Morgan Rice - Transmisión

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De la autora de literatura fantástica #1 en ventas en todo el mundo Morgan Rice, llega una serie de estreno de ciencia ficción que hace tiempo que esperábamos. SETI por fin recibe una señal de una civilización alienígena, ¿qué pasará a continuación?Un gran argumento, el tipo de libro que te costará dejar por la noche. El suspense del final es tan espectacular que querrás comprar el siguiente libro inmediatamente solo para ver qué pasa. -The Dallas Examiner (sobre Amores) Otra serie excelente que nos sumerge en una historia fantástica de honor, valor, magia y fe en tu destino… Recomendada para la biblioteca permanente de todos los lectores amantes de la literatura fantástica bien escrita. -Books and Movie Review, Roberto Mattos, sobre El despertar de los dragonesUna lectura rápida y fácil… necesitas saber qué sucede a continuación y no puedes dejarlo. -FantasyOnline. net, sobre La senda de los héroesUn chico de 13 años, que está muriendo de una enfermedad rara del cerebro, es el único capaz de oír y descodificar las señales del espacio exterior. SETI confirma que se trata de una señal real. ¿Cuál es el mensaje? ¿Cómo reaccionará el mundo?Y sobre todo: ¿van a venir los extraterrestres?Llena de acción… La escritura de Rice es de buena calidad y el argumento intrigante. -Publishers Weekly, sobre La senda de los héroesUna novela de fantasía superior… Una recomendación premiada para cualquiera que disfrute de la literatura fantástica épica animada por protagonistas jóvenes adultos creíbles. -Midwest Book Review, sobre El despertar de los dragonesUna novela de fantasía llena de acción que seguro satisfará a los fans de las anteriores novelas de Morgan Rice, además de a los fans de obras como EL CICLO DEL LEGADO de Christopher Paolini… Los fans de la Ficción para Jóvenes Adultos devorarán la obra más reciente de Rice y pedirán más. The Wanderer, A Literary Journal (sobre El despertar de los dragones) ¡El libro#2 de la serie – LLEGADA- también está disponible por adelantado! También están disponibles muchas series de Morgan Rice dentro del género fantástico, que incluyen LA SENDA DE LOS HÉROES (LIBRO#1 EN EL ANILLO DEL HECHICERO), ¡una descarga gratuita con más de 1. 300 críticas de cinco estrellas!

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Todavía era difícil creerse esa palabra. Kevin esperaba que todo esto resultara ser un error, incluso ahora, pero sabía que no lo era. No podía serlo.

—Es imposible saberlo con certeza —dijo el Dr. Markham—. El ritmo de evolución para las leucodistrofias puede variar, mientras que cada caso es diferente.

—¿Cuánto tiempo? —repitió Kevin.

—Quizás seis meses —el Dr. Markham extendió las manos—. Lo siento, Kevin. No puedo ser más preciso que eso.

***

Kevin y su madre se fueron a casa, su madre conducía con el cuidado que proporcionaba el saber que probablemente se harían pedazos si no se concentraba completamente. Durante la mayor parte del viaje a las afueras estuvieron callados. Kevin no sabía seguro lo que podía decir.

Su madre habló primero.

—Encontraremos algo —dijo—. Buscaremos a otro doctor, tendremos una segunda opinión. Probaremos cualquier tratamiento que se nos ocurra.

—No puedes pagarlos —dijo Kevin. Su madre trabajaba mucho en su trabajo en una agencia de marketing, pero su casa era pequeña y Kevin sabía que no había mucho dinero para cosas extra. Él intentaba no pedir mucho, porque eso solo hacía que su madre se sintiera triste cuando no podía dárselo. Odiaba ver a su madre así, lo que solo lo hacía más difícil.

—¿Crees que eso me importa ahora? —exigió su madre. Kevin veía cómo le salían las lágrimas de los ojos—. Eres mi hijo, y te estás muriendo, y… yo no puedo… no puedo salvarte.

—No tienes que salvarme —dijo Kevin, aunque ahora mismo deseaba que alguien lo hiciera. Deseaba que apareciera alguien y parara todo esto.

Lo que eso significaba empezaba a calar. Lo que significaría, en menos tiempo que el final de curso. Él estaría muerto. Desaparecido. Cualquier cosa que él hubiera deseado se interrumpiría, cualquier cosa que él hubiera esperado para el futuro se detendría por el hecho de que no habría un futuro.

Kevin no estaba seguro de cómo se sentía por ello. Triste, sí, porque era el tipo de noticia por las que se suponía que debías sentirte triste y porque no quería morir. Enfadado, porque lo que él quería parecía no importar cuando llegados a ese punto. Confundido, porque no estaba seguro de por qué tenía que ser él, cuando había billones de personas más en el mundo.

Pero comparado con su madre, estaba tranquilo. Estaba temblando mientras conducía y Kevin estaba tan preocupado porque podían estrellarse que suspiró aliviado cuando llegaron a la calle donde estaba su casa. Era una de las casas más pequeñas de la manzana, vieja y llena de reparaciones.

—Todo irá bien —dijo su madre. No sonó como si lo creyera. Cogió a Kevin del brazo mientras se dirigían hacia la casa, pero parecía más que ella se apoyaba en Kevin.

—Seguro —respondió Kevin, porque sospechaba que su madre necesitaba oírlo incluso más que él. Podría haber ayudado si fuera cierto.

Entraron y hacer cualquier cosa después de eso daba la sensación de no estar bien, como si hacer cosas normales hubiera sido una traición, después de las noticias que el Dr. Markham les había dado. Kevin puso una pizza congelada en el horno, mientras de fondo, oía a su madre sollozando en el sofá. Hizo la intención de ir a consolarla, pero le frenaron dos cosas. La primera fue pensar que su madre seguramente no quería que lo hiciera. Ella siempre había sido la fuerte, la que lo cuidaba incluso después de que su padre se marchara cuando él era solo un bebé.

La segunda era la visión.

Vio un paisaje bajo un cielo que parecía más lila que azul, los árboles de debajo tenían unas formas extrañas, con unas hojas de palma que a Kevin le recordaban las palmeras de las playas, pero con unos troncos que se retorcían de unas maneras que las palmeras nunca lo hacían. En el cielo parecía que el sol se estaba poniendo, pero parecía que, de algún modo, el sol no tenía buen aspecto. Kevin no podía entenderlo, pues había pasado tiempo mirando al sol, pero sabía que este no era el mismo.

En un rincón de su mente, los números vibraban una y otra vez.

Ahora caminaba a través de un lugar cubierto de arena rojiza y sentía que los dedos de los pies se le hundían en ella. Allí había unas criaturas, pequeñas y con aspecto de lagartos, que se escabullían cuando se les acercaba demasiado. Miró alrededor…

… y el mundo se esfumó entre llamas.

Kevin despertó en el suelo de la cocina, el temporizador del horno pitaba para decirle que la pizza estaba lista, el olor a comida quemada lo hizo ir a rastras del suelo hasta el horno antes de que tuviera que hacerlo su madre. No quería que ella lo viera así, no quería darle aún más razones para preocuparse.

Sacó la pizza, la cortó a trozos y los llevó a la sala de estar. Su madre estaba en el sofá y, aunque había dejado de llorar, tenía los ojos rojos. Kevin dejó la pizza sobre la mesa baja, se sentó a su lado y encendió la tele para, por lo menos, fingir que las cosas eran normales.

—Tú no deberías hacer esto —dijo su madre, y Kevin no supo si se refería a la pizza o a todo lo demás. Ahora mismo, esto no importaba.

Los nombres todavía colgaban en su cabeza: 23h 06m 29,283s, -05º 02’ 28,59.

CAPÍTULO DOS

Kevin no estaba seguro de haberse sentido jamás tan cansado como lo estaba cuando su madre y él entraron con el coche al aparcamiento. El plan era intentar continuar con normalidad, pero él sentía que podría quedarse dormido en cualquier momento. Eso distaba mucho de ser normal.

Probablemente era a causa de los tratamientos. Los últimos días había habido un montón de tratamientos. Su madre había encontrado más doctores, y cada uno tenía un plan diferente para por lo menos intentar ralentizar las cosas. Eso era lo que decían, cada vez, aunque las palabras dejaban claro que sería algo especial y que detener las cosas no era algo que ellos pudiesen esperar.

—Que tengas un buen día en la escuela, cariño —dijo su madre. Había algo falso en aquella alegría, un filo frágil que daba a entender lo mucho que tenía que esforzarse por sacar una sonrisa. Kevin sabía que ella estaba haciendo un esfuerzo por él y él también hacía lo que podía.

—Lo intentaré, mamá —le aseguró y oyó que su propia voz tampoco sonaba natural. Parecía que los dos estaban interpretando papeles porque tenían miedo de la verdad que yacía bajo ellos. Kevin interpretaba el suyo porque no quería que su madre llorara otra vez.

¿Cuántas veces había llorado ya? ¿Cuántos días habían pasado desde que habían ido a ver al Dr. Markham por primera vez? Kevin había perdido la cuenta. Uno o dos días no había ido al colegio porque estaba enfermo, antes de que se hiciera evidente que ninguno de los dos quería eso. Después vino esto: colegio entremezclado con pruebas e intentos de terapias. Había habido inyecciones y análisis de sangre, suplementos porque su madre había leído en la red que podrían ayudar, y comida sana que distaba mucho de la pizza.

—Solo quiero que las cosas sean lo más normales posible —dijo su madre. Ninguno de los dos decía eso en un día normal, Kevin hubiera cogido el autobús y no tendrían que haberse preocupado de lo que era normal y lo que no.

O que en un día normal, no tendría que esconder lo que le pasaba, ni sentirse agradecido de que su mejor amiga fuera a un colegio diferente después de la última vez que su madre y él se mudaron, de manera que no tenía que imaginarse nada de eso. Ahora hacía días que no llamaba a Luna, y los mensajes se le amontonaban en el teléfono. Kevin los ignoraba, pues no se le ocurría cómo contestarlos.

Kevin sintió las miradas sobre él en el momento en que entró en la escuela. Habían corrido los rumores, a pesar de que nadie sabía con seguridad lo que le pasaba. Más adelante vio a un profesor, el Sr. Williams, y en un día normal Kevin podría haber pasado por delante de él sin tan solo llamar la atención por un instante. Él no era uno de los niños a quienes los profesores vigilaban de cerca porque siempre estaban haciendo algo malo. Ahora, el profesor lo detuvo, mirándolo de arriba abajo como si esperara señales de que podría morir en cualquier momento.

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