Morgan Rice - El Peso del Honor

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Una fantasía llena de acción que le encantará a los fans de las otras novelas de Morgan Rice, igual que a los fans de obras como The Inheritance Cycle de Christopher Paolini… Los fans de Ficción para Jóvenes Adultos devorarán este último trabajo de Rice y rogarán por más. The Wanderer, A Literary Journal (sobre El Despertar de los Dragones) ¡Las series Bestselling #1! ¡EL PESO DEL HONOR es el libro #3 en la serie de fantasía épica bestselling de Morgan Rice REYES Y HECHICEROS (que inicia con EL DESPERTAR DE LOS DRAGONES como descarga gratuita) ! En EL PESO DEL HONOR, Kyra finalmente conoce a su misterioso tío y se queda asombrada al ver que no es el hombre que ella esperaba. Ella empieza un periodo de entrenamiento que pondrá a prueba su resistencia y su frustración, ya que rápidamente llega a los límites de su poder. Sin poder invocar a su dragón, sin poder entrar en su persona interior y sintiendo una urgencia por ayudar en las guerras de su padre, Kyra empieza a dudar si podrá convertirse en la guerrera que siempre pensó ser. Y cuando conoce a un misterioso muchacho más fuerte que ella en las profundidades del bosque, se pregunta qué es realmente lo que le tiene preparado el destino. Duncan debe bajar las montañas de Kos con su nuevo ejército y, ampliamente superados en número, lanzar una invasión arriesgada en la capital. Si gana, sabe que esperándolo detrás de los ancestrales muros se encontrará con el antiguo rey y su grupo de nobles y aristócratas, todos con sus propios planes, todos tan listos para traicionar como lo están para cooperar. Al parecer, unificar Escalon será más difícil que liberarlo. Alec, en Ur, deberá utilizar todas sus habilidades especiales en la forja para ayudar a la resistencia si quieren tener alguna posibilidad de defenderse contra la invasión Pandesiana que se avecina. Se queda impresionado cuando se encuentra con Dierdre, la chica más fuerte que jamás ha conocido. Ahora ella tendrá la oportunidad de enfrentarse contra Pandesia, y mientras se les encara con valentía, se pregunta si su padre y sus hombres estarán de su lado esta vez. Merk finalmente entra a la torre de Ur y se queda perplejo por lo que descubre. Una vez que aprende los extraños códigos y reglas, conoce a sus compañeros Observadores, los guerreros más duros con los que se ha encontrado, y descubre que ganarse su respeto no será tarea fácil. Con una invasión acercándose, se dedican a preparar la torre; pero puede que ni todos los pasadizos secretos los protejan de la traición que se desarrolla en el interior. Vesuvius guía a su nación de Troles por el vulnerable Escalon arrasando la tierra, mientras Theos, furioso por lo que le ha pasado a su hijo, desata toda su ira y no se detendrá hasta que todo Escalon esté en llamas. Con su fuerte atmósfera y complejos personajes, EL PESO DEL HONOR es una dramática saga de caballeros y guerreros, de reyes y señores, de honor y valor, de magia, destino, monstruos y dragones. Es una historia de amor y corazones rotos, de decepción, ambición y traición. Es una excelente fantasía que nos invita a un mundo que vivirá en nosotros para siempre, uno que encantará a todas las edades y géneros. El libro #4 de REYES Y HECHICEROS se publicará pronto. Si pensaste que ya no había razón para vivir después de terminar de leer la serie El Anillo del Hechicero, te equivocaste. Morgan Rice nos presenta lo que promete ser otra brillante serie, sumergiéndonos en una fantasía de troles y dragones, de valor, honor, intrepidez, magia y fe en tu destino. Morgan ha logrado producir otro fuerte conjunto de personajes que nos hacen animarlos en cada página. … Recomendado para la biblioteca permanente de todos los lectores que aman la fantasía bien escrita. Books and Movie Reviews, Roberto Mattos (sobre El Despertar de los Dragones)

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Sintió cómo volaba dando vueltas con el mundo girando y lo siguiente que supo fue que su cabeza golpeaba contra una roca, con el terrible dolor esparciéndose por su cuerpo al chocar con una pared de piedra. Cuando empezaba a caer al piso perdiendo la consciencia, lo último que vio fue al gigante destrozándolo todo, acabando con sus planes y con todo lo que había conseguido, y se dio cuenta de que moriría aquí, muy lejos de su tierra pero tan cerca del sueño que casi había conseguido.

CAPÍTULO TRES

Duncan sintió la ráfaga de viento que pasaba sobre él mientras bajaba la cuerda al atardecer, bajando las majestuosas cimas de Kos, sosteniéndose tanto como podía mientras se deslizaba a una velocidad que le parecía imposible. A su alrededor los hombres se deslizaban también: Anvin y Arthfael, Seavig, Kavos, Bramthos, y miles más, hombres de Duncan, de Seavig, y de Kavos que formaban un solo ejército, todos deslizándose por el hielo en filas como un ejército bien disciplinado saltando uno sobre otro, todos desesperados por llegar al suelo antes de ser detectados. En cuanto los pies de Duncan tocaban el hielo, inmediatamente se impulsaba de nuevo hacia atrás y previniendo que sus manos fueran destrozadas sólo por los gruesos guantes que Kavos le había dado.

Duncan se maravilló por lo rápido que se movía su ejército en una bajada casi empinada por el acantilado. Cuando había estado en la cima de Kos, no había tenido idea de cómo Kavos planeaba hacer que un ejército de tal tamaño bajara tan rápido sin perder a muchos hombres; no se había dado cuenta del complejo sistema de cuerdas y picos que tenían y que les permitiría bajar tan fácilmente. Estos eran hombres nacidos para el hielo, y para ellos, este descenso relámpago era como una casual caminata. Finalmente entendió a lo que se referían cuando dijeron que los hombres de Kos no estaban atrapados ahí arriba; sino que los Pandesianos abajo eran los que estaban atrapados.

Kavos de repente se detuvo cayendo con los dos pies en una ancha meseta que salía de la montaña y Duncan se detuvo a su lado al igual que todos los hombres, haciendo una pausa momentánea a la mitad de la montaña. Kavos caminó hacia la orilla y Duncan se le unió, observando, viendo las cuerdas que caían libres; al final de ellas y en medio de la niebla y los últimos rayos del sol, Duncan pudo ver en la base de la montaña una guarnición de piedra Pandesiana repleta de miles de soldados.

Duncan observó a Kavos y Kavos le regresó la mirada lleno de satisfacción. Era una satisfacción que Duncan reconocía, una que había visto muchas veces en su vida: el éxtasis de un verdadero guerrero a punto de ir a la guerra. Los hombres como Kavos vivían para esto. Duncan tuvo que admitir que también lo sintió, ese cosquilleo en las venas y rigidez en el estómago. El mirar a los soldados Pandesianos le hizo sentir una excitación por la emoción de la pelea.

“Pudiste haber bajado por cualquier parte,” dijo Duncan examinando el paisaje debajo. “La mayoría está vacío. Pudimos haber evitado la confrontación y seguir hasta la capital. Pero elegiste el lugar en el que los Pandesianos son más fuertes.”

Kavos sonrió ampliamente.

“Lo hice,” respondió. “Los hombres de Kavos no intentan evitar la confrontación; la buscan.” Sonrió aún más. “Además,” añadió, “una batalla temprana nos permitirá calentar para nuestra marcha hacia la capital. Y quiero que estos Pandesianos se la piensen dos veces antes de que vuelvan a intentar rodear la base de nuestra montaña.”

Kavos se dio la vuelta y le hizo una señal a su comandante, Bramthos, y Bramthos juntó a sus hombres y se unió a Kavos mientras se dirigieron hacia un gran pedazo de hielo a la orilla del acantilado. Todos al mismo tiempo pusieron sus hombros sobre este.

Duncan, dándose cuenta de lo que intentaban, les hizo una señal a Anvin y Arthfael quienes también juntaron a sus hombres. Seavig se unieron también y empujaron al mismo tiempo.

Duncan hundió sus pies en el hielo sintiendo el peso sobre él, resbalando y empujando con todas sus fuerzas. Todos gimieron y lentamente la gran roca empezó a rodar.

“¿Un regalo de bienvenida?” Preguntó Duncan sonriendo y gimiendo al lado de Kavos.

Kavos sonrió también.

“Sólo un pequeño detalle para anunciar nuestra llegada.”

Un momento después Duncan sintió que el peso lo dejaba, escuchó el crujir del hielo y observó impresionado cómo la piedra rodaba por la meseta. Retrocedió rápidamente junto con los otros y observó la piedra rodando a toda velocidad, rebotando en la pared de hielo y avanzando con rapidez. La piedra masiva, con un diámetro de al menos treinta pies, cayó directamente hacia abajo como un ángel de la muerte hacia la fortaleza Pandesiana. Duncan se preparó para la explosión que caería sobre todos los soldados que eran su objetivo.

La gran roca cayó en el centro de la guarnición de piedra y el golpe fue el más estruendoso que Duncan jamás había escuchado. Fue como si un cometa hubiera caído sobre Escalon, con un retumbar tan fuerte que tuvo que cubrir sus oídos, haciendo que el piso temblara bajo él y haciéndolo tambalear. Le elevó una gran nube de piedra y hielo a docenas de pies de altura, y el aire, incluso desde ahí arriba, se llenó de los gritos de terror y llanto de los hombres. La mitad de la guarnición fue destruida en el impacto y la roca siguió rodando, aplastando hombres y edificios y dejando un rastro de destrucción y caos.

“¡HOMBRES DE KOS!” gritó Kavos. “¿Quién se ha atrevido a acercarse a nuestra montaña?”

Hubo un gran grito mientras los miles de hombres se arrojaron por el acantilado siguiendo a Kavos, todos tomando las cuerdas y bajando tan rápido que parecía como si cayeran libremente por la montaña. Duncan lo siguió con sus hombres tras de él, tomando las cuerdas y bajando tan rápido que apenas si podía respirar; estaba seguro de que se rompería el cuello en el impacto.

Segundos después se encontró cayendo fuertemente en la base, descendiendo en una gran nube de hielo y polvo y aún escuchando el estruendo de la roca rodante. Todos los hombres se voltearon y se pusieron de frente a la guarnición, soltando un gran grito de batalla y sacando sus espadas mientras avanzaban de frente hacia el caos del campamento Pandesiano.

Los soldados Pandesianos, aún sorprendidos por la explosión, miraron con rostros confundidos hacia el ejército que se acercaba; claramente no estaban esperando esto. Sorprendidos con la guardia baja y con varios de sus comandantes aplastados por la roca, se miraban muy desconcertados como para saber qué hacer. Mientras Duncan y Kavos y sus hombres les caían encima, varios se dieron la vuelta y empezaron a correr. Otros trataron de tomar sus espadas, pero Duncan y sus hombres les cayeron como langostas y los apuñalaron antes de que tuvieran la oportunidad de alcanzarlas.

Duncan y sus hombres se apresuraron por el campamento sin dudar, sabiendo que el tiempo era vital mientras derribaban a los soldados que estaban recuperándose y siguiendo el rastro de destrucción de la roca. Duncan golpeaba en todos lados apuñalando a un soldado en el pecho, golpeando a otro en el rostro con la empuñadura de su espada, pateando a uno que se aventaba sobre él y agachándose y golpeando con el hombro a otro que lo atacaba con un hacha. Duncan no se detuvo, derribando a todos en su camino, respirando agitadamente, sabiendo que aún los superaban en número y que tenía que matar a todos los que pudiera tan rápido como pudiera.

A su lado, Anvin, Arthfael, y sus hombres se le unieron, todos cuidándose las espaldas mientras avanzaban y atacaban tratando de defenderse con los sonidos de la batalla llenando la guarnición. Envuelto en tal pelea, Duncan supo que lo más sabio habría sido conservar la energía de sus hombres, evitar esta confrontación y dirigirse hacia Andros. Pero también sabía que el honor era lo que impulsaba a los hombres de Kos para tener esta pelea y entendía cómo se sentían; el camino más sabio no era siempre lo que impulsaba el corazón de los hombres.

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