Aldivan Teixeira Torres - Voces De Luz
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- Название:Voces De Luz
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- Год:неизвестен
- ISBN:978-8-87-304802-2
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— Está bien. Específicamente ¿Cuáles son estos enfoques?
— Son relacionados al área religiosa. ¿Eso te interesa?
— Demasiado. ¿Y qué sugieres para nuestra primera aventura?
Emanuel mira la hora en su reloj de muñeca y parece estar decepcionado. Luego continúo con la conversación.
— ¿Cuándo puedes visitar me para hablar mejor?
— ¿Ir a Jeritacó? Yo ni siquiera sé dónde queda.
— Hay una van desde Ibimirim con destino a dicho lugar. Una vez ahí, te informarás acerca de dónde queda mi casa. Es una ciudad pequeña y todo el mundo me conoce.
— OK. Lo pensaré, y si puedo ir, probablemente sea el sábado. ¿Tienes alguna forma de comunicarte conmigo?
— Tengo un celular, pero solo funciona en el centro de la ciudad. Pero, como dije, cuando llegues allá me encontrarás. Bueno, ahora me debo ir o perderé la van.
— OK. Nos veremos pronto.
— Adiós.
Emanuel le da la mano al hijo de Dios y se va rápidamente de ahí, dejándolo con dudas. Entre los diversos pensamientos que rondaban su mente estaban preguntas como: ¿Quién era esa persona de verdad? ¿Cuál es su intención? ¿Por qué sentía que lo conocía desde hace tiempo? Era un gran misterio que le provocaba cada vez más angustia. Sin embargo, en ese tiempo, él iba súper tarde y su familia podría estar preocupada, debido a que él no les había avisado. Su aventura tendría que ser pospuesta para otro día.
El hijo de Dios recogió su plato, tomó su mochila y se paró con dirección a la cajera. Entregó el plato, el recibo y el dinero. Esperó el cambio y salió del establecimiento, comenzando su travesía hacia la parada de la van, que estaba muy cerca.
Los pasos rápidos continuaron durante unos trescientos metros, cruzó la misma intersección y ¡vaya! No pasó nada porque en el momento había menos movimiento. Luego giró a la derecha, caminó unos cien metros, giró a la izquierda y alcanzó su destino.
Eran las 2:30pm y ya sea por acción del destino o mera suerte, quedaba un asiento disponible en el auto. Inmediatamente fue al carro con la compañía de los fiscales y escogió un buen lugar al lado de una rubia joven y delgada y una mujer de mediana edad. Saluda rápidamente a ambas y al conductor y el carro avanza. Se despidió rápidamente de su querida Arcoverde, prometiendo regresar el día siguiente.
El carro sigue la dirección desde el centro de Boa Vista hacia la autopista BR 232 y mientras la van iba con su paso frenético el hijo de Dios aprovechó la oportunidad para establecer una conversación con sus vecinos sentados cerca.
— ¡Hola! ¿Estás bien? ¿Siempre vienes a Arcoverde?
— Si. La ciudad de Pesqueira tiene pocas opciones para conseguir pruebas más precisas, por lo que me veo obligada a venir acá. (Mujer de mediana edad).
— Yo estaba en la casa de mi hermano. Habían pasado siglos desde que lo había visitado. (Rubia joven)
— ¿Cuál es tu nombre? (el hijo de Dios)
— Georgia. (Mujer de mediana edad)
— Karla. ¿Y tú? (Rubia joven)
— Aldivan Teixeira Tôrres, pero pueden llamarme Vidente o el hijo de Dios.
— ¿Vidente? ¿De verdad? (Georgia)
— Sí. Tengo un talento maravilloso, todavía no desarrollado, pero para mí es muy útil. (El hijo de Dios)
— Interesante. (Georgia)
— ¿Y, hijo de Dios? ¿Tu afirmación no es exagerada? (Karla)
— No me tomes como presumido. No fue mi decisión tomar este título, pero si, las entidades me acompañan. (El hijo de Dios).
— ¡Wow! ¡Increíble! (Karla)
— Estoy cada vez más sorprendida con este joven hombre. (Georgia)
— No se impresione. Aunque no me adentraré con las explicaciones, soy un hombre joven perfectamente normal que busca el significado de la vida. Quiero esparcir con la literatura un mensaje de esperanza a otros como yo, para que puedan experimentar la transformación por la acción del espíritu. Eso es todo. (El hijo de Dios).
— Muy bien. Le deseo suerte en su travesía (Georgia).
— Deseo con muchas ganas leer sus libros, porque todavía me siento perdida. (Karla)
— Gracias a ambas. Esto me motiva aún más a seguir mis sueños. (El hijo de Dios).
El destino se acerca, el carro gira hacia la derecha y entra en un camino angosto. Dentro de unos metros, el Vidente se despide, paga el pasaje y finalmente sale de la van. Camina unos cuantos metros más y llega a su hogar.
Entra en su residencia, en la sala es recibido con gran cariño por parte de sus familiares y luego se dirige a su cuarto, donde cambia de ropa rápidamente, pero mantiene consigo su mochila. Después salió del cuarto, va a través de la sala y el pasillo y finalmente llega a la cocina. En el ambiente, lavó sus manos en el lavamanos, se seca con el paño de tela, se prepara su plato con lo que está en la cocina (pasta, arroz, frijoles, harina, carne, ensaladas, vegetales y jugo) y finalmente se sienta en una silla alrededor de la mesa principal. En ese momento tendría quince minutos de descanso para alimentarse y reposar.
Después de su almuerzo, se devolvió al cuarto donde se desvistió, se puso una toalla y toma champú, jabón y crema hidratadora. Luego va al baño de la casa donde tomaría una ducha muy rápida. Y entonces lo hizo. Quince minutos después estaba de vuelta en su cuarto, bañado y con una muda de ropa.
Ahora solo se encontraban el Vidente y la computadora, adentrándose en su trabajo de escritor. Él trabajaría por el resto de la tarde, cenaría y luego continuaría trabajando toda la noche. Todo por lograr cumplir su sueño “Conquistar al mundo con sus palabras”.
Al final del día, se dormiría usualmente a una hora temprana. Esta es la rutina diaria del soñador, el Vidente de la cueva y en este día especial (30 de octubre), él se encontraba conmovido por su experiencia con Emanuel, el joven hombre que le hizo una importante propuesta que podría cambiar su carrera.
Decisión
Luego del paso de dos días, llegó el sábado. El hijo de Dios se levanta muy temprano, se estira, se quita su ropa, se coloca la toalla en la cintura, agarra el champú, el jabón, la afeitadora, la crema de afeitar y la crema hidratadora y se dirige al baño, pasando a través de los dos cuartos y la sala de la residencia. Al llegar al compartimiento, colocó los artículos necesitados en el lavamanos, tomó la toalla, abrió la llave de la ducha y comenzó a inundar su cuerpo con el agua fría proveniente de la cisterna, que está mucho más fría.
Un momento después, cerró la ducha, enjabonó su cuerpo y uso ese ejercicio para meditar un poco acerca de lo que había pasado hace dos días atrás. Después de un breve análisis concluyó que un viaje a Jeritacó, una aldea olvidada en las tierras bajas del noreste y eran el hogar de Emanuel, una criatura singular, que lo había salvado de la muerte. Aún si sólo fuese por gratitud, él podía visitarlo y descubrir un poco más acerca de Emanuel y de su propuesta. ¡Lo había decidido! Iría a Jeritacó
Con la decisión en su mente, se terminó de enjuagar, enjabonó un poco más su cuerpo y volvió a abrir la ducha. El flujo de agua lavó sus impurezas, pero no se llevó sus preguntas ni preocupaciones que poseía ante el nuevo desafío. La nueva aventura que estaba en camino.
Sintiéndose limpio, el hijo de Dios terminó su ducha, se puso de nuevo su toalla, dio 4 pasos que lo colocaron en frente del borde del lavamanos y comenzó la segunda parte del servicio del baño: Afeitarse su barba. Se colocó la crema de afeitar en toda su cara y con la ayuda de la afeitadora comenzó a remover su barba de su cara y cuello. Necesitaba estar presentable para hacer una buena impresión a cualquier lugar al que iba. En siete minutos concluyó su trabajo, se lavó su cara, limpió su afeitadora y salió del baño.
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