– Ábrala.
Con pulso firme, Susannah se enfundó los guantes que le había entregado Ed y abrió la caja. Miró dentro con el entrecejo fruncido.
– ¿Piezas de ajedrez? ¿Eso es todo?
Ed negó con la cabeza.
– El estuche tiene un doble fondo; el mecanismo está debajo de la reina. Empuje.
Ella lo hizo y el doble fondo quedó al descubierto.
– Sus placas de identificación. -Las sacó de la caja y estas tintinearon en el aire-. Ray Kraemer.
– Y una bala -musitó Luke-. Parece antigua, puede que fuera la que Ellis le disparó.
– Puede. Y una foto. -Susannah contuvo la respiración-. Es el señor Grant, más joven, junto a un asiático vestido con una túnica. Dios mío. El señor Grant recibió de él el bastón. -Le dio la vuelta a la fotografía-. «Ray Kraemer y Pham Duc Quam, Saigón, 1975.»
Nancy la examinó.
– Es la letra de Grant. Llevo todo el día leyendo sus diarios.
– Tengo los informes militares de Ray Kraemer y Michael Ellis -anunció Chase-. A Kraemer lo capturaron en el año 67 y a Ellis en el 68. Se cree que a Ellis lo capturaron los soldados del Vietcong mientras intentaba desertar, pero nadie ha podido asegurarlo. Después de escaparse del campo de prisioneros encontró un campamento militar. Llevaba perdido en la selva tres semanas. Como no pudieron demostrar que había desertado, lo dieron de baja del ejército con honor. A Kraemer lo declararon desaparecido en combate. Hasta hoy.
– En 1975 el señor Grant aún estaba allí, por lo que se deduce de la foto -dijo Susannah-. Al año siguiente regresó y se convirtió en el profesor particular de Paul. ¿Qué hizo entretanto? ¿Quién es ese hombre?
– Parecen amigos -dijo Luke, y pasó la foto por la mesa.
– Hemos encontrado túnicas parecidas a esa en el armario de Charles -explicó Pete-. Las han llevado hace poco.
– Aquí aparece otra vez el asiático -dijo Susannah, desdoblando una gastada hoja de papel-. Pero no lleva la misma ropa. Parece un anuncio. Aparece su nombre y luego pone THÁY BÓI.
– He pedido la traducción mientras Luke y usted estaban en el hospital -dijo Ed-. Pham es vidente.
– ¿Y por qué guardaba esto el doctor Grant? -preguntó Susannah.
– Porque además de pedir dinero a cambio de no revelar secretos, Grant les predecía el futuro a unas cuantas mujeres ricas de Dutton -explicó Nancy-. Guardaba información de lo que le pagaban y de lo que él les decía. A veces él pagaba a terceras personas para que lo que había predicho acabara siendo real. Susannah, su madre era una de sus clientas.
– Tiene sentido. Arthur decía que mi madre tenía miedo de las prácticas vuduistas de Grant.
– En el diario de Arthur explica que Borenson le entregó un certificado de defunción falso el día anterior a que se supiera que Simon había muerto -prosiguió Nancy-. En el diario de Grant pone que le predijo el futuro a su madre el día anterior a la muerte de Simon; le dijo que ocurriría una gran tragedia.
– Porque Arthur iba a contarle que Simon había muerto. Borenson debió de contárselo a Grant -dedujo Susannah, y sacó otro papel doblado-. Parecen carteles.
Ed los tomó de su mano con suavidad.
– En este dice que Pham es un curandero. En este dice que habla con los espíritus. En este otro aparece el precio de la entrada a sus charlas.
– Era un charlatán -dijo Pete, y miró a Nancy arqueando una deja.
Nancy refunfuñó.
– ¿Pham el charlatán? Menudas ocurrencias, Pete.
Los labios de Susannah se curvaron hacia arriba. Luego se puso seria de golpe.
– Otro diario. -Era pequeño, medía poco más que la palma de su mano-. La letra también es muy pequeña. -Aguzó la vista-. La primera entrada data de diciembre de 1968.
Hoy me he dado cuenta de que no voy a morir. Pero no quiero olvidar nunca la rabia que siento. El hombre me ha dado este diario para que pueda escribirlo todo y recordarlo siempre. Algún día me vengaré, de Estados Unidos por dejarme tirado en ese agujero, y de Mike Ellis. Deseará haber apuntado con la pistola a su propia cabeza en lugar de a mi pierna.
Susannah leyó para sí unos cuantos párrafos.
– Ray Kraemer se sacó la bala de la pierna cuando Ellis lo abandonó a su suerte. Caminó por la selva hasta que se desmayó. Cuando recobró el conocimiento estaba en una cabaña ardiendo de fiebre, y lo cuidaba un vietnamita.
Nunca había creído que les pudiera estar agradecido pero este hombre me ha cuidado. Y aún no sé por qué.
Susannah volvió la página.
Se llama Pham. Me ofrece comida y refugio. Después de pasarme un año tirado en uno de sus agujeros, por fin me siento abrigado y lleno. Creía que Pham era médico, o profesor, o sacerdote. Hoy me he dado cuenta de que Pham es un timador. Un camaleón. Posee una misteriosa habilidad para convertirse en lo que los demás necesitan que sea. Les ofrece algo totalmente falso pero que los hace felices y así los eclipsa. Esta noche hemos comido bien.
– Así fue como empezó él -dijo Chase en voz baja, pero Susannah seguía leyendo.
Hoy al fin he comprendido por qué Pham me salvó. Yo soy su guardaespaldas. Soy más alto que sus enemigos. Hoy un hombre le ha atacado y lo ha llamado ladrón. Era cierto, por supuesto; pero aun así, inaceptable. Yo he aferrado al hombre por el cuello. Sin siquiera detenerse, Pham me ha pedido que lo matara; y yo le he partido el cuello y lo he dejado tirado. Me he sentido bien, poderoso. En esta ciudad nadie más volverá a molestar a Pham.
Volvió unas cuantas hojas.
– Sigue dando detalles de su viaje, de sus aventuras, de toda la gente a quien Ray Kraemer mató para Pham. -Crispó el rostro con horror-. Decenas y decenas de personas. Dios mío.
Luke le tomó el cuaderno de las manos y fue directo al final.
Pham está enfermo. No durará mucho. Le he dicho que tenía que volver a casa y encontrar al hombre que quiso dejarme morir. Quiero matarlo, pero Pham dice que hay formas mejores de hacerlo, más sabías. Descubre lo que un hombre más quiere y arrebátaselo.
– Tres días después escribe: « Pham nos ha dejado. » Retorna la escritura una semana más tarde.
Hace mucho tiempo que debería haber vuelto a casa. Ellis quería volver a la suya, encontrar a su hijo. Lo encontraré y mataré a su hijo, y él lo verá. Obtendré mi venganza.
– Pero no mató a Paul -observó Chloe-. ¿Por qué?
Susannah miró dentro del hueco y en el fondo encontró una foto doblada. La sacó. En ella aparecía Grant con Paul cuando era joven.
– Creo que prefirió cuidar de él. Todo lo que hay en la caja hace referencia a su vida antes de convertirse en Charles Grant, excepto esta foto.
Talia suspiró.
– A su manera supongo que Charles lo amaba.
Luke sacudió la cabeza con fuerza.
– No. Charles lo poseía. Lo utilizaba. Lo manipulaba para su beneficio. Eso no es amor.
Talia abrió los ojos como platos ante la vehemencia del tono de Luke.
– Vale…
Pero Susannah lo comprendió. Luke le había prometido enseñarle a estar con alguien y esa era la primera lección. No; no la primera. Todo ese tiempo le había estado enseñando en qué consistían el amor y la dignidad. Le estrechó la rodilla por debajo de la mesa.
– Todos ustedes me han ofrecido el apoyo que necesitaba en un momento crucial de mi vida, y quiero agradecérselo.
Ed se puso serio.
– Eso parece un adiós, Susannah. ¿Vuelve a casa?
– ¿A Nueva York? No. Allí ya no tengo nada. -Ahogó una risita-. Y en Dutton tampoco. Yo ya he tenido bastante de esa ciudad para el resto de mi vida.
– ¿Y los demás no? -preguntó Chase con ironía-. ¿Qué hará?
– Bueno, Daniel y yo tenemos muchas cosas pendientes. -Por debajo de la mesa Luke le asía la mano con fuerza-. Está toda esa gente a quien mi… Arthur extorsionó durante años. Es necesario enmendar los errores. Y para eso me hará falta un buen abogado. -Miró a Chloe con una mueca-. Y un criminalista, supongo.
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