente tendremos que llamar mañana a sus puertas, ¿no?

– Ese camino se llama camino de la colina. Me parece que hay pocas casas por allí, lo comprobaré en un plano que tengo en casa. Sólo alguna que otra granja. Pero claro, si la llevaron en coche a la laguna, tuvieron que ir a la fuerza por ese camino.

– Lo siento por su pobre novio, cuando venga aquí.

– Ya veremos qué clase de chico es.

– Si un tío se carga a una chica -dijo Skarre-, metiéndole la cabeza bajo el agua hasta que muere, y luego la saca del agua y se dedica a colocarla bien, me imagino algo así como: «En realidad no quise matarte, pero tuve que hacerlo». Casi parece una manera de pedir perdón, ¿verdad?

Sejer vació el vaso de cartón y lo estrujó hasta dejarlo plano.

– Mañana hablaré con Holthemann. Quiero que trabajes en este caso.

Skarre pestañeó sorprendido.

– Me ha puesto en la Caja de Ahorros -tartamudeó-. Con Gøran.

– ¿Te apetece?

– ¿Si me apetece un caso de asesinato? Sería como un regalo de Navidad, un gran reto, quiero decir. Claro que me apetece.

Se sonrojó al instante y cogió el teléfono, que estaba sonando coléricamente. Escuchó y volvió a colgar.

– Era Siven. La han identificado. Annie Sofie Holland, nacida el tres de marzo de mil novecientos ochenta. Pero dice que no podrán ser interrogados hasta mañana.

– ¿Ringstad está en su sitio?

– Acaba de llegar.

– Entonces debes irte a casa. Mañana será un día duro. Me llevo las fotos -añadió.

– ¿Vas a estudiarlas en la cama?

– Así es.

Sonrió con tristeza.

– Prefiero las fotos de papel. Las que se pueden meter después en un cajón.

Krystallen era, como Granittveien, un callejón sin salida. Acababa en un matorral tupido e impenetrable, donde algunos insensatos habían tirado su basura en la oscuridad de la noche. Las casas estaban muy juntas, veintiuna en total. Desde lejos parecían casas adosadas, pero al observarlas más de cerca se divisaba un estrecho pasaje entre cada una de ellas, lo justo para que pudiera pasar un hombre. Las casas eran de tres plantas, altas, puntiagudas, e idénticas; le recordaban a las casas del muelle de Bergen, pensó Sejer. Los colores variaban, pero estaban conjuntados, rojo oscuro, verde oscuro, marrones y grises. Una sobresalía entre todas las demás; estaba pintada de color naranja.

Probablemente algunos vecinos habían visto el coche de policía que había aparcado junto a los garajes y a Skarre, que iba de uniforme. Pronto estallaría la noticia. El silencio estaba cargado.

Ada y Eddie Holland vivían en el número veinte. Sejer tuvo la sensación de que los vecinos le estaban mirando la nuca cuando se detuvo delante de la puerta. Algo ha sucedido en el número veinte, pensarían, en casa de los Holland y sus dos hijas. Intentó tranquilizar su respiración, que iba más deprisa que de costumbre debido a ese umbral que pronto tendría que atravesar. Eso le resultaba tan difícil que ya hacía tiempo que había preparado una serie de frases hechas, que ahora, tras años de entrenamiento, sabía recitar con firmeza.

Era obvio que los padres de Annie no habían hecho absolutamente nada desde que habían vuelto a casa la noche anterior. Tampoco habían dormido. El impacto recibido en el Instituto Anatómico Forense había sido como un estridente timbal que todavía seguía vibrando en sus cabezas. La madre estaba sentada en un rincón del sofá, el padre sobre el brazo. Parecía entumecido. Ella no había asumido aún la catástrofe; miró a Sejer sin comprender del todo, como si no pudiera imaginarse qué estaban haciendo de repente dos policías en su cuarto de estar. Era una pesadilla, pronto se despertaría. Sejer tuvo que cogerle la mano.

– No puedo devolverles a Annie -dijo en voz baja-. Pero espero averiguar por qué murió.

– ¡Nosotros no pensamos en el por qué! -chilló la madre-. ¡Pensamos en quién! ¡Tendrán que averiguar quién fue y encerrarlo! Está enfermo.

El marido le acarició torpemente el brazo.

– No sabemos aún -replicó Sejer-, si esa persona está enferma o no. No todos los que matan están enfermos.

– ¡Las personas normales no van por ahí matando a muchachas! ¡No lo dirá usted en serio!

La mujer respiraba deprisa, jadeando. El marido se encerró en sí mismo.

– Sea como sea -contestó Sejer prudentemente-, siempre hay una razón. No siempre una razón que podamos entender, pero sí una razón. Pero antes que nada tendrán que confirmarnos que realmente alguien le quitó la vida.

– Si usted cree que ella se suicidó, se equivoca -replicó la madre tenazmente-. Ni hablar, Annie no.

Eso dicen todos, pensó Sejer.

– Necesito hacerles una serie de preguntas. Contéstenme como puedan. Si luego piensan que se han equivocado en alguna cosa u olvidado algo, llámenme. También si van recordando cosas conforme pasa el tiempo.

Ada Holland desvió la mirada, olvidándose de Skarre y Sejer, como si estuviera escuchando el timbal vibrante y quisiera saber de dónde venía el sonido.

– Necesito saber qué clase de chica era. Cuéntenmelo como mejor puedan.

¿Qué pregunta es ésa?, pensó en el mismo instante, ¿qué podían contestar? La mejor de todas, claro, la más guapa, lo más querido para nosotros. Annie era Annie.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «No Mires Atrás»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «No Mires Atrás» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «No Mires Atrás»

Обсуждение, отзывы о книге «No Mires Atrás» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x