“Los papis toman el control”
––––––––
Por
Kelly Dawson
Copyright © 2017 by Stormy Night Publications and Kelly Dawson
Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o transmitida en cualquier forma o por cualquier medio, electrónico o mecánico, incluyendo fotocopias, grabaciones, o por cualquier sistema de almacenamiento y recuperación de información, sin el permiso por escrito del editor.
Publicado por Stormy Night Publications and Design, LLC.
www.StormyNightPublications.com
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Dawson, Kelly
Daddies Take Control
Diseño de portada por Oliviaprodesign
Traducción al español: Elizabeth Garay
garayliz@gmail.com
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Este libro está destinado solo para adultos. Los azotes y otras actividades sexuales representadas en este libro únicamente son fantasías, destinadas a adultos.
Título “Los papis toman el control” –––––––– Por Kelly Dawson
Derechos de Autor Copyright © 2017 by Stormy Night Publications and Kelly Dawson Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o transmitida en cualquier forma o por cualquier medio, electrónico o mecánico, incluyendo fotocopias, grabaciones, o por cualquier sistema de almacenamiento y recuperación de información, sin el permiso por escrito del editor. Publicado por Stormy Night Publications and Design, LLC. www.StormyNightPublications.com –––––––– Dawson, Kelly Daddies Take Control Diseño de portada por Oliviaprodesign Traducción al español: Elizabeth Garay garayliz@gmail.com –––––––– Este libro está destinado solo para adultos. Los azotes y otras actividades sexuales representadas en este libro únicamente son fantasías, destinadas a adultos.
Capítulo Uno
Capítulo Dos
Capítulo Tres
Capítulo Cuatro
Capítulo Cinco
Capítulo Seis
Capítulo Siete
Capítulo Ocho
Capítulo Nueve
Capítulo Diez
Capítulo Once
Jennifer McLeod se frotó los ojos con las palmas de las manos y los presionó, pero sin importar cuánto lo intentara, no pudo contener el torrente de lágrimas que brotaron en estremecedores y miserables sollozos, como un río que acaba de desbordarse. ¡Estúpida! se dijo una y otra vez, como si de alguna manera le ayudara a recordar lo lejos que había caído, gracias a su propia necedad. ¡Eres una absoluta estúpida!, se reprendió de nuevo.
Sabía que acabaría ocurriendo, que un día terminarían atrapándola. Pero a medida que pasaba el tiempo y no ocurría, se había vuelto más atrevida. Y ahora todo había terminado. Se había descubierto la cosecha comercial que había estado cultivando en el armario del pequeño apartamento de un dormitorio, adjunto a los establos donde trabajaba. La semana siguiente debía comparecer ante el juez; sabía que era poco probable que la liberaran con solo una multa. Había estado esforzándose para abastecerse; tendría suerte de salir sin una pena de cárcel. Y cuando la prueba de drogas de hoy diera positivo, lo cual estaba segura de que así sería, se volvería aún peor para ella. Lo más probable es que la suspenderían de las carreras durante al menos un año, tal vez incluso recibiría una multa.
Sabía que al final del día ya no tendría un trabajo o un lugar donde vivir. Había apostado todo lo que tenía en el caballo que montaba, y había perdido. Ahora ya no le quedaba nada. Ni trabajo, ni casa, ni dinero y sin forma de pagar por los cuidados de Bobby. Su vida también podría haber terminado.
¿Qué pasaría con Bobby? Su hermano gemelo gravemente discapacitado y donde estaba prosperando y empezando a hacer amigos en ese establecimiento privado que ella le había encontrado. Había sido muy recomendado, la atención era de primera. No era solo una institución, sino una comunidad, donde los residentes podían ser tan independientes como podían serlo, sin dejar de ser supervisados y asistidos en todos los aspectos de su vida. Renwick Park había sido un regalo del cielo para Bobby, finalmente estaba hablando y sonriendo de nuevo, pero tenía un alto precio. Un precio que ya no podía pagar.
¿Qué diablos voy a hacer? se preguntó, la desesperación la inundó de nuevo. Esta vez, ni siquiera trató de detener las lágrimas, sería inútil. En cambio, se agachó y apoyó los antebrazos en las rodillas, cubriéndose la cara con las manos y lloró.
* * *
Luke Lewis, del prestigioso establo ‘Tom Lewis Stables’, condujo al último caballo por la rampa de suave pendiente del camión de caballos y lo aseguró en el interior. Mientras permanecía de pie en silencio, volviendo a llenar la red de heno para el caballo y saboreando la sensación del final de otro día exitoso en las carreras, el sonido de un sollozo ahogado se filtró a través de las rejillas de ventilación del camión. Frunció el ceño, escuchando, pero no volvió a oírlo, por el sonido de los caballos resoplando, pateando y masticando.
Levantó la pesada rampa y cerró los pestillos. ¿Dónde estaba Cody? En el bar, sin duda, ayudando a los propietarios a celebrar sus victorias, ya que en el día habían presentado seis caballos y habían logrado cuatro victorias. ¡Nada mal! Cody no siempre venía con él a las carreras. De hecho, casi nunca lo hacía, aunque los hermanos habían crecido juntos en los establos con los caballos, Cody siempre había estado más interesado en administrar la granja que estar en los establos. Pero con Tom, su padre, tratando de retirarse, Cody había dado un paso al frente, asistiendo a carreras con Luke, cuando nadie más estaba disponible para asistir.
El sollozo ahogado volvió a escucharse. Luke miró a su alrededor. Allí, apoyada contra la valla al otro lado del estacionamiento, estaba una mujer. No podía ver mucho de ella ya que estaba inclinada hacia adelante, con la cabeza apoyada en las rodillas dobladas y el rostro completamente cubierto por una maraña de cabello largo y oscuro. Se notaba claramente angustiada; incluso desde donde estaba parado a varios metros de distancia, podía ver sus hombros temblando. No tenía idea de quién era ella; no podía verla con suficiente claridad para identificarla. Pensó en acercarse para ver si podía ayudar, luego negó con la cabeza. No. Cody es mejor en ese tipo de cosas que yo, decidió. Si todavía está aquí cuando lo saque del bar, hablaremos con ella entonces.
Abrió la puerta del conductor del camión de caballos, arrojó su billetera descuidadamente al interior, arrojó su chaqueta encima y se alejó pavoneándose hacia el bar, sin mirar atrás.
* * *
Jen sabía que el hombre alto y apuesto, de pelo rubio oscuro y desgreñado, la había estado observando, pero no estaba segura de si su expresión había sido de lástima o de desprecio. Probablemente desprecio, si hubiera estado cerca del bar y se hubiera enterado. Sabía que, a estas alturas, la noticia de su desgracia se habría extendido por todas partes.
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