El abrió la boca y ella pudo ver la irritación, la negación en su rostro. Sacudió la cabeza. -Por favor, hazlo por mi.
La iirtación cedió, con un largo siseo. Pero el extendió una mano hacia el aturdidor. -Peleas sucio. A tu manera entonces.
– Gracias.
El por favor, las gracias, en vez de la furia y las órdenes, le dijeron que ella estaba más preocupada de lo que quería demostrarle. -Ya has cubierto cada ángulo, cada contingencia, cada circunstancia. -le dijo él.
– No. -Ella abrió el bolso de noche que llevaba. Su placa, el comunicador, y todavía otra arma que ella no se había sentido obligada a mencionar ya estaban dentro. -Siempre hay algo más. Ella va a estar ahí. Lo sé. Mi estómago lo sabe. Lo vamos a terminar esta noche.
– Todo limpio. No hay señales del sujeto. Comenzando siguiente barrida. Y estos rollitos de huevo están geniales.
La voz de Feeney sonaba clara en el oído de Eve, y era un alivio bienvenido de la conversación de la fiesta en el salón. -Lo copio. -replicó. Dejándole el peso de la charla a Roarke, ella hizo su propia barrida.
Los oficiales que ella había seleccionado se movían a través de la multitud, mezclándose, fundiéndose. Incluso McNab de alguna forma vestido conservadoramente en azul zafiro y amarillo canario, no hubiera causado una segunda mirada. Nadie los notaría como policías, a menos que supieran donde mirar.
Siempre se notaba en los ojos. Llanos, vigilantes, listos, incluso si reían ante una broma o hacían una, incluso si se atiborraban de canapés o bebían agua mineral.
Aparte de las doscientas treinta y ocho personas que habían concurrido, veinte que vagaban por el salón estaban armadas y cableadas. Otras diez cubrían otras áreas públicas como parte del personal y seis manejaban el equipamiento en Control.
La recepción que formaba parte del evento ya estaba casi terminando. Julianna todavía no había hecho un movimiento.
– No podemos tener aquí a nuestros más ilustres benefactores parados sin un trago. -Louise se deslizó hacia ellos, brillando en plata. Le hizo señas a un camarero, tomó dos copas de champagne de la bandeja y se las alcanzó a Eve y a Roarke. -Ustedes ya recibieron el agradecimiento oficial por su donación, pero quisiera agregar uno personal.
– El placer es nuestro. -Roarke la besó en la mejilla. -Te ves resplandeciente, como siempre. Hola, Charles, que bueno verte.
– Roarke. Teniente, estás asombrosa. Un soldado sexy. -El deslizó un brazo de propietario alrededor de la cintura de Louise. -Si alguna vez me llamaran a la guerra, te querría encabezando mis tropas. Temíamos que no pudieras venir esta noche. Delia me dijo como estabas enfrascada en la búsqueda de Julianna Dunne.
Era un constante rompecabezas para Eve. Aquí estaba un hombre, acompañante profesional, con el brazo alrededor de la elegante rubia a la que obviamente se había tirado, hablando sobre la morocha con la que se había citado por meses, y nadie parecía preocupado por eso.
Agregale que la morocha con la que se había citado, y el tipo con el que ella actualmente le daba como un martillo, estaban escuchando cada palabra a través del micrófono de Eve, y tenías algo muy extraño entre manos.
Las relaciones amorosas eran bastante confusas, pensó. Mézclalas con el trabajo policial y volarán limpiamente fuera de órbita.
– Me hice tiempo para pagar mis cuentas. -dijo Eve con una mirada a Louise.
Louise rió. -.Creo que la contribución del millón de dólares ya borró esa pizarra.
– Eso es asunto de él. -le devolvió Eve con un gesto de la cabeza hacia Roarke. -De todas formas, es agradable hacerlo por ti.
– Estupendo elogio viniendo de ti, así que gracias. Vamos a mantener los aburridos discursos después de la cena al mínimo, y luego bailaremos. Pero antes de arrear a la multitud hacia las mesas, necesito robarte a tu esposo.
Eve se acercó un poco más a Roarke. -De pronto prefiero conservarlo. Estoy muy acostumbrada a él.
– Te lo devolveré, sin ningún rasguño. El alcalde pidió específicamente tener una palabra contigo, -le dijo Louise a Roarke. -Le prometí que te llevaría.
– Por supuesto. -Roarke puso a un lado su copa sin tocar, deslizando una mano por la espalda de Eve. -A los políticos les gusta jugar.
– Dímelo a mi. Charles, puedes entretener a Dallas por unos minutos?
Eve tuvo que luchar con el instinto de aferrar el brazo de Roarke y tirarlo hacia atrás. El podía ocuparse de si mismo mejor que nadie. Pero no había estado a más de un pie de distancia de ella desde que habían entrado al Regency. Ella quería mantenerlo de esa forma.
Ella observaba la espalda de él mientras se movía cruzando el salón con Louise.
– Tengo un mensaje para ti, Dallas.
– Eh? Que mensaje?
– De Maria Sanchez. Me pidió que te dijera que eres sólida, y para ser policía, eres una puta muy decente. -Sorbió su champagne. -Asumo que son elogios.
– Más para ti que para mi, diría. Asumo que le has dado la mejor visita conyugal desde que la metieron en la celda, y la mejor que tendrá hasta que salga.
– Sólo diré que si fuera necesario, estoy seguro que podría usarla como referencia. En realidad, era una mujer interesante con una muy simple perspectiva de la vida.
– Y es?
– Todos los jodidos te dejan, así que mejor los dejas primero.
– Alguien debería bordarlo en una almohada. -Cuando ella perdió el rastro de Roarke, su estómago se retorció. -Ah, no puedo ver a Louise. De que color estaba vestida?
– Lo tengo, Dallas. -dijo Feeney en su oído. -Esta cubierto por la cámara, y Carmichael y Rusk se mueven hacia él.
– Plateado. -dijo Charles con no poca sorpresa. El nunca había escuchado a Eve expresar interés en la ropa. -Se veía como si vistiera un rayo de luna.
– Te tiene mal, no, Charles?
– Un caso terminal. Nunca he sido más feliz en mi vida. Sabes lo que es encontrar a alguien que te acepte por lo que eres, y esté dispuesto a amarte de todas formas?
Ella revisó la multitud por Roarke, tranquilizándose un poco cuando lo encontró. -Sí, creo que lo se.
– Eso te hace una mejor persona. Te hace… completo. Y es suficiente filosofía por una noche. -El giró, bloqueándole la vista de Roarke por un momento. -Estos aretes son absolutamente fabulosos. -El tocó uno de ellos, e hizo que su auricular registrara el toque del dedo sobre metal como un sordo gong. -Antiguo?
– Si. -Ella reacomodó su cuerpo, tratando de hacer blanco en Roarke otra vez. -Proceden de una guerrera.
– Son perfectos para tí. Algo anda mal? -El le tocó la mejilla, atrayendo su atención hacia él. -Pareces un poco distraída.
– Fiestas como ésta me tensan. La gente está empezando a ir hacia las mesas. Mejor que busquemos a nuestras parejas.
– Vamos a sentarnos juntos. Vamos a atraparlos en la mesa. -El la tomó del brazo, sorprendiéndose de sentir los músculos tensos, casi vibrando. -Realmente estás tensa.
Aunque estaba a punto de golpearlo, ella no podía sacudirse a Charles. Y abrirse camino a través de la multitud no era la forma de mantener un perfil bajo. Pero había un zumbido en su sangre que le decía que tenía que encontrar a Roarke, y encontrarlo ya.
– Hay algo que necesito decirle a Roarke, pero lo perdí de vista.
El subyacente tono de urgencia en su voz hizo que Charles la mirara agudamente. -Está bien, Dallas, que está pasando?
– Roarke a las tres en punto. -le dijo Feeney. -A veinte pies de tu posición. La multitud lo bloquea, pero Carmichael y Rusk lo tienen al alcance.
– Dallas?
– Ahora no. -le siseó a Charles y pivoteó hacia la derecha. Era puro instinto lo que la impulsaba hacia delante. Ni lógica, ni razón, sólo el conocimiento primario de que su pareja estaba amenazada. Tuvo un vislumbre de él a través del brillo y el color. La educada diversión en su rostro cuando fue arrinconado por una delicada mariposa de sociedad. Vió a Carmichael ser dejado atrás a codazos por una pareja con smokings que habían bebido un poco demasiado libremente durante la hora del coctel. La irritación en el rostro de Carmichael mientras ella se abría paso.
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