Leo Perutz - El Maestro del Juicio Final

Здесь есть возможность читать онлайн «Leo Perutz - El Maestro del Juicio Final» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

El Maestro del Juicio Final: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «El Maestro del Juicio Final»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Con una combinación entre Agatha Christie y Franz Kafka Leo Perutz nos traslada a la Viena de 1909. Cuando aparece el cadáver del célebre actor Bischoff, que aparentemente se ha suicidado, todas las sospechas recaen sobre un oficial del ejército enamorado de la mujer del difunto, el barón Von Yocsch, como inductor de la muerte, pese a que este clama desesperadamente su inocencia.
La sucesión de nuevos suicidios cada vez más enigmáticos que se producen en los siguientes días llevan a una indagación detectivesca que se remontará varios siglos para descubrir el origen maléfico de tan macabra epidemia…

El Maestro del Juicio Final — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «El Maestro del Juicio Final», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Más tarde, cuando su locura comenzó a ceder, se fue volviendo más y más ensimismado y se sentó en un rincón de su taller con los ojos fijos en el vacío, sin hablar con nadie. Pero por las noches podía oír cómo gimoteaba en su habitación y rezaba todo tipo de plegarías. Hasta que el día de San Esteban desapareció de la ciudad sin que nadie supiera adonde había ido.

Transcurridos tres años, y yendo yo camino de Roma, me detuve en el monasterio de los hermanos seráficos de los Siete Dolores, donde se conservan el manto y el cinto de la Virgen María, junto con una madeja de hilo hecho con sus propias manos. De modo que le rogué al prior que me acompañara a la capilla para poder contemplar aquellas reliquias. Allí vi a un monje subido a un andamio que estaba trabajando en un gran fresco, y tardé no poco rato en reconocer en sus rasgos los de mi antiguo maestro Giovansimone Chigi.

– Ese está muy mal de la cabeza -me dijo el prior-, pero hay que reconocer que su trabajo es verdaderamente soberbio. Le llamamos el Maestro del Juicio Final, porque sólo pinta este tema, una y otra vez, siempre lo mismo. Y si por ventura le pido que pinte aquí una Anunciación o en aquella otra pared el milagro de la curación del inválido, o el de la multiplicación de los panes y los peces, entonces se enfurece y se pone como loco, de manera que hay que acabar dejándole hacer su voluntad.

La tarde caía, y una luz rosácea se proyectaba a través de las ventanas sobre las baldosas de piedra. Y en la pared pude reconocer la roca del trono de Dios flotando en el aire, y el valle de Josafat, el coro de los bienaventurados y los demonios de múltiples formas que salían del lodazal en llamas. El maestro se había pintado a sí mismo entre los condenados, y todo estaba representado con tanta veracidad que no pude evitar que un escalofrío me recorriera la espalda.

– ¡Maestro Giovansimone! -le grité. Pero ni me oyó. Con las manos temblorosas, y sin dejar de rezar ni un instante, pintaba la figura de un querubín enfurecido con una tal rapidez y ansiedad que bien podría decirse que todavía le perseguían los demonios del infierno.

Esta es mi historia sobre el Maestro del Juicio Final, y no es mucho más lo que sé, pues cuando al cabo de unos años volví a visitar el monasterio encontré la capilla vacía y los monjes me mostraron el lugar donde el maestro yacía enterrado. Quiera Cristo, nuestra estrella del alba y nuestra esperanza, que estemos él y todos nosotros entre los bienaventurados el día del Juicio Final.

Por lo que a maese Salimbeni se refiere, y a quien yo llamo el verdadero Maestro del Juicio Final, nada más he vuelto a saber de él desde aquella noche. Podría ser que haya vuelto a los lejanos reinos de Oriente, donde ya había pasado muchos años de su vida. Pero he conservado en la memoria el secreto de su arte, y aquí lo transcribo para aquellos que se sientan con el ánimo firme y seguro:

Toma, hombre curioso, extracto de cormentil en aguardiente, y de él haz tres partes, luego…

21

– ¡Siga, siga usted! ¡No se detenga! -suplicó el doctor Gorski.

– Eso es todo -dijo Félix-. Aquí se interrumpe el manuscrito.

– ¡Imposible! No puede ser que acabe aquí. Falta la parte más importante. ¡Déjeme ver!

– Convénzase usted mismo, doctor. No hay nada más. Sólo mapas, los mapas de las provincias españolas. Granta et Murcia. Utriusque Castillae nova descriptio. Insulas Balearides et Pytiusae. Nada escrito por el otro lado. Andalusia continens Sevillam et Cordubam. Ni el mínimo rastro de anotaciones a mano. El manuscrito de bió de quedar inacabado.

– ¡Pero y la composición de la droga! ¿De dónde sacó Eugen Bischoff la composición de la droga si no de aquí? Ha de estar entre estas páginas. Se habrá saltado una hoja, Félix, busque usted bien.

Los tres estábamos con los cinco sentidos puestos sobre el grueso volumen. Félix volvió a pasar las hojas hacia atrás.

– ¡Aquí falta una! -exclamó el doctor Gorski-. Aquí, entre la descripción de Asturias y las dos Castillas. Alguien ha cortado la página.

– Tiene razón -constató Félix-. La hoja ha sido cortada con un cuchillo de hoja roma.

El doctor se dio un golpe en la frente con la palma de la mano.

– ¡Claro, ha sido Solgrub! ¡Quién, si no Solgrub! ¿Lo ven ustedes? ¡Quería evitar que al guien más después de él realizara el experimento! Por eso ha destruido la última página del manus crito, la hoja que contenía la composición de la pócima. ¿Qué haremos ahora, Félix?

– Sí, ¿qué haremos ahora?

Los dos se quedaron mirándose el uno al otro, sin saber qué decir.

– Debo confesarle -fue el doctor Gorski el primero en romper el silencio- que estaba decidido a probar los efectos de esta droga en mi organismo, una vez tomadas, naturalmente, todas las precauciones necesarias.

– Y yo tenía la misma intención -explicó Félix.

– ¡Ah! De ningún modo. Yo jamás hubiera permitido que usted, que es totalmente lego en cuestiones médicas… ¿Pero para qué discutir? Ninguno de nosotros tres sabrá jamás qué fuer zas inconcebibles han sido las que han arrastrado a Solgrub, a Eugen Bischoff y Dios sabe a cuán tos más a una muerte tan misteriosa.

Y dicho esto cerró las pesadas tapas del libro chapadas en bronce.

– Ya no podrá seducir a nadie más. Nuestro pobre Solgrub ha sido su última víctima. Y cuánto más vueltas le doy al asunto… La misma fisiología del cerebro nos da ya un punto de partida. Tengo mi propia teoría sobre el asunto. No, no creo que lo que ha acabado con las vidas de todas las demás víctimas haya sido la visión del Juicio Final. Más bien me inclino a suponer que el efecto de la droga es distinto en cada caso…

De pronto me vino a la cabeza una idea, un pensamiento que corría más que mi propia voluntad y queme impedía dominar la impaciencia que me atenazaba. Lancé una mirada a Félix y al doctor. No se fijaban en mí, de modo que aproveché el momento propicio para abandonar el salón.

Me apresuré a cruzar el jardín antes de que me echaran en falta. No, el secreto aún no se había perdido del todo, estaba allí, esperándome. Y yo, solamente yo, iba a descubrir la verdad.

La puerta del pabellón estaba abierta. Todo seguía igual a como yo lo recordaba de aquella noche: sobre el escritorio el revólver, sobre el sofá la manta a cuadros escoceses que había servido para cubrir el cuerpo de Eugen Bischoff, el tintero volcado, el busto roto de Iffland. Sí, todo seguía en su sitio, y mi pipa todavía estaba sobre la mesa.

La cogí. Sólo tuve que apartar una delgada capa de ceniza y debajo apareció una mezcla pardo oscura: era la droga, la pócima que creíamos perdida para siempre, el secreto del médico de Siena, del mago que le arrancó a Giovansimone Chigi la confesión de su crimen.

Al encender la cerilla no pude impedir que me asaltara un ligero temor ante lo desconocido. ¿Pero podía llamarle así? No, en realidad no era un verdadero temor. Era la misma sensación que tiene un nadador en el momento de abandonar el suelo firme para lanzarse a aguas profundas. El agua se cerrará en torno a su cuerpo, pero él sabe que un segundo después volverá a subir a la superficie.

Esta era en realidad mi única sensación en aquel momento. Estaba seguro de mí mismo, controlaba mis nervios. Con absoluta sangre fría, casi incluso con una simple curiosidad científica, esperaba poder tener al fin la visión del Juicio Final. Armado con todos los recursos intelectuales del hombre moderno, no temía enfrentarme al espectro de una época ya pasada. Todo lo que verás es sólo humo y sombras, me dije, y entonces di la primera chupada.

No sucedió nada. A través de la nube de humo azul vi la máscara mortuoria de Beethoven colgada de la pared, y por la ventana abierta las ramas verdes de un castaño movidas por el viento; sobre ellas un fragmento de cielo gris y nublado. En el suelo observé un gran escarabajo de color azul resplandenciente, cuya especie no supe identificar; pero no había motivo de alarma, pues ya me había llamado la atención antes de tomar nada.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «El Maestro del Juicio Final»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «El Maestro del Juicio Final» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «El Maestro del Juicio Final»

Обсуждение, отзывы о книге «El Maestro del Juicio Final» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x