• Пожаловаться

Michael Ashley: Los mejores relatos de ciencia ficción. La era del cambio 1956-1965

Здесь есть возможность читать онлайн «Michael Ashley: Los mejores relatos de ciencia ficción. La era del cambio 1956-1965» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию). В некоторых случаях присутствует краткое содержание. категория: Фантастика и фэнтези / на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале. Библиотека «Либ Кат» — LibCat.ru создана для любителей полистать хорошую книжку и предлагает широкий выбор жанров:

любовные романы фантастика и фэнтези приключения детективы и триллеры эротика документальные научные юмористические анекдоты о бизнесе проза детские сказки о религиии новинки православные старинные про компьютеры программирование на английском домоводство поэзия

Выбрав категорию по душе Вы сможете найти действительно стоящие книги и насладиться погружением в мир воображения, прочувствовать переживания героев или узнать для себя что-то новое, совершить внутреннее открытие. Подробная информация для ознакомления по текущему запросу представлена ниже:

Michael Ashley Los mejores relatos de ciencia ficción. La era del cambio 1956-1965

Los mejores relatos de ciencia ficción. La era del cambio 1956-1965: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Los mejores relatos de ciencia ficción. La era del cambio 1956-1965»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

El decenio 1956-1965 marca una época crítica para la ciencia ficción. La reciente respetabilidad del género motivó la atención, muchas veces peligrosa, del cine y la televisión. El inicio de la Era espacial en octubre de 1957 parecía confirmar aquello de que la realidad supera a la ficción. Pero la crisis condujo a la renovación del género: cuantitativa, por la aparición de una pléyade de nuevos autores; cualitativa, por la revolución de la tématica, que abandona de una vez por todas la fascinación por la cacharrería espacial, sentándose nuevas normas de calidad, como demuestra el presente volumen. – Recopilación, Prefacio e Introducción de Michael Ashley

Michael Ashley: другие книги автора


Кто написал Los mejores relatos de ciencia ficción. La era del cambio 1956-1965? Узнайте фамилию, как зовут автора книги и список всех его произведений по сериям.

Los mejores relatos de ciencia ficción. La era del cambio 1956-1965 — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Los mejores relatos de ciencia ficción. La era del cambio 1956-1965», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

La expresión que se pintó en el semblante de Browne por un fugaz instante reveló a Lesbee que había calado bien hondo en el pensamiento del capitán.

Una décima de segundo después, Browne sacudía vigorosamente la cabeza.

– No es momento para expediciones secundarias -dijo-. Futuras expediciones se encargarán de la exploración de nuevos sistemas solares. La gente de esta nave ya ha completado su servicio. Regresaremos directamente a la Tierra.

Su rostro se había relajado por completo. Sus ojos azules reflejaban un brillo de sinceridad.

A Lesbee no le quedaba nada más que decir. El abismo que les separaba se había hecho infranqueable. El capitán debía eliminar a su rival si quería regresar por fin a la Tierra e informar de que la misión encomendada a la Esperanza del hombre se había cumplido.

8

Lesbee se metió la pistola en el bolsillo interior de la chaqueta, procurando que su acción fuera bien visible. Luego, aparentando tomar precauciones, manejó el rayo tractor para atraer a Browne a metro y medio de distancia. Le dejó en el suelo, le liberó del rayo y, con gestos asimismo elocuentes, apartó su mano de los mandos. De ese modo, en apariencia quedaba por entero indefenso.

Completamente vulnerable.

Browne se abalanzó hacia él, al tiempo que gritaba:

– ¡Miller! ¡La prioridad es tuya!

El primer oficial Miller obedeció la orden de su capitán. Lo que ocurrió entonces sólo había sido previsto por Lesbee, el técnico que conocía a la perfección infinidad de detalles.

Durante años, había observado que, cuando se le concedía a la sala de mando inferior la prioridad sobre el puente, la nave aceleraba un tanto. En el caso contrario, la nave desaceleraba al instante de forma similar. En ambos casos, algo menos de ochocientos metros por hora.

Los dos tableros de mandos no estaban sincronizados de manera perfecta. Los técnicos solían burlarse de ese detalle, y Lesbee había leído en cierta ocasión una oscura explicación sobre la discrepancia. Se relacionaba con la imposibilidad de refinar dos metales hasta alcanzar la misma precisión de estructura interna.

Se trataba de algo sabido de siempre: dos objetos jamás son exactamente iguales. Sólo que en épocas pasadas la diferencia carecía de importancia. Se consideraba como una curiosidad técnica, un interesante fenómeno de la ciencia metalúrgica, un problema práctico que obligaba a maldecir a los mecánicos, aunque sin mala intención, cuando los técnicos como Lesbee les pedían que elaboraran una pieza de recambio.

Por desgracia para Browne, la nave viajaba en aquel momento a casi la velocidad de la luz.

Las fuertes manos del hombretón, estiradas hacia el más liviano cuerpo de Lesbee, tocaban ya el brazo de éste cuando se produjo la momentánea deceleración. El puente acababa de tomar el control de la nave. La repentina pérdida de velocidad fue más importante de lo que esperaba el propio Lesbee. Sin duda, para vencer la resistencia del espacio al movimiento hacia delante de la nave se precisaba más potencia motriz de la que él había pensado. Era preciso un tremendo impulso para mantener una aceleración equivalente a una gravedad.

En un segundo, la gran astronave redujo su velocidad en cerca de doscientos cuarenta kilómetros por hora.

Lesbee recibió el impacto de la deceleración en parte contra su espalda y en parte contra un costado, puesto que había girado un poco para defenderse del ataque de Browne.

El capitán, sin nada a qué asirse, salió despedido a doscientos cuarenta kilómetros por hora. Chocó contra el tablero de mandos con un golpe perfectamente audible y se quedó allí, como pegado al material. Después, una vez completado el ajuste, cuando la Esperanza del hombre volvió a desplazarse a una gravedad, el cuerpo de Browne se escurrió por el lateral del cuadro de control, hasta yacer contraído sobre la plataforma de caucho.

Su uniforme aparecía descolorido. Lesbee le miró. La sangre que brotaba de él iba empapando el suelo.

– ¿Piensas celebrar elecciones? -preguntó Tellier.

La gran nave, al mando de Lesbee, había vuelto atrás para recoger a sus amigos. La nave exploratoria, con el resto de los karnianos a bordo, fue situada en órbita en torno a Alta III y abandonada.

Los dos jóvenes estaban sentados ahora en el camarote del capitán. Al formularle la pregunta, Lesbee se recostó en su sillón y cerró los ojos. No precisaba examinar su resistencia total a la propuesta. Ya había saboreado las mieles del mando. Casi desde la muerte de Browne, observó que empezaba a pensar de la misma forma que el fallecido capitán. Entre otras cosas, aceptaba sus razonamientos sobre lo inconveniente de celebrar elecciones a bordo de una astronave. Eleesa, una de sus tres esposas, la más joven de las dos jovencisimas viudas de Browne, les sirvió vino y abandonó la estancia en silencio. Esperó a que desapareciera. Luego, soltó una tétrica carcajada.

– Mi buen amigo -dijo-, todos nos alegramos mucho de que el tiempo se comprima tanto a la velocidad de la luz. Con esta compresión de quinientas veces, cualquier exploración a que nos decidamos requerirá unos meses, unos años como mucho. Y así las cosas, no creo que debamos exponernos a una derrota electoral de la única persona que conoce los detalles sobre el nuevo método de aceleración. Hasta que determine con exactitud cuántas exploraciones vamos a llevar a cabo, mantendré en secreto nuestras posibilidades técnicas. Pero pensaba, y sigo pensando, que otra persona debería saber dónde tengo archivada esa documentación. Como es natural, he elegido al primer oficial Tellier.

– Gracias, señor -contestó el joven en tono oficial. En seguida adoptó un aire visiblemente pensativo, mientras apuraba su vaso de vino-. De todos modos, capitán, creo que te sentirías mejor si convocaras las elecciones. Estoy seguro de que las ganarías.

Lesbee se rió tolerante y denegó con la cabeza.

– Me temo que no comprendes la dinámica del gobierno. No existe un solo caso en toda la historia en que una persona en posesión del poder renunciara a él. -Y con la indiferente confianza que proporciona el poder absoluto, añadió-: No voy a ser tan presuntuoso como para oponerme a tamaño precedente.

Niño problema

Arthur Porges

de Analog , abril de 1964

Arthur Porges fue uno de los escasos autores estadounidenses que escribió regularmente relatos de ciencia ficción, amenos y originales, durante la década de los cincuenta y principios de los sesenta. Nació en Chicago, el viernes 20 de agosto de 1915, y recuerda que el horror y la ciencia ficción le fascinaron a edad muy temprana. En 1940, se graduó en el Instituto Tecnológico de Illinois y ejerció como profesor universitario de matemáticas, profesión de la que se ha retirado recientemente. Su primer relato vendido fue Modeled in Clay (Modelado en arcilla), adquirido por The Star Magazine en agosto de 1950. En el campo de la ciencia ficción se presentó en 1951, con The Rats (Las ratas), en el F and SF de diciembre.

Durante dicha década, escribió numerosos relatos, adquiriendo mayor fama en los géneros de horror y misterio que en el de la ciencia ficción, pese a un flujo constante de narraciones como The Fly (La mosca) (1952), The Ruum (1953) y The Rescuer (El rescatador) (1962). Sus obras giraban en torno a una sencilla idea argumental, pero estaban presentadas con un habilidoso toque de originalidad, que las convertía en memorables. El relato siguiente me entusiasmó ya la primera vez que lo leí, hace diez años. Sencillo y breve, conserva su tremenda eficacia.

En mi opinión, es una vergüenza que no exista una sola colección de obras de Arthur Porges. Además, el autor ha dejado de escribir hace poco tiempo. Una triste pérdida para el género, aunque confío en que algún día acabaremos por recuperarle.

Читать дальше
Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Los mejores relatos de ciencia ficción. La era del cambio 1956-1965»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Los mejores relatos de ciencia ficción. La era del cambio 1956-1965» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё не прочитанные произведения.


Andreas Eschbach: Los Tejedores De Cabellos
Los Tejedores De Cabellos
Andreas Eschbach
Lois Bujold: En caída libre
En caída libre
Lois Bujold
Kirill Bulychev: La Doncella de nieve
La Doncella de nieve
Kirill Bulychev
Kirill Bulychev: Media vida
Media vida
Kirill Bulychev
Отзывы о книге «Los mejores relatos de ciencia ficción. La era del cambio 1956-1965»

Обсуждение, отзывы о книге «Los mejores relatos de ciencia ficción. La era del cambio 1956-1965» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.