Con semblante descorazonado, la hembra dio media vuelta y corrió a reunirse con los suyos.
– Muy bien, Tigra -dijo Sorak-. Tú y yo.
Empezaba a hacer frío, y el joven se envolvió en la capa. A medida que el oscuro sol se alzaba en el cielo, la temperatura allá abajo en las desiertas mesetas se iba tornando abrasadora; pero, en la base del Diente del Dragón, el viento soplaba gélido alrededor de ambos. Sorak alzó los ojos hacia la imponente y curvada aguja que se elevaba sobre su cabeza y se preguntó cómo era posible que alguien pudiera escalarla. Los pyreens eran capaces de cambiar de forma, y por lo tanto poseían ciertas ventajas únicas. No obstante, la venerable Al´ ' Kali era de las más ancianas de su tribu; había vivido más de mil años y, si a su impresionantemente avanzada edad poseía aún la energía para cambiar de forma y escalar una cima tan intimidante, lo maravillaba pensar lo que debía de haber sido en la flor de la vida.
– Tendría que ser una araña de cristal para realizar esa escalada -dijo Sorak, mientras contemplaba la cima envuelta en nubes. Bajó la mirada hacia Tigra y añadió-: Y tú, amigo mío, desde luego no lo conseguirías. -Suspiró-. Las lunas gemelas estarán llenas esta noche. Si ella está ahí, tendré que llamarla, pero ¿cómo?
Chillido, respondió el animal.
– ¿Chillido? -Sorak negó con la cabeza-. No creo que pudiera realizar la llamada solo.
Quizá pueda Kether, sugirió la Guardiana desde el interior de su mente.
Sorak aspiró con fuerza, soltó aire y se mordió el labio inferior.
– Pero no sé cómo llamar a Kether.
Tampoco yo, respondió la Guardiana, ni tampoco los otros. Pero a lo mejor, si existe la necesidad y todos nosotros nos retiramos, Kether se manifestará.
– ¿Y si no lo hace?
Entonces tendré que hacer todo lo que pueda y esperar que sea suficiente para conseguirlo, replicó el ente. Estamos mucho más cerca de la cima de la montaña ahora de lo que estábamos allá en el desierto. a La llamada no tendrá que recorrer tanta distancia.
– Es cierto -concedió Sorak-. Tal vez la venerable Al'Kali Al´Kali te oiga… si es que sigue viva para realizar su peregrinaje. En cualquier caso, tendremos que apartarnos de este viento.
Iba a empezar a moverse en busca de refugio, pero descubrió que el Vagabundo ya había puesto a sus pies en marcha. El terreno era árido y rocoso, y bastante empinado, por lo que tuvo que inclinarse hacia adelante para andar. El viento helado le azotaba los cabellos y la capa, y el escarpado terreno dificultaba su avance, pero hacia el final de la tarde ya había encontrado un hueco donde una depresión en la rocosa ladera quedaba hasta cierto punto protegida de los elementos por varios peñascos enormes que habían caído de lo alto. Se introdujo en el hueco y dejó la mochila en el suelo; luego tomó unos sorbos de agua y echó también un poco en la boca de Tigra. El tigone se encontraba aquí más en su elemento que él, pero ni siquiera los grandes felinos se aventuraban alguna vez por encima de la zona de matorrales. Era un terreno inhóspito, que apenas ofrecía algo de caza o forraje. Una cosa era segura: él no podría permanecer allí por mucho tiempo.
¿Por qué hemos de quedarnos aquí?, preguntó Eyron.
– Debemos esperar a la venerable Al'Kali Al´Kali -respondió Sorak.
¿Para qué?, replicó Eyron con sequedad. ¿Para desenterrar un pasado que ya no importa? ¿Qué ganarás con averiguar las respuestas a estas preguntas sin sentido con las que no haces más que atormentarte?
– Saber quién soy, quizás.
Ya veo, ¿y no sabes quién eres? ¿Los diez años pasados en el convento villichi no te han enseñado nada?
– Las villichi no podían enseñarme lo que ellas nunca supieron.
Así que no sabes quiénes son tus padres; no sabes qué nombre te dieron al nacer. ¿Son esas cosas tan importantes?
– Lo son para mí, aunque no lo sean para ti.
Y, si averiguas estas cosas, ¿qué cambiarán? Jamás se te ha conocido por otro nombre que no sea Sorak. Tu nombre auténtico, sea el que sea, caerá sobre ti como una capa de tamaño equivocado. a Nunca conociste a tus padres y, por lo que sabes, tal vez ni siquiera estén vivos ya; pero, aunque lo estuvieran, serían unos desconocidos para ti.
– Puede ser. Pero, si aún viven, entonces puedo buscarlos. Aún soy su hijo. En ese sentido, jamás podremos ser desconocidos los unos para los otros.
¿Has considerado la posibilidad de que puedan haber sido ellos los que, te echaron? Podrías haber sido una criatura no deseada, el recordatorio viviente de su locura e indiscreción. Quizá lamentaran lo ocurrido entre ellos. Serías un doloroso recuerdo con un efecto contraproducente.
– Pero si se amaban…
Eso no es más que una suposición tuya. Al no tener ninguna evidencia de ello, es simplemente una ilusión. Elfos y halflings siempre han sido enemigos mortales. A lo mejor la tribu de tu padre atacó a la de tu madre, y tú eres el producto del saqueo.
– Supongo que es posible -dijo Sorak dubitativo.
Imagina una madre obligada a dar a luz al hijo de un odiado enemigo, de alguien que ha abusado de ella y la ha degradado. Una criatura que nunca será aceptada por su tribu; un niño que sería un recordatorio constante de su dolor y humillación. ¿Qué podría sentir una madre por un hijo así?
– No lo sé -replicó el joven.
Ya es suficiente, Eyron, intervino la Guardiana. Déjalo tranquilo. a
Tan sólo quiero que considere todos los aspectos de la cuestión, respondió el otro.
Y, como de costumbre, te concentras en los que son negativos, repuso la Guardiana. Has dicho tu opinión, y lo que has dicho no es imposible, aunque también es posible que una madre quiera a un niño aun en estas circunstancias, y no lo culpe del daño que se le haya hecho a ella… si damos por supuesto que sucedió así, algo de lo que ninguno de nosotros puede estar seguro. Si todo lo que sentía Si todo lo que sentía
po por r la criatura era aversión, ¿por qué lo conservó a su lado tanto tiempo? Sorak se limita a buscar la verdad.
Si Sorak busca la verdad, es mejor que sepa que la verdad puede no ser agradable, replicó Eyron.
– Lo sé -dijo Sorak.
En ese caso, ¿por qué remover las turbias aguas del pasado?, inquirió Eyron. ¿Qué importa? Cada día que é pasa, tu vida vuelve a empezar, y es tuya para que hagas con ella lo que te plazca.
– Nuestra, quieres decir -corrigió Sorak-. Y tal vez ahí esté la clave de esta controversia. Yo no temo averiguar la verdad, Eyron, tanto si trae con ella felicidad como si es dolor. ¿Y tú?
¿Yo? ¿Por qué tendría que tener miedo yo?
– Ésa es una pregunta que sólo tú puedes contestar. Las preguntas que has planteado ya se me habían ocurrido a mí. De no haber sido así, sin duda habrías encontrado algún modo sutil de hacerme pensar en ellas. -Sonrió irónico-. A lo mejor ya lo has hecho, y ahora te limitas a intentar remachar en el clavo, a hacer hincapié en la incertidumbre afincada ya en mi mente. De todos modos, no pienso abandonar la tarea que me he fijado, aunque me lleve toda la vida cumplirla. Quizás, Eyron, tú encuentras una cierta seguridad en nuestra ignorancia de nuestro pasado, pero yo no. Si quiero llegar a saber adónde voy en esta vida, primero tengo que averiguar dónde he estado. Y quién fui.
¿Y qué sucede con lo que eres?, replicó Eyron.
– Eso es algo que nunca sabré realmente hasta que descubra quién era y de dónde vine.
Читать дальше