MISIÓN A LAS ISLAS PROHIBIDAS
Aileen E. Lantry
Gral. José de San Martín 4555, B1604CDG Florida Oeste, Buenos Aires, Rep. Argentina.
Índice de contenido
Tapa
Dedicado a: Dedicado a: El capitán y el maquinista del barco misionero adventista de las Islas Salomón, Maui (Luz). Su experiencia, habilidad, dedicación y amor cristiano son una bendición para todos los que navegan con ellos.
1 - Truenos y relámpagos
2 - Comienzos, gozos y pruebas
3 - Bebé por la borda
4 - Barreras derribadas
5 - Nghata, el sacerdote del diablo
6 - La rama quebrada
7 - Chascos y victorias
8 - La Segunda Guerra Mundial y las Islas Salomón
9 - Los soldados de Dios en acción
10 - Hombres y adolescentes audaces
11 - El matafuegos de Dios
12 - La historia de Wilfred Bili
13 - Los desafíos de Pitcairn
14 - Dios controla los vientos, las olas y los troncos
15 - Aves que vuelan y construyen
16 - Victoria en la Isla Savo
17 - El milagro del bote Sea Ray
18 - Kopiu, devastada y restaurada
La rama quebrada
Misión a las islas prohibidas
Eileen E. Lantry
Título del original: Broken Stick. Mission to the Forbidden Islands, Review and Herald Publ. Assn., Hagerstown, MD, EE.UU., 2010.
Dirección: Liliana G. de Utz
Traducción: Claudia Blath
Diseño: Ivonne Leichner
Ilustración: Shutterstock
Libro de edición argentina
IMPRESO EN LA ARGENTINA - Printed in Argentina
Primera edición, e - Book
MMXXI
Es propiedad. Copyright de la edición original en inglés © 2010 Review and Herald Publ. Assn. Todos los derechos reservados.
© 2012, 2021 Asociación Casa Editora Sudamericana. La edición en castellano se publica con permiso de los dueños del Copyright.
Queda hecho el depósito que marca la ley 11.723.
ISBN 978-987-798-352-4
Lantry, Eileen E.La rama quebrada : Misión a las islas prohibidas / Eileen E. Lantry / Dirigido por Liliana G. de Utz. - 1ª ed . - Florida : Asociación Casa Editora Sudamericana, 2021.Libro digital, EPUBArchivo digital: OnlineTraducción de: Claudia BlathISBN 978-987-798-352-41. Literatura piadosa. I. G. de Utz, Liliana, dir. II. Blath, Claudia, trad. III. Título.CDD 230 |
Publicado el 10 de febrero de 2021 por la Asociación Casa Editora Sudamericana (Gral. José de San Martín 4555, B1604CDG Florida Oeste, Buenos Aires).
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El capitán y el maquinista del barco misionero adventista de las Islas Salomón, Maui (Luz).
Su experiencia, habilidad, dedicación y amor cristiano son una bendición para todos los que navegan con ellos.
Estaba totalmente camuflado, echando una mirada furtiva a través de la densa vegetación tropical de la selva.
Detrás de él, escondidos sobre una roca alta, se agazapaban entre cuarenta y cincuenta guerreros suyos. Cada uno tenía un garrote y lanzas de cinco metros de largo hechas de palmera negra con unas filosísimas puntas envenenadas. De pie con la frente en alto, recio, el líder observaba, con una ira encarnizada que ardía en su interior. ¡Cómo se atrevían esos intrusos a violar su playa sagrada! Ningún extraño se atrevía a pisar este lugar especial, declarado santo por los dioses que gobernaban esta isla de Bellona en las Islas Salomón. Y si se atrevían, nadie vivía para contarlo. Con lealtad intensa él defendería el dominio de sus dioses héroes: espíritus controlados por el diablo.
Su mirada penetrante percibía a cada hombre que descendía de la escalera del barco hasta el bote. Seguía cada brazada mientras remaban en silencio hasta la costa, remolcaban el bote hacia la playa, y ponían el pie en la arena. Lentamente caminaron hacia las cuevas y las casas de los dioses de la isla que estaban escondidas dentro de las cuevas.
Este explorador de la isla del Mar del Sur y sus marineros hicieron una pausa y echaron un vistazo alrededor para divisar alguna señal de vida. No vieron al hombre ni a sus guerreros sumamente camuflados que los observaban en silencio desde el acantilado que dominaba la playa.
Entonces, sin poder contener su ira por más tiempo, el líder dejó escapar un potente grito. Este resonó contra los acantilados volcánicos como un estruendo. Los intrusos se quedaron paralizados en su caminata, mirando para todos lados febrilmente para ver de dónde provenía el sonido. Aterrorizados, vieron al guerrero saltar de la saliente de la roca seguido por su ejército en rápida sucesión. Los guerreros aterrizaron en la arena y, gritando al unísono, corrieron a toda prisa con garrotes y lanzas para atrapar y matar a los intrusos.
A este explorador del Mar del Sur le pareció que se abalanzaban sobre él de una forma tan rápida y mortal como el destello de un rayo. Los asustados hombres dieron media vuelta y huyeron de la arremetida mortal. Llegaron hasta el bote un poco antes que la horda, lo empujaron hasta el oleaje y remaron con furia hasta su barco. Muy de cerca, los guerreros aún furiosos se zambulleron en las olas, agitando los garrotes y arrojando lanzas a los hombres que huían.
Tres días después el explorador entró en la Bahía Kopiu del lado del mar abierto de la gran isla de Guadalcanal. A medida que su barco se acercaba, vio que había isleños que parecían estar trabajando con un hombre y una mujer blancos. Dos niñitos blancos jugaban con varios niños negros. Ancló el barco y tomó un bote hasta la costa.
El joven de cabello oscuro y rizado se adelantó y le extendió la mano al explorador.
–Bienvenido a la aldea Kopiu. Soy Norman Ferris, misionero aquí en Guadalcanal. Esta es mi esposa, Ruby, y nuestros hijos.
El viajero sonrió.
–¡Qué bienvenida tan diferente a la que recibí hace pocos días cuando desembarqué en una islita a casi 150 kilómetros al sudoeste de aquí! ¡Casi me matan!
–Usted debe haberse detenido en la islita llamada Bellona –le dijo Norman–. Me han hablado mucho de esos polinesios altos, fuertes y corpulentos. Ellos no permiten que nadie llegue a la costa. De hecho, mantienen una comunicación directa con el diablo y, entre muchas otras cosas, él los hace levitar.
El explorador asintió. Todo parecía ser posible con estos hombres que infundían temor.
–Al usar este poder sobrenatural –continuó Norman– se elevan y flotan en el aire por cortas distancias. Muchas de las bahías que rodean Bellona están dedicadas a sus dioses, y pescar en las bahías prohibidas o, incluso, acercarse a las cuevas y las casas donde se supone que viven sus dioses demonios, supone una muerte segura.
–¡Ya lo creo! ¡El jefe de los guerreros casi nos liquida! Puede estar seguro de que nunca más iré allí.
Para terminar su historia horripilante, el visitante agregó:
–Esa isla siempre estará fuera de los límites para mí. Yo no soy rival de ese tipo enorme que llamo “Truenos y relámpagos”.
Después de que el hombre se fue, los pensamientos de Norman constantemente se dirigían hacia los guerreros endemoniados de Bellona y la isla cercana de Rennell. Sentía una profunda simpatía y compasión por el hombre al que el explorador llamaba Truenos y Relámpagos, por sus fieles guerreros y la gente que vivía allí bajo el control del diablo. Norman se enteró de que el verdadero nombre del jefe era Tiekika. También supo que los belloneses decían que una voz que hablaba a través de criaturas extrañas demandaba que ellos atacaran y mataran a todo el que se acercara a los lugares de residencia de sus dioses especiales. Norman odiaba la manera en que Satanás manipulaba la mente de esta pobre gente.
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