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–¿Vendedor telefónico? –Preguntó Chad tratando de esconder su mueca de burla mientras su hermana pequeña cerraba la puerta de un sonoro portazo que hizo que esta cayera al suelo. Se estrelló contra el suelo con gran estruendo.
Envy le dio una patada al teléfono en el pasillo imaginándose que era la cabeza de su novio antes de darse la vuelta hacia su hermano. –¿Es que todos sois unos cerdos o solo los tíos con los que salgo?
Chad levantó las manos con gesto de rendición.
–En mi opinión, las chicas sois igual de malas. Ahora cálmate y cuéntale a tu hermano mayor qué ha pasado.
Envy apoyó la frente en la pared. Se negaba a verter ni una sola lágrima. Trevor no le gustaba lo suficiente como para llorar por él y ella se estaba empezando a cansar seriamente de todos los chicos de un modo o de otro.
–Jason me acaba de pedir salir. Él creía que estaba soltera de nuevo porque se encontró con Trevor en la nueva discoteca. Prácticamente, se estaba tirando a otra en la pista de baile.
Chad agitó la cabeza. No sentiría ninguna pena por Trevor cuando su hermana le pusiera las manos encima.
–¿Y por qué no salimos por ahí entonces? –arqueó una ceja, no quería perdérselo por nada del mundo.
Envy sonrió, le había gustado la idea.
–Dame diez minutos y estoy lista.
Chad asintió y se sentó en la punta del sofá. Cogió el mando a distancia para ver las noticias, aunque no les prestó mucha atención. Él no quería que su hermana saliera con Trevor. Él sabía que el tipo actuaba como un completo americano, el típico niño rico de bachillerato que trata de despistar a todo el mundo; pero eso no significaba que le gustara que mintiera a su hermana sobre su verdadero ser. Si Trevor iba a acostarse con ella, entonces necesitaba saber por lo menos la verdad sobre la persona con la que se acostaba su hermana.
Empezar una relación con una mentira no era la mejor manera. Si ibas a mentir, entonces, en primer lugar, no deberías verte involucrado. Él arrinconó a Trevor la última vez que se vieron en la estación y le dijo al “agente secreto” que le contara a Envy toda la verdad sobre lo que estaba haciendo o, si no, que se alejara de ella. No era culpa suya que Trevor no escuchara a nadie más que a sí mismo.
Le enfadaba pensar que Trevor pudiera estar utilizando a Envy mientras llevaba a cabo sus negocios encubiertos en los locales nocturnos de moda. Como ella era camarera en muchas discotecas, Trevor podía seguirla a cualquier edificio antes de que abrieran al público y quedarse hasta que cerraban. Al estar allí, entre la multitud, Trevor podía husmear mucho mejor sin que Envy se enterara de nada.
Chad rechazó desvelar la verdad, incluso aunque el equipo de Fuerzas Especiales había estado intentando que lo hiciera por la fuerza hasta entonces. Lo más cerca que había estado de hacerlo era siendo su chico favorito para llamar cuando era el momento de tumbar puertas de una patada y bajarle los humos a la gente. Y a él le parecía bien. Él prefería mucho antes dale una patada en el culo a uno de los malos y después escabullirse, charlar con la gente y remover papeles para intentar encontrar la porquería de alguien.
Ahora, su amigo Jason, por el contrario, sería mucho mejor novio para Envy. Ella había ido al colegio con Envy, y eso era un problema. Jason se había colgado por Envy durante toda la secundaria y había pasado tanto tiempo en su casa, que Envy lo consideraba un hermano... no alguien con quien salir.
Jason se unió a los guardabosques del Bosque Nacional Ángeles justo cuando acabó la escuela y nunca cambió de oficio. A Envy aún le gustaba salir por ahí con Jason. También solía ver a su mejor amiga Tabatha, ya que Tabatha era compañera de unidad de Jason.
Chad se levantó del sofá y esperó en al otro lado de la puerta de la habitación de Envy. Habían sido compañeros de habitación durante los últimos cuatro años, desde que sus padres murieron en un accidente de coche, y se las habían apañado bastante bien. Él era policía y ella estaba en nómina en bastantes discotecas de la ciudad como camarera.
La única razón por la que él no le había dicho lo típico de “búscate un trabajo de verdad” era porque la mayoría de las noches ella ganaba más dinero que él. Lo que hacía las cosas más fáciles porque, cuando llegaba el día de pagar el alquiler, Envy era quien solía pagarlo mientras que él se preocupaba de todo lo demás.
–¿A qué discoteca vamos? –preguntó él al otro lado de la puerta.
–La nueva. Moon Dance, –Envy se hizo una coleta con algunas capas del pelo mientras las de abajo le colgaban por la espalda. –Puede que también me ofrezca como camarera ya que vamos.
Chad frunció el ceño.
–Es la que está casi a las afueras de la ciudad, ¿verdad? –Él volvió a su habitación sin esperar su respuesta. Últimamente, las cosas se habían vuelto un poco peligrosas por aquella zona de la ciudad. Las desapariciones eran el mayor peligro, y ya se habían encontrado unos cuantos cuerpos a una manzana de esa discoteca.
Hasta entonces, no habían encontrado nada que pudiera vincularse directamente con el Moon Dance, excepto que todas las víctimas escogidas eran asiduos de la discoteca. Era el lapso de tiempo entre asesinatos lo que hacía sospechar a Chad y a tantos otros. Se habían hecho algunas preguntas para averiguar si había un asesino en serie paseándose por el bar. Varias de las últimas víctimas habían sido vistas por la discoteca. Como policía, no podía dejar pasar la posibilidad de que existiera algún tipo de conexión.
Como su pistola y su placa ya estaban en el coche, Chad cogió la pistola paralizante y se la metió entre el cinturón. Con todas las atrocidades que estaban ocurriendo por allí, quería que Envy la tuviera solo por si algo malo ocurría mientras ella estuviera en la discoteca.
Al salir de su habitación, echó un vistazo al pasillo y se quedó de piedra cuando vio a su hermana. Una falda negra de cuero con encaje asomando hasta la mitad del muslo cubría sus piernas a conjunto con una camisa de encaje a la altura del ombligo. algunos parches de cuero estratégicamente colocados cubrían lo necesario... lo justo para esconder sus pechos y mostrar su vientre y su ombligo.
También llevaba puestas unas botas negras de cuero hasta justo por encima de las rodillas con unas cadenas elegantes de adorno alrededor de los tobillos. Un colgante que su madre le había regalado hacía años adornaba su cuello con una bonita pieza de cuarzo de amatista. La mayoría de su pelo rojo lo llevaba recogido en una coleta alta con algunos mechones cayendo por un hombro.
Llevaba también un maquillaje elegante con delineador de ojos y sombra negros, así como un tono oscuro de lápiz de labios. Parecía una dominatriz.
–¡Joder! ¿Salimos a por sangre? –Chad levantó una ceja echándole un vistazo... dos veces. Se estaba planteando cancelar la salida nocturna y hacerla volver a su habitación por razones de seguridad.
–Bueno, he decidido –Envy levanté una ceja con delicadeza, –que después de encargarme de Trevor, ¡me lo voy a pasar bien! Desde ahora en adelante, me niego a quedar solo con un tío. No quiero un novio… ¡quiero MUCHOS! Así, cuando uno de ellos se comporte como un gilipollas, me dará igual porque tendré otros que estarán más que contentos por darle una patada.
–Sí, recuerdo lo bien que funcionaba eso en el instituto. –Chad movió la cabeza con gesto de disgusto porque sabía que su hermana era mucho más frágil de lo que fingía ser, –Iremos en mi coche por si llaman desde la central.
–Solo si me dejas jugar con las luces azules –Envy sonrió porque sabía que le dejaría.
Chad suspiró y caminó hacia el coche. –Te juro que eres peor que un crío en una tienda de juguetes apretando todos y cada uno de los peluches que hacen ruido y volviendo a todos locos.
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