ESA
HUMEDAD
QUE BRILLA
EN SU
PESTAÑA
LAURA VIZCAY
ESA HUMEDAD QUE BRILLA EN SU PESTAÑA
LAURA VIZCAY
PALABRA EDITORIAL
COLECCIÓN PUNTA DEL ICEBERG
Índice
Portada
Portadilla ESA HUMEDAD QUE BRILLA EN SU PESTAÑA LAURA VIZCAY PALABRA EDITORIAL COLECCIÓN PUNTA DEL ICEBERG
Legales Vizcay, LauraEsa humedad que brilla en su pestaña / Laura Vizcay. - 1a ed. - Santa Fe : Palabrava, 2021.Libro digital, EPUB - (La punta del iceberg ; 3)Archivo Digital: descarga y onlineISBN 978-987-4156-31-01. Narrativa Argentina. 2. Cuentos. I. Título.CDD A863 Esa humedad que brilla en su pestaña Laura Vizcay Detalle de tapa: Fantasmas en la casa Foto-collage digital, Máximo Grippo Editorial Palabrava Diagonal Maturo 786 Santa Fe editorialpalabrava@yahoo.com.ar www.editorialpalabrava.com.ar Colección La punta del iceberg Directora de colección: Patricia Severín Coeditora: Viviana Rosenzwit Diagramación: Álvaro Dorigo y Noelia Mellit Diseño de Colección y Tapa: Álvaro Santa Fe - www.sugoilab.com Primera edición en formato digital: abril de 2021 Versión: 1.0 Digitalización: Proyecto 451 Queda hecho el depósito que marca la ley 11.723 ISBN: 978-987-4156-31-0
El regalo de Dios
El Dodge 400
El vuelo
Fin del paseo
La delatora
Línea 47
El premio
Canción de Ana
La pestaña
El Negro
Con el sol del este
Me caigo y me levanto
La herencia
Extraño amor
Yesterday
El muerto
La casa
El beso
La terminal de Retiro
La novela
El pozo
Señora
Nina
Lo que no me deja dormir
Antonia, Schopenhauer y yo
A la buena de Dios
Vizcay, LauraEsa humedad que brilla en su pestaña / Laura Vizcay. - 1a ed. - Santa Fe : Palabrava, 2021.Libro digital, EPUB - (La punta del iceberg ; 3)Archivo Digital: descarga y onlineISBN 978-987-4156-31-01. Narrativa Argentina. 2. Cuentos. I. Título.CDD A863 |
Esa humedad que brilla
en su pestaña
Laura Vizcay
Detalle de tapa: Fantasmas en la casa
Foto-collage digital, Máximo Grippo
Editorial Palabrava
Diagonal Maturo 786
Santa Fe
editorialpalabrava@yahoo.com.ar
www.editorialpalabrava.com.ar
Colección La punta del iceberg
Directora de colección: Patricia Severín
Coeditora: Viviana Rosenzwit
Diagramación: Álvaro Dorigo y Noelia Mellit
Diseño de Colección y Tapa: Álvaro
Santa Fe - www.sugoilab.com
Primera edición en formato digital: abril de 2021
Versión: 1.0
Digitalización: Proyecto 451
Queda hecho el depósito que marca la ley 11.723
ISBN: 978-987-4156-31-0
Laura Vizcaynació y reside en Reconquista, Santa Fe, República Argentina.
Ha publicado La eternidad de cualquier manera (Fundación Banco Bica, 1994); La sospecha (Palibrio, 2010); Lectura y Escritura Académica (Fondo Editorial ISP N°4-2009); Apoyo a las Tutorías de las Escuelas Secundarias (Fondo Editorial ISP N°4-2011). Compartió la Mención Especial del Premio Juan de Garay en reconocimiento del trabajo a favor de la cultura junto a Dante Ruggeroni y Pablo Alcides Pila (2003). Se desempeñó como Directora de la Biblioteca Popular General Manuel Obligado (1994-2003); Directora de Radio Municipal (1997-1999); Secretaria de Cultura, Educación y Comunicación de la Municipalidad de Reconquista (1997-1999). Integró equipos de escritura de los Nuevos Diseños Curriculares de la Provincia de Santa Fe 2012/2015. Es editora de Ediciones La Ochava, premiada por Espacio Santafesino 2019 y coordina talleres de lectura en voz alta.
A Lidia, mi madre y amiga
A mis hijos, que tan sabiamente
me enseñan a mirar
Al lado íntimo del tiempo que somos
Lulú había nacido con rabo. Era una pequeñísima extensión de tejido conectivo cubierto de pelos diminutos y dorados. La partera, ducha en experiencias sorprendentes que la naturaleza prodiga, la cubrió de inmediato ante los ojos de una madre devastada por el cansancio. Bartolina estaba exhausta y no era cosa de darle un agobio más, pensó la partera y decidió guardar el secreto por unos días. Con esa serenidad propia de las mujeres sabias, de manera diligente, higienizó las partes aún dolientes, de la que diera a luz, para luego ocuparse de la niña.
Bartolina era una madre soltera cuyo embarazo había ocultado a la familia pero fue difícil de mantener. La habían confinado a una habitación aislada de la casa grande, donde ni siquiera los hermanos pequeños tenían acceso, con el cuento de que allí dormía el diablo y no había que despertarlo.
Bartolina, adormecida, gemía pidiendo ver a su hija mientras la partera cubría a Lulú con manos temblorosas y con inmaculados pañales de franela, mientras el rabo de la niña se movía según el impulso del llanto que hacía vibrar los vidrios de las ventanas. Buenos pulmones , dijo la partera para que la madre escuchara, mientras pensaba que en sus años de oficio era la primera vez que asistía al nacimiento de una niña tan hermosa y perfecta, pero con rabo.
La madre tomó a su hija en brazos y dijo mi Lulú . No percibió el movimiento tenue a la altura del coxis. Imaginó que era una cadena de gases que anticipaban la purificación de los intestinos y la abrazó contra su pecho. Entonces pudo ver la perfección de su rostro, de sus manitas.
La partera le dijo Volveré a cambiarle los pañales, tratá de prenderla a tu pecho, que ablande los pezones.
Madre e hija hicieron la tarea y un calostro dulce y cálido corrió por la comisura de los labios de Lulú. Cada succión era un saludo amoroso en el que ambas se encontraban y se unían. La partera volvió unas horas más tarde y se ocupó de la higiene de las mujeres, que permanecían confinadas en ese cuarto bien provisto y acogedor. A los niños de la casa los habían llevado al campo hasta que se pudiera, familiarmente, acomodar este acontecimiento tan inoportuno.
La partera decidió acompañar más tiempo del acostumbrado a esta parturienta y su cría. Era una manera de no revelar lo que pasaba. Se preguntaba en qué momento lo diría. Temía que Bartolina rechazara a Lulú, que se volvía más luminosa.
Al volver a su casa revisó las enciclopedias de consulta médica que guardaba desde que la habían entrenado en la práctica de comadrona. Solo pudo asegurarse de que los casos no eran frecuentes y que, por suerte, esta cola o rabo no era la continuación de la columna vertebral. Pensó en un significado genético y otro divino. Debía explicarle a Bartolina con ambos argumentos, el detalle de su hija tan perfecta a sus ojos.
Pasó el primer mes y era hora de que la partera entregara el cuidado de la criatura a su madre, que ya había recuperado las fuerzas y la alegría, a pesar de tener que salir al mundo con la evidencia de una hija.
Una tarde cálida, en medio de canciones e infusiones aromáticas, la partera invitó a la madre a dar el primer baño a Lulú. Cuando la desnudó y la sumergió en el agua tibia y jabonosa, Bartolina gritó sorprendida. Inmediatamente, la comadrona dijo, con una sonrisa tierna, Miren, ¡mi pequeña Lulú tiene un regalo de Dios! ¡Fue distinguida por la naturaleza! Bartolina, aún con sus manos ahogando más exclamaciones, dejó correr lágrimas de profunda emoción que lavaron para siempre el desconsuelo o la tristeza que intentaron alojarse en su corazón. Tal vez, por la tibieza del agua o por el aroma a lavanda que emergía del fuentón de losa, Lulú iluminó sus labios con la primera sonrisa.
Читать дальше