Array The griffin classics - Crimen y castigo

Здесь есть возможность читать онлайн «Array The griffin classics - Crimen y castigo» — ознакомительный отрывок электронной книги совершенно бесплатно, а после прочтения отрывка купить полную версию. В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: unrecognised, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Crimen y castigo: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Crimen y castigo»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Contiene tabla de contenido activa (HTML)
Fiódor Dostoyevski es uno de los principales escritores de su época en la Rusia Zarista; la literatura de Dostoyevski explora la psicología humana en el complejo contexto político, social y espiritual de la sociedad rusa del siglo XIX. Walter Kaufmann citó las Memorias del subsuelo (1864), escritas con la amarga voz del anónimo «hombre subterráneo», como «la mejor obertura para el existencialismo jamás escrita». En el mismo sentido, el prestigioso intelectual y escritor austriaco Stefan Zweig consideró al escritor ruso como «el mejor conocedor del alma humana de todos los tiempos». Su obra, aunque escrita en el siglo XIX, refleja al hombre y la sociedad de hoy. Sigmund Freud dijo en su obra Dostoievski y el parricidio que el capítulo de «El gran inquisidor», de la novela Los hermanos Karamazov, era una de las cumbres de la literatura universal. Cabe resaltar, asimismo, la influencia ejercida sobre Nietzsche, quien afirmó: Dostoyevski, el único psicólogo, por cierto, del cual se podía aprender algo, es uno de los accidentes más felices de mi vida, más incluso que el descubrimiento de Stendhal.

Crimen y castigo — читать онлайн ознакомительный отрывок

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Crimen y castigo», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

«Debe de ser un ordenanza. Por lo tanto, esa escalera conduce a la comisaría.»

Y, aunque no estaba seguro de ello, empezó a subir. No quería preguntar a nadie.

«Entraré, me pondré de rodillas y lo confesaré todo», pensaba mientras se iba acercando al cuarto piso.

La escalera, pina y dura, rezumaba suciedad. Las cocinas de los cuatro pisos daban a ella y sus puertas estaban todo el día abiertas de par en par. El calor era asfixiante. Se veían subir y bajar ordenanzas con sus carpetas debajo del brazo, agentes y toda suerte de individuos de ambos sexos que tenían algún asunto en la comisaría. La puerta de las oficinas estaba abierta. Raskolnikof entró y se detuvo en la antesala, donde había varios mujiks. El calor era allí tan insoportable como en la escalera. Además, el local estaba recién pintado y se desprendía de él un olor que daba náuseas.

Después de haber esperado un momento, el joven pasó a la pieza contigua. Todas las habitaciones eran reducidas y bajas de techo. La impaciencia le impedía seguir esperando y le impulsaba a avanzar. Nadie le prestaba la menor atención. En la segunda dependencia trabajaban varios escribientes que no iban mucho mejor vestidos que él. Todos tenían un aspecto extraño. Raskolnikof se dirigió a uno de ellos.

‑¿Qué quieres?

El joven le mostró la citación.

‑¿Es usted estudiante? ‑preguntó otro, tras haber echado una ojeada al papel.

‑Sí, estudiaba.

El escribiente lo observó sin ningún interés. Era un hombre de cabellos enmarañados y mirada vaga. Parecía dominado por una idea fija.

«Por este hombre no me enteraré de nada. Todo le es indiferente», pensó Raskolnikof.

‑Vaya usted al secretario ‑dijo el escribiente, señalando con el dedo la habitación del fondo.

Raskolnikof se dirigió a ella. Esta pieza, la cuarta, era sumamente reducida y estaba llena de gente. Las personas que había en ella iban un poco mejor vestidas que las que el joven acababa de ver. Entre ellas había dos mujeres. Una iba de luto y vestía pobremente. Estaba sentada ante el secretario y escribía lo que él le dictaba. La otra era de formas opulentas y cara colorada. Vestía ricamente y llevaba en el pecho un broche de gran tamaño. Estaba aparte y parecía esperar algo. Raskolnikof presentó el papel al secretario. Éste le dirigió una ojeada y dijo:

‑¡Espere!

Después siguió dictando a la dama enlutada.

El joven respiró. «No me han llamado por lo que yo creía», se dijo. Y fue recobrándose poco a poco.

Luego pensó: «La menor torpeza, la menor imprudencia puede perderme… Es lástima que no circule más aire aquí. Uno se ahoga. La cabeza me da más vueltas que nunca y soy incapaz de discurrir.»

Sentía un profundo malestar y temía no poder vencerlo. Trataba de fijar su pensamiento en cuestiones indiferentes, pero no lo conseguía. Sin embargo, el secretario le interesaba vivamente. Se dedicó a estudiar su fisonomía. Era un joven de unos veintidós años, pero su rostro, cetrino y lleno de movilidad, le hacía parecer menos joven. Iba vestido a la última moda. Una raya que era una obra de arte dividía en dos sus cabellos, brillantes de cosmético. Sus dedos, blancos y perfectamente cuidados, estaban cargados de sortijas. En su chaleco pendían varias cadenas de oro. Con gran desenvoltura, cambió unas palabras en francés con un extranjero que se hallaba cerca de él.

‑Siéntese, Luisa Ivanovna ‑dijo después a la gruesa, colorada y ricamente ataviada señora, que permanecía en pie, como si no se atreviera a sentarse, aunque tenía una silla a su lado.

‑Ich danke ‑respondió Luisa lvanovna en voz baja.

Se sentó con un frufrú de sedas. Su vestido, azul pálido guarnecido de blancos encajes, se hinchó en torno de ella como un globo y llenó casi la mitad de la pieza, a la vez que un exquisito perfume se esparcía por la habitación. Pero ella parecía avergonzada de ocupar tanto espacio y oler tan bien. Sonreía con una expresión de temor y timidez y daba muestras de intranquilidad.

Al fin la dama enlutada se levantó, terminado el asunto que la había llevado allí.

En este momento entró ruidosamente un oficial, con aire resuelto y moviendo los hombros a cada paso. Echó sobre la mesa su gorra, adornada con una escarapela, y se sentó en un sillón. La dama lujosamente ataviada se apresuró a levantarse apenas le vio, y empezó a saludarle con un ardor extraordinario, y aunque él no le prestó la menor atención, ella no osó volver a sentarse en su presencia. Este personaje era el ayudante del comisario de policía. Ostentaba unos grandes bigotes rojizos que sobresalían horizontalmente por los dos lados de su cara. Sus facciones, extremadamente finas, sólo expresaban cierto descaro.

Miró a Raskolnikof al soslayo e incluso con una especie de indignación. Su aspecto era por demás miserable, pero su actitud no tenía nada de modesta.

Raskolnikof cometió la imprudencia de sostener con tanta osadía aquella mirada, que el funcionario se sintió ofendido.

‑¿Qué haces aquí tú? ‑exclamó éste, asombrado sin duda de que semejante desharrapado no bajara los ojos ante su mirada fulgurante.

‑He venido porque me han llamado ‑repuso Raskolnikof‑. He recibido una citación.

‑Es ese estudiante al que se reclama el pago de una deuda ‑se apresuró a decir el secretario, levantando la cabeza de sus papeles‑. Aquí está ‑y presentó un cuaderno a Raskolnikof, señalándole lo que debía leer.

«¿Una deuda… ? ¿Qué deuda? ‑pensó Raskolnikof‑. El caso es que ya estoy seguro de que no se me llama por… aquello.»

Se estremeció de alegría. De súbito experimentó un alivio inmenso, indecible, un bienestar inefable.

‑Pero ¿a qué hora le han dicho que viniera? ‑le gritó el ayudante, cuyo mal humor había ido en aumento‑. Le han citado a las nueve y media, y son ya más de las once.

‑No me han entregado la citación hasta hace un cuarto de hora ‑repuso Raskolnikof en voz no menos alta. Se había apoderado de él una cólera repentina y se entregaba a ella con cierto placer‑. ¡Bastante he hecho con venir enfermo y con fiebre!

‑¡No grite, no grite!

‑Yo no grito; estoy hablando como debo. Usted es el que grita. Soy estudiante y no tengo por qué tolerar que se dirijan a mí en ese tono.

Esta respuesta irritó de tal modo al oficial, que no pudo contestar en seguida: sólo sonidos inarticulados salieron de sus contraídos labios. Después saltó de su asiento.

‑¡Silencio! ¡Está usted en la comisaría! Aquí no se admiten insolencias.

‑¡También usted está en la comisaría! ‑replicó Raskolnikof‑, y, no contento con proferir esos gritos, está fumando, lo que es una falta de respeto hacia todos nosotros.

Al pronunciar estas palabras experimentaba un placer indescriptible.

El secretario presenciaba la escena con una sonrisa. El fogoso ayudante pareció dudar un momento.

‑¡Eso no le incumbe a usted! ‑respondió al fin con afectados gritos‑. Lo que ha de hacer es prestar la declaración que se le pide. Enséñele el documento, Alejandro Grigorevitch. Se ha presentado una denuncia contra usted. ¡Usted no paga sus deudas! ¡Buen pájaro está hecho!

Pero Raskolnikof ya no le escuchaba: se había apoderado ávidamente del papel y trataba, con visible impaciencia, de hallar la clave del enigma. Una y otra vez leyó el documento, sin conseguir entender ni una palabra.

‑Pero ¿qué es esto? ‑preguntó al secretario.

‑Un efecto comercial cuyo pago se le reclama. Ha de entregar usted el importe de la deuda, más las costas, la multa, etcétera, o declarar por escrito en qué fecha podrá hacerlo. Al mismo tiempo, habrá de comprometerse a no salir de la capital, y también a no vender ni empeñar nada de lo que posee hasta que haya pagado su deuda. Su acreedor, en cambio, tiene entera libertad para poner en venta los bienes de usted y solicitar la aplicación de la ley.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Crimen y castigo»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Crimen y castigo» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Array The griffin classics - The Complete Christmas Books and Stories
Array The griffin classics
Array The griffin classics - The Gift of the Magi
Array The griffin classics
Array The griffin classics - The Complete Works of F. Scott Fitzgerald
Array The griffin classics
Array The griffin classics - The Picture of Dorian Gray
Array The griffin classics
Array The griffin classics - Jack London - The Complete Novels
Array The griffin classics
Array The griffin classics - The Law of Success - In Sixteen Lessons
Array The griffin classics
Array The griffin classics - The Complete Works of Jane Austen
Array The griffin classics
Array The griffin classics - The Elements of Style ( Fourth Edition )
Array The griffin classics
Array The griffin classics - Franz Kafka - The Complete Novels
Array The griffin classics
Отзывы о книге «Crimen y castigo»

Обсуждение, отзывы о книге «Crimen y castigo» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x