Manuel Montalbán - O César o nada

Здесь есть возможность читать онлайн «Manuel Montalbán - O César o nada» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

O César o nada: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «O César o nada»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Tras la aparición de sus ensayos literarios, reunidos bajo el título de La literatura en la construcción de la ciudad democrática (Crítica), simultáneamente, el padre del más popular de los detectives españoles de ficción incide en O César o nada en otra novela de género: la histórica. Tiene también sus reglas y limitaciones y permite suponer en el que la emprende un amplio conocimiento histórico del período elegido. No se trata, en este caso, de la España de la inmediata postguerra (que sería también ya novela histórica y que Vázquez Montalbán utilizó en otras producciones marginales a la serie de Carvalho). En esta ocasión, la empresa hubo de resultarle mucho más difícil y compleja, porque se trata de narrar las intrigas de una Roma renacentista dominada por la familia valenciana de los Borgia. Los personajes que protagonizan la historia son complejos héroes que hemos conocido a través de la historia, la literatura y el arte.
Ninguno de los pecados de la época están ausentes: la simonía (la compra del papado por parte de Rodrigo Borja), los crímenes de estado, las traiciones reales y el incesto atribuido a Lucrecia Borgia («conseguiría ser a la vez hija, esposa y nuera de su padre, según consta en los libelos de la estatua de Pasquino»). Permanece incólume el valor que los Borgia atribuyen a los lazos familiares. Vázquez Montalbán, en la intimidad, les hace hablar a ratos en valenciano. Reproduce también poemas en italiano y abundantes citas latinas clásicas y bíblicas. La corte se lamenta de la invasión de los `catalanes`. Pero bajo el rico anecdotario que imprime interés a la narración subyacen conceptos políticos básicos: la ciudad-estado frente al Estado, el papel temporal del Papado, la necesidad de una Reforma que culminará, tras la muerte de César, en uno de sus descendientes, quien seguirá las huellas de San Ignacio de Loyola.

O César o nada — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «O César o nada», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– ¡Cómo apesta!

– ¿Hay que meter a ese marrano aquí dentro?

– No hay ataúd en Roma en el que pueda caber.

En vano la mirada de Burcardo trata de imponer respeto. Finalmente, desalentado, da la última orden y se va.

– Metedlo dentro cuanto antes.

Una vez fuera Burcardo, cargan los soldados con el muerto, una mano tratando de manipular el cuerpo, la otra tapándose la boca y las narices. Lo encajan sobre el ataúd pero no acaba de introducirse no ya por la corpulencia natural, sino por la hinchazón de las fiebres mortales.

– Que aquí no cabe. Ya os lo he dicho.

– ¡Y cómo apesta, el muy cochino! ¿Qué habrá comido en vida?

– Por lo que cuentan, muchos chochitos.

– Pues no huele a eso, huele a mierda y a pus.

– ¡Tú, Giorgio! Pesas tus buenos kilos. Siéntate encima hasta que se meta dentro. Pero no te sientes en el vientre que puede reventar.

– ¿Y por qué yo?

– Porque estás tan gordo como él.

Se dispone Giorgio a ejecutar el trabajo cuando otro soldado le retiene. Lleva en una mano la tiara pontificia y se la pone.

– Puesto que vas a sentarte encima de un papa, hazlo con la tiara, no vaya su santidad a sentirse vejado.

Entre risotadas se cubre Giorgio con la tiara, se sienta sobre Alejandro Vi y presiona con todas sus fuerzas para que el cadáver encaje, jaleado por los gritos estimuladores de sus compañeros.

– Mira. ¡Hace fuerzas como si estuviera cagando!

Finalmente otros dos se sientan junto a Giorgio sobre el cuerpo y consiguen introducirlo. Algún soldado vomita, pero los más cargan con la tapadera del ataúd y la encajan para respirar satisfechos y dejar otra vez en soledad el cuerpo del papa muerto.

Suenan las campanas.

Burcardo sale de la puerta trasera del Vaticano rodeado de criados portadores de su equipaje. Antes de subir a la calesa, mira por última vez cuanto le rodea. De una de sus manos cuelga un portafolios y se predispone a subir al carruaje que le alejará del escenario de su trabajo. Ya en el carruaje medita y cuando sus ojos vuelven a asomarse a la Roma que abandona, en primera instancia ve el rostro sonriente de Della Rovere precediendo a un cardenal anciano, con los ojos vagantes por los horizontes de la muerte, tan inseguros sus pasos que Giuliano della Rovere lo sostiene por un sobaco mientras comunica:

– "Habemus papam!"

9 O César o nada

Maquiavelo da la vuelta a un reloj de agua y coge un candelabro para acercarlo a donde cree dormita Juanito Grasica. Pero no dormita. Parece poseído por un ensueño.

– ¿Estás aquí, Juanito?

– Aquí estoy, señor Nicolás.

Cuando recuerdo todas esas historias me parecen tan lejanas. Todo lo ocupa ese cadáver de César.

Era como la línea del horizonte.

¡Si hubiera llegado antes a ayudarle!

– César ya salió muerto de Roma. Se equivocó al confiar en Della Rovere y en los Reyes Católicos. Creyó en la palabra del Gran Capitán, que sólo era un militar obediente de las órdenes de sus reyes. Recuerdo que fui a ver a César cuando estaba convaleciente y ya se había muerto el nuevo papa, el breve Piccolomini. Había que elegir a otro pontífice y se decía que César iba a entregar los votos de los cardenales borgianos a Della Rovere. En vano traté de disuadirle.

Evoca Maquiavelo el afán de César por ponerse en pie, tan pálido que ni se le ven las manchas del mal francés, discretamente el viejo cardenal Costa se mantiene en un segundo plano mientras el Valentino atiende los argumentos de Maquiavelo.

– ¿Por qué va a confiar en Della Rovere? Ha sido un enemigo tradicional de los Borja y cuando sea papa podrá incumplir todas las palabras que le ha dado. Usted aún conserva las fortalezas en la Romaña. Corella puede mantenerlas en pie hasta que usted mande directamente a las tropas.

César estudia la gravedad de Maquiavelo, cruza una mirada con Costa y consiente la instalación del silencio para que sus palabras sean más efectivas.

– Han cogido a Corella y lo tienen bajo tortura. Quieren que

les confiese las contraseñas para entrar en las ciudades que controlamos. De momento Miquel aguanta, pero ¿cuánto tiempo? Si pacto con Della Rovere me garantizará que seguiré siendo confalonero.

La fuerza militar seguirá bajo mi mando.

– Una vez obtenida la tiara pontificia, ¿por qué ha de ser fiel al pacto?

– Destruirme le complicaría demasiado la vida. Yo aún tengo aliados. Aún me une un pacto de sangre con el rey de Francia. El Gran Capitán me da seguridades de que respaldará desde Nápoles. Sólo necesito sobrevivir en Roma.

Reponerme. Ganar tiempo y poder salir hacia la Romaña.

– Con Della Rovere en el Vaticano, usted nunca volverá a la Romaña. Las lealtades se tambalean. Vengo como delegado florentino y me consta que allí toda la Signoria espera que se confirme la caída de César.

– Aún soy la esperanza de muchos ciudadanos, de los que tuvieron el sueño de la unificación frente a los nuevos bárbaros.

– Los bárbaros estaban y están dentro, César. La gente teme los riesgos excesivos, los cambios drásticos les parecen abismos. Su fuerza era su padre, su padre ha muerto y debe conservar a Della Rovere lejos del Vaticano.

– Puede provocar una guerra en la propia Roma, y no estoy seguro de ganarla. Si me derrotan en Roma, me habrán vencido para siempre.

Se encoge de hombros Maquiavelo y abarca con una mirada el contenido de la habitación, como si fuera el único reino que aún conserva César.

– Le veo muy solo. ¿Dónde están sus lugartenientes?

– Los unos muertos. Corella en prisión. A Grasica le he encargado que organice las tropas que protegen las propiedades de mi familia en Roma, Jofre está magnífico, se ha hecho un hombre y manda las patrullas que defienden a nuestros aliados y a mi madre. Ésa es la situación.

– ¿La guardia?

– Es una guardia de valencianos, catalanes y aragoneses. Confío en ella.

Quisiera Maquiavelo despedirse suficientemente de César, pero cuando se acerca a él para así hacerlo, tan indeciso queda el uno como el otro. La voz de César es suficiente.

– Adiós, Nicolás. Ya sé que te molestan los perdedores. Cuando vuelva a vencer te llamaré.

Saluda Maquiavelo a César, hace lo propio con Costa y los deja en sus enlutadas reflexiones, pero antes de cerrar la puerta tras él aún puede oír que Giorgio Costa le insta a César: Giuliano della Rovere espera tu decisión.

Recorre Maquiavelo la ruta que le acerca a Della Rovere, acaloradamente reunido con otros cardenales, empeñado en una discusión con el cardenal francés George d.Amboise y con el embajador español. Alza un libro sagrado y lo blande sobre las cabezas de los reunidos.

– ¡César aún no está vencido!

No estamos en condiciones de actuar sin tenerle en cuenta, ni podemos convocar un concilio que desborde la actual relación de fuerzas en el Sacro Colegio Cardenalicio. Saldrá el papa que César quiera.

– ¿Y por qué has de ser tú, Giuliano?

– ¿Y por qué tú, George?

– A mí me apoya el rey de Francia.

– Estás cojo de una pierna. Te falta la pierna española. Señor embajador de sus católicas majestades de España, ¿a quiénes apoyan ustedes?

– Al cardenal Carvajal.

Se irrita Della Rovere y arroja el libro sagrado contra el suelo.

– ¿Cómo pretenden ustedes que vaya a salir un cardenal español después del pontificado de otro español?

– Alejandro Vi no era español.

Era un marrano valenciano de Xátiva. Nacido en el Reino de Valencia antes de la unificación de los Reyes Católicos.

– ¡No me venga con sutilezas territoriales, señor embajador!

Las ciudades italianas no aceptarán que el próximo papa sea extranjero a ellas mismas. Mientras los papas salían de nuestras familias no hubo problemas.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «O César o nada»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «O César o nada» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Manuel Montalbán - El hombre de mi vida
Manuel Montalbán
Manuel Montalbán - El laberinto griego
Manuel Montalbán
libcat.ru: книга без обложки
Manuel Montalbán
Manuel Montalban - Los Pájaros De Bangkok
Manuel Montalban
libcat.ru: книга без обложки
Manuel Montalbán
Manuel Montalbán - Sabotaje Olímpico
Manuel Montalbán
Antonio García Montalbán - Coloquio de los centauros
Antonio García Montalbán
Manuel Moranta - De nadadores y piscinas
Manuel Moranta
Manuel Ruiz del Corral - Ser digital
Manuel Ruiz del Corral
Отзывы о книге «O César o nada»

Обсуждение, отзывы о книге «O César o nada» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x