– De acuerdo, pero mantendremos un hombre monitoreando todos los registros. Quiero que haya, a lo largo del sector de oficinas, habitaciones listas en un área asegurada tan cerca del salón como sea posible.
– Lo tendrás.
– La seguridad del hotel estará totalmente dedicada a esto. No quiero alertar al resto del plantel, o a la gente ajena al evento. Cuanto menos chance tenga ella de oler el asunto, mejor.
– No tienes la intención de decírselo a Louise entonces?
Lo había considerado, debatido, pesado los pros y los contras. -No, no lo haré. Vamos a plantar policías entre los concurrentes, los camareros, incluso en tu seguridad. Arregla con tu catering o quien sea por servidores extra. Nadie te cuestionará por eso.
– Yo diría que no. -reflexionó él.
– Vamos a necesitar examinar las otras funciones en el hotel esa noche. Vas a tener dos convenciones, y una boda. Ella podría deslizarse dentro a través de una de esas.
– Vamos a dejarlo aquí. Lo siento, tengo una holo-conferencia en unos minutos. Tengo que tomarla, ya la reprogramé dos veces.
– Está bien, tengo mucho que hacer.
– Eve.
– Sí, que?
El se inclinó hacia ella y presionó sus labios sobre la cabeza de ella. -Tenemos unas cuantas cosas que necesitamos hablar.
– Sólo estoy medio enojada contigo ahora.
El sonrió contra su pelo. -Esa es una de varias. Por ahora solo diré que estaba medio enojado contigo cuando Mira cayó por mi oficina esta mañana.
Ella no levantó la mirada, pero se quedó muy quieta. -Yo no le pedí que lo hiciera. Exactamente.
– Pero se me ocurrió, casi enseguida, que tú querías que ella me hablara conmigo porque estabas preocupada. Sabías que el viaje a Dallas estaba rondándome, tal vez más de lo que yo mismo pensaba. Así que gracias.
– No hay problema.
– Y sería mezquino de mi parte hablar de gratitud y apuntar que enviándola a ella sin habérmelo mencionado, pasaste sobre mi cabeza y lo hiciste a mis espaldas.
Ahora ella levantó la mirada, y sólo giró los ojos. -Que bueno que eres un hombre demasiado grande para hacer eso.
– Verdad que si? -Se inclinó y le dio un fuerte beso, luego la dejó sola.
– Vamos a ver quien tiene la última palabra en esto. -comentó ella, se echó el cabello hacia atrás y cambió su enfoque hacia el spa y los datos de transporte. Podía ganar esta pequeña batalla para atrapar a Julianna antes de que tuviera chance con Roarke.
Una hora después ella estaba de nuevo molesta y frustrada. Había conseguido por medio de intimidación y amenazas sacar las listas de reservaciones de dos de los resorts spas de su lista. Los otros se mentuvieron firmes en la línea de protección de la privacidad de sus huéspedes. Y lo mismo hicieron las compañias de transporte privadas.
Presionar a través de una orden internacional para liberar los datos era problemático y consumía tiempo. El caso era lo bastante caliente para que el juez al que ella había acudido para ello estuviera más comprensivo que irritado. Pero eso tomaba tiempo.
Otra ventaja para Julianna, pensó Eve. Ella no tenía que saltar a través de los aros de la ley.
Se paseó, controló su unidad de muñeca, mientras esperaba la orden para extraer sus datos de la ranura.
– Problemas, teniente?
Miró hacia atrás, adonde él estaba apoyado en la jamba de la puerta que separaba sus oficinas. Se veía muy alerta, y muy complacido consigo mismo.
– Se suponía que tenías que dedicarle tiempo a alguien.
– Lo hice. La reunión salió muy bien. Y la tuya.
– Problemas burocráticos. -Miró hacia su computadora. -Esperando por papelerío.
" -De que tipo?
– Del tipo legal. Código de privacidad. Ya nadie abre la boca ante una placa, especialmente una placa extranjera. Y esos lujosos lugares de spa tienen los malditos labios sellados sobre quien va a ir a esculpirse las caderas o levantarse la barbilla.
– Ah, bueno, si eso es todo.
– No. Pensé que sería un poco más fácil y un poco más rápido. Esto es sólo una corazonada, y no te voy a poner a deslizarte bajo la ley para acceder a datos por una corazonada.
– Cuando le dedicas tanto tiempo y energía a un ángulo, es más que una corazonada.
– Sé que ésto es algo que ella hará. Tal vez no ahora, pero pronto. Necesita este tipo de cosas y New York es muy riesgoso. Necesita mimarse, recompensarse, antes de venir por ti. No se tomó tiempo en Denver, y podría haberlo hecho. Quiere algo más prestigioso, más exclusivo. Con más… como lo llamas tú? Cachet. Así que es Francia o Italia o algo en el Viejo Mundo. No va a salir del planeta. Es demasiado nuevo para ella.
– Pudiste conseguir la orden?
– Si, si, está llegando. Finalmente. Protocolo, políticos, mierda.
– Entonces que diferencia hace, en el gran esquema, si empiezas a acumular datos ahora, o cuando tengas el documento en tu mano.
– Es la ley.
Y en menos de tres días, pensó Eve, era altamente probable que la mujer que ella cazaba tratara de asesinar a Roarke. No porque lo conociera a él. No porque lo odiara a él. Sino porque ella rechazaba la ley y todo lo que significaba.
Porque quería revancha.
– Es duro para ti, estar tan conflictuada sobre algo que tú quieres que sea blanco y negro. Pero incluso la ley tiene sombras, Teniente, Y ambos las conocemos muy bien.
Ella se rindió y entró en el gris. -Ella usa sus propias iniciales. No le gusta dar su identidad. La lista, en orden de porcentajes de probabilidades ya está descargada en mi máquina.
– Muy bien. Vamos a encontrarla. -El se sentó en el escritorio de ella, y se enrolló las mangas de su prístina camisa blanca. -Realmente empezar un encabezado es sólo un tecnicismo.
Ella se dijo a si mismo que pensaría sobre eso después.
– Estoy buscando reservaciones empezando desde ayer y para las próximas cuatro semanas. Yo podría haberla empujado a la relajación más rápido. Tal vez ella vaya por esto después de ganar la guerra.
– Vamos a revisar por el próximo mes entonces. L’Indulgence primero? Sobreprecio con un plantel refrescantemente eficiente. Sus índices se han estancado en los últimos dos años. Se está pasando de moda.
– Lo cual es porque tú no lo posees.
– Querida, si yo lo tuviera, ciertamente lo volvería a poner de moda. Esto va a tomar un minuto o dos. Te gustaría un café?
– Si, supongo.
– Bien. También a mi.
Ella podía reconocer una indirecta cuando escuchaba una, por lo que desfiló hacia el AutoChef para ordenar una jarra llena. Cuando regresó con dos grandes jarros, el ya estaba revisando la lista de nombres.
– Veo un par aquí con las iniciales correctas, pero reservaron con acompañantes.
– Ella viaja sola. No tiene asociados conocidos, no hace amigos. Ella hace herramientas.
– De acuerdo, sigamos con el próximo.
Encontraron dos posibles en la siguiente ubicación, permitiendo a Eve correr un chequeo de antecedetes para su eliminación. Ella miró sobre el hombro de Roarke, leyendo los datos en pantalla mientras la computadora las voceaba.
– No, éstos están limpios. Todos sus documentos concuerdan. Sólo un par de ricachones pagando demasiado dinero para dejarse frotar y refregar. Siguiente?
El hurgó en los registros de huéspedes de dos instalaciones más antes de que el enlace señalara la entrada de documentos. Ella arrebató la copia de la orden e hizo rodar los hombros. -Ahora hagámoslo a mi manera.
– La mía es mucho más divertida.
– Fuera de mi silla, amigo. Y esta vez tú traes el café.
La manera de ella ofrecía un tipo diferente de diversión al permitirle irritar a los gerentes de reservación de varios países. Ellos se encasillaban, protestaban, citaban el insulto de invadir la privacidad de sus húespedes. Y realmente le levantaban el ánimo.
Читать дальше