—Somos sobre todo amigos.
El dolor destelló en los ojos de Derek, y Kylie supo que había comprendido exactamente lo que había querido decir. Aunque no lo había dicho con la intención de hacerle daño, lo intentó de nuevo.
—Aún sigo intentando poner las cosas en orden —le ofreció, con la esperanza de suavizar el golpe, porque, joder, sabía exactamente cómo se sentía.
Él asintió y la miró a los ojos.
—Esto me está matando. —El dolor que había en sus ojos era como el eco de sus palabras. El nudo de culpabilidad que sentía en el pecho se tensó. Las lágrimas que se había prometido no derramar asomaron por sus ojos.
—A mí también. —Parecía que se le estaban hinchando las amígdalas—. Debería irme. —Se alejó.
—Espera. ¿No se supone que tienes que tener una sombra contigo?
Por alguna razón, su pregunta le hizo recordar el rayo de luz.
—Della está cerca.
—Y escuchando. —Frunció el ceño.
—Le dije que no lo hiciera.
—Claro —dijo, con una voz cargada de cinismo.
Kylie se alejó un poco más, pero antes de poder impedirlo, preguntó:
—¿Por qué te ofreciste a ser mi sombra si te resulta tan difícil estar cerca de mí?
Él arrastró las zapatillas de deporte contra el suelo de madera del porche.
—Porque mantenerte a salvo es más importante que cualquier otra cosa. —Cogió aire—. Pero es posible que Burnett tenga razón, estoy demasiado involucrado en esto. Saber que alguien quiere hacerte daño me vuelve loco. —Bajó la vista y después, la volvió a levantar—. Además, tienes… más personas que aseguran sentirse de la misma forma. —Los celos aparecieron en su voz.
No estaba segura de cómo responder a eso, así que no lo hizo.
—Sabes que Brit, el detective, no está detrás de esto. No sé cómo pudo nadie llegar hasta él.
Kylie recordó que Lucas había acusado al detective de ser parte del problema.
—No le estoy echando la culpa, siento que haya resultado herido. ¿De verdad está bien?
—Sí —respondió Derek, asintiendo con la cabeza.
—¿Se acuerda de algo? —preguntó, deseando que todo aquello pudiera resolverse con facilidad.
—No, y eso es raro. Es como si le hubieran borrado los recuerdos. No hay mucha gente capaz de hacer eso.
—Igual es solo una conmoción cerebral.
—Eso es lo que dijo el doctor y lo que Burnett cree, pero… —Se pasó la otra mano por el pelo—. Kylie, ten cuidado. Me han contado lo que ocurrió… lo de ese Mario y su nieto. —Bajó los ojos—. Siento no haber estado ahí para ayudarte.
—Tenías que hacer lo que te había ordenado Burnett —contestó ella, aunque recordaba con claridad haberle suplicado que no se fuera.
—Hablo en serio cuando digo que tengas cuidado. Creo que esto puede ser más serio de lo que parece.
—¿En qué sentido?
Derek negó con la cabeza.
—No puedo explicarlo. Solo recuerdo estar luchando con ese vampiro renegado en Wild Life Park aquella noche y pensar que parecía diferente. Diferente de un modo inquietante.
—Yo tengo la misma sensación —confesó Kylie.
—Ten cuidado. —Estiró el brazo como si fuera a tocarla, pero lo retiró antes de entrar en contacto con ella.
—Lo haré. —Vio como se metía las manos en los bolsillos de los pantalones. Sus miradas volvieron a encontrarse, y a Kylie le costó un gran esfuerzo no insistir para que fuese a hablar con Holiday sobre cómo se sentía al percibir sus emociones con tanta magnitud. En lugar de ello, se marchó. Algo en su interior le dijo que era lo correcto.
Pero, ¿había alguien capaz de explicarle por qué hacer lo correcto dolía tanto?
***
Cuando Kylie alcanzó la linde del bosque, empezó a correr, deseando escapar del vívido dolor que sentía en el pecho al respirar. En unos pocos segundos, Della llegó a su lado.
—¿Estás bien? —Golpeaba el suelo con los pies al mismo ritmo que Kylie.
—No —respondió, y se agachó para esquivar la rama de un árbol.
—¿Adónde vamos? —preguntó Della unos minutos después, cuando Kylie tomó una dirección opuesta a la cabaña.
—Quiero correr —contestó Kylie.
—Vale. —Della se mantuvo a su lado.
Corrieron y corrieron. Cuando Kylie divisó la valla que señalaba el final de Shadow Falls, se detuvo y se dejó caer al suelo. Se abrazó las piernas con los brazos, dejó caer la frente sobre las rodillas. Sus pulmones trabajaban a pleno rendimiento, como si se alimentasen del aire del bosque, en el que aún flotaba el olor a lluvia.
Della, que ni siquiera jadeaba, se sentó a su lado. Los ruidos del bosque las envolvieron: un pájaro que volaba entre los árboles, alguna criatura desconocida que se arrastraba bajo un arbusto no muy lejos de allí. Pero sobre todo, Kylie escuchaba el latido acelerado de su corazón, que retumbaba en sus oídos.
—Tu corazón sigue acelerado —dijo Della.
—Lo sé. —Kylie mantuvo la cabeza apoyada contra sus rodillas.
—Ha dicho la verdad.
Kylie supo que Della hablaba de Derek.
—Lo sé.
—He intentado no escucharos, pero era imposible. Pensé en alejarme más, pero no habría cumplido con mis obligaciones de sombra.
Kylie levantó la cabeza. Dirigió la mirada hacia la valla y se dio cuenta de dónde se encontraban. Tras la valla de alambre estaban las huellas de dinosaurio. Y el arroyo donde Lucas la había besado. Se permitió pensar en eso un segundo, porque pensar en Derek le hacía daño.
Miró de nuevo a Della.
—Escuchas mis conversaciones privadas, pero no cuentas nada sobre ti.
—Contar ¿qué? —La voz de Della sonó confundida.
Kylie arqueó una ceja.
—¿Qué ocurrió cuando estuviste en casa? Sé que antes nos has mentido, y Miranda también lo sabe.
—Ah, eso. —Arrancó una larga hoja de hierba y empezó a atársela alrededor del dedo.
Kylie ya pensaba que no iba a contestar cuando Della dijo:
—Fui a ver a Lee.
Kylie siempre había sospechado que Della no había dejado de preocuparse por su ex novio, pero le sorprendió que lo admitiera.
—¿Y?
—Está prácticamente prometido con otra chica. Sus padres lo están presionando para que lo haga oficial, a ellos les gusta ella. —El dolor que había en la voz de Della era el mismo que el dolor que Kylie sentía por Derek.
Kylie se abrazó con fuerza las rodillas.
—Lo siento mucho.
—No lo sientas —dijo Della—. Es lo mejor. Él nunca habría aceptado que soy un vampiro.
—Eso no significa que no te haga daño. —Y vaya si Kylie sabía eso por experiencia propia.
Della vaciló.
—Ella es cien por cien asiática. No es mestiza como yo.
—¿Lee te dijo eso? —Ese chico no le gustaba nada a Kylie.
—No exactamente. Dijo que sus padres lo habían presionado para que saliera con ella, y sé que yo no les gustaba porque soy medio blanca.
—Tienes que seguir adelante —respondió Kylie—. Ya lo he hecho. —Della dejó caer la hoja al suelo.
Era mentira, pero Kylie no creía que recordárselo la ayudase. Kylie se echó hacia atrás y levantó la vista en dirección a los árboles. La humedad de la lluvia que había caído hacía un rato impregnaba su ropa, pero no le importaba. Agradecía un poco de frío en medio del calor de Texas. Un arrendajo azul revoloteó de la rama de un árbol a otra. Las emociones de Kylie parecían hacer lo mismo que ese pájaro.
Lo estudió, tan feliz, tan inocente, tan sin problemas. Della suspiró de forma exagerada, como si siguiera pensando en Lee.
—A Steve le gustas —dijo Kylie.
—No, no le gusto.
—Sí, sí le gustas —Kylie miró a Della—. Hoy lo he visto mirándote en el comedor. Deberías lanzarte.
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