Pearl Buck - El Último Gran Amor

Здесь есть возможность читать онлайн «Pearl Buck - El Último Gran Amor» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Классическая проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

El Último Gran Amor: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «El Último Gran Amor»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Charming and attractive, Edith Chardman finds herself suddenly alone after a long and happy marriage. Into the emptiness comes Edwin, old enough almost to be her grandfather, and Jared, young enough to be her son…In the unfolding of Edith's discovery of love in its infinite variety, Pearl Buck displays her masterly skill as a storyteller and the depth of her knowledge of men and women.

El Último Gran Amor — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «El Último Gran Amor», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Mientras, seguía trabajando en el plano de la casa. Trabajaba por la mañana, después de desayunar tarde, planeando todos los detalles, cada color, cada cosa que pondría. Era buena matemática y utilizaba la regla de cálculo con habilidad. Ella misma sería el arquitecto y pronto se dedicaría a buscar un emplazamiento. Luego buscaría un contratista. ¿Y la vieja casa en que vivía, qué haría de ella? ¿Regalarla? ¿Venderla? Con ello vendería los recuerdos de toda una vida. Aquella decisión tendría que esperar asimismo, Todavía no estaba segura de su propio destino. Contemplaba a menudo, largo tiempo, su nuevo ser, y dicha contemplación la separaba del pasado. Había que planificar más que una casa. Una mujer tenía que vivir en la nueva casa. ¿Viviría sola?

Mientras meditaba de aquella forma una mañana en la biblioteca, echó un vistazo al correo. Seguía sin noticias de Jared, pero él nunca escribía cartas. Si quería comunicarse lo haría por teléfono o telegrama. Sin embargo, había una carta de Edwin. Pero no estaba segura de la letra del sobre. Era desparramada, insegura, no como la letra gruesa y sorprendentemente firme de Edwin. Pero sí que era de él, como lo vio nada más abrirla, unas líneas que se desvanecían en la nada.

¡Oh, amada, el cambio ha llegado! Estoy derrumbado. ¡Te morituri salutamus! Soy yo quien va a morir… yo sólo. Muero como he vivido, en la fe de que volveremos a reunirnos…

Aquello era todo… ni explicación ni descripción, simplemente que se moría. Iba a ponerse en pie, pero el teléfono que sonó súbitamente, resonante, la detuvo. Tomó el auricular y oyó una voz masculina.

– ¿La señora Chardman?

– Yo soy.

– Aquí Stephen Streadley. Usted es amiga de mi padre. Me ha pedido que se lo diga. Se está muriendo. Es cuestión de días, quizá de horas.

– Acababa de abrir una carta hace unos minutos, y temía…

– Todo se ha hecho ya. Es su corazón, por supuesto. Todos estamos aquí, mis hermanos, mi hermana y… los médicos.

– ¿Se halla consciente?

– Por completo. Muy interesado en el proceso de la muerte, pese a… dificultades.

– ¿Dolor?

– Sí, pero no quiere sedantes. Quiere saber, dice… La voz se quebró y ella le apreció por ello.

– Ya sabrá usted que hemos sido amigos… muy íntimos.

– La adora a usted. Todos le estamos tan agradecidos por haber penetrado su profunda soledad. Ninguno de nosotros había podido.

– También él entró en la mía.

No podía decir más. No podía hacer la pregunta. ¿Debo ir? No podía preguntárselo a sí misma. Le veía tendido en la cama, aquel bello cuerpo agonizante, estirado ya en la muerte.

– Adiós -dijo con suavidad.

– ¿Adiós? -repitió el hijo con sorpresa-. Oh, sí, bueno, se lo comunicaré de inmediato.

Inmediatamente que muera Edwin, pensó, aunque nada dijo, pues sentía su voz ahogada en lágrimas. Dejó el aparato y se sentó con la cabeza entre las manos, Los dedos en el escritorio. Lo había sabido, por supuesto que siempre había sabido que dicho momento tenía que llegar. Pero ahora que había llegado tenía que prepararse para oír que él ya no existía. ¿Deberla acudir donde él? ¿Cómo decidirlo? ¿No aguzaría en él su presencia la agonía de la separación? Mejor dejarle con sus hijos. Mejor que se deslizara a lo desconocido rodeado de sus hijos.

Se puso en pie, incierta, y como la casa y los jardines le resultaban intolerables, sacó el cochecito, que siempre conducía sola, dejando el coche grande al cuidado del chofer y se dirigió hacia el mar. La costa de Jersey estaba abarrotada hasta un punto imposible, así que fue hacia el norte, hacia Southampton. Pensó que quizá en algún lugar más allá de Colinas Rojas encontraría algún acantilado solitario donde poder imaginar el lugar en que se alzaría su casa. Para medianoche estaría de vuelta. Pero ¿para qué darse prisa? La muerte no esperaría y sabía que no podía acudir donde Edwin a verle morir.

…A la caída del sol halló el punto que había andado buscando. Entre dos ciudades dio con un acantilado, y en éste un hueco. Seguramente pertenecería al dueño de alguna gran propiedad, pero ella le convencería para que se lo vendiera. Supo que tenía dueño porque a un lado del acantilado, casi cubierta por árboles que caían, achicados por los vientos del mar, descubrió una estrecha escalerilla que conducía a una playita blanca entre las rocas. La escalera no se usaba a menudo pues sus peldaños se hallaban cubiertos de hojas caídas y musgo, pero podían utilizarse, aunque se resistió a hacerlo entonces, pues estaba sola y, si resbalaba, no habría nadie que pudiera ayudarla y la oscuridad iba cerniéndose con rapidez, al acortarse los días. Tenía que volver.

…Para cuando llegó a casa ya era medianoche, y Weston la aguardaba.

– El teléfono, señora. Debe usted llamar a este número, por favor. Y me ha tenido preocupado, señora, si me permite decirlo, saliendo sola en una noche tan oscura, sin luna.

– Gracias, Weston -dijo yendo al teléfono.

El sirviente hizo una inclinación y se retiró. Ella marcó el número y esperó. Al punto le contestó la voz que había oído aquella misma mañana.

– ¿La señora Chardman?

– Yo misma.

– He estado esperando. Mi padre ha muerto a las seis. Sus últimos instantes han sido muy dolorosos. Todos estábamos a su alrededor. Pero se está produciendo en él un extraño cambio, una transfiguración. Todas las arrugas de dolor están desvaneciéndose. Una hermosa paz…

La voz volvió a quebrarse.

– Era muy hermoso -contestó ella con dulzura.

– Sí… -la voz siguió con valentía-, mucho más guapo que todos sus hijos. El funeral será el jueves. ¿Vendrá usted?

– No -repuso con rapidez-. No quiero recordarle muerto. Para mí vive… para siempre.

– Gracias.

Silencio. Colgó. Aquella parte de su vida, aquel extraño interludio que nunca podría explicar a nadie ni lo haría, había concluido. Permaneció algunos minutos sentada, recordando. Por alguna razón no sentía pena. Siempre estaría agradecida por lo que Edwin le había dado. Había derramado amor, amor generoso, sin egoísmo en el vacío de su soledad, sin pedir otra cosa que el verla de vez en cuando. Se alegraba de que el amor hubiera resultado fructífero también para él, inspirándole una búsqueda filosófica que de otro modo no hubiese emprendido. Le había aportado consuelo. Abrió el cajón donde guardaba sus cartas y, eligiendo al azar, sacó la que le había llegado la semana anterior.

»Para mí, a punto de morir, quizá antes de que volvamos a vernos, amada mía, aunque Dios no lo quiera, se me ha vuelto esencial el definir el problema de la muerte antes de poder esperar a solucionarlo. ¿Tienen conciencia de algo los que murieron antes de mí? Para tal respuesta debo esperar. Y sin embargo, me atrevo a esperar, si no ¿por qué iba a sentir estos días una curiosa disposición a morir que casi es como una bienvenida a la muerte, como si quisiera librarme de este cuerpo mío, que ya ha servido su propósito final, amada, en nuestro amor? Sin amor hubiera creído que la muerte era final; con amor, mi esperanza se convierte más bien en fe. Se convierte en creencia.»

Dejó caer la carta. Alzó la cabeza, escuchó. La casa que la rodeaba guardaba silencio, pero en el silencio le pareció oír música, distante, indefinida.

SEGUNDA PARTE

– Supongo que empezó en Asia -decía Jared Barnow-, o para ser más exacto, en Vietnam del Sur, en esa horrible guerra allí centrada.

Se había dejado caer sencillamente una tarde a principios de otoño, cuando ella ya creía haberle olvidado absorta en la nueva casa. Ya tenía elegido el terreno, veinte acres sobre un acantilado, y hasta había escogido el emplazamiento de su casa, entre un grupo de cedros retorcidos por el viento. Había vuelto a casa de un humor satisfecho, ya que no alegre, pues ¿qué tenía que ver ya con la alegría en aquel punto de su vida? Y le había hallado esperándola al ocaso en la terraza. La recorría impaciente de arriba a abajo.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «El Último Gran Amor»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «El Último Gran Amor» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Pearl Buck - Time Is Noon
Pearl Buck
Pearl Buck - The Mother
Pearl Buck
Pearl Buck - The Living Reed
Pearl Buck
Pearl Buck - Peony
Pearl Buck
Pearl Buck - Pavilion of Women
Pearl Buck
Pearl Buck - Patriot
Pearl Buck
Pearl Buck - Gods Men
Pearl Buck
Pearl Buck - Come, My Beloved
Pearl Buck
Pearl Buck - Angry Wife
Pearl Buck
Отзывы о книге «El Último Gran Amor»

Обсуждение, отзывы о книге «El Último Gran Amor» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x