Marion Lennox - Rescatar un corazón

Здесь есть возможность читать онлайн «Marion Lennox - Rescatar un corazón» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современные любовные романы, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Rescatar un corazón: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Rescatar un corazón»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Juntos tendrían la oportunidad de ser felices por fin…
El cirujano Fergus Reynard abandonó la gran ciudad para ejercer la medicina general en Cradle Lake, con la esperanza de poder superar allí un terrible golpe. Desde luego, las risas, la dedicación y el afecto de la doctora Ginny iban a serle de mucha ayuda.
Ginny sabía que no podía comenzar una relación con aquel maravilloso hombre si antes no superaba sus propios problemas. Pero Fergus no iba a permitir que huyera de aquella oportunidad única, del amor de su vida… Aunque eso significara entregar su corazón también a la pequeña sobrina que Ginny tenía a su cargo y desempeñar un papel al que creía que no volvería a enfrentarse: el de ser padre.

Rescatar un corazón — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Rescatar un corazón», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– ¿Y crees que me importa? -lo interrumpió ella-. ¿Crees que me importa pasar unas semanas de mi vida contigo?

– Pero has tenido que hacerlo tantas veces… -suspiró Richard-. Mis dos hermanos murieron de esta misma enfermedad -añadió luego, mirando a Fergus-. Mi padre se marchó y mi madre no pudo con todo, así que se dio a la bebida. Murió de cirrosis cuando Ginny tenía dieciséis años. La pobre ha tenido que cargar con todo desde entonces. Y eso no puede ser. Mi pobre hermana necesita un poco de paz.

– Y has pensado terminar con todo por la vía rápida.

– ¿Para qué voy a seguir viviendo?

Los tres se quedaron en silencio. Un silencio que se alargó. Quizá Fergus esperaba que Ginny dijera algo, pero no podía. No podía hacerlo.

– Pues resulta -empezó a decir Fergus entonces- que podría haber algo por lo que querrías vivir un poco más. Si no tienes miedo.

– No tengo miedo.

– Ah, muy sensato. Si me dejas, yo puedo cuidar de ti, puedo hacer que estés lo más cómodo posible. No se tomará ninguna decisión sin que tú lo aceptes. Hay otras soluciones además del monóxido de carbono, Richard. La medicina puede ayudarte a pasar estas semanas sin sufrir.

– Estas semanas… antes de irme hacia las nubes blancas, donde todos llevan halo -dijo Richard, irónico.

– Tengo entendido que también hay un montón de vírgenes -sonrió Fergus, poniendo una mano en su hombro-. Estás vivo hasta que estés muerto, amigo. Pero aún no lo estás y te queda un trabajo que hacer.

– ¿A qué te refieres?

– Tienes que conocer a tu hija -contestó él, ofreciéndole la carta.

* * *

Richard había leído la carta y después había hecho muchas preguntas, incrédulo. Y luego, repentinamente, se había quedado dormido. Era como si la noticia fuera demasiado para él y su cuerpo le exigiera descanso.

Pero no lo había negado. Sencillamente había hecho un montón de preguntas.

– Prométeme que tú no intentarás suicidarte -dijo Fergus, mientras subía al Land Rover.

– Ya sabes que no tengo suficiente gasolina -intentó bromear Ginny.

– Ginny, esto es…

– Lo sé, horrible. Pero así es la vida. Estoy bien.

– No estás bien. Has ido al baño a vomitar.

– Una reacción lógica.

– Ya lo sé. ¿Cuánto tiempo llevas con Richard?

– ¿Esta vez?

– Esta vez.

– Desde que salió del hospital. Podría haberse quedado allí, pero era mejor que pasara sus últimos días aquí.

– ¿Mejor para quién?

– Para él, por supuesto. Pero yo aprendí hace mucho tiempo que es mejor hacer lo que uno debe hacer que vivir con remordimientos toda la vida.

– Pero para ti ha sido terrible volver aquí, ¿no? ¿Es aquí donde murieron tus hermanos? ¿Tu madre?

Ginny asintió con la cabeza.

– ¿Richard estaba contigo?

– Richard siempre ha estado enfermo -contestó ella.

Y Fergus entendió. Richard no había querido pasar la poca vida que tenía cuidando de otros, de modo que todo el peso había caído sobre los hombros de Ginny.

– Bueno, vamos a pensar en un plan. Vendré todas las tardes para ver lo que ha decidido Richard…

– Richard no va a decidir nada.

– Tiene que hacerlo.

– No puedes cargarlo con esa responsabilidad…

– Es su hija, claro que puedo. Sé que está muy sorprendido…

– Fergus, esta tarde ha intentado quitarse la vida.

– ¿Tú crees? Incluso un moribundo puede ver lo que queda en el tanque de gasolina de un coche.

– ¿Qué estás diciendo? Mi hermano no haría una pantomima así… ¿para qué iba a hacerlo?

– Sospecho que te necesita más de lo que te ha dicho.

– Pero estoy aquí con él…

– ¿Y para qué esperar hasta llegar aquí para suicidarse? Si hubiera querido matarse lo habría hecho en la ciudad, Ginny. ¿Por qué venir a Cradle Lake?

– No tengo ni idea.

– ¿Qué habrías hecho de no haber estado yo aquí?

– Lo mismo que tú, sacarlo del coche y llevarlo a su cama.

– Y a partir de entonces no te habrías apartado de su lado ni un segundo. Eso se llama chantaje emocional, Ginny. Y por eso tengo que ayudarte.

– No necesito ayuda.

– Sí la necesitas -sonrió Fergus.

– Puedo hacerlo sola, de verdad.

– Seguro que sí, pero no tienes por qué. Bueno, me voy. Pero volveré alrededor de las ocho.

– No hace falta que vuelvas.

– Sí hace falta. Tu hermano y tú necesitáis ayuda y yo, como Batman , siempre aparezco donde se me necesita.

– ¿Con los calzoncillos por fuera de los pantalones? -bromeó Ginny.

– Eso está mejor. Mucho mejor -dijo Fergus, acariciando su cara. Era un gesto de calor, de solidaridad. Un gesto que le decía que no estaba sola.

Pero ella no necesitaba ese gesto.

Ginny dio un paso atrás, pero cuando el Land Rover se alejó por el camino se llevó la mano a la cara.

No necesitaba ayuda.

Pero se quedó allí, tocando la mejilla que Fergus Reynard había tocado.

Richard dormía. Despertó brevemente para cenar algo, pero apenas dijo nada.

– No quiero hablar de ello -murmuró cuando Ginny sacó el tema de la carta. Y luego volvió a dormirse.

Ginny lo miró, furiosa. Claro, todo era muy fácil para él. Sólo tenía que dormirse y olvidarse de todo. Pero ella…

Suspirando, bajó los escalones del porche y se quedó mirando el cielo teñido de color naranja.

Una hora después llegaría Fergus.

Si iba a dar un paseo y Richard despertaba…

«Incluso un moribundo puede ver lo que queda en el tanque de gasolina».

Richard no iba a morir esa semana. Había sobrevivido al monóxido de carbono siendo un moribundo…

– Estás vivo hasta que estás muerto -murmuró-. Richard, no me hagas esto, por favor.

Silencio. Claro. ¿Quién iba a contestarle? Su hermano estaba dormido, no había televisión en la casa, ni radio. Estaba muy bien mirar el lago hasta morir, pero ella no se estaba muriendo.

De hecho, se sentía más viva en aquel momento de lo que se había sentido en mucho tiempo.

¿Tendría algo que ver con un par de ojos grises? ¿y el roce de una mano en su mejilla?

«Sí venga, enamórate del médico», se dijo a sí misma, irónica. No, no pensaba hacerlo.

Nunca había querido mantener relaciones sentimentales y Fergus no sería una excepción. Aquello que sentía era una bobada. Debería sentarse y admirar la puesta de sol…

Ginny miró la puesta de sol durante tres o cuatro minutos. Suficiente.

Luego se volvió hacia la cama donde dormía su hermano.

– Voy a casa de Óscar para ver cómo están los corderos y el resto de los animales. Volveré en tres cuartos de hora. No te mueras, Richard -Ginny se mordió los labios-. Pero si te mueres, cariño mío, no será culpa mía.

Capítulo 5

Óscar no debería tener permiso para llevar una granja. No deberían permitirle tener animales. Pero el corderillo al que había salvado esa mañana estaba bien, mamando ávidamente de su resignada madre.

Un final feliz, al menos.

Pero el resto de los animales… había una oveja muerta en medio del corral y los demás parecían a punto de caer fulminados por falta de comida. Óscar había dejado que la naturaleza se encargase de todo y eso había hecho.

¿Por qué se buscaba problemas?, se preguntó Ginny. Debería dejarlo todo como estaba y marcharse. Pero no podía hacerlo.

Había una oveja a punto de parir. Estaba tirada en el suelo, de lado, respirando con dificultad… No, no estaba a punto de parir, estaba pariendo. Una patita asomaba por detrás. El pobre animal estaba atascado.

Con un poco de agua jabonosa y un poco de suerte… pero ella no era veterinaria. Aun así, podría evitarle sufrimientos, pensó.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Rescatar un corazón»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Rescatar un corazón» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Rescatar un corazón»

Обсуждение, отзывы о книге «Rescatar un corazón» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x