Una extensión de esta tercera revolución industrial sería la aparición de la telefonía móvil y del smartphone como herramienta para la expansión definitiva de acceso y uso de internet a la mayor parte de la sociedad, lo que ha modificado no solamente el entorno de trabajo, sino también el comportamiento de los clientes y de los mercados.
En la cuarta revolución industrial, en la que nos encontramos inmersos, muchas tecnologías cambiarán de manera relevante nuestros puestos de trabajo y crearán nuevos perfiles profesionales. Tecnologías como la inteligencia artificial, el internet de las cosas, el Cloud, la impresión 3D, la realidad virtual y aumentada, el vehículo autónomo, la biología sintética, van a transformar muchos procesos. A esto tenemos que añadir los cambios en los modelos de negocio, como por ejemplo la aparición de modelos de plataforma, que tránsformarán no solo lo que hacemos, sino también el modo como lo hacemos.
En este entorno, hay dos tendencias en el mercado laboral que suponen una revolución en el mundo del trabajo: la economía gig y la economía de las máquinas. La consultora EY, entre otras, ha estudiado el impacto que tendrán estas dos tendencias. Os recomiendo leer su informe al respecto titulado: When machines become workers, what is the human role? [3]
La economía gig comprende las nuevas formas de trabajar que surgen en gran medida por la aparición de la economía colaborativa y los nuevos modelos de negocio digitales. Es una revolución total en el modelo de relación empresa-empleado por el que se transformarán un porcentaje importante de los puestos de trabajo debido al cambio de esta relación. La proliferación de autónomos trabajando como asesores, expertos o trabajadores ocasionales será cada vez más frecuente. Trabajadores que se tendrán que adaptar a una necesidad concreta y puntual de la empresa, tanto por el conocimiento o experiencia necesaria para dicha actividad, o porque las demandas de los clientes sean muy cambiantes.
Ejemplos de esta tendencia son los cada vez más frecuentes freelancers que asesoran a empresas en proyectos y temáticas muy especializadas. De hecho, están surgiendo múltiples plataformas, en las que profesionales especializados ofrecen sus servicios como respuesta a las demandas puntuales que requieren las empresas y que pueden ir desde consultas telefónicas que se facturan por minutos a servicios de interim management, esto es, un profesional cualificado que asesora temporalmente durante un periodo determinado a una empresa, ocupando una posición dentro de su estructura. Ejemplos como GLG (Gerson Lehrman Group), que conecta a empresas con cientos de miles de expertos a nivel mundial en diferentes materias o más especializadas como Outvise.com (plataforma española con más de 17.000 expertos internacionales en telecomunicaciones, media y digital). Muchas de estas ofertas de empleo autónomo exigen un alto nivel de conocimiento y, consecuentemente, están muy bien retribuidas. Pronostico que pronto, vamos a ver en comités de dirección de empresas muy importantes, figuras similares a estas: profesionales contratados por un periodo limitado de tiempo, que no pertenecen a una consultora, sino que son totalmente independientes y que participarán de los comités como un miembro más del equipo directivo.
Otra de las figuras laborales de la economía gig son los conductores de las famosas plataformas de VTC[4] como Uber o Cabify o los riders (repartidores) de empresas de mensajería o servicios de entrega a domicilio como Glovo o Deliveroo. Las nuevas plataformas digitales están creando muchos puestos de trabajo en estos sectores, con reglas laborales totalmente distintas a las tradicionales. Estamos sumidos en un gran debate sobre si estos profesionales son realmente autónomos o en realidad, falsos autónomos. Por una parte, se argumenta que muchos de estos trabajadores participan en estos negocios de manera complementaria a su actividad laboral o universitaria, y que estas plataformas son capaces de crear una nueva actividad al conectar oferta y demanda de uno de los eslabones de la cadena de valor de diferentes servicios (desde transporte de personas a comida a domicilio). Otros argumentan, que con la consolidación de estas plataformas o por la aparición de empresas que actúan directamente con las plataformas, estos trabajos son realmente ejercidos por falsos autónomos y que se pierden muchos de los derechos tradicionales de los trabajadores, ya que las plataformas a medida que crecen y se consolidan como líderes indiscutibles de un mercado adquieren un poder de negociación total sobre el trabajador.
Para mí, el caso más extremo de la economía gig es el de la plataforma Mechanical Turk[5] de Amazon donde una persona es remunerada por horas para realizar tareas online “manuales”, como pueden ser la revisión de comentarios, de fotos, la búsqueda o validación de textos… esto es, tareas que requieren todavía de una intervención por parte de un ser humano. Como dice Amazon en su web, Mechanical Turk es “inteligencia humana a través de una API. Accede a mano de obra global a demanda las 24 horas del día”. En este caso, la plataforma permite adaptar totalmente la mano de obra necesaria para una actividad de una manera casi milimétrica poniendo a disposición de las empresas mano de obra instantánea para realizar actividades a las que pueden acceder trabajadores de todas las edades y en cualquier lugar del planeta. Es interesante que le echéis un vistazo a los videos que hay en Youtube sobre esta iniciativa de Amazon, con más de 10 años de vida, que permite ver hasta dónde se puede llegar a exprimir los modelos de negocio y la tecnología con el fin de abaratar y variabilizar los costes de mano de obra.
Entre las estimaciones de la consultora EY sobre la economía gig, una de las que más destaca es que el 40 % de los trabajadores en EE.UU. serán contratados como autónomos en 2020. Imaginad lo que supone este cambio tan importante en todos los aspectos del entorno laboral de una persona: cómo es elegido, cómo se debe formar, qué se le va a exigir, cómo debe asegurar su trabajo, o cómo debe fijar los precios a los que va a ofrecer sus servicios… Muchas de estas tareas nunca han sido consideradas por el trabajador por cuenta ajena.
Si la economía gig va a ser un reto desde el punto de vista del cambio en la forma de trabajar, de qué se nos va a exigir y cómo vender nuestros servicios, la llamada economía de las máquinas va a suponer un reto todavía mayor: ¿y si la actividad que llevo haciendo durante más de 15 años la va a poder hacer mejor un robot o un algoritmo? Esto sí que es un reto.
El desarrollo de la inteligencia artificial y la robotización van a permitir cada vez más automatizar tareas que antes eran realizadas por humanos. Según la consultora Gartner, ya en 2018, el 20 % del contenido producido por las empresas lo están generando máquinas. Entre estos contenidos, estarían información bastante cualificada como notas de prensa, informes de publicación de resultados, informes de gestión... Muchas empresas tendrán que adoptar este tipo de tecnologías porque sus competidores lo harán y de no hacerlo, quedarían fuera del mercado. Ante esta tesitura, es posible que muchas de las actividades que realizan actualmente profesionales, pasen a ser realizadas por máquinas. En esta cuarta revolución industrial, los profesionales afectados por la adopción de nuevas tecnologías van a ser tanto de baja como de alta cualificación, algo muy diferente a lo que sucedió en las revoluciones anteriores, donde principalmente el impacto de las nuevas tecnologías recayó sobre las actividades que requerían de menos cualificación. La misma EY indica en su informe, en base a con un estudio del World Economic Forum, que en 2020 habrán desaparecido más de 5 millones de puestos de trabajo debido a la economía de las máquinas.
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