Ya en 2013, el material recopilado por esta investigación estaba disponible en internet a través de distintas plataformas y soportes, pero –precisamente– sólo habíamos podido reunirlo a través de enlaces, navegaciones y derroteros en la web. Es decir, estaba repartido y acaso disperso. Este libro es la oportunidad de reunir todo en único volumen, con la posibilidad de mostrar incluso originales, como manuscritos y correspondencia de los involucrados en la reconstrucción o las planimetrías de grandes formatos. Aquí además se exponen una buena cantidad de fotografías de diversos momentos de la reconstrucción.
La investigación en el Archivo Histórico José Vial Armstrong, consistió en recopilar, digitalizar y disponibilizar el material referente a la reconstrucción de la Parroquia desde sus inicios después del terremoto de Valdivia de 1960, hasta la publicación de esta reconstrucción en la revista CA en 1982. La digitalización de imágenes se realizó cumpliendo estándares en cuanto a calidad, resolución, tamaño, etc., y se siguieron los protocolos del Archivo Histórico JVA. En esta edición las imágenes fueron adecuadas al soporte. Se crearon además objetos semánticos en la Wiki Casiopea, con metadatos y codificados de acuerdo con el código de este Archivo Histórico; se transcribieron cientos de páginas de cartas y documentos, manuscritos y mecanografiados, que se editaron en documentos PDF y html. Todo se presenta ahora en esta edición, reformateado y adecuado a este soporte.
Por otra parte, en 2012 realicé visitas periódicas a la Parroquia en Corral para constatar la situación de la obra. Hubo reuniones con los agentes parroquiales, a cargo de dos hermanas monjas, el encargado parroquial, incluso con el obispo de Valdivia. En agosto de 2012 llevamos una exposición de cincuenta fotografías que montamos en la Parroquia el día de su más importante fiesta, que cada año celebra a Nuestra Señora del Tránsito.
Jaime Reyes G.
JUAN PURCELL F.
Para empezar
La invitación de Jaime Reyes a colaborar en su libro “Parroquia de Corral. Memoria Documental”, dio lugar a recordar desde mi memoria y junto a otras memorias seleccionadas del archivo José Vial Armstrong para este libro, lo que fue la acción emprendida por la totalidad de la Escuela con ocasión del terremoto y destrucción de las iglesias del sur, en 1960, hace sesenta años.
La forma que esta acción adquirió fue la de una interrupción en el Plan de estudios de la Escuela, para asumir el encargo de las iglesias que nadie pudo hacerse cargo.
Estos dos hechos, por sus características épicas el primero y por el espíritu con el que se asumió el segundo, me recordaron Las Cruzadas y la parábola del Buen Samaritano, que dicen del verdadero nombre de esta acción y que fue confirmado por el temple y devoción que mostraron todos los que participaron.
La Iglesia de Corral fue una de las dos iglesias rescatadas de su destrucción por el terremoto.
La reconstrucción se hizo incorporando la nueva liturgia aprobada en el Concilio Vaticano II, que introducía cambios importantes en la celebración de los ritos y de su significación.
Tal vez el más importante fue el protagonismo del Dios hijo con relación a Dios padre en el rito de la misa, porque cambió el sentido del altar, el centro de la liturgia.
El altar del sacrificio, de Abraham, se cambió por la mesa de la cena, de Jesús con sus apóstoles.
Corral era una iglesia tradicional, de bóveda central, de cañón corrido y naves laterales, con altar al fondo, donde el sacerdote celebraba la misa mirando el sagrario y el retablo.
Los fieles estaban detrás, en la nave.
Se privilegiaba el largo sobre el ancho.
En el nuevo rito, el sacerdote está en la mesa rodeado de fieles mirando la asamblea.
Esta nueva figura requiere de un nuevo espacio, no sólo de un largo, si no también de un ancho.
Eso es lo que se hizo en Corral, a una iglesia larga, se le creó el ancho, un nuevo interior.
Para eso se construyeron las grandes vigas que eliminaban los pilares que soportaban la bóveda, y se cuidó la luz, tanto la que entraba por las ventanas, con las celosías, como la que reflejaba el interior, con la pintura.
Queríamos un espacio de oración en torno a la mesa en la que el sacerdote rodeado de fieles, celebra la misa mirando ahora la ekklesia.
Para terminar.
Agradezco a Jaime que me abrió la oportunidad de recordar y escribir sobre una de las aristas de esta Cruzada del Samaritano a las iglesias del sur.
Juan Purcell F.
Pruebas de difusiones en la casa de la Escuela en Valparaíso.
Pruebas de difusiones en la casa de la Escuela en Valparaíso.
Construcción de las vigas principales. Corral.
Construcción de las vigas principales. Corral.
Juan Purcell frente a los difusores de luz en Corral, durante la visita conmemorativa por la muerte de José Vial A. en 1983.
PATRICIO MORGADO
Prólogo
Si bien todas las iglesias reconstruidas en el sur de Chile después del terremoto de 1960 formaban parte de un mismo propósito y de una acción creativa que se asumía desde un fundamento común, en cada una de ellas se siguió un camino distinto. En el caso de la Parroquia de Corral había una carga significativa importante ya que, por un lado, el sitio era portador de una historia que se remonta al siglo XVII como lugar de defensa en el ingreso marítimo a la ciudad de Valdivia y, por otro, estaba localizada en el epicentro del terremoto y fue impactada a la vez por el tsunami que arrasó las costas del sur del país.
Para referirse a la reconstrucción que hace la Escuela de Arquitectura de la PUCV en Corral, es imprescindible aludir a quienes emprendieron esa magnífica y ejemplar tarea, puesto que llevar adelante una obra de reconstrucción en las circunstancias que se hizo, con implicancias sociales, culturales, económicas y eminentemente creativas, sólo pudo ser administrada gracias a un pensamiento ordenado, conducido e iluminado por la “indicación poética” que le dio origen y que los llevó a “ponerse manos a la obra” y comenzar esta verdadera cruzada. Como se puede comprender en los pasajes de este libro, el enorme trabajo que implicaba desplazarse a distintos lugares del sur de Chile, hizo que el equipo de profesores tuviera que distribuirse y alternarse ocasionalmente la responsabilidad de los proyectos y su construcción.
Las múltiples gestiones que hubo que realizar para cada uno de los casos, los cuales –por convicción y postura frente al oficio– fueron enfrentados sin excepción como “casos únicos”, como un desafío plenamente arquitectónico y a la vez pedagógico, dan cuenta de una acción comprometida en un amplio territorio, que abarcó desde Concepción hasta Puerto Montt. Es fácil entender que cada lugar presentaba condiciones propias y dificultades que hubo que ir superando en la propia marcha de las obras. Los equipos fueron integrados por arquitectos, ingenieros y estudiantes. Para éstos últimos, muy probablemente constituyó una marca a fuego en su formación como arquitectos y su posterior desempeño.
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