Cuando hay una persona anciana, enferma o discapacitada, se "activa" en la compasión, y se tiende a ofrecer ayuda y protección; algo que ya se ha observado en los primeros humanos, al encontrar en enterramientos milenarios restos de personas que en vida tuvieron huesos fracturados cicatrizados, señal de que el grupo atendió y cuidó al accidentado, el suficiente tiempo como para que se curase.
La compasión es lo que moviliza también en las causas solidarias, cuando sucede un problema social o catástrofe, y se recibe ayuda de “verdaderos desconocidos”.
Además, se puede considerar como un protector contra las emociones negativas como la ansiedad, el enfado o el miedo, fomentando la amistad, y las relaciones sociales.
Sin duda, un constructo que está muy relacionado con la empatía, la capacidad de entender las emociones del otro y ponernos en su situación, pero igualmente, está presente en la vida diaria, y se puede usar en mayor o menor medida según el desarrollo emocional, pero ¿Quiénes son más compasivos los hombres o las mujeres?
Esto es lo que se ha tratado de responder con una investigación realizada por el Departamento de Comunicaciones, Universidad Estatal de California (EE.UU.) cuyos resultados han sido publicados en la revista científica Journal of Happiness & Well-Being.
En el estudio participaron seiscientos trece estudiantes universitarios con edades comprendidas entre los 18 a 42 años, de los cuales trescientos diez eran mujeres.
A todos ellos se les administraron una serie de cuestionarios estandarizados, para evaluar el nivel de compasión se empleó el Compassion Scale; para evaluar el nivel de tensión personal a la hora de comunicarse se empleó el P.R.C.A.-24 (Personal Report of Communication Apprehension); para evaluar el nivel de narcisismo se usó el H.S.N.S. (HyperSensitive Narcissism Scale); y por último para evaluar el nivel de agresividad verbal habitualmente empleado se usó el Verbal Aggressiveness Scale.
Como factores principales, los resultados muestran diferencias significativas en función del género en cuanto a la compasión, siendo más elevada en mujeres.
También se encontraron diferencias significativas en cuanto al nivel de tensión en la comunicación y en el uso de agresividad verbal, siendo en ambos casos mayor en hombres.
Por último, no se han encontrado diferencias en cuanto al narcisismo en función del género.
Como factores de interacción, se encontró que cuanto se es más compasivo, se exhiben niveles más bajos de tensión en la comunicación, de agresividad verbal y narcisismo.
Entre las limitaciones del estudio está el emplear únicamente cuestionarios en las evaluaciones, en vez de otras de tipo observacional o role-play para comprobar lo que realmente haría en una situación real.
En el estudio no se ha evaluado la I.E., factor fundamental para comprobar el desarrollo de habilidades de relaciones interpersonales; tampoco se ha evaluado el nivel de alexitimia, relacionado con la capacidad de percibir las emociones en los demás y de dar una respuesta adecuada.
Igualmente, y tal y como indica la autora del estudio, la constatación de diferencias significativas no está acompañada de una teoría que explique dichos resultados, ni sobre las implicaciones que esto conlleva.
La autora también indica que para nuevas investigaciones queda analizar los distintos tipos de compasión, según la proximidad afectiva del destinatario de la misma, así como la autocompasión.
A pesar de las limitaciones anteriores, a diario están surgiendo nuevos estudios que constatan las muchas diferencias hombre-mujer, sin que eso suponga una comparación de "mejor-peor", ni buscando degradar a ninguno de los dos.
Dicho lo cual, el cultivo de la compasión, mediante el desarrollo de la I.E., va a hacer que se tengan menores comportamientos verbales agresivos, y tensiones en la comunicación.
Algo que lejos de hacer más "débil" a la persona, le permite establecer lazos afectivos, de amistad o íntimos, más sólidos y duraderos, a la vez que se tiene una comunicación más cercana y directa, sin tensiones personales ni el empleo de la agresividad verbal.
Pero hasta ahora se ha hablado de inteligencia como algo estático, e inmóvil en el tiempo, alguien ha nacido con un I.Q. y este le va a acompañar el resto de su vida, y eso a pesar de los grandes esfuerzos realizados por parte de las instituciones educativas por aumentar el "nivel" de sus estudiantes, esperando mejorar la inteligencia de los mismos con la educación, pero ¿Se mantiene el nivel de inteligencia lo largo de la vida?
Esto es lo que se intenta comprobar mediante una investigación desarrollada por el Departamento de Psicología, Universidad del Oeste de Illinois junto con el Departamento de Psicología, Universidad Loyola Marymount (EE.UU.) cuyos resultados han sido publicados en la revista científica Journal of Intelligence.
Los datos se obtuvieron de un estudio longitudinal multifactorial procedente del Murray Research Archive, que analiza a los participantes durante 30 años, extrayendo los datos de ciento setenta y siete participantes cuando tenían 3 a 4, 11, 18, y 32 años respectivamente.
A todos ellos se les ha administrado a lo largo del tiempo multitud de cuestionarios estandarizados, pero para el estudio únicamente se ha utilizado la información relativa a las altas capacidades denominado Q.-sort Methodology, evaluado mediante el C.C.Q. (California Child Q-Set).
El desarrollo de habilidades académicas fue medido a la edad de 4 años a través del W.P.P.S.I. (Wechsler Preschool and Primary Scale of Intelligence); a la edad de 11 años con el W.I.S.C. (Wechsler Intelligence Scale for Children); y a la edad de 18 años con el W.A.I.S. (Wechsler Adult Intelligence Scale). Además, se tuvieron en cuenta otras variables como el sexo, el nivel socioeconómico y el educativo de los padres.
Los resultados muestran una relación significativa entre los niveles de inteligencia iniciales y los desarrollados en el tiempo, evaluados en el desempeño académico.
Aunque el estudio es claro en cuanto a la capacidad de predicción de la inteligencia, no entra a valorar el papel de la educación sobre la inteligencia y cómo tener un mayor o menor nivel educativo se corresponde o no con una mayor inteligencia, lo que validaría los esfuerzos desde las instituciones educativas, o lo pondría en cuestión si no se encuentra relación entre el nivel educativo y la inteligencia.
Igualmente el estudio se centra únicamente en la inteligencia académica, es decir, en la capacidad de responder adecuadamente a las demandas y exigencias de las instituciones académicas en cada uno de los niveles educativos, olvidándose de la aproximación multidimensional que considera que se puede tener un rendimiento normal académico por una inteligencia normal en este aspecto, pero luego destacar, e incluso ser un genio en otros ámbitos como el artístico, el social… que por no ser "útiles" para las instituciones educativas no se evalúan ni potencian todo lo que el estudiante podría necesitar, pero ¿Qué pasa con la I.E.?
Cuando se piensa en emociones, no parece que se pueda hablar de algo estático, pues cambia a lo largo del tiempo, e incluso dependiendo de la persona con la que se esté tratando, se puede llegar a sentir de una forma u otra, e interpretar lo que dice de mejor o peor manera según el interlocutor.
De un amigo se reirán los chistes, pero si se trata de un desconocido, esos mismos chistes no tendrán ese efecto sobre el humor. Además, incluso por el propio paso del tiempo cambian la vivencia de las emociones.
A medida que se van teniendo más experiencias, eso permite saber cómo afrontar las situaciones emocionales, sean estas positivas o negativas. Lo que hace que al conocer cómo se debe de actuar ante determinadas circunstancias, las emociones que se generan afecten menos, tal y como se ha estado creyendo durante mucho tiempo.
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