Luego cuando tenía una idea más exacta de qué era lo que se conocía de un determinado pueblo y qué aún estaba por descubrir me adentré en lo que fue el territorio de ese pueblo, recorriendo caminos, escalando montes y atravesando praderas en busca de algún resto no descubierto con la esperanza de que fuese algo importante.
Quizás fue mi inocencia o mi ímpetu, pero conseguí, tras mucho esfuerzo, rescatar del fondo de un barranco unas piezas que parecían de cerámica, adornadas con pinturas de distintos colores que todavía se podían reconocer.
Ilusionado por mi descubrimiento, anoté todos los datos con respecto a su localización geográfica y de profundidad haciendo multitud de fotos al lugar exacto y a sus alrededores, para documentar mi hallazgo.
Después y para que un experto me corroborase la autenticidad de las piezas, así como me ayudase a calcular su antigüedad, me puse en contacto con un responsable del Museo Nacional de Antropología de México, situado en la capital del país, el Distrito Federal.
Una amplia construcción a cuya entrada está expuesta la colosal estatua de doscientas toneladas del Dios del Agua Tláloc, y en cuyo interior se recogen en sus salas miles de piezas referidas a los pobladores de América desde tiempos prehistóricos hasta los mexicas.
Entre las obras más destacadas del lugar se encuentra el tesoro de la tumba del rey Pakal, la mítica Piedra del Sol con representación la cosmología mexica y el colosal Atlante Tolteca.
Una vez me recibió le enseñé aquel fragmento al responsable del centro junto las fotografías de lugar y todas mis anotaciones y el hombre con una sonrisa declaró,
– Felicidades, has encontrado una buena obra, esta se usaba para realizar ofrendas a los dioses, por eso de sus llamativos colores, lo malo es que es una tradición tan antigua y que aún hoy se practica que existe una extensa documentación al respecto, pudiéndose contemplar la evolución del rito a lo largo de los años, esta pieza en concreto vendría a ser de aquí.
Y me señaló a una mampara de cristal, sin darme cuenta me había conducido por aquel museo hasta donde nos encontrábamos justo frente a mí existía un cuenco completo con los dibujos en perfecto estado, si me lo hubiesen contado no me lo hubiese creído.
Lo mío parecía ahora más el desecho de un alfarero que una buena pieza, y ante mi desilusión me reconfortó el encargado indicándome,
– No te preocupes, los grandes hechos de la historia se han preparado con cuidado y realizado poco a poco; pero lo más importante lo tienes, tu arrojo e ímpetu. Sigue con él y no lo pierdas y verás cómo algún día aquello que hagas dará su fruto.
Конец ознакомительного фрагмента.
Текст предоставлен ООО «ЛитРес».
Прочитайте эту книгу целиком, купив полную легальную версию на ЛитРес.
Безопасно оплатить книгу можно банковской картой Visa, MasterCard, Maestro, со счета мобильного телефона, с платежного терминала, в салоне МТС или Связной, через PayPal, WebMoney, Яндекс.Деньги, QIWI Кошелек, бонусными картами или другим удобным Вам способом.